Rara vez Luis de Guindos se sale de su manual de teoría económica. «Puede parecer una contradicción que un liberal como yo esté aquí hablando de una banca pública que juegue un papel a favor de la economía nacional», se desnudó al lanzar un salvavidas de 22.424 millones de euros a Bankia. Sólo la práctica admite que el Estado no ha dejado de salir al rescate de la economía de libre mercado.
Los astilleros españoles tendrán que devolver las bonificaciones fiscales («tax lease») a la construcción de buques que también aplican otros países del Viejo Continente a los que en el futuro también se les reclamará. Porque lo que se ha evitado reconocer es que el naval europeo, sin esas ayudas, es un sector que por sí mismo no puede competir contra las gradas asiáticas, aupadas también por sus gobiernos, según la propia industria. Pero esas exenciones, dice la Comisión Europea, son contrarias a la normativa europea sobre ayudas estatales y desvirtúan la competencia.
Para los liberales de Bruselas la competencia perfecta será entonces que entidades financieras apuntaladas con miles de millones de euros compartan mercado con bancos sanos. O no tan sanos, pues también a estos se les ha visto mes tras mes en la ventanilla de Fráncfort pedir liquidez fácil y barata del Banco Central Europeo (BCE). «Las ayudas públicas no tienen por que ser algo malo si se usan bien y cumplen su objetivo, en ese caso son buenas», matizó el presidente de la patronal bancaria (AEB), Miguel Martín, tras años desconfiando del uso de dinero público por el sistema financiero.
Más. El Ministerio de Hacienda español concede deducciones fiscales multimillonarias a la internacionalización de empresas españolas –amortizando el sobreprecio que se paga por la compra de otros grupos en el extranjero–; de ello se han beneficiado Banco Santander, BBVA, Iberdrola y Telefónica, entre otras compañías, algunas de ellas de sectores que el Gobierno considera estratégicos y que en su día fueron privatizadas esgrimiendo el buen hacer de la gestión privada.
Aún hay quien como liberal dice renegar de las ayudas públicas. Pero más vale desconfiar. Recuerden que cada julio, año tras año, en la sierra de Madrid, antes Navacerrada ahora Guadarrama, algunos de los que en España así se definen se reúnen en una semana financiada en parte por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.