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Hoy son las elecciones en España, pero en Burkina Faso no se siguen con demasiado interés. Ni siquiera a mí me afectan como antaño, en todo caso que Dios (el que sea) nos pille confesados, visto lo que se avecina. He leído que había problemas para el voto por correo y el voto de los expatriados, en mi caso también ha sido así, porque no hay Embajada de España en Burkina y el intento de registrarme para el voto ha sido en vano.

Aquí interesan un poco, tampoco demasiado, las elecciones francesas, por la trascendencia que pueden tener al ser ex colonia y el nivel de actividad económica de empresas o empresarios franceses y la cooperación de las ONGs. Pero las preocupaciones son otras quizás porque no hay mucha presencia de España en el país.

 

Pero, a título particular, si hay preocupación por algunos españoles…, yo mismo, por ejemplo.

Hace 4 semanas me fui a España para intentar ‘cuidarme’ un poco mi maltrecha salud de hierro, que la tenía muy quebrantada.

 

 

La tarjeta con los cefas, que creo que voy a enmarcar y colgar en mi despacho, también como fondo financiero de reserva, por si vienen mal dadas…

 

 

El día de mi despedida todo el personal de la biblioteca, unas 20 personas, me entregaron una tarjeta en la que me expresaban sus mejores deseos para mi recuperación, pero sobre todo para mi regreso.

En el sobre con la tarjeta incluían 3.000 Fcfas como regalo para que me ‘tomara algo’.

En escogidos billetes nuevos, que quedan más monos.

Me llegó al alma, no porque me fuera a pagar el viaje con eso, estamos hablando de menos de 5 €, sino por el detalle.

 

Ya en España recibí un par de emails cariñosos.

En uno de ellos un soldador que nos había hecho las mesas y las sillas, Abdoulaye, me decía “tu est beaucoupo utile à la ville de Ouahigouya, comme l’eau pour le jardin”.

Y el otro, un alumno que acabó el curso de informática, Oussemi, “prenez soins de vous, nous les jeunes du Nord avons besoin de vous”.

 

 

Karim, el guardián de casa, con un cartel de bienvenida

 

 

Perdonadme el autobombo, que no pretendo, pero son estas cosas y esta buena gente, que hay mucha, las que me dan fuerzas para seguir luchando por este proyecto y por su desarrollo.

 

Cuando he vuelto de España, mis ‘hijas’, Latifa y Esther, y mi mujer, Asséto, habían decorado la casa para darme la bienvenida.

Y cuando entré en la biblioteca estaban todos detrás de la puerta para darme una sorpresa y su cariño.

Había también carteles y guirnaldas y me abrazaron todos y me dieron una botella de agua (comprada), como signo de salud y de bienvenida.

 

 

En mi despacho, globos y guirnaldas (ese es el servidor, no es mi mesa, que somos probes pero tenemos mesas en codiciones para poder trabajar)

 

 

Evidentemente para ellos soy muy importante en la medida en que significo un puesto de trabajo y unos ingresos mensuales y ahora esto se valora no sólo aquí, también en España, pero creo que no sólo es eso. O quiero creerlo.

Para mí ellos también significan muchos más de lo que se pueden imaginar.

 

 

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