Me parece muy bien que haya habido un ciclista gringo llamado Jorge Hincapié. Mejor apellido para un ciclista, imposible.
De mi diario : Semana 04 / 2018
Weiß/Colonia, 21.1.
0:10 am : Midnight Run [Huida a medianoche], una joyita del cine de acción, un road movie sin metraje superfluo pese a que en él se combinan muchos géneros, hasta una escena familiar que añade un toque dramático y cálido a la trama. A mi juicio el mérito mayor es el del guion, pero matizado por el hecho de que el director y los actores no quisieron ser menos. Y eso no es poco.
Vienen Angie & Vincent para almorzar con nosotros y Diny cocina algo que sabe que les gusta: pastel de carne con papa, al horno, acompañado de ensalada de canónigos con aguacate y huevo cocido. De postre, helado, que sólo comemos Vincent y yo. Les informo acerca de lo que ya he dispuesto sobre el seguro de vida para Vincent, y él me dice que espera que le entregue la suma final en mano. Siete años hasta entonces, ahí veremos si mi cuerpo aguanta.
Ayer, en el canal Arte, pasaron un documental dedicado a Manolete, dentro de una serie sobre los olvidados de la Historia. Me lo perdí, pero lo acabo de recuperar y ver en la cinemateca del canal. No me convence que hayan doblado a Manolete con un torero actual que nada tiene del hieratismo del califa, cosa que hasta el espectador menos aficionado a los toros identifica en el mismo instante en que se intercalan escenas documentales de su desempeño en el ruedo. Por lo demás está lo mejor posible dentro de lo que cabe, aunque la narradora de la versión alemana, o no sabe leer números romanos o le pasaron un manuscrito con errata donde se leía Alfonso VIII en vez de Alfonso XIII (en la versión francesa no se comete semejante gazapo). El documental está disponible para la vista, en esa cinemateca, hasta el 19 de marzo, así es que me apresuro a pasar el enlace a los amigos que sé que van a disfrutar con este viaje al pasado.
Weiß/Colonia, 22.1.
Despacho correo con estampillas de la edición conmemorativa con el retrato de Heinrich Böll, a mis hijos, a Carlitos, a mi deuda estherna, a Julio, recomendándoles que abran los sobres con una plegadera, para conservarlos como señal de lectura en algún libro de Don Enrique. Para no ser menos, también me mando correo con esa estampilla y en un sobre con el membrete de la Fundación HB:
La dermatóloga prosigue su cura de la verruga, y por lo que respecta a los hongos me dice que hay unas tabletas que son lo mejor para combatirlos, pero que conllevan análisis de sangre cada uno o dos meses, para saber si afectaron a los riñones y el hígado, así es que le digo que por mi parte ya he tocado techo en materia de ingestión de tabletas, y me receta una pomada fungicida y una laca para las uñas de los pies. Ahora sólo falta que me ofrezcan ser el doble de Cleopatra en alguna supercoproducción gringoibérica.
A partir de hoy, hasta el viernes, a las 6:35 pm, pasarán en el canal Arte cinco documentales acerca de mercados europeos. Comenzaron hoy con Palermo, una maravilla. ¡Ah, ese mercado de Ballaró donde se pueden encontrar Delikatessen como la berenjena tunecina y el hinojo silvestre, qué locura! Y enterarse de que es posiblemente la ciudad más pródiga del mundo en lo que se refiere a manduca para comer al pie del fogón. Como si estuvieran todas las cocinas de todas las tascas de Donosti alineadas al aire libre. Mangiare a Palermo e poi morire!
Me escribe Julio desde Viena a propósito de un poema que le fotocopié, de Juan Drago: «Lo más deslumbrante de Juan es lo inesperado de su estilo. En un tiempo en que todos querían ser modernos, Juan optó por un clasicismo que lo hizo más innovador que los novísimos».
Weiß/Colonia, 23.1.
1:00 am : The Age of Adaline [El secreto de Adaline] es una peli que o la tomas o la dejas. Esta es la segunda vez que la veo y me inclino más bien por “la tomas”. Pero en ello interviene de la manera más decisiva la aparición de un Deus ex machina que se llama Harrison Ford, con quien no habíamos contado pese a conocer la ficha de la peli. Durante los dos primeros tercios de su metraje, uno ni siquiera se pregunta qué vela llevará HF en este entierrro, pero de repente va y aparece donde menos te lo esperas y le da la vuelta del calcetín a toda la peli, hasta el punto de que no me extrañaría que se convirtiera en una de culto, como contrapunto melodramático a esa desopilante y genial farsa, a lo Jardiel Poncela, que es El día de la marmota.
