1.- Carles Puyol tuvo la sensación de encontrarse en Lloret de Mar pero enfrente tenía el mar de Abu Dabi. Había disputado una final perdida de la Intercontinental en Tokio y era un niño cuando el dream-team empezó su declive en otro vuelo intercontinental. Dos clubes brasileños de cierto abolengo, el Sao Paulo y el Internacional de Porto Alegre, habían apeado a un Barca víctima tanto del jet-lag como del triunfalismo. Ahora, eran tres horas más que en Barcelona y a Carles el agua caliente del Golfo le hacía pensar en la Costa Brava. Al fondo una legión de túnicas blancas flanqueaba el alegre entrenamiento en el agua.
2.-Contaba Roland Bartes en «El imperio de los signos» que una vez que había acudido a una universidad de Tokio para pronunciar una conferencia le extrañó que el cartel anunciante mostrara su rostro con las típicas facciones orientales. Daniel Alves era esos días de Abu Dabi un árabe perfecto que podía perfectamente penetrar en las más recónditas alcobas del harem del sultán sin ser detectado por la seguridad.
3.-¿Y dónde estaba nuestro bienamado Chigrinski mientras todo ello sucedía? Calentando, calentando. Y mirando las rodillas de Milito. A veces, es verdad, también pensaba en Ucrania, en el invierno ucraniano mientras en Abu Dabi se cocían al sol de la leyenda. Sus progresos en el idioma (castellano) seguían mejorando y ya podía vacilar con Pinto en el banquillo. La temporada es larga, Dimitro, y un puesto de central en el Barca tiene sus complicaciones, sobre todo cuando el escudo catalán formado por Puyol y Piqué sigue mejorando. Lo demás es aplicar el método: recibir en albornoz, atarse bien la melena, y conocer la mejor manera de preparar una crema catalana.
4.-Los pincharratas, o sea el Estudiantes de La Plata, pertenecen a esa ardorosa familia futbolística de los quebrantahuesos. Como el Atlético de Madrid o el Olympiacos son rojiblancos y bastante pendencieros. En 1968, año de grandes revueltas estudiantiles, ganaron la Copa Intercontinental en un histórico doble partido contra el Manchester United. En Argentina, en el estadio del Boca Juniors ganaron 1-0 y en Old Trafford consiguieron un empate 1-1. Vale la pena detenerse en el detalle de las alineaciones de ambos conjuntos porque forman parte de la mitología del fútbol: entre los argentinos sobresalían Juan Ramón Verón (padre de «La Bruja» que dirigió al equipo contra el Barça) y Bilardo, un tipo duro tanto en los terrenos de juego como en su forma de entrenar («al enemigo ni agua», dijo una vez a su masajista en Sevilla que auxiliaba a un jugador del Dépor). Por los ingleses estaba en su apogeo Sir Bobby Charlton y empezaba a despuntar Georges Best en la banda (hablaremos en otro momento de uno de los mejores «extremistas» de la historia del fútbol). En en el centro del campo, uno de los jugadores más temibles de todos los tiempos, Stiles. Todavía faltaban dos décadas para la Guerra de las Malvinas pero aquel fue su mejor preludio.
5.-Según mi hermana, merengue patológica, Zlatan Ibrahimovic siempre tiene la nariz en fuera de juego. Para mí que es un personaje de Chagall. Un gitano largo y taconeador que contribuye a este Barca legendario con una solidaridad inusual en un personaje tan anarquista.
6.-¿Por qué se juegan las finales como si fueran partidos distintos a los demás? Eso debió pasar por la mente de Pep Guardiola en el descanso de un partido en el que habían caído en la telaraña argentina y del que no se adivinaba una clara salida hasta que recurrió al desparpajo de dos extremos: Pedro y Jeffren. A los juveniles les tocaba deshacer el entuerto de un partido tan de hombres que le faltó durante dos terceras partes gracia e ironía. Los chavales lo consiguieron y Messi se contagió del éxtasis con un gol con el pecho, esos que en otro tiempo marcaba «Torpedo» Müller con la inoxidable selección alemana.
7.-Ganó el Barca su primera Intercontinental y Guardiola no pudo contener de la emoción. No es para menos. Como nadie este entrenador ha construido un equipo abonado al triunfo que revierte el pesimismo funesto de las expediciones intercontinentales blaugranas. No sabemos cuanto durará la racha pero hay algo desconcertante y conmovedor en este equipo: saben que el milagro puede ocurrir mientras estén en el campo. Ocurrió en Stamford Bridge con el gol de Iniesta y ha vuelto a ocurrir en Abu Dabi con el pletórico do de pecho de Messi. A este paso Pep conseguirá enmendarle la plana a su maestro Johan Cruyff. Del holandés no podemos olvidar dos borrones que los culés asimilaron como propios de su fatalismo: aquella inombrable final griega contra el Milán de Baresi (4-0), con Laudrup en el banquillo, y la inexplicable derrota ante aquel buen Sao Paulo de Raí y compañía en Tokio. Guardiola ha construido un equipo fiable y afortunado como sólo pueden serlo los campeones.