No sabría explicar por qué, pero me parece algo morboso usar como epitafio un verso de una canción titulada “Le moribund”.
De mi Diario / Semana 16 / 2015
Weiß/Colonia, 12.4.
0:15 am : Corazones solitarios, con John Travolta. No es una mala peli, incluso es buena, pero me gusta más la primera versión, la de 1970, The Honeymoon Killers [Los asesinos de la luna de miel]. Es una historia tan gótica que a veces pone los pelos de punta, esa pareja de asesinos es algo así como el negativo cutre de Bonnie & Clyde.
Se marcha Diny con Rebeca a Ámsterdam, Rebeca hasta el viernes 17, Diny hasta el lunes 20. Son pues ocho días completos de los que dispongo para, de una maldita vez, releer Lolita y pergeñar el texto de mi conferencia del 7 de mayo en el Cervantes de Hamburgo. Nunca me he retrasado tanto con el comienzo de una tarea como esta, pero también es verdad que la salud no me acompañó durante todo un mes largo. Y aún colean las secuelas. En todo caso, me digo, una lectura freudiana de mi negativa a viajar a Ámsterdam también podría ser la de querer quedarme a solas con Altisidora, mi amante imposible, de catorce años y tres meses.
Julio me escribe para darme la buenísima noticia de que la semana pasada, ¡por fin!, recibió la invitación formal para asumir la cátedra de Etnomusicología de la Universidad de Fráncfort: «No deja de ser irónico –comenta– que sea el alma máter de Adorno la que me acepta, ya que buena parte de mis textos lo critica».
Weiß/Colonia, 13.4.
0:20 am : Pasan el primer episodio de una serie inglesa de la que sólo se filmaron dos