Volvemos a cruzar el río, Carlitos y yo, y esta vez no marramos el golpe, llegamos derechitos a la Aduana Postal. Y apenas me traen el paquete de Costa Rica sé la razón de haber tenido que ir a buscarlo en Siberia y no me lo haya traído el cartero a mi hogar en la civilización: contiene un objeto metálico. ¡Ah, el fantasma del terrorismo rondando por todas partes! Se trata de una caja redonda que contiene seis posavasos con la flor y nata del habla tica, explicada en español y en inglés. A dos de ellos ya les tengo sitio fijo en mi mesa de trabajo, le cuento a Marjorie al escribirle agradeciéndole el regalo: “corcor” debajo del vaso de agua que es mi compañía fija en la mesa, y “pura vida” encima, para librar al agua de las partículas en suspensión en el aire, Colonia tiene uno de los índices de polución más altos en Europa.
En La Modicana con Claudia, ya regresada de Bogotá. También nos acompaña Diny. Y todos nos apuntamos a la lasaña. Comento que tuve que pagar 5 € por el almacenaje en la Aduana del regalo tico, de tal modo que si lo hubiese retirado al día siguiente de recibir la notificación tan sólo habría pagado 0,50 €, ¡¡pero el papeleo burocrático hubiera sido exactamente el mismo!! En la administración pública todavía no se han enterado de la ecuación calidad/precio.
Me llega un ejemplar del libro Huelva es verso, que no he hecho sino hojear y leer el índice. Y por supuesto no me lo voy a leer entero, para no fallecer a causa de un ataque de troglodifagia. Leeré los poemas de los amigos, y al buen tuntún algo del resto. Pero desde ya me extraña que si incluyen un soneto más bien medianito (tirando a flojo) de Alberti, no incluyan el poema de Cernuda a su muchacho del Conquero, que ese sí que es un gran poema. En fin, nunca llueve a gusto de todos. Y en Troglodia, ni siquiera llueve. Y para colmo preceden a los poemas unas palabras de alguien que se las da de no–poeta, que es otra manera de presumir. Ay…
BJ me escribe: «Don Ricardo, ¿y si se escribe YA un breve adiós a Nicanor Parra?», y a vuelta de correos le contesto con una cita de mi diario, el 21.4.2012, en vuelo a Madrid: «Leo El País (Lufthansa no te ofrece otro diario en español) y encuentro allí un alfabeto nicanorparriano, y en él esta cosita linda, ay mamá: “Cordero de Dios que lavas los pecados del mundo / dame tu lana para hacerme un sweater”. Pero ese resulta ser también el instante en que recuerdo que pasado mañana será la entrega del Cervantes a Nicanor Parra y me he olvidado de meter en el morral mi ejemplar de la edición original de Chistes par[r]a [des]orientar a la [policía]poesía (en forma de cajita de cartón con el surtido de naipes) que me hubiera gustado que me lo firmara. Menos mal que luego me entero de que a causa de su edad no ha querido viajar y hará que sea un nieto suyo quien recoja el premio. Aunque abuelo como soy, me encabrono sin desear más el autógrafo de quien expone a sus nietos al contacto con un Borbón: ¿no podía haber delegado la recepción del premio en el embajador de Chile, el cual, por razón de su cargo, está obligado de todos modos a tratar con semejante gente, y además, como buen embajador de su país (Neruda dixit!), será tan tonto como ellos?» Y tras la cita remato la faena diciéndole a BJ: «Sorry, maestro, no he leído absolutamente nada de Nicanor Parra, y si tengo un ejemplar de su famosa edición original con la cajita de cartón es más por el objeto que por su contenido. Usted ni remotamente se imagina la magnitud de mi ignorancia».
Mi nueva podóloga, en el mismo consultorio de dermatología, es una mujer joven y que se ve muy puesta en el oficio. Y me da la razón en negarme al régimen de tabletas para eliminar los hongos, peor el remedio que la enfermedad. Se llama Victoria, con “c”, cosa rara en Alemania, de repente sus padres son admiradores de la vieja reina inglesa. Saco la impresión de que nos hemos caído mutuamente bien. Y dateamos el siguiente encuentro para fines de febrero.
Weiß/Colonia, 24.1.
