
Weiß/Colonia, 19.3., san José
En las memorias de Lauren Bacall encuentro un párrafo que se aplica perfectamente a mí: «Creo que uno de los aspectos más interesantes de mi vida es la suerte que he tenido al reunir una gran colección de amigos de todas las edades. El maravilloso inventario de amistades que he hecho tanto aquí como en Europa me ayuda a seguir adelante. Es la gente la que te cambia, la que enriquece y completa tu vida. Haría casi cualquier cosa por conservar una amistad. Hasta ahora, las amistades de todas partes que tengo desde hace entre 20 y 50 años [LB escribe esto a sus 80, tan sólo dos más de los que tengo ahora] aguantan bastante bien. Ha habido algún que otro revés, pero nada grave, y durante los últimos tiempos he tenido la suerte de hacer nuevos amigos entre la juventud. Espero mantener esta feliz combinación mientras siga en este mundo». Basta cambiar “Europa” por “Iberoamérica” y el párrafo podría ser uno escrito por mí. Muy en especial la frase «Haría casi cualquier cosa por conservar una amistad», me viene como anillo al dedo, con las inevitables excepciones (sólo son dos en mi caso) que confirman esa regla.
Lógico, la entrevista de la semana, en el diario, es con Lukas Podolski. El 22 se despedirá de la selección nacional, con la que fue campeón mundial en Brasil. Completará 130 partidos en ella, en los que marcó 48 goles. Es una leyenda, y es una leyenda nacida en Colonia, aunque él nació en Polonia. De niño llegó a Alemania y el 1. FC Köln fue su primer club, del que saltó a la internacionalidad. Se siente coloniense y su casa está aquí, a la mera orilla del Rhin. Colonia y el público alemán lo adoran. Con motivo, pues aunque a veces desbarra delante del micrófono, su peculiar sentido del humor lo conecta de inmediato con su entorno. Hace poco, cuando una cámara indiscreta captó al seleccionador Löw rascándose la entrepierna durante un partido, y los periodistas quisieron sacar tajada del episodio, Podolski los puso en cuarentena al decir en la rueda de prensa al final del encuentro: «El 80% de ustedes, y yo, nos rascamos los huevos, así es que mejor olvídense del tema». Inimitable. Les escupió el asado bien escupido.
11:35 pm : Acaban de pasar el quinto y último episodio de la 1.ª temporada de la serie policial islandesa Trapped, donde por cierto he aprendido (de las chaquetas de los agentes) que Policía en islandés se dice “Lögraglan”, nada que ver con la πόλις, a fe mía. La pregunta que queda en el aire, tras ver esta 1.ª temporada es: ¡¿para cuándo la 2.ª?! Al parecer hay que esperar hasta el 2018, así es que a lo mejor (o sea, a lo peor) ya no alcanzo a verla. Hélas!
Weiß/Colonia, 20.3.
Alberto ha subido a su cuenta de Twitter un trino ± autobiográfico que le regalé ayer :
Mi memoria, legendaria entre mis amigos, es nula en lo fisionómico. Si reconozco a mi esposa es porque la veo a díario. (Ricardo Bada)
— Alberto Salcedo R (@SalcedoRamos) 19 de marzo de 2017
11:00 pm : Mort d’un pourri [en alemán El caso Serrano, en español correctamente Muerte de un corrupto] es una buena muestra de cine negro, algo tocada del ala por el hecho de que Alain Delon, su protagonista, también fue su productor, y cedió a la tentación del divismo. Todavía no había aprendido que en materia de arte, menos siempre es más. Pero eso es peccata minuta en la peli, donde nos hizo el regalo de una banda sonora con el saxo de Stan Getz.
Weiß/Colonia, 21.3.
Antes de partir rumbo a La Modicana me llama Diny para darme las coordenadas cartesianas de un camelio en flor, en la Folderstraße de Sürth, por donde debemos pasar luego del almuerzo para recoger en la librería el libro de Paul Auster, 4321, que le vamos a regalar a Frank este domingo, por su cumpleaños. Para no frustrarla, no le digo a Diny que Carlitos ha venido esta vez sin su cámara, con lo cual también se queda sin fotografiar el magnolio a la salida de casa, ya en la calle, y que ha sido puntual a la cita de la parienta rusa. Se lo ve exultante de vida y de color. Pero Carlitos creo que le acertó sólo una vez en los más de 40 años que vivimos aquí.
En La Modicana, lasaña, que hacía tiempo que no probaba. Y la calidad continúa siendo la de costumbre. Algo que crea cierta fe en el porvenir de la Humanidad es que hay ciertas cosas que se obstinan en su esencia. Algo parecido, pero mejor expresado, lo dijo alguna vez Spinoza.
De Lauren Bacall termino de leer el complemento de sus memorias, escrito 27 años después: es un escalofriante inventario de muertes de amigos: John Gielgud, Alec Guinness, Gregory Peck, Katharina [no Katherine, anota LC] Hepburn, el guionista Peter Stone… la lista es harto larga y dolorosa. Pero al mismo tiempo también es testimonio de una vida plena de felices encuentros y amistades gloriosas, algo que no está al alcance del común de los mortales.
Weiß/Colonia, 22.3.
Mi texto de hoy en El Trujamán está teniendo una repercusión extraordinaria. Incluso hay un tuitero venezolano a quien no conozco de nada y que lo pregona en el ágora de Twitter diciendo que «Ricardo Bada se luce con este portentoso texto». No voy a negar que el argentino que me habita se esponja de satisfacción y sale al balcón principal de la Casa Rosada para agradecer los aplausos del pueblo soberano, pero la verdá, me paice eksagerao, pana.
Poldi se ha despedido con un gol “de la firma”, como decían los cronistas taurinos de algún pase característico o muy personal de un matador. Pero Inglaterra jugó mejor y mereció ganar, el gol alemán fue en realidad un regalo de los dioses del fútbol a uno de sus elegidos. Sea como fuere, me alegro de que Poldi haya coronado su carrera de este modo tan espectacular.
Weiß/Colonia, 23.3.
1:00 am : Sigue la serie policial Coppers de la TV flamenca. Flamenca de Flandes. Y creo que ya he descubierto lo que me molesta en ella. Es el taconeo de las dos protagonistas femeninas principales, que resuena a lo largo de toda la banda sonora como notas de un clarín llamando la atención, “¡Aquí llega el séptimo de infantería!” Lo decisivo es que me parece raro que las dos mujeres policías usen zapatos de tacón en su día a día laboral, porque son flamencas de Flandes y no del Sacromonte ni de un tablao flamenco. Por lo demás, la serie no vale mucho, aunque le sospecho gran audiencia en Flandes, donde Coppers debe de ser una gloria nacional.
Como todos los 23 de marzo, una esquela recordatoria de la muerte en accidente, el 23.3.1997, en Costa Rica, de Hanna y Marie. Esta vez con un poema de Rainer Kunze que traduzco a vuela pluma, o mejor, a vuela tecla: «Reman dos / en un bote / el uno / sabe de estrellas / el otro / sabe de tormentas / remará el uno / a través de las estrellas / remará el otro / a través de las tormentas / y al final, al final de todo, / el mar en el / recuerdo / será azul».
Santi me envía un email que reparto ipso fuckto + urbi et interneti: «Mi bendición a todos. Quiero compartir con la peña la fuerte impresión que me produjo el lunes la nueva ópera Le malentendu, de Fabián Panisello (basada, claro está, en la pieza teatral de Albert Camus). La reseña que hice está en este enlace». Y KN me pregunta al recibir el envío si el Sr. Bermúdez es algún tipo de santón o algo parecido, como para repartir bendiciones a diestra y siniestra. Le contesto asimismo ipso fuckto y sin andarme por las ramas: «El Sr. Bermúdez, querido, es uno de mis mejores amigos, íntimo incluso, y un cachondo (en el sentido español) de marca mayor. Es uno de los mejores musicólogos europeos (especialidad, la música del Este de Europa, sobre la que acaba de publicar una obra que apenas salida de la imprenta ya es estándar en la materia), es escritor de pluma muy fluida (tanto en castellano como en francés), es dramaturgo (que ha logrado a lo largo de su carrera los tres premios más importantes de su menester: el Lope de Vega, el Calderón de la Barca y el Tirso de Molina), y en los ratos libres hasta es actor muy meritorio. Por si todo ello fuera poco, es director de la revista cultural musical Scherzo (puntera en el género, en español) y presidente de la Agrupación de Autores de Teatro de España. Y por encima de todo, es un amigo como la copa de un pino. Las dos veces que me internaron en Madrid, en el 2010 y el 2012, la primera persona que estuvo en la clínica a visitarme, después de mi esposa, fue él. Lo que pasa es que, como te digo, es un cachondo mental, y en eso de ir por el mundo echando bendiciones tengo yo bastante culpa, porque a causa de su extrema bondad (es un pedazo de pan) lo bauticé como san Tribulete, por el nombre de la calle del barrio de Lavapiés donde nació. Ah, claro, me olvidaba de algo esencial, y es que el Sr. Bermúdez es gato, o sea, madrileño fetén, de los pies a la cabeza, con esa gracia inigualable que tienen los hijos de Madrid para estar sobándole el culo a la Madre Historia mientras dicen con cara de palo que es el amor de su vida. Así pues, no te llames a engaño, él es (fuera de Colombia) el mayor mamagallista que conozco».
Un lector anónimo en Fronterad: «Estoy probando por si las moscas…» Al final del comentario la página ofrece tres opciones: “borrar editar responder”. Confiadamente pulso en “responder”, y se vuelve a abrir la página, pero ningún espacio en el que insertar mi respuesta. Lo intento tres veces, y tres veces me pasa lo mismo, así es que introduzco un comentario independiente: «Y yo intento contestarte, animarte más bien, pero cuando aprieto donde dice «responder» me vuelve a salir la página desde el principio. O sea, fracaso en toda la regla». Mi comentario queda sin comentario, y creo que el hecho de que Fronterad, con todos sus indudables méritos, no haya alcanzado sus fines después de más de siete años de estar en pantalla. se debe en gran parte a que los lectores se han ido sucesivamente frustrando al no poder dejar comentarios del modo tan directo y sencillo que se puede hacer en otras páginas. De hecho, los lectores de mi diario que me conocen personalmente no lo leen en Fronterad sino en el anexo del email que yo les remito cada medianoche de sábado a domingo. Y ello es así porque cuando han intentado ir, después, a la página de Fronterad, para dejar un comentario, tuvieron que tirar la toalla al cabo de muchos intentos, todos en vano. Es una pena, pero así no vamos a ninguna parte.
Weiß/Colonia, 24.3.
Las cosas que aprende uno leyendo el diario: ahora resulta que a los cirros, cúmulos, estratos y demás otras formas de nubes que aprendí en el bachillerato, debo agregar el “volutus”, que es la nube baja que ocupa el horizonte y parece mismamente un rodillo de amasar. Y no sólo eso, los astrónomos (¿o son los meteorólogos?) también acaban de bautizar la huella que deja en el aire un avión supersónico: se llamará “homomutatus” [=debida a la mano del hombre]. ¡Y yo, inocente de mí, creyendo que se debían al culo de los aviones y que eran una especie de pedos gráficos! [Y aquí sí, siempre el recuerdo del ambiguo y felicísimo epigrama de Blas de Otero: «La sombra de un avión, / qué cabrón, / a reacción»].
Leo Un pedigrí, las memorias de infancia y juventud de Patrick Modiano, un libro inolvidable. No es precisamente la escritura memorialista que yo practico, por ejemplo en este diario, pero ello no me impide darme cuenta de todo su valor, en el doble sentido, de valía y de valentía.
Me llega por el correo quelonio una plaquette con ocho poemas de Pepe Baena, cada uno de ellos en hoja separada y emparejados vis a vis con otros tantos grabados de José Viera. Un lujo la publicación (Editorial Onuba y Universidad de Huelva), limitada, de ejemplares numerados y firmados por los autores. Pero aún mayor lujo los poemas. Acabo de leerlos, de degustarlos, y me parecen preciosos, obra de un poeta verdadero, de un poeta con cosas que decir, y que sabe decirlas ¡y de qué manera tan armoniosa y tan sencilla, la mano transcribiendo mesurada, con toda la calma del mundo, el arrebato de la mente! Leyéndolos, acuden a mi memoria los versos de Juan Ramón donde habla de la poesía vestida con ropajes fastuosos, que él odiaba, despojada luego, ya, de esa «iracundia de yel y sin sentido, […] pasión de mi vida, poesía desnuda toda, mía ya para siempre» (cito de memoria, pero si me equivoco será en poco o nada).
Weiß/Colonia, 25.3.
Henri en casa desde el mediodía, se quedará con nosotros hasta mañana porque su padre tiene cumpleaños mañana y esta noche se le llenará la casa de amigos para festejar, en especial a partir de la medianoche. (Diny ha tenido que hacerle esta mañana una tortilla especialidad de la casa, para el buffet). Henri viene de un torneo de fútbol infantil donde su equipo perdió por 2:1. Le pregunto que de qué jugó y me dice que en la delantera. Y al rato: «También en la defensa». Luego le pregunto que si vio el golazo de Podolski a Inglaterra y me dice que sí, pero se nota que todavía no está en edad de calibrar lo que es un gol histórico. Ya tendrà tiempo para ello, pobrecito mío, no le puedo pedir peras de quince años a un olmo de sólo seis.
Me escribe Pepe, desde Troglodia, y para mi sorpresa termina su email así: «No sé si alguien te lo ha dicho, pero detrás de esa coraza que pretendes lucir, se esconde un buenazo de tomo y lomo. A mí no me engañas, sin necesidad de preguntar a Diny». Temiendo las consecuencias, me apresuro a responderle: «Pepe querido, mejor no le preguntas a Diny si es verdad que soy un buenazo, porque corres el riesgo de dejar sin abuela a mis nietos, sin madre a mis hijos y viudo a aquí tu negro, del ataque de risa que le daría. La risa puede ser mortal, y eso lo saben los chinos, los más refinados inventores de torturas, a cuyo lado los instructores de la CIA son monitores de guarderías infantiles. Y una de las penas de muerte más crueles que aplicaban es tender al condenado inmovilizado, con los pies metidos en un cepo y haciéndole cosquillas en las plantas hasta que moría reventado por dentro, directamente se morían de la risa. Así es que no, por favor no le preguntes a Diny». Espero que me haga caso.
Yupiiiiiiiiii, ya se me ha ocurrido el siguiente trino que le voy a regalar a mi hermana Pilar, en Los Ángeles: «The fake president anuncia que piensa cambiar el himno USAno por la canción infantil española “Vamos a contar mentiras”». Visito luego a mi amiga Miss Hortensia Google, leo en su bibliotecota la letra del himno gringo, y me parece que las mentiras de la canción infantil española son más poéticas que las de ese mazacote de patriotismo trasnochado.
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