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Mientras tantoAmores de ficción

Amores de ficción


 

Estaba esperando el final de la quinta temporada de The good wife para escribir sobre la serie. Acabó y llegó el vacío, el folio blanco, la nada. Es como el amor: se desgasta de usarlo o de no usarlo.

 

El aburrimiento, la pérdida de tensión erótica es el anti-afrodisíaco más potente del mundo. Durante un tiempo sigues sin renunciar, aferrado a una leve esperanza, pero el milagro no llega, la regeneración de la conexión no se produce y al final tiras la toalla y aceptas la derrota: «esto está muerto, no es necesario llamar al médico forense».  


Recuerdo las primeras temporadas de la serie, la ilusión por ver el nuevo capítulo me hacía regresar a casa corriendo. Ese deseo de correr es la esencia de la vida. No hay nada como esa urgencia y no hay nada más triste que el desamor. Y a mí me ha llegado el desamor… La quinta temporada la he visto con gran desinterés… Bueno, lamenté mucho la muerte de Will Gardenr (Josh Charles). Sí, su muerte fue un duro shock, incluso lloré un poco… Era lo único que me mantenía conectada a la serie y, adelantándonos al resto del artículo, el único personaje que seguía teniendo erótica.


 

La inspiración surgió de una imagen, bastante usual en Estados Unidos: una mujer acompaña en una comparecencia a un político acusado de infidelidad con prostitutas, el gobernador de Nueva York, Elliot Spitzer. Uno de los hermanos Scott, productores de la serie, pensó que el verdadero foco no tendría que estar en el marido, sino en ella, la mujer engañada, y de ese hilo argumental salió una de las mejores series que se han rodado en Estados Unidos y en el mundo.

 

                                               

 

En la foto del plano de inicio de la serie (la comparecencia), vemos la recreación de ese momento. El aspecto físico, el vestuario de nuestra protagonista, Alicia Florrick (Julianna Margulies, Globo de Oro en 2010), define totalmente al personaje. Es una mujer claramente sin vida propia, amoldada a las necesidades de su marido e hijos. Una mujer no liberada sexualmente, más bien retraída, incluso mojigata. Y piensas: ¡Dios, lo que debió de sufrir en esa comparecencia…!

 

Si la comparas con la última foto de la serie contemplas la transformación del personaje a lo largo de las temporadas. Sin su marido, Alicia crece, se construye, embellece, se vuelve poderosa y sofisticada.

 

Yo la entendía, necesita crear su mundo profesional, su interior y renunciar a toda vida personal. Es evidente que sus hijos están por encima de todo y, más evidente todavía, que no tiene energía para llevar más carga. El regalo de Will, en forma de futuro profesional, en un despacho de abogados de Chicago, es la única oportunidad que le ofrece la vida para reconstruirse y sobrevivir. Además, Will representa la vida no vivida, el amor no consumado, la oportunidad perdida, y por supuesto ese deseo latente de comprobar cómo podían haber sido las cosas. Entendías los pies de plomo con los que se acercaba y alejaba de todo ser viviente.


El marido, Peter Florrick (Chris Noth), resurge de sus cenizas y vuelve a la primera línea de la política, vuelve a ser un hombre poderoso. Will y Alicia lo vigilan desde el espejo retrovisor. Los dos saben que el poder es peligroso y rebelarse contra el poderoso es incluso temerario.


El espectador disfruta de esa reconstrucción pública de Alicia, de esa pasión latente, no del todo resuelta con Will, de la constancia en el intento de reconquista del marido, a veces, claramente, con malas artes. Disfrutas de su liberación sexual. Pero Will y Alicia no son lo suficientemente valientes o valoran más su parcela de poder y no acaban de enfrentarse a Peter. Y Alicia se convierte en una mujer que huye del hombre al que la debe su nueva vida. 


Entiendes  los vaivenes del triángulo y no le reprochas el affaire que tiene con el marido, colocándose en el lugar de una amante ocasional. Era como decirle: necesitabas una puta, pues toma puta, pero no te hagas falsas ilusiones, solo es sexo. Además estaban las otras mujeres de la serie, Kalinda (Archie Panjabi), Diane Lockhart (Christine Baranski). Y eras consciente que eran un faro, un espejo para miles de mujeres que luchamos por tener una vida profesional ambiciosa, combinada con una vida personal interesante y libre. Iban por delante, incluso en los casos del bufete, que te recordaban que estabas viendo una serie de abogados… Estaban por delante.

 

Pero en la quinta temporada todos los personajes pierden las tensión emocional, dejan de importarte, y aparecen las preguntas. ¿Qué pasa con el marido de Diana? (Es una licencia en forma de chiste: la dejó por Veep (HBO)). Es una gran tentación servir a una mujer que va a ser presidenta de Estados Unidos. Por cierto, hemos descubierto que todas las mujeres que llegan a ser presidentas de Estados Unidos en la ficción lo hacen porque el presidente abandona o muere, nunca porque hayan ganado unas primarias en el partido o unas elecciones. Siempre es la primera vez que una mujer llega a la presidencia. Nunca es habitual, por ejemplo, la tercera vez.

 

Escribiremos sobre esto.  

 

Volviendo a nuestra serie. En la quinta temporada estrangulan la lucha entre la vida personal y emocional de los personajes y todos se convierten en autómatas que trabajan. ¿Quién se cree la historia entre Kalinda y Gary? Nadie. Todos se vuelven viles, manipuladores. Son Tom y Jerry condenados eternamente a mantener una pelea absurda. La serie se vuelve un culebrón. Nos han puesto los dientes largos enseñándonos un milagro, un efecto mágico: la transformación de una mojigata en una mujer libre, y cuando llega el día importante descubrimos que no quiere volar. Sí, el giro podía haber sido ese, el momento en que una persona choca con sus limitaciones y tira la toalla, o ingresa en el ejército de los derrotados. Eso hubiera sido una tragedia moderna, pero no hacen eso. Alicia decide aceptar, por interés, seguir atrapada en un matrimonio falso, un matrimonio de conveniencia que solo le da poder y ventajas económicas. La convierten en una mujer interesada que ni siquiera tiene la excusa de los hijos, que se preparan para ir a la Universidad y la dejan con lo único que tiene: su soledad. Sí, lloriquea un poco la muerte de Will, pero no es suficiente para redimirla. Se ha traicionado y nos ha traicionado y eso destroza el personaje y destroza a la serie, porque es una epidemia que contamina a otros personajes. Dejan de iluminarlos para convertirse en poderosos apegados al poder. 

 

Por eso, desde este pequeño blog, solicito modestamente que cancelen la serie. Habían construido unos personajes de mujeres que se estudiarán en las universidades y escuelas de cine del mundo. Metían el dedo en una llaga muy dolorosa. ¿Tenemos que renunciar al amor las mujeres que queremos triunfar? ¿Es el amor la trampa natural donde se rompen nuestros sueños? ¿Añoraremos a Will como el único personaje que hubiera salvado esta ficción de una vida tediosa y aburrida? He amado a Alicia, como amé a Rachel (Friends), como se puede amar a un personaje de ficción, no siendo lesbiana, y sé lo que viene después del desamor mal resuelto: después del desamor mal resuelto llega el odio, y yo no quiero odiar a Alicia.  

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