De mi Diario / Semana 1 / 2016

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El protagonista dice de su esposa: «Entre los materiales de la tierra, comparable al oro». Esta frase la suscribo a título personal.

 

Weiß/Colonia, 3.1.

0:10 am : Cabaret, la pasaron mientras yo trabajaba intentando terminar un cuento que me tiene avergonzado, desde hace ya casi veinte años, porque no sé cómo rematarlo. Escribí entonces de un tirón 9 páginas y me detuve y en esas estamos todavía. Y como Cabaret me la sé al derecho y al revés, cada vez que la banda sonora me decía que llegaba uno de los cantables, descansé de mi ardua tarea de Sísifo con el cuento y corrí a la sala para gozar con ese prodigio que nos legó Bob Fosse. Hace casi ½ siglo de ello, y parece que hubiese sido filmada ayer.

 

Dedico una hora larga a compaginar mi agenda de tres meses, hasta abril inclusive, ya que debo tomar en cuenta los nueve días que pasaremos en Huelva, tengo que preprogramar dos entregas de mis blogs y no sé cuántas cosas más. Pero es una tarea que me gusta y que pone a trabajar a las neuronas a todo vapor. Al final resulta una filigrana más que un cronograma.

 

Vamos a almorzar a La Modicana con los Bada Scholz, como compensación a no haber ido a la casa de ellos para el café & torta con motivo del cumpleaños de Chico, el día 31. Fue un día desapacible y lluvioso, y era una pesadilla pensar en los transportes públicos, la puta KVB.

 

Hay lectores que me preguntan por qué mi entrega de hoy en el blog de Fronterad la titulé “De mi diario : Semana 52 [2] / 2015”, y les contesto por el sencillo procedimiento de enviarles el enlace con el artículo que me publicaron en El Espectador el primer día del año: pasa que hasta el lunes (mañana, pues) no comienza la semana 1 / 2016. La norma # 8061 de la ISO determina expresis verbis que la primera semana de un año es aquella que incluye un jueves.

 

Terminé la cuarta entrega de la saga de Barbarotti, Los solitarios, sin duda es el mejor Håkan Nesser que he leído hasta ahora. Pero uno que te deja tirado bocarriba en la lona, noqueado. Me anoto la frase con la que el inspector responde la pregunta de uno de los sospechosos a quienes interroga, un ex pastor: «¿Mi imagen de Dios? Bueno, a decir verdad tan sólo estoy seguro de tres cosas: es todo un caballero, tiene sentido del humor y no es omnipotente».

 

Weiß/Colonia, 4.1.

2:00 am : A las 9:45 pm y a las 0:20 am, respectivamente, nuevas temporadas de María Wern, en la isla de Gotland, y el DCI Barnaby en su ficticio Midsommer. Las dos comienzan con buen pie, si bien creo que a la de María Wern no le encaja la historia romántica paralela. Según leo, la serie cuenta ahora con el aconsejamiento de la actriz protagonista, que interviene en la redacción de los guiones, o al menos en la concepción de su personaje. Pero no me parece que sea positivo y para bien de la serie. Veremos, como decía mi colega Homero.

 

Los incidentes de la noche de Año Viejo en la plaza delante de la estación principal de Colonia acaparan la prensa local (y no sólo ella, por email me llegan comentarios hasta desde Colombia). Una vez más se pone de manifiesto en este caso algo que siempre le opuse a Ovidio cuando me miraba extrañado al defender yo la calidad del Kölner Stadt Anzeiger: «Tiene una sección local que juega en la Champion’s». Lo demuestra cada día, pero muchísimo más cuando las papas queman, como por ejemplo cuando el hundimiento del Archivo Histórico (que literalmente se lo tragó la tierra por culpa del excavado mal hecho de una línea subterránea del tranvía), o cuando se puso en evidencia que las obras de restauración de la Ópera, amén de haber devorado casi el doble del presupuesto inicial, no estarán no sólo sin acabar en la fecha prevista sino ni siquiera se sabe cuándo. Y en esta ocasión, con un tema tan vidrioso como los incidentes de la noche del 31 de diciembre, la prolijidad y la claridad con que el diario afronta el tema son todo un alarde profesional. Chapeau, colegas del Kölner Stadt Anzeiger!

 

Vamos a lo de Montse para la fiesta del sexto cumpleaños de Henri, ¡seis años ya!, fiesta que no es tal porque el protagonista se pasa el tiempo en su cuarto jugando con la infinidad de juguetes nuevos que entre todos le hemos regalado.

