De mi diario : Semana 15 / 2017

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«¿Cómo vamos a protestar si un sin techo se tira un pedo en la calle? Al fin y al cabo, está en su casa». 

 

Weiß/Colonia, 9.4., Domingo de Ramos

2:50 am : Pasaron Ordinary Decent Criminal [Criminal y decente, el desvalido título español], una comedia que no creo que vuelva a ver cuando la vuelvan a pasar, pero me dejó intrigado lo que informaban relacionado con ella en la revista con la programación de TV. Leí allí que Linda Fiorentino llevaba desde 2009 sin actuar ante la cámara, y como la peli es del 2000 eso no pegaba ni con cola. Al cabo he descubierto no el error, sino la pésima redacción de la frase, y es que Linda Fiorentino lleva –y no llevaba– desde el 2009 sin haber vuelto a filmar.                                                                

 

En la edición finisemanal del diario, uno de mis periodistas preferidos titula su columna de hoy “Envejecer es algo grato”, de manera que no pierdo el tiempo leyendo semejante despropósito  la crítica gastronómica es del restaurante peruano Causas, acá en Colonia, que obtiene una muy buena nota de la reseñista; hay también una crónica sobre la reapertura del Café Comercial, en mis madriles de mi alma; y la entrevista de la semana es con la gran Shirley McLaine, a quien el reportero le pregunta qué libro tiene actualmente en su mesilla de noche, y ella le contesta que varios sobre el Apocalipsis. El reportero: «¿Cree usted realmente que estamos cerca del fin del mundo?» Y ella: «También lo creería usted si Trump fuese su presidente». Chapeau!    

 

Larga conversación telefónica con Maite, en Huelva, que anoche nos sorprendió con un email al cabo de los años mil. Pensar que Teresa y Claudia, ¿sus niñas?, tienen ya 28 y 27 años, es un cálculo que me desarbola. Hasta que pienso que mi Rebecota querida, mi hija mayor, cumplirá 50 en el mes de septiembre, ¡y los quiere celebrar en Huelva, donde nació!

 

Henri en casa desde las 6:30 pm. Y de la felicidad no se puede hablar, Wittgenstein dixit! aunque ese enrevesado austríaco (¡flor de pleonasmo!) lo haya expresado de otro modo.

 

Weiß/Colonia, 10.4.

Con el correo quelonio me llega un ejemplar del primer episodio de la saga de John Rebus, un Detective Sargent de Edimburgo. Es mi nuevo descubrimiento en materia de novelas policiales, esta saga escrita por Ian Rankin, a quien a su vez descubrí por una larga entrevista en el diario, que me abrió el apetito de leer su obra.

 

