
Weiß/Colonia, 24.3.
De las 15 personas a quienes envié el manuscrito de mi texto sobre el final de la guerra civil española, ya han reaccionado seis. No creo que sea tan malo hasta el punto de que el resto no me acuse recibo para no tenérmelo que decir. Además saben de sobra que conmigo no tienen problema porque sé de sobra qué poco vale lo que escribo. Pero por muy poquito que valga, que al menos no se publique con erratas o con errores. Entonces ¿qué? No sé qué pensar.
Le escribí a Carla: «Cuando leo lo que escribes acerca de Poe me haces recordar una vivencia tremenda del niño Van Gogh. Su padre era pastor y residía con su familia en la casa pastoral, junto a la iglesia, a cuyo alrededor se extendía el cementerio, como es habitual en los pueblos de Flandes y Brabante. Pues bien, antes de nacer él, Vincent, hubo un hermano que murió a poco de nacer y que asimismo fue llamado Vincent. De manera que nuestro Vincent, el futuro pintor, jugó mucho de niño en un cementerio donde había una tumba en cuya lápida podía leer que allí reposaban los restos de VINCENT VAN GOGH. ¡Cuán razón tenía al escribirle a su hermano Theo, “Es inútil, la tristeza durará toda la vida”!»
Costanza lee mi diario de la semana pasada y me escribe algo que me parece muy interesante: «Me alegra leer tu pasión por la música y deseos de ser director. Mi propio padre, al que me recuerdas bastante no solo como escritor sino como bonvivant, fue apasionado de la música. Y justamente esa pieza de Beethoven era su favorita. Hasta cantó en el coro del Teatro Colón [en Buenos Aires] y escribió y dio muchas charlas sobre Beethoven, jazz y tango a principios del siglo XX. Aquí te dejo un enlace donde estoy intentando subir algunas cosas suyas. Como verás en él, también tenía la cuestión judía muy en mente, siendo parte del grupo intelectual en Argentina que organizó en 1927 la primera conferencia y convenio contra el racismo y el antisemitismo. Los rasgos étnicos y culturales tienen matices y razones de existencia muy complejas, pero los individuos los ejercen cada uno a su manera. Dices bien, los que estamos fuera tenemos que juzgar cada individuo por si mismo (si interpreto bien lo de tus dos amigos que balancean el otro colega) y no juzgarlo por su etnía, religión o cultura».
Weiß/Colonia, 25.3.
0:15 am : Terminó la primera temporada de la serie policial sueca protagonizada por Hanna Svensson. Un episodio, este últumo, que le hace honor a los precedentes, aunque no tanto al Estado de Derecho. ¿Tienen derecho dos comisarios y un topo a vengarse por cuenta propia de la trampa mortal donde masacraron a cinco de sus colegas? En el fondo se trata de la Ley del Talión, que uno, inocente a mis casi 80 años, creía incompatible con el Estado de Derecho.
Como todos los años por estas fechas, aparece en el Kölner Stadt Anzeiger el recordatorio de la muerte de Hanna y Marie Ritter en Costa Rica. Fue un accidente de automóvil, se presume que a causa de un exceso de velocidad, así parece haberlo dicho mudamente una marca de frenado de 42 m en la carretera: murieron a consecuencia del mismo cuatro jóvenes más ese ominoso domingo 23 de marzo de 1997. Son en verdad tres recordatorios: el de los padres (con fotos de Hanna y Marie) y dos de dos grupos de amigos. En uno de ellos leo desayunando una cita del poeta franco–alemán Yvan Goll: «En la fuente del recuerdo / regué tu flor de sombra. / En la noche, a menudo, llama a la puerta / un viento desamparado».