 

Weiß/Colonia, 5.1.

Mi deuda estherna me hizo llegar un enlace con un artículo que incluye la voz de Cortázar en su fonocarta a Manuel Antín, una de las sólo dos que se conservan; la otra la tengo yo. Y la oigo y pienso que es curioso lo que le cambió la voz en trece años, en la fonocarta que me envió en octubre 1976 suena como a años-luz de su voz de 1963. Se lo comenté a Carlitos la semana pasada y opinó que podía tratarse de una grabación hecha con un casetero cuyas pilas estaban en precario. Le pasé el enlace y hoy, al recogerme para ir a La Modicana, me dice que no, que esa grabación está correcta, lo acusa el display con el espectro digital. Sin embargo, le digo, insisto en que puede tratarse de una grabación defectuosa, hay lecturas suyas en disco, de La Casa de las Américas, de la UNAM, coetáneas con la fonocarta a MA, y en ellas la voz se parece mucho más a la de aquella que me envió a mí. En todo caso, en el artículo no se dice que esa fonocarta fue transcrita y publicada por Carles Álvarez en el epistolario de Cortázar, ni que el cuadro de Portocarrero al que se refiere (¡y está en la casa de Carles, en Barcelona!) fue reproducido en Cortázar la A a la Z, en la entrada “Circe”. O sea, que o bien están borrando a Carles del mapa cortazariano a toda velocidad, o quien escribió el artículo no investigó lo suficiente. Hélas!

 

Hoy, en La Modicana, reunión a tope. Además de Diny, Carlitos y yo, vinieron Claudia y Javier y la familia Mendívil en pleno: Jana, Julio, Maya Luna y Diego Leandro. Hubo intercambios de regalos y conversaciones de toda índole, desde bilaterales a polifónicas. Parecíamos una familia de tres generaciones, festejando alguna efeméride doméstica.

 

Desde el 23.12. pienso mucho en Axel. Axel era uno de los técnicos con quienes con mayor frecuencia trabajaba yo en la Deutsche Welle, y me daba una pena terrible verlo caminar de esa manera que él lo hacía, arrastrando los pies, aquejado por unos terribles dolores en la espalda. Un día me confesó, tomando un café juntos en la cantina, durante una pausa, que pensaba muy seriamente en pedir la baja por invalidez prematura. Poco después nos mudamos de edificio y lo dejé de ver durante un tiempo. Hasta que un día me lo encontré caminando por el Neumarkt con una agilidad y una alegría que hasta se le notaba en la manera de mover las piernas. «Axel, ¿qué milagro es este?” “Nada de milagros. Hace un mes tuve un espantoso dolor de muelas, acudí al dentista, me cauterizaron un nervio inflamado, y desde entonces nomás dolores en la espalda». Amigos médicos me confirmaron que era bastante posible porque en la mandíbula se acumulan cientos de terminaciones nerviosas y el cuerpo humana es una sinergia parada en dos patas.

 

Weiß/Colonia, 6.1.

Hoy, en el diario, una esquela fúnebre con un epígrafe en italiano: «Strappata dal cuore della vita» [=arrancada del corazón de la vida]. Es la esquela que notifica la muerte de una señora de apellido Knorr, y el de sus deudos es Küpper, así es que no sé si la frase italiana corresponde a un poema o a una expresión oída en Italia, ¡quién sabe si no leída en alguna esquela fúnebre en algún diario allá, durante las vacaciones! En todo caso me cae simpática la llamada de atención al final de su esquela: «Ya que Ursula rehuyó en vida el color negro, deberíamos acompañarla en su último camino con vestimentas de color». Ecco!  Eso se llama congruencia.

 

Barbarotti es inspector de policía en la ciudad ficticia de Kymlinge, y Håkan Nesser antepuso a las cuatro primeras novelas de la saga la proverbial advertencia de que Kymlige y su hinterland no se encuentran en el mapa de Suecia. Pero en la quinta, y según parece última, la advertencia alude a dos lugares donde se desarrolla la acción de la novela y a un tercer sujeto: «La ciudad Kymlinge existe aproximadamente de la misma forma que la granja Burma, la pensión alpina Ragnhild o el Buen Dios». Eso se llama empezar con un golpe de timbal.