Manu, mi tan querida Manu, lee la última entrega de mi diario en Fronterad, y me deja este comentario: «¡Ay el viento…! Es el único elemento de la naturaleza que me desquicia. // Y otra cosa que siempre me asombró es que, gentes miserables como personas, hayan dejado una obra artística de mérito». Le contesto allí mismo: «El viento es el más humano de los elementos, quizás por eso el que más nos afecta. Y en cuanto a lo del genio artístico y la hijueputez personal, qué decirte. El cabrón de Quevedo se dio el gusto de comprar la casa donde vivía Góngora (a quien odiaba), para echarlo de ella. Pero eso no le quita ni un ápice de belleza (sobre todo) a sus sonetos, ni de grandeza a su obra. De mí puedo decirte que lo jodido es cuando se juntan la hijueputez personal y el desafecto a la obra, por muy jaleada y premiada que sea, e incluso por buena que sea, con independencia de mi gusto. Y te pongo el ejemplo de Neruda, cuya poesía me parece sobrevalorada y, en todo caso, gárrula como una homilía de Fray Gerundio de Campazas. Y si a eso le añado cómo se comportó con su primera esposa y, sobre todo, sobre todo, con su hija hidrocefálica, me basta ver su nombre para sentir asco».
Weiß/Colonia, 25.1.
Donde mi oftalmóloga, la buena doctora Sulimma, para el control anual. Todo en orden, tal vez sólo ajustar un poco más los parámetros de las gafas para leer.
Con Diny al Banco, para conocer personalmente a nuestra nueva consejera. Esta Frau Schneider es un vendaval terminológico, y la terminología financiera es un libro cerrado con siete sellos, no sólo para mí, pero por dicha puedo seguir el hilo rojo de su asesoría, y además me convence el desarrollo que iniciamos a principios del año pasado con su predecesor. Las inversiones se han consolidado y en lo único que difiero con ella es cuando me aconseja vender mis acciones de Telefónica. Mi última ratio es decirle que son, aquí, el único lazo que me une a España. Ahí se da finalmente por vencida. Una mentira melodramática siempre es un recurso.
Aprovechando que estamos en el centro y se ha hecho tarde, cenamos en el Maredo de cerca de la estación principal. Diny encarga su carne con papa al horno y un Chardonnay chileno, y yo gambas al ajillo y un Merlot también chileno. «¿Tan sólo gambas al ajillo?», me pregunta con un retintín de escepticismo el camarero. Porque para él las gambas al ajillo son lo que le dicta la carta del restaurante: una entrada. Se nota que nunca las ha comido ni sabe lo que llena ½ docena de gambas empujadas con un pan tan rico como el de Maredo. Volvimos a casa justo a tiempo para el documental de Arte sobre los mercados, hoy el Viktualienmarkt de Múnich.
Murió Claribel. Me acabo de enterar por un email de Esther, que me lo manda con el Asunto “Tristeza não tem fim”. En diciembre Juan, y ahora, en enero, Claribel. Y los pájaros siguen cantando. Habría que ser un Messiaen para saber si lo que cantan no es un réquiem.
Weiß/Colonia, 26.1.
Llegó Henri, de la mano de Diny, que fue a buscarlo a la salida de la escuela. Se quedará con nosotros hasta mañana por la tarde. Yupiiiiiiiiiiiii…
Manolo Moya me envía desde Fuenteheridos una de sus personalísimas convocatorias: «queridérrimos nanoestrelleros, pingoparlantes, mocafesteros, cisterpensantes, ingremófagos, pseudotorcuatos, portacabides, mamaperniles y toda la mala gente en general, SE HACE SABER [que] mañana sábado un grupo de amigos líricos y épicos nos juntaremos en Moguer sobre las 11 de la mañana (en las puertas del cementerio) para visitar la tumba de JRJ. De allí nos pondremos en marcha (unos a pie y en carro otros) hasta Fuentepiña, sita a una hora del lugar, donde leeremos un manifiesto tendente a que Fuentepiña sea acogido como lugar público a la memoria de JRJ y todos sus burros. Tras el mani se leerán poemas del poeta moguereño y se pasará al asunto viandas, que cada cual podrá llevar como dios y JRJ le dé a entender. Luego de comer los allí reunidos se dispersarán por el nanomundo y de allí a la hipereternidad. La cosa la está organizando José Manuel Alfaro (nuestro mayor Burro Verde), una servidora y Don Mario Rodríguez en calidad de patermantísimus. En fin, que si no sabes qué carajo hacer con un bocata, si Moguer te mola, si el sábado se presenta chungo o si la cosa está cortita de amor, ya sabes, o a las 11 en el cementerio o a las 12,30 en Fuentepiña». Le acuso recibo ipso fuckto: «Me encanta que digas lo de «una servidora», que yo también lo usaba antes, pero ante la incomprensión de mis amigos latinoamericanos, su deseo de que les explicase y el tener que hacerlo, una y otra vez, terminé por dejar de usarlo. Creo que volveré a hacerlo. Al menos ahora tendré la certeza de que tú sí me entenderás».