Susanita, desde mi Güeno Saire querido, es la séptima persona en comentarme el artículo para Nexos sobre la posguerra en España, y termina diciéndome: «Tu relato parece el fragmento de una novela… y yo lo pensaría». Después de pensarlo un rato, le contesto: «Gracias, Susanita querida, pero no tengo uñas para la guitarra de una novela. En cualquier caso, tenés razón en lo de que cuando uno es chico lo toma todo mucho más naturalmente, pero no es tan así de simple. En situaciones como las que cuento en mi artículo, el sufrimiento se siente sobre todo cuando ves sufrir a los demás, y sin culpa. Nosotros, gracias al trabajo de mi padre en una industria esencial para la vida diaria (¿has pensado alguna vez en la importancia del calzado para que un país funcione de una manera civilizada?), no padecimos hambre en ningún momento, aunque sí escasez cuando la padecíamos todos, excepto los agiotistas y los del mercado negro. // En el n.º 19 de nuestra calle (el nuestro era el 21, o sea, la casa de al lado), vivían dos hermanas solteras con buenas conexiones “arriba” –y no me refiero a san Pedro– que eran estraperlistas a tiempo completo. Y la dueña de la lechería, en la calle Berdigón, donde desembocaba nuestra calle, les preparaba a sus dos hijos unos bocadillos de jamón con mantequilla untada hasta decir basta, y los hacía sentarse en el umbral de la puerta de la lechería, gritando para que todos la oyeran: “Sentaos con esos bocadillos aquí delante para que os vean comer todos esos rojos muertos de hambre”. De los dos chicos, el mayor comía avergonzado, escondía el pan con las manos; el otro no, el otro se regodeaba con las miradas de envidia de los rapaces que pululaban por las calles en busca de algo para comer. Y esta es sola una de las estampas que te puedo contar de aquellos días de plomo y miseria». [Ese hijo mayor, flor de congruencia, se llamaba Clemente].
ROV me dijo que el texto para su PowerPoint iban a ser unas cuatro páginas DIN A4, pero hoy recibo más material que se añade al que me mandó el sábado, y va por la octava página y no se ve la luz al final del túnel. Le escribo pidiéndole explicaciones y me contesta contrito que lo de las cuatro páginas era por completo irreal, y como además resulta que la entrega tendría que ser inmediata, cosa que no me dijo antes, le ruego que se busque otro editor de su texto. No puedo perder mi tiempo editando unos ajenos, con el trabajo que me cuesta pergeñar los propios.
Weiß/Colonia, 26.3.
2:20 am : La serie Spooks como somnífero (¿mejor? ¡peor!: soporífero), apenas logro entender qué es lo que el MI5 debe defender en este nuevo episodio, ¿la civilización occidental una vez más o el suministro de agua a Londres? Antes pasaron Iris, peli francesa a la que tampoco logré sacarle nada en claro, un argumento tan embrollado sólo puede ocurrírsele a un francés. Bah, no quiero ser injusto con los ingleses. También pudo habérsele ocurrido a un inglés. Véase el Brexit como botón de muestra.
[Puros prejuicios, me doy cuenta. Para embrollar las cosas, los españoles somos que ni hechos de encargo].
Hoy en La Modicana con Diny & Claudia, amén de Carlitos. Ellos tres encargan una pasta (¿orecchiette?) con ragú de ternera, de la que Diny asegura que el ragú brilla por su ausencia, y Claudia le hace coro. Al final Claudia y Carlitos aseguran unísonos que la próxima vez pedirán una pizza como la mía, con caña de lomo ibérico y gorgonzola. Apiadado, les cedo una cuña (con una rodaja de caña de lomo) a cada uno.
Apareció en Nexos mi artículo sobre Raymond Chandler. Dos orejas y rabo, y vuelta al ruedo con devolución de prendas. Com’stá mandao. Síseñó. ♫♫ [Pasodoble torero] ♫♫
Terminé en un santiamén la lectura de Kubrick en casa. Divertido e informativo, lo mejor es el poder asomarse a la trastienda de los grandes almacenes Stanley Kubrick. Y la entrevista con él al final es buenísima. El único posible gazapo que le encuentro es al comentar la escena final de Senderos de gloria, cuando habla de la “canción elegíaca” que canta Susanne Christian, futura esposa de Kubrick, y en la página anterior dijo que era “alegre”. Lagarto, lagarto… Me temo que Molina Foix no tiene ni idea de lo que dice el texto de “Der treue Husar”. Llamar “alegre” a esa canción es como si hablásemos de la lectura tan divertida que es Crimen y castigo.
Weiß/Colonia, 27.3.