 

Este tuit alemán me hizo pensar en Montse, que nació el 7.11.:

 

El cartero me ha traído hoy un regalo de Marjorie, dos DVD con películas ticas. Le escribo para darle las gracias y, de paso, le cuento que «en mi única estadía en Costa Rica, San José, octubre 1984, fui uno de los espectadores del estreno mundial del primer largometraje tico, La Segua. Recuerdo que la peli no me convenció para nada y por eso me fui del cine apenas prendieron las luces al final, no me quedé al cóctel que siguió; me fui no, me escapé, temiendo que Alberto Cañas, que era el guionista, me preguntase qué me había parecido el film. Agarré el primer taxi que pasó y me fui donde don Paco Amighetti, a platicar sabroso tomando un whisky on the rocks. Espero que el cine tico haya mejorado bastante desde entonces, porque si no no me mandarías estos dos DVD. Con lo que llego al capítulo de gracias, querida mía, gracias por el regalo, que no ha podido llegar en fecha más oportuna, el día de Reyes Magos, que es aquel en que tradicionalmente recibe sus regalos los niños españoles. (Supongo que la costumbre subsiste porque subsiste la también tradicional Cabalgata de los Reyes Magos el día 5). Por lo demás, y como sabrás, vivo en la ciudad en cuya catedral dizque están los restos de esos Reyes Magos. (Suponiendo que sea verdad, seguro se revuelven incómodos en sus tumbas viendo cómo el espacio en torno a la catedral y a la vecina estación ferroviaria principal se ha convertido en el epicentro del hampa de Colonia. Diny se fue de mañana a Holanda a reunirse con sus hermanas y no respiraré tranquilo hasta que no regrese sana y salva de su viaje. Son tiempos difíciles en este país).

 

Posdata : En la ficha de La Segua en imdb la registran como producida en 1985, pero yo sólo he estado en Cámaralentolandia en 1984 y lo de que asistí al estreno de la peli no lo he soñado».


Weiß/Colonia, 7.1.

Voy a mi consulta regular anual con el cardiólogo. En la vitrina de la sala de espera se exponen 65 modelos distintos de marcapasos, creo que la colección aumentó. Mientras aguardo hojeo un libro indescriptiblemente bello, las fotos de Karl Blossfeldt cuyos motivos son algo que podría definirse como la escultura en la flora; me fascinan en especial dos, las de la Salvia argentea y la Bryonia alba, esta última podría tomarse por un Calder (o un Miró en blanco y negro). Y llega una paciente de unos 35 años, atractiva, sonriente, se la nota simpática. Busca con la mirada en la pila de revistas y le recomiendo que mejor vea el libro de Blossfeldt. «Lo conozco, gracias, y sí, es muy bueno». «¿Es usted fotógrafa?» «También, ¿y usted?» Que no, le digo, y le pregunto si conoce la obra de Isolde Ohlbaum, en especial su libro Porque todo placer aspira a ser eterno, sobre esculturas amorosas en los cementerios. Que no, me contesta. Y ahí  pegamos rico la hebra hasta que me llaman al despacho del Dr. Stäblein. Me digo que hace 30 años le habría pedido su # de teléfono, ligue seguro… Sólo que hace 30 años ella sería todavía bastante menor de edad.


De la consulta con el cardiólogo dos conclusiones: a) Para un regalo de cumpleaños, tengo que comprar Boatpeople, un libro de Bettina Flitner que estaba sobre la mesita de su antesala y lo anduve hojeando un par de minutos hasta que salió a recibirme; y b) Me voy a morir sano.

 


Weiß/Colonia, 8.1.

Consulta, hoy, con mi neumóloga, la Dr. Dornaika, al mediodía. Las radiografías revelan que las inflamaciones han desaparecido, pero mi volumen pulmonar es un mísero 47%. Me receta dosis dobles del inhalador y que pase a revisión dentro de un mes. Corrijo mi segunda conclusión de ayer donde el cardiólogo: no me moriré sano. Pero al menos, en la sala de espera, hojeando una revista me encontré con un artículo interesante sobre una cocinera harto heterodoxa, hija de una austríaca y un malayo de ascendencia china, Rachel Khoo se llama, y a fe mía que algunas de sus recetas, por ejemplo la de las almejas con granada, hacen que ya me relama los labios nomás leyéndolas. Tengo que comprar este libro para Diny.

 

 

Me doy el capricho de viajar por primera vez en la nueva línea, la 17, para corroborar que tiene una parada subterránea exactamente a la puerta de nuestro cine favorito, el Odeón. La línea va desde Rodenkirchen a la Schönhauser Straße siguiendo la orilla del Rhin por el mismo trayecto que la 16, y luego atraviesa la avenida costanera a la altura del Puente Sur y se vuelve topo hasta el final de la Severin Straße. Este trayecto subterráneo está que ni hecho ex profeso para pelis de suspense futurista, algo así como 2002 : Odisea del espacio à la coloniense.

 

Llegué al final de la saga Barbarotti, la editorial alemana lo presenta como el último caso del inspector. Tiene la misma calidad de los precedentes, sin el dramatismo lancinante del cuarto. Detecto en él un error muy común cuando habla de «tres días antes del fin del viejo milenio, el 28.12.1999». Es increíble que Håkan Nesser haya caído en esa falacia, la de creer que 1999 fue el último año del segundo milenio, ¿es que no sabe contar hasta mil? A este tema le he dedicado hace poco una columna en El Espectador, pero, por la razón que sea, todavía no la publicaron. Por lo demás, Nesser hace gala de su acierto caracterizando personajes: «Tan tacaño como un descendiente de una escocesa y alguien de la provincia de Småland», y «[Blanche era] una de esas gansas mundanales, afables y gárrulas que recuerdan a una mamba con crema protectora solar»; de su intuición poética, cuando describe el paisaje diciendo «árboles bajos y arbustos, agua susurrante y piedras que eran susurradas»; y de su echar mano a expresiones populares como en el caso (que se repite en todas estas novelas) cuando termina una enumeración diciendo «y el diablo y su abuela», que en sueco debe ser como «y el ciento y la madre» en español, creo. Ciao, inspectore!  Pero ojalá te veamos pronto, ya jubilado, buscando en Italia a ese padre que nunca conociste, que abandonó a tu madre embarazada antes de que nacieras. Quién sabe si no vive todavía, ya octogenario, en algún pueblito de la Toscana. Ojalá lo encuentres.

 

Weiß/Colonia, 9.1.

Pasan por casa, como casi todos los años por estas fechas, los Reyes Magos niños, unos niños disfrazados de Melchor, Gaspar y Baltasar, que recogen donativos para sus coetáneos en países con altos índices de miseria. Este año el destino de las dádivas es una escuela boliviana. Diny platica con ellos después de que cantan una estrofa canónica de un villancico ad hoc y mientras escriben con tiza, en el dintel de la puerta, un mensaje cifrado: 20*C+M+B+16, el cual incluye las dos primeras cifras del año en curso, una estrella (como la que guió a los Magos a Belén), las iniciales de los tres –Gaspar en alemán es Caspar–, y las dos últimas cifras del año. Las iniciales van en ese orden porque significan “Christus Mansionem Benedicat” (Cristo bendiga esta casa). Es la única costumbre navideña que soporto y que apoyo de todo corazón, sobre todo desde que una exacerbada amiga izquierdosa la descalificó diciéndome que la pudríamos los europeos con nuestras caridades hacia el mismo horror que creamos. Le respondí: «Va mi firma debajo. Sólo que debo excluir ex profeso a esos niños primermundistas y sí inocentes, que patean las calles de todas las ciudades y pueblos de este país pidiendo para sus congéneres menos favorecidos: ¿o a poco no, los metés también en la misma bolsa con los Austrias españoles masacrando América y los tolerantes holandeses traficando con esclavos y el honorable Mr. Disraeli apagando con sangre las insurrecciones indias y el rey de Bélgica depredando el Congo, y un largo etcétera?» Y ahí acabó nuestra amistad, nunca más volví a saber de ella. Por lo demás me ilusiona pensar en que a lo mejor Henri llega el año próximo a nuestra puerta disfrazado de Baltasar.

 

IBD me preguntó hace un par de semanas si podía considerarse a Enzensberger como el mayor escritor alemán vivo y le dije que no, que Martin Walser todavía vive, lo que pasa es que se lo conoce poco, y mal, fuera de Alemania. Hoy, en el diario, leo la reseña de su última novela, que acaba de aparecer, Ein sterbender Mann [Un hombre moribundo], y el crítico dice de él que es «en total una poderosa novela. Quizá el más poderoso y emocionante texto de Walser desde su novela autobiográfica Ein springender Brunnen [que al español la tradujeron como Una fuente inagotable en vez de Una fuente saltarina], de 1998». Registro dos citas que hace el crítico, una de ellas cuando dice: «Si todos estuvieran ocupados consigo y tan sólo consigo mismo, como él, el mundo descansaría, sólo se lucharía en habitaciones cerradas. Eso sí, de modo tan ruidoso que nadie podría pasar delante sin conmoverse». Y en la segunda el protagonista dice de su esposa: «Entre los materiales de la tierra, comparable al oro». Esta frase la suscribo a título personal.

 

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