El móvil vibra, suena una notificación, un silbido o lo que sea. Pero por fin no es una solicitud de amistad, por fin no es un correo electrónico anunciándote un nuevo local de masajes tailandeses con final feliz, ni un Whatsapp ni nada de eso. Se trata de lo que estamos hablando hoy: una presentación de libros de teatro en la Feria del Libro ubicada en El Retiro, el pasado domingo 14 de junio.
Crónica de una presentación anunciada
Internet es sin duda el mayor enemigo y, a su vez, el mejor amigo de cualquier persona. Enemigo por la innegable dependencia que crea el estar en continuo contacto con todo y, por desgracia, con todos. Seamos honestos, ¿quién no ha deseado lanzar su teléfono móvil por la ventana o utilizarlo como arma blanca para herir de gravedad a alguien? Madrid tiene esas cosas, que saca lo mejor y peor de ti al mismo tiempo. Por otro lado, Internet puede brindarte su amistad en ocasiones como ésta. El móvil vibra, suena una notificación, un silbido o lo que sea. Pero por fin no es una solicitud de amistad, por fin no es un correo electrónico anunciándote un nuevo local de masajes tailandeses con final feliz, ni un Whatsapp ni nada de eso. Se trata de lo que estamos hablando hoy: una presentación de libros de teatro en la Feria del Libro ubicada en El Retiro, el pasado domingo 14 de junio.
Una vez allí, nos sentamos al fondo, probablemente porque a la señora que se hace llamar la señora del fondo le gusta sentarse en el fondo. Tiene sentido. También, y esto sólo es una posibilidad, por nico guau, el perro, que también se encontraba allí olisqueando y no sé yo si incluso ladrando a alguno de los presentes. Para saberlo con más exactitud os recomiendo que os leáis su crónica.
De izquierda a derecha: Rubén Buren, Vene Herrero, Juan Antonio Vizcaíno y Pedro Víllora
Como cada año, la promoción graduada de Dramaturgia por la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) presenta un libro donde podemos leer sus textos dramáticos gracias a la colaboración de la Editorial Fundamentos. Este año ha sido el turno de Lola Correa, Lola Fernández de Sevilla y Félix Gómez-Urda, quienes prefirieron no hacer ninguna declaración. Sí lo hicieron, en cambio, Fernando Doménech, Yolanda Pallín y Pedro Víllora, siendo este último el que presidía la mesa. Pero no sólo se han presentado los textos de estos tres dramaturgos. Tras los discursos de los docentes de la RESAD, tomó la palabra Juan Antonio Vizcaíno, también profesor de la escuela, con motivo de su última publicación: Adela Escartín, mito y rito de una actriz –dividido en dos volúmenes–, producto de constantes y exhaustivos encuentros semanales con la canaria. A continuación, la escritora, actriz y profesora Vene Herrero habló brevemente de su José Estruch, el teatro como nexo identitario, sin pecar de ese protagonismo que puede tentar a un autor que se encuentra ante decenas de personas deseosas de leer sus párrafos. Quien sí se extendió más fue el anarquista –esa fue su carta de presentación– Rubén Buren, por la publicación de un texto suyo en el nuevo número (ya van 34) de la semestral revista Acotaciones. Habló de la memoria histórica y de política y me vi empujado a preguntarle a nico guau si me encontraba en una presentación de libros o en un mitin. Me respondió con un ladrido. Ah, Buren también habló de su texto La toma de Madrid e incluso se realizó una lectura dramatizada de un par de escenas. Aunque sin duda la idea era buena, los espectadores no pudimos disfrutarla en condiciones dado que el espacio no era el más idóneo. Como contra, Itziar Pascual, dramaturga y profesora de la RESAD, no realizó ninguna declaración –como tampoco los tres autores de la promoción 2014 de la escuela– a pesar de que su texto, Rita, también se publicaba en el número 34 de Acotaciones.
Juan Antonio Vizcaíno firmando ejemplares
A propósito de Acotaciones, su actual director, Fernando Doménech, aprovechó también la ocasión para presentarnos la edición digital de la revista. En primera instancia me alegró la nueva; todo lo que facilite el acceso a cualquier tipo de lectura es algo positivo. Aún así, mi júbilo halló su óbito en cuanto Doménech anunció que eso significaba que Acotaciones cesaba su publicación en físico. Ya no podremos, no sólo leer, sino incluso oler sus páginas o sentir el tacto de una revista que ya camina de la mano con la Historia. Aún así, puedo llegar a entender los motivos, el abanico de posibilidades es más amplio que el de Lady Windermere. Pero personalmente creo que todo cese de publicación en formato físico de una revista o de un libro es una mala noticia. Es más que evidente que las nuevas formas de lectura son útiles y abarcan un mayor rango de gente pero, ¿acaso estos dos lenguajes no pueden convivir? Quizá los gastos sean imposibles de afrontar, el tema financiero se escapa a mi conocimiento.
Para terminar, he de agradecer profundamente a la señora del fondo, la que comparte ese amor incondicional por A Coruña, por sus recovecos, polas súas meigas, por el olor a salitre y la mezcla verde de su flora combinada con el melancólico gris de sus cielos. Una vez la presentación llegó a su fin y mientras buscábamos un lugar donde nos sirvieran alimento con urgencia, comentó que “El Gallinero necesita nuevas gallinas”, a lo cual yo sólo supe responder con un “no sé si estaré a la altura”. Para finiquitar el diálogo, ella, indudablemente encantadora, añadió un “seguro que sí”. Para ser sincero, no recuerdo bien si esas fueron las palabras exactas pero lo importante es que provocó la redacción de esta crónica. Y ahora, con mi pueril pico, llamo tímidamente a las verjas de El Gallinero para charlar y beber con el resto de gallinas. Probablemente en el corral o al menos en sus proximidades. No sé si para hacer comedias o tragedias o yo qué sé qué. Pero, desde luego, para hacer y hablar de teatro. Casi como cuando salimos de ver una obra, ¿verdad?
El Trapo