Me pica la curiosidad y busco en el Dicccionario si está registrado el uso de “una servidora”, y sí que lo está: «Úsase por la persona que habla para designarse a si misma, sólo en singular y con verbos en 3.ª personsa. Un servidor, este servidor. No pienso ayudarles: servidora ya no hace más favores». Lo que no está registrado es el uso irónico del sustantivo en femenino por un interlocutor masculino, con idéntico fin de designarse a si mismo.
Terminó, en Arte, la semana de documentales dedicados a los mercados europeos, hoy fueron tres de Ámsterdam que conocemos muy bien. Este programa, y el primero, el de Palermo, han sido los mejores de los cinco, sin que ninguno de los otros tres haya sido ni siquiera mediano. La programación de Arte es casi como el cerdo, no tiene presa mala.
A propósito del libro Huelva es verso me escribe CZ, anonadada por la cantidad de “poetas” que han cantado a Troglodia y preguntándome si Huelva es tan bella o extasiante como para dedicarle tanta lírica. Le contesto que esa es una cuestiòn muy subjetiva y de perspectiva: «Cuando yo me fui de Huelva (febrero 1963), era una ciudad, si no fea, sin personalidad urbana; su capital era humano, la gente. Hoy en día, si no bella, sí tiene ya una personalidad urbana, es casi bonita, al menos desde la distancia que me separa de ella. Comparo las dos, y es evidente que a Huelva le ha sentado bien el paso de los años. Como es lógico, quienes viven en ella, y es tu caso, es posible que no lo sientan así. Entre otras razones, tú no tienes una Huelva de los 60 con la que puedas comparar aquella en que has nacido. Sea como fuere, creo que el fenómeno se da en todas partes. Si mañana se le ocurriese a alguien hacer un libro parecido aquí en Colonia, probablemente necesitaría unos tres tomos de la envergadura de Huelva es verso. Y lo encuentro muy natural. Casi no hay poeta que haya resistido la tentación de dedicarle un poema al lugar donde nació, y hay versos que se te pegan a la piel para siempre. Pienso en una anécdota muy linda que contaba hace poco un comandante de un submarino alemán durante la última guerra mundial: lo que mejor recordaba de ella era cuando estaban sumergidos, cerca del Círculo Polar Ártico, y los cinco marineros colonienses de su tropa se reunían para cantar un aire popular cuyo estribillo dice (después de aclarar que el que canta lo hace muy lejos de su ciudad querida y asaltado por un ataque de invencible morriña) “Quisiera ir a pie a Colonia”. Imagínate lo que es oír, sumergidos en alta mar, cerca del Polo Norte, a una gente que quiere volver ¡a pie! a su patria chica».
Weiß/Colonia, 27.1.
Mientras desayuno leyendo el diario, Henri pinta una piedra que ha traído del jardín. Se da buena maña para ello, el resultado recuerda bastante las urdimbres de Mondriaan y de Klee. Debe ser por el ¼ de savia neerlandesa que le toca en su árbol genealógico.
Me manda Marina, desde Sevilla, dos enlaces acerca de un nuevo poeta en Troglodia. No lo conozco en absoluto, y de haber visto el nombre –Selam Wearing– fuera de su contexto, no se me habría ocurrido para nada pensar que fuese paisano mío. Es la globalización, estúpido, ¿no te das cuenta todavía? Y sí, me doy cuenta de que es la globalización y me parece muy bien que haya un poeta onubense llamado Selam Wearing, como me parece muy bien que haya habido un ciclista gringo llamado Jorge Hincapié. Mejor apellido para un ciclista, imposible.
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Asombrada y risueña me ha
Asombrada y risueña me ha dejado la convocatoria hecha por Manolo Moya. Muy consecuente con la chispa de un andaluz de occidente.
Tú lo has dicho, Manu. Hay
Tú lo has dicho, Manu. Hay mucha chispa en la vieja Onuba, mi entrañable Troglodia.
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