Algo ha comenzado a cambiar en Venezuela. Al menos, eso parece. Las urnas han dado la espalda al chavismo y a su modelo económico. Un rechazo anunciado tras meses de duras protestas en las calles del país y de eternas colas en los supermercados que han minado la confianza de una sociedad castigada por la represión, la inflación y el desabastecimiento. La victoria de la oposición fue obra de casi 20 millones de venezolanos. Los resultados fueron un contundente rechazo al régimen chavista de Nicolás Maduro que hubo de conformarse con 55 escaños. La alianza opositora MUD -Mesa de Unidad Democrática- sumaba 107.
La oposición venezolana ha conquistado la mayoría de los votos, pero se enfrenta a una dura realidad social y, sobre todo, económica. Recogen el testigo de un país endeudado y una población harta de lidiar con la escasez. Las cifras, desde luego, no son muy alentadoras. Según el Fondo Monetario Internacional, la caída del PIB prevista para este año es del 10% y se espera otro descenso del 6% en 2016. Se trata de la peor evolución de la región y una de las peores del mundo, sólo comparable a la de países en guerra. De hecho, la economía venezolana cayó del cuarto al séptimo puesto en el ránking de las economías de América Latina.
Una economía en picado
La realidad económica del país fue justificada por el régimen como la principal consecuencia de la “guerra económica” iniciada por el imperialismo y la burguesía contra el régimen bolivariano. No obstante, los datos desmontan esta teoría y señalan directamente a una pésima gestión del gobierno chavista. El petróleo, su principal producto de exportación y fuente de divisas, ha caído en picado: 34,46 dólares por cada barril de crudo, el precio más bajo de los últimos seis años. El gobierno venezolano ha intentado que la OPEP recorte la producción, pero se encontró con la feroz negativa de Arabia Saudí, dispuesta a saturar el mercado a precios irrisorios. Las divisas comenzaron a resentirse: apenas entraban dólares en las arcas del Estado. El régimen comenzó a vender petróleo a países del Caribe a precios de saldo para garantizar el abastecimiento del país.
Pero el chavismo tuvo que hacer frente a más dolores de cabeza; el mayor de ellos, la inflación. Los precios se han multiplicado por ocho en los últimos dos años. La inflación en Venezuela ya supera el 159% y se prevé que aumentará hasta el 204% en 2016, según el FMI. El gobierno de Nicolás Maduro optó por establecer precios fijos para los alimentos básicos. El mercado negro y las largas colas en los alrededores de los supermercados no se hicieron esperar. A todo ello hay que añadir que desde la llegada de Maduro al poder el bolívar se ha hundido. Hoy, según el tipo de cambio oficial, hay que entregar 6,3 bolívares para conseguir un dólar. Otra opción es acudir al mercado negro donde 100 dólares se intercambian por cerca de 800 bolívares, unos 900 euros aproximadamente.
En la calle
Sin duda, una de las imágenes que permanecerá vinculada a la gestión económica del régimen chavista es la de un pueblo litigando con la escasez de bienes y, como consecuencia, haciendo uso de las cartillas de racionamiento. Un legado para el gobierno entrante que caminará hacia el éxito en la medida en que ponga fin a esta realidad.
Erradicar la pobreza había sido una de las principales líneas de actuación del régimen chavista. Es más, en los primeros años del chavismo las denominadas “misiones” habían logrado reducir esta tasa. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, la pobreza había pasado del 49% en el primer semestre de 1998 al 27,4 % de hogares venezolanos en el 2011. Pero la tendencia cambió. En 2013 la pobreza afectaba al 27% de los venezolanos y en 2014 al 48% de las familias del país.
Un informe elaborado por investigadores de tres universidades venezolanas -la Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar- afirma que la pobreza en el país ha llegada a su punto más alto. Estiman que afecta a cerca del 73% de los hogares. La pobreza extrema se ha duplicado. El 20% de los hogares serían pobres. Suman más de 1.555.000.
Así es el escenario en el que tendrá que lidiar la oposición para devolver al país al lugar que antaño ocupaba en la región. No hay que olvidar que Venezuela es un país rico en recursos. Su subsuelo, sin ir más lejos, lo convierte en el quinto país exportador de petróleo del mundo. Sólo es necesario un giro en la gestión para recuperar el terreno perdido. El primer paso se habría dado en las urnas. El Parlamento habrá de continuar esta andadura.