Me manda MM un artículo harto documentado, en defensa del pedo, y le contesto contándole que «cuando andaba por los doce años, quedé traumatizado con respecto al pedo a partir de algo que sucedió en la fábrica de zapatos de mi padre, en la calle Miguel Redondo # 54 de Huelva. Y esto fue lo que sucedióEl oficial mayor era Rafael (a) el Cojo, un zapatero de banquilla de quien nunca olvidaré que agarraba un puñado de clavos y se los echaba a la boca y luego los iba escupiendo uno a uno sobre el borde de la suela del zapato, donde les asestaba generalmente un solo martillazo para clavarlos. Era casi un número de prestidigitación verlo trabajar, y cómo clavaba dos pares de zapatos cuando sus compañeros de banquilla a duras penas clavaban uno. Todo esto no sucedía en silencio, sino que al ruido de las máquinas (en especial la ruidosa troqueladora) se unía la plática ininterrumpida entre las operarias en sus tareas y los zapateros en la suya, y como era una nave grande pero abarcable con la mirada de punta a punta, muchas veces se cruzaban pullas entre ambas puntas, y me divertía mucho, ya fuera que estuviese trabajando en una de las máquinas (en especial la lujadora, para dar brillo a las suelas), o desde la oficina que al mismo tiempo era el despacho de mi padre, un espacio aislado del resto por mamparas que no llegaban al techo, de tal manera que desde allí podía seguirse acústicamente todo lo que se platicaba en el resto de la nave. Y un buen día, sin que recuerde cómo empezó la cosa, unas y otros empezaron a hablar de comidas y la conversación degeneró a mencionar cosas incomestibles por lo asquerosas, que provocaban risas nerviosas e histéricas de las operarias, hasta que Rafael dijo que a nada había que hacerle ascos, y que él por ejemplo, se comería un pedo. El diálogo subió en decibeles porque hubo gritos de repudio, pero lo cierto es que se trabó la apuesta, en dinero, que Rafael ganaría si llegaba a comerse un pedo. Debo contarte a todo esto que en ese momento la única persona «de respeto» (es decir, de la familia de los dueños) que había en la fábrica era un niño de doce años, yo; mi padre y mi tío habrían salido a hacer alguna gestión, pues en presencia de ellos jamás hubieran tenido lugar la apuesta y lo que siguió. Lo cierto es que uno de los aprendices fue a comprar un pan al almacén que había en Miguel Redondo, esquina Avenida de Italia. Y ese pan lo abrieron a cuchillo en dos mitades que Rafael tomó en sus manos, las que llevó a la espalda, muy cerca las dos mitades, para que el pedo no se escapase, y cuando estuvo seguro de que no fallaría, Rafael soltó uno casi tan sonoro como el ruido de la troqueladora, cerrando inmediatamente ambas mitades del pan para apresarlo… y sí, sí, comérselo a la vista de toda la plantilla de la fábrica. Y te vas a reír, querida, pero yo no puedo ver escrita la palabra «pedo» sin que me retorne al primer plano de la memoria esta seguidilla de imágenes como si fuera una serie de caprichos de Goya. Y sea como fuere, le tengo una inextirpable aversión a la dichosa palabra. Bueno, ya sabía que alguna vez lo contaría por escrito. Y lo hice, al cabo de más de 65 años».

 

10:30 pm : Pasaron por el canal Arte una obra maestra de Jacques Becker y que desconocíaLe trou [La evasión]. Pertenece a la estirpe de Rififí, El salario del miedo y Pickpocket, pero me atrevo a decir que es la mejor de las cuatro. Hay gente que desconoce el gran cine francés antes de la nouvelle vague; no yo, gracias a los dioses siempre les he tenido devoción a René Clair, a Jean Renoir, a Clouzot, a Duvivier, a Melville y Marcel Carné, ¡a Tati! Pero ¡ay! este Becker me puso una vez más de manifiesto el tamaño de mi ignorancia.

 

Weiß/Colonia, 11.4.

2:00 am : En esta ocasión, el MI5 de la serie británica Spooks ha logrado evitar un atentado contra el presidente de los USA, en Londres. Yo me pregunto por qué los políticos interesados de veras en la paz mundial no contratan a los guionistas de la serie Spooks para  que les allanen el camino. ¡Tienen no sé cuántas temporadas de experiencia a sus espaldas!

 

En La Modicana, con Diny hoy. Carlitos vuelve a encargar uno de los dos menús y yo de nuevo una pizza tonno. Y de nuevo el comentario de Carlitos, al ver mi pizza, que también él debería haber encargado una. Me recuerda un poco un pasaje del diálogo de La verbena de la Paloma«–La bronca de la sota. –La de todas las tardes». U séase, nihil novum sub sole. Ole.

 

Y sigue la sequía mental. La columna de este viernes me salió altiro porque hace tiempo que la tenía redactada in mente. Pero escribir algo nuevo no se me da, a mí como a ti tan sólo me sale espuma, mi querido César Vallejo. Nomás que esa espuma tuya cristalizó en ámbares, mientras que la mía estalla en el aire, un globito tras otro, cae una gotita de agua y ciao ciao bambina.

 

Weiß/Colonia, 12.4.

