Cuando Pablo Iglesias haga algo ortodoxo sospechen: el traje era de una tienda de disfraces y el acompañante también. Había dicho éste que "no había huevos" para ir de esmoquin a los Goya, pero yo creo que para lo que no los había era para ir sin él...
De feria en feria
La «Cultura» (Rovira) utilizando como entradilla el amplio currículum del ministro para lanzárselo a la cara, y por otro lado piropeando a Carmena (a su lado la madre de los Fratelli es la de Caperucita), que ve vestigios de Franco (ella y sus drugos) hasta en la superficie del café. La vi sonriendo y aplaudiendo (yo pensé que la abuela protagonista sería sólo la de Guzmán) como en la función de Navidad de los nietos y me acordé del monolito arrancado en Madrid, a pesar de estar protegido por Patrimonio, y al mismo tiempo de las estatuas destruidas en Irak y encontré afortunadamente muchas diferencias y también alguna similitud. Ya estoy contando los días para la próxima gala como si hubiera acabado San Fermín. Pobre de mí. Vi a Albert Rivera vestido para la ocasión, y también a Pablo Iglesias. Cuando Pablo Iglesias haga algo ortodoxo sospechen: el traje era de una tienda de disfraces y el acompañante también. Había dicho éste que «no había huevos» para ir de esmoquin a los Goya, pero yo creo que para lo que no los había era para ir sin él. El que no fue apropiadamente vestido fue Snchz, que no da una, aunque sí debe de estar disfrutando su momento a lo Tony Genil, como si anduviera por ahí usando de reclamo negociador que un día le hizo unos espaguetis a Michael Jackson llevándose el plato, para demostrarlo, a las reuniones. También vi a Alberto Garzón (el ministro de Economía) con corbata, quien junto a Pablemos (el vicepresidente del Gobierno) sonriendo en el fotocol parecían las Kardashian por dentro y dos adolescentes en nochevieja por fuera. Ya en el interior vi a Penélope y a Bardem (Bella y Bestia son), quien al reírle a Rovira (a Rovira había que reírle por consigna) pensé por un momento que era el mismísimo Alien diciéndole a Ripley cosas bonitas al oído. Aunque para cosas bonitas (e intensas) las que dice siempre Antonio de la Torre, a quien imagino recién levantado, sin desayunar ni nada, hablándose delante del espejo igual que le habla a todo el mundo en la pantalla: como poco hidratado, o las que dice Juan Diego Botto («valiente» le llamó Pablo Iglesias), titiritero, ¡ale hop!, el triunfador (cómo sería la cosa) de la noche.