Calles y palacios de México

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En los palacios de México se escuchan los discursos huecos que descansan en las mentiras comunes. Di(s)putados curules de la mafiocracia que gobierna el país del crimen más organizado: el del Estado, las empresas y cuatro traficantes que han dinamizado la economía. En los palacios está el príncipe no electo de España, el presidente dudoso de Colombia, el mandatario transformista de Nicaragua y la lista de multimillonarios mexicanos que se benefician de la podredumbre política.

 

En las calles de México DF hoy retumba una voz sólida y contundente. Que está tratando de ser acallada por las balas y los gases, por la torpeza policial, que es el lenguaje que parece prometer Enrique Peña Nieto para los próximos 6 años. Lo hizo en Atenco, lo repite en la calle Juárez, o en Madero, o frente al Palacio de Bellas Artes. La historia enseña y EPN debería saber que su pueblo en más de una ocasión le ha dado la vuelta. La gente de las calles no está invitada a Palacio, aunque allá todos hablen en su nombre.

Me duelen las calles y me repugnan los palacios. No sólo en México. pero hoy, hoy, duele mucho México un país que no tiene presidente.

 

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Me perdí en Otramérica, esa que no es Iberoamérica, ni Latinoamérica, ni Indoamérica, ni Abya Yala... y que es todas esas al tiempo. Hace ya 13 años que me enredé en este laberinto donde aprendí de la guerra en Colombia, de sus tercas secuelas en Nicaragua, de la riqueza indígena en Bolivia o Ecuador, del universo concentrado de Brasil o de la huella de las colonizaciones en Panamá, donde vivo ahora. Soy periodista y en el DNI dice que nací en Murcia en 1971. Ahora, unos añitos después, ejerzo el periodismo de forma independiente (porque no como de él), asesoro a periódicos de varios países de la región (porque me dan de comer) y colaboro con comunidades campesinas e indígenas en la resistencia a los megaproyectos económicos (porque no me como el cuento del desarrollismo). Este blog tratará de acercar esta Otramérica combatiendo con palabras mi propio eurocentrismo y los tópicos que alimentan los imaginarios.