1:30 am : Apasionante el primer episodio de la saga de John Rebus. Y me encanta que, así como quien no quiere la cosa, te cuenta cosas de Edimburgo que jamás leerás en una guía de turismo. Por ejemplo: «En camino al centro de Edimburgo, Haymarket es la última estación de tren antes de Waverley, la mayor y principal. Rebus tuvo que pensar en la expresión “apearse en Haymarket”, usada para referirse a sacar el pene a tiempo en el apareo carnal. Y que luego venga alguien diciendo que la gente de Edimburgo carece de sentido del humor».

[En España se dice o se decía, no sé ahora, “apearse en marcha”. El Diccionario, “El”, no le da carta de naturaleza a la expresión; el Seco sí, y además documenta su uso. Punto para el Seco].

 

Ayer tarde, antes de empezar a leer mi primer John Rebus, programé en la compu el plano del lugar, en este caso Edimburgo, como siempre hago para seguirle los pasos a los protagonistas. Más luego, leyendo, me interesó mucho una descripción ambientada en la colina de Calton desde donde se puede ver hasta el otro lado del estuario del Forth (lo chequeé con pelos y señales en el plano), y hoy, en el diario, la página frontal del cuaderno Viajes está dedicada a Edimburgo, siendo la ilustración ese panorama que puede verse desde Calton Hill. Sí, yo no creo en las brujas, pero haberlas haylas. Después del desayuno continué con la lectura del episodio y acabo de darle remate, o sea que lo terminé de dos sentadas, con la sola interrupción impuesta por Morfeo. Y la serie me resulta muy atractiva, aunque no tan sólo gracias a John Rebus, sino también a su entorno: «Edimburgo era una ciudad esquizofrénica, la ciudad de Jekyll y de Hyde desde luego, de Deacon Brodie, de los abrigos de pieles sin bragas debajo, como dicen por el Oeste» [léase Glasgow]. Empiezo a buscar en www.booklooker.de y encargar los 20 volúmenes restantes de la saga, para leerla por orden  cronológico, según mi costumbre.

 

Weiß/Colonia, 13.4.

1:30 am : Un film agobiante, Cinco años, acerca de los 1.725 días que el turco–alemán Murat Kurnaz permaneció encarcelado en Guantánamo, siendo inocente, pero sometido a la tortura de unos interrogatorios capaces de volver loco a un santo, y sometido a un trato del que lo mejor que puede decirse es que era vejatorio. Lo más alucinante de todo es que, encarcelado desde noviembre 2001, ya en el 2002 hubo una oferta de Washington para dejarlo libre, por falta de pruebas, pero el gobierno alemán no la aceptó, de manera que Kurnaz siguió en el infierno de Guantánamo hasta agosto 2006, cuando sus abogados lograron sacarlo de allá. Y el responsable de aquel rechazo del gobierno alemán es el hoy tan alabado presidente federal, Frank–Walter Steinmeier, quien en agosto 2007 comentó que ahora, o sea, ¡cinco años después!, «hubiera tomado una decisión distinta». Navid Kermani, que ha dedicado un estudio al tema, opina que el gobierno alemán se dejó guiar por criterios racistas, «esa increíble barba más larga y más rizada que la barba de Bin Laden». Y de manera instintiva, siento y creo que tiene razón.

 

Se va Diny a Holanda hasta el martes, pero me deja la despensa bien abastecida. Y en último término, a 10’ de autobús están La Modicana en dirección sur, y el chino, en dirección norte. Por cierto que a propósito encontré en T un tuit medio tonto pero que me hace mucha gracia:

 

Comienzo a leer el libro de Bridget Christie, Un libro para ellas, y empiezo a reírme a màs y mejor. Para empezar porque resulta que reaparece el pedo en este diario, casi pudiera decirse que cada semana de mi diario tiene su leit motiv, y el esta semana ha venido a ser el pedo. Sea. Pero es que, además, Bridget viene a ser una versión no necesariamente descafeinada del Shaw de los prólogos a sus comedias, tanto las agradables como las desagradables. Es una versión de ese Shaw digamos que con faldas y a lo loco, el imposible título que le propinaron en España a Some Like It Hot. Tengo, pues diversión asegurada, para estos días. Botón de muestra: «¿Cómo vamos a protestar si un sin techo se tira un pedo en la calle? Al fin y al cabo, está en su casa». Y otro más: «Las mujeres tienen derecho a decidir qué les parece gracioso y qué no, sin que por ello las acusen de ser lesbianas recalcitrantes. O frígidas. O alemanas». Siguen las firmas.


Weiß/Colonia, 14.4., Viernes Santo y Día de la República

Como todos los Viernes Santos, después del desayuno me abismo –ningún otro verbo alcanza a  expresar lo que hago– en el Miserere, de Eslava. En el ámbito alemán tienen la tradición de las Pasiones de Bach, yo tengo la mía de este Miserere milagroso. Uno de mis orgullos íntimos es el de habérselo dado a conocer a un amigo mío, monje exclaustrado de saberes enciclopédicos y melómano a la enésima potencia, una persona de la que aprendí mucho y a quien por fin se lo pude retribuir con ese regalo de darle a conocer (¡¡¡a él!!!) el Miserere de Eslava en la versión que me traje hace añares de España, en elepé. Y fue además por pura casualidad, sólo porque le pedí el favor de que me hiciera una copia en formato CD, creyendo que ya lo conocía. Cuando fui a buscarlo al día siguiente me entregó el CD y me contó que había sido un descubrimiento inenarrable, que había hecho otra copia para él, se le notaba el entusiasmo del melómano que ha encontrado un tesoro. Y es que se trata de un tesoro de a deveras. En especial con el Amplius no puedo contener las lágrimas, tan bello es que casi te lastima, su belleza casi que hiere.  


Weiß/Colonia, 15.4., Sábado de Gloria

1:15 am : Tenía la elección entre Boyhood y una vez más Sunset Boulevard, pero Boyhood la he vuelto a ver hace poco, y Sunset Boulevard llevaba ya un par de años sin verla, así es que me decidí por ella, y esta es la hora en que aún sigo sin saber qué admirar más, si el genio de Billy Wilder o la valentía de Gloria Swanson interpretando (¡viviendo!) su autodesmontaje, y hacerlo poniendo toda su carne en el asador. Hay gente que en las mismas circunstancias, Hemingway por ejemplo, prefirieron levantarse la tapa de los sesos.


La recomendación de lectura de Nexos para esta noche ha sido mi cuento “La mujer de tierra adentro”, y me ha deparado una gran cantidad de correspondencia que hoy no puedo atender, de modo que me espera mañana una sesión intensiva de pláticas virtuales. Y agradecimientos, a MM, por ejemplo, por lo que me dice: «No sé cuántas veces lo habré leído, siempre como si fuera la primera vez, el itinerario minucioso del encuentro con una enorme ausencia. Qué mejor metáfora de esa muerte que un mar congelado». ¡Y pensar que esa lectura de mi cuento es un descubrimiento de sus lectores! Que yo lo único que me propuse en él fue reivindicar el papel protagonista de Diny en el fulminante final del relato. Pero bueno, ya se sabe que muchas veces todos, hasta Dios, escribimos torcido con renglones derechos.

 

Releo este epigrama griego clásico, encaminado a una sacerdotisa de Samos: «¡Oye mi súplica, oh tú, sustentadora de los jóvenes! Concédeme que esta mujer rehúse el amor y el lecho de los mancebos, y se deleite con los ancianos de sienes canosas, cuyas fuerzas se han debilitado pero cuyo ánimo apetece todavía». Amén. (Y sí “Amén”, porque “Amen” es del verbo “amar”).

 

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2 COMENTARIOS

  1. Pues no sabe tú bien la de

    Pues no sabe tú bien la de veces que pienso al pasar por un chino, que en la cocina hay más de uno pelando gatos.

    Buena semana de Pascua.

    • Yo, en los chinos, por

      Yo, en los chinos, por sistema, sólo como pescado o mariscos, donde no te pueden dar gato por liebre. Aunque sí cazón (=catshark) por rape.

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