Por si aún no se habían enterado en política el centro no existe, lo que en realidad coexisten son personas biconceputales. Este planteamiento de George Lakoff desmonta el mito del hombre neutro, este individuo que reaparece cuando se acercan unas elecciones. Según Lakoff en la sociedad hay personas que afrontan su existencia de manera dual, es decir, personas que utilizan diferentes sistemas morales según el ámbito en el que se encuentren o el tema al que se enfrenten.
Un ejemplo, un individuo se posiciona claramente a favor del aumento del número de becas para universitarios o del incremento en la dotación económica destinada al cuidado de personas dependientes, pero al mismo tiempo es totalmente reacio a una subida del IRPF que podría permitir sufragar las políticas sociales anteriormente citadas. ¿Se reconoce? No se apure, ser biconceptual no requiere una visita al medico de cabecera. Aunque analizado con un prisma objetivo este planteamiento puede parecer una contradicción, esta no existe en el cerebro de una persona biconceptual.
Esta forma de estructuración mental lleva a los individuos a variar sus posiciones políticas en función de los valores y planteamientos concretos a determinados temas que un candidato les transmite, desechando así la idea del voto basado en los programas de los partidos políticos. En esta variación del ser biconceptual guiado por la experiencia y su pulso emocional es donde nace el mito del centro. Pero esta estructuración mental también adapta el pensamiento político de cada persona a los parámetros donde esta se encuentra más cómoda. En otras palabras, el biconceptualismo (que no indefinición) hace a muchos la vida más factible.
Llevemos este planteamiento a la actualidad, en un contexto de crisis económica, y por consiguiente de injusto empeoramiento de las condiciones laborales, se suceden numerosas huelgas principalmente en el sector público. Pues bien, este es un escenario donde el biconceptualismo se pone de manifiesto, podemos encontrar personas abiertamente progresistas en muchos de sus posicionamientos pero que critican ferozmente este derecho constitucional. Probablemente esto se deba al proceso de demonización por parte de algunos sectores de esta conquista social, a las dificultades para ejercer el derecho a huelga en la empresa privada o a esa fea costumbre del ser humano de no valorar lo que no se ha luchado porque viene heredado.
En definitiva, sea cual sea el motivo, el biconceputalismo es una realidad en nuestra sociedad y sirve para explicar reacciones ciudadanas a situaciones políticas, sociales o económicas.
Evidentemente el individuo que es biconceptual no llega a este estado de moral dual de la noche a la mañana, existen causas que provocan esas reacciones e incluso la modificación del sistema moral aplicado en función de las mismas o de la propia experiencia individual. Dicho de otra manera, causas que pueden conducir por ejemplo a una persona progresista a terminar aprobando acciones de Gobierno populistas como los exámenes de ciudadanía a inmigrantes o la recuperación de la cadena perpetua en países donde ya había sido eliminada.
Este fenómeno, lo han asimilado los partidos de derecha europeos, principalmente los de los países mediterráneos, consiguiendo así apoyos para la aplicación de estas políticas populistas entre ciudadanos de izquierdas. Mientras la mayoría de partidos de la izquierda europea no se percatan que parte de su electorado está molesto con una política de integración de minorías e inmigrantes nefasta a nivel continental, los partidos de derechas ganan terreno gracias a golpes de efecto y al biconceputalismo de muchos ciudadanos.
Esta falta de percepción de lo que sucede a pie de calle, en los barrios obreros es un problema muy importante a resolver por parte de los partidos de izquierda si quieren frenar la deriva populista que se afianza en Europa. Para ello, los argumentos y la aplicación de políticas de integración adecuadas desde la izquierda tienen que estar al servicio de modificar esta tendencia y dar respuestas definitivas a las preguntas que provocan esa dualidad conceptual en muchos ciudadanos.
Como vemos, el biconceptualismo da forma a esa dualidad personal de miles de ciudadanos. Debemos hacernos una pregunta, ¿es coherente y positivo ser biconceptual o simplemente es la mejor forma de evitar una guerra contra el espejo cada mañana?