martes, marzo 28, 2023
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Bosco Esteruelas

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Bosco Esteruelas es periodista y escritor. Ha trabajado en El País como editorialista y corresponsal en Tokio y Bruselas, y antes en la agencia Efe en las delegaciones de Roma, Washington y Londres. Ha sido también portavoz de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y de la Comisión Europea. Ha publicado cuatro novelas, "El reencuentro" (2011), "Todo empezó con Obdulio" (2012), "Retorno a Zumaia" (2014 y "Gracias, asesino" (2020), y una colección de relatos titulada "La chica de Tsukiji" (2014)   En esta bitácora quiero observar e interpretar la realidad política y social desde fuera de la jungla urbana

En tiempos de guerra

Qué veloz es el tiempo, más todavía cuando la edad pesa. El humano es el ser que mejor se acostumbra a cualquier circunstancia imprevista. A la suerte o a la desgracia. Al éxito o al fracaso. A la riqueza o la pobreza. A la justicia o la injusticia. Incluso a la pérdida de una persona querida, aun cuando nos parezca que el dolor no será soportable. Tres meses han pasado desde el día aquel que Vladímir Putin anunciaba con descaro una operación militar especial en Ucrania para acabar, según él, con una pandilla de nazis y corruptos. Y ya nos hemos acostumbrado.

Un mundo de insania

Siempre me pregunto qué lleva a un individuo cualquiera a cometer atentados brutales o a asaltar obras de arte. Quizá no sea otra razón que la de llamar la atención o incluso expresar la atracción o el amor hacia alguien que no le presta interés. Ese fue el móvil de John Hinckley, quien enamorado perdidamente de la actriz Jodie Foster, a la que enviaba sin respuesta cartas cariñosas, decidió disparar a la salida de un mitin en un céntrico hotel de Washington en marzo de 1981 al presidente Ronald Reagan, quien escapó milagrosamente de la muerte. Hinckley, hijo de una familia acomodada de Oklahoma, va a recuperar la libertad en estos días después de 41 años de reclusión. En realidad, se encontraba en arresto domiciliario desde hace tiempo, Ahora, el agresor de Reagan, al que le gusta la guitarra, anuncia un concierto suyo antes de que termine el mes.

Con Rodin

Fue uno de esos días de final de primavera parisina, radiante de luz, cuando me topé con un tipo barbudo de mirada penetrante y tocado con una boina que parecía que se le iba a caer: “No se asuste hombre. Yo ya he muerto, pero resucito cuando me apetece para escuchar las sandeces de quienes visitan el museo. Es decir, mi casa”. Ni más ni menos era el mismísimo Auguste Rodin, el padre de la escultura moderna, nacido en París en 1840 y fallecido en 1917, cuando el mundo iba a sobresaltarse con la revolución rusa.

París bien vale un regreso: el lenguaje inclusivo

El Elíseo emitió el pasado lunes por la tarde el anuncio del nombramiento de nuevo primer ministro, Élisabeth Borne, eliminando la calificación de género. Nada de primera ministra ni señora primera ministra. El protocolo francés es muy formal y rígido cuando se trata de dirigirse a una figura pública. Pero en esta ocasión el recién elegido presidente de la República francesa optó simplemente por un comunicado asexuado. Por sus obras las conoceréis, pareció decir Emmanuel Macron a sus conciudadanos y ciertamente el currículo de Borne es notable más allá de que se la tilde de una tecnócrata sin peso político. El feminismo está que arde y dispuesto a incendiar el palacio presidencial con su mandatario dentro.

Querida ministra

Querida Margarita: No nos conocemos. ¿Puedo tutearte? Para mí eras hasta hoy lo poco salvable de este gobierno de coalición liderado por un político que...

Psicoanalizando a Putin

Anteanoche tuve un sueño que como todos los sueños no pude terminar. Resulta que yo era psicoanalista y por razones que ignoro Vladímir Putin, el hombre más odiado en Occidente, se presentó en mi consulta solo y sin guardaespaldas alguno para ser psicoanalizado. Dios santo, exclamé para mis adentros al verlo vestido con uniforme de campaña pero sin arma. Le pregunté en qué podía ayudarle. Me respondió en perfecto inglés que se sentía incomprendido por su “operación miliar especial” en Ucrania e injustamente tratado. Pero sus soldados han cometido fechorías, asesinando brutalmente a civiles, le interrumpí. No faltan episodios en Mariúpol, Bucha, Borodianka y tantos más. Pensé que después de decir eso acabaría conmigo o alguno de sus gorilas derribaría la puerta del piso y me cortaría la yugular con un cuchillo afilado de matarife.

La bofetada

No me resisto a hablar de la muy cinematográfica bofetada de Will Smith a uno de los presentadores de la ceremonia de los Oscar, Chris Rock, por hacer un comentario poco afortunado sobre la enfermedad que desde hace dos años padece su esposa: una alopecia extraña. Al principio, cuando vi las imágenes del incidente, pensé que se trataba de uno de esos números preparados que tanto gusta fabricar la industria de Hollywood. Luego comprobé que no hubo truco y que se trataba de algo muy real, lo cual me resulta estúpido y harto difícil de justificar. “El amor te obliga a hacer locuras”, dijo con lágrimas el agresor un rato después, al subir al escenario para recibir el premio de mejor interpretación masculina por su papel del padre de las tenistas Williams.

Reunión en la cárcel

Fue una invitación de Solidarios para el Desarrollo, una ONG que se ocupa de promover la cultura en el mundo carcelario con diversos programas muy acertados, lo que me motivó visitar días atrás la prisión de Soto del Real, famosa porque en ella han estado entre otros Mario Conde, Rodrigo Rato, Guillermo Díaz Ferrán, Sandro Rosell o parte de los condenados y luego indultados por el procés. Todos ellos ya salieron. Pero sí continúan, por ejemplo, Luis Bárcenas u otros que no han alcanzado la dudosa fama de los mencionados. La experiencia resultó muy interesante. Lo de menos fue hablar sobre el poder de los medios de comunicación. Lo mollar estaba en escuchar lo que ellos pensaban de la justicia, la prensa y la sociedad en general. Me supo a poco. El tiempo estaba limitado.

Pasión ucraniana

Aprendemos, aprendo, geografía e historia de Ucrania a marchas forzadas. Un país devastado por la guerra de Vladímir Putin. Nada puede justificar una guerra por mucho que el invasor denuncie la necesidad de construir un espacio de seguridad, que tal vez de manera imprudente Occidente se lo quitó tras la desaparición de la Unión Soviética y el ingreso de los países del antiguo Pacto de Varsovia en la Alianza Atlántica. Pero a mí, personalmente, más allá de la perturbación mental de un criminal de guerra, en palabras del presidente de EEUU, Joe Biden, me golpean las historias humanas que veo y escucho a diario a través de los medios. Esta guerra es la de las imágenes grabadas con un móvil, la de las redes sociales. Noticias no todas sin confirmar desde luego.

¿Y si cambiamos a Putin por un doble?

Me despierto y, como supongo casi todo aquel que tiene un mínimo sentido humano solidario, enciendo consternado la radio, veo la tele y leo la prensa para tratar de entender qué está ocurriendo en Ucrania. Comprender, sin éxito al menos por mi parte, qué pasa por la cabeza de Vladimir Putin en estos momentos: si cree ser el nuevo zar de la Gran Rusia, si sabe exactamente hasta dónde quiere llegar, si actúa con rencor por venganza tras la desaparición de la Unión Soviética por culpa del “traidor Gorbachov”, si es simplemente un criminal y se recrea con esa imagen o si está a punto, en su soledad y desmedido ego, de llamar a su terapeuta de cabecera para llorar en su hombro y confesar que nadie lo entiende, pues en el fondo lo único que anhela es liberar a los hermanos ucranianos de una pandilla de nazis y drogadictos.