David Hockney en iPad

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Le cedemos la pluma a Enrique Vila-Matas, que escribía hace el martes pasado en El País acerca de ‘A bigger picture’, la exposición de David Hockney en la Royal Academy: “me pierdo por laberínticas callejuelas del viejo Londres, mientras finjo que ando todavía impresionado por lo que acabo de ver, por las pinturas y de dibujos de iPad que reflejan la evolución a lo largo del año de los paisajes rurales de Yorkshire. Pero no sé, quizás sea cierto que ando de verdad impresionado. Afuera, es invierno y subo el cuello del abrigo. Atrás queda el bullicio de todas esas salas tan vivas en todos los sentidos, tan abarrotadas de un público dedicado a conversar en voz alta, entre los colosales lienzos, de un modo sorprendentemente desinhibido. Prosigo la marcha y me viene a la memoria la reseña del joven Alastair Sooke en el ‘Telegraph’, donde este crítico aventuraba que quizás fuera una cuestión generacional, pero para su gusto los cuadros de Hockney exhibidos en la Royal Academy —frescos, luminosos, encantadores— eran demasiado corteses y, además, inverosímilmente felices. Trato de comprender cuál es el problema que puede causar algo que sea ‘inverosímilmente feliz’. La verdad es que acusaciones de este tipo, que se mezclan además con la ‘cuestión generacional’, uno siente que ha de leerlas manos arriba. En casos como este, recurro a aquella máxima que dice que la prueba de una inteligencia superior es la capacidad para retener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo, y seguir conservando la capacidad de funcionar. He conocido y sigo conociendo personas capaces de ver que las cosas son irremediables y, sin embargo, estar decididas a hacer que sean de otro modo. De hecho, esta es mi filosofía desde que entré en la edad adulta y vi que lo improbable, lo no plausible, a menudo ‘lo imposible’ estaban sin embargo a mi alcance”.

Cuándo: Hasta el 9 de abril

Dónde:

Royal Academy of Arts, Londres