En su ensayo sobre Sterne, y al hablar de la sobrepuntuación en su prosa, Virginia Woolf dice: «Es la del habla, no la de la escritura, y trae consigo el sonido y las asociaciones de la voz». El original “suena“ así: «The very punctuation is that of speech, not writing, and brings the sound and associations of the speaking voice in with it». Me alegra encontrar esta reflexión de nadie menos que VW, porque fue lo que traté de decirle hace unos días a Carla y a David, al hablarles del grito de JBD: “¡Respiren, comas, al ritmo de Ricardo Bada!” Thank you, Mrs. Woolf!
Viene Diny a este cuarto de trabajo para decirme que han inaugurado en Huelva un Centro de Comunicación Jesús Hermida. Me parece muy bien que le dieran tal nombre, el de quien narró para la TV española la llegada del hombre a la Luna. Un documento, ese, que debiera figurar en el archivo audiovisual del Aula del Legado Cultural de Huelva. Y ya que estamos en eso, a ver cuándo es que le dan en Huelva el nombre de una calle a Rafael Vázquez Zamora, que todavía no la tiene, siendo como fue un traductor de primerísima categoría y el hombre que convirtió la editorial Destino en la más interesante de la posguerra española. Era él quien llevaba la batuta en la fulgurante primera etapa de los premios Nadal, con Nada, de Carmen Laforet, La sombra del ciptés es alargada, de Miguel Delibes, y El Jarama, de Sánchez Ferlosio. Lo mismito que Jesús, pero en el terreno editorial, Vázquez Zamora fue un comunicador impar. Hora iría siendo de que le honre como se debe su ciudad natal. Diría yo. Sin ir más lejos.
Última cena con skrei [el bacalao de las Lofoten, de pesca limitada a un par de meses] hasta la próxima temporada. Le hacemos los honores debidos.
Paula: Una peli sobre la vida y la obra de Paula Moderson-Becker, la expresionista alemana, la primera pintora a la que en todo el mundo se le haya dedicado un museo propio, en Bremen, su ciudad natal. Ella constituye, con Käthe Kollwitz y Rosa Luxemburgo, mi sacratísima trinidad de mujeres alemanas imperecederas. La peli es una gozada sobre todo por la captación de las dos atmósferas entre las que se movió su vida: Worspwede, la colonia que unos artistas libres fundaron en los marjales de la Baja Sajonia a fines del siglo XIX, y París, el París de Rodin y de Rilke, quien estaba casado con Clara Westhoff, la escultora amiga íntima de Paula.
Weiß/Colonia, 28.3.
Un día sin chicha ni limoná. Vencido por una abulia sin remedio, y sin tarea a fecha fija por delante, a no ser la de poner al día la contabilidad doméstica, pero qué pereza…, maté el tiempo adelantando los tres números de The Twitter’s Digest de la próxima semana, para poderme dedicar este güíquén a la lectura de los libros de Herralde y Guelbenzu, este último me llegó el lunes. Entretanto me han llegado varios más: una novela neerlandesa ambientada en el Japón de los procesos a los criminales de guerra y que pedí para Diny, los episodios 2 y 3 de la serie del comisario Frank Stave en el Hamburgo de la inmediata posguerra (ya encargué el primero y hasta no tenerlo no me pondré a leerla, porque «Principio quieren las cosas», como dice el refrán gitano), y un libro que compré por el título y que promete ser una auténtica delicatesse: De cómo Mileva Einstein supo asegurarse el dinero del Nobel de Albert. Una edición preciosa, y la foto de Mileva en la portada nos predispone a su favor a los lectores.
Weiß/Colonia, 29.3.
Henri en casa desde la 2:00 pm hasta mañana a la misma hora, 24 serán las que pase con sus abuelos, y en un par de años ya no serán ninguna, andará por esos mundos de Dios como Paul, Oskar y Vincent, con sus amigos. Eheu fugaces!
Leo en Cuadernos Hispanoamericanos un breve ensayo de Roberto González Echevarría acerca de una posible parodia, en el capítulo 35 de la segunda parte de Don Quijote, del canto 30, en el Purgatorio de la Comedia que Bocaccio apostrofó como divina. En Dante es el canto donde se llega al paraíso terrenal, Virgilio se despide a la francesa y aparece Beatrice, que conducirá a Dante al Paradiso no terrenal. En Cervantes es la farsa organizada por el mayordomo de los duques y que más bien parece un corso de Carnaval, con una Dulcinea bellìsima pero travestì, se trata de un paje de los duques a quien lo delata su voz hombruna. Jamás hubiese caído en ello por la sencilla razòn de que nunca fui capaz de leer ni el Purgatorio ni el Paradiso. Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa! (Vaya, hoy tengo un día à latines, como dicen los franceses).
Buscando una foto que se me resiste, encuentro la que con toda seguridad es la única donde se me ve con mi abuela Remedios. Aunque es algo posterior a lo que cuento en mi artículo para Nexos en relación con la posguerra española, se me ocurre que podría servir como ilustración del texto y se la envío a César. A él le parece bien y me pide que se la date y un posible pie de la misma. Le contesto ipso fuckto: «¡Qué bueno! La abuela se la va a enseñar a san Pedro, estoy seguro de ello. En cuanto a la fecha la deduzco de mi chaleco y el hecho de llevar corbata, tiene que ser del año en que entré en la Universidad de Sevilla, 1955. El pie lo dejo a tu criterio, querido César, pero podría ser algo así como «El tándem abuela–nieto un par de años después de tantas colas». Por cierto que estuve pensando si ustedes las llaman «filas». En cualquier caso, creo que por el contexto se entiende lo que eran, pero en el pie podrían usar ustedes «filas», para despejar cualquier duda».
Para la cena un pollo al curry de esos de relamerse los dedos. Se diría que la cocinera aprendió a hacerlo en una cantina callejera de Bombay o de Goa, o tal vez de Yakarta cuando su nombre todavía era Batavia, en honor a la tribu germánica que fue la matriz de los Países Bajos.
Weiß/Colonia, 30.3.
2:00 am : Mirando el calendario de efemérides vi que el 25 de abril será el tercer centenario de la publicación de Robinson Crusoe. Creo que puedo armar un texto comm’il faut hablando de algunas de las robinsoniadas que han aparecido desde entonces: las tres de Julio Verne, las dos de William Golding, las de Tournier, Giraudoux, Francis Jammes, Gerhard Hauptmann, Johann Rudolf Wyss, James M. Barrie, Jardiel Poncela…, y en el cine –entre otras– la peli de Buñuel, que aunque filmada en México, en Manzanillo y los estudios Tepeyac, en sus títulos de crédito llama por dos veces Bunuel al cascarrabias pequeñoburgués y sordo de Calanda. La acabo de ver vía Youtube y me parece harto relamida y, por lo demás, «ni fu ni fa», como diría Diny.
Hoy, en el cuaderno de esquelas fúnebres del Kölner Stadt Anzeiger hay dos que me atraen por sus epígrafes. Una con estos versos de Rilke: «Si me buscáis / buscadme en vuestros corazones. / Si encontré un hogar allí, / sigo viviendo en vosotros». La otra, en español, con unos versos de santa Teresa: «Nada te turbe, / nada te espante, / sólo Dios basta». Esta segunda esquela es la de una mujer cuyo nombre parece de personaje en un cuento de Böll: Annemarie Noirhomme.
Fuimos a visitar a Leonardo. Es decir, fuimos, pero la única que lo visitó fue Diny. Yo partía de la base de que la residencia de ancianos donde se encuentra Leo se hallaba frente a la parada de buses y tranvìas de Rodenkirchen, en la esquina de la Brücken– con la Maternusstrasse. Pero no, esa es otra residencia, y el # 47 de la Brückenstrasse; la de Leo está en el # 21 y a las 4 pm teníamos un sol de verano adelantado. Haciendo pausas cada vez que veía un murito de jardín delantero, un banco, no importa qué pero adrede para descansar, pude avanzar hasta el # 39, ahí tiré la toalla y le dije a Dimy que siguiera sola y le diera mis recuerdos a Leo, porque ya no podía dar un paso más en esa dirección, sobre todo pensando que tendría que desandarlos luego de la visita, y me devolvì a la parada del bus a esperar el 131 que me ha traído de vuelta a casa. Es uno un saco de miserias y no hay más vueltas que darle. ¿Hasta cuándo, cuándo es que va a terminar de una puta vez este martirio al santo botón, que a nadie beneficia? Nada me turba y nada me espanta, pero solo Dios no basta, mi buena Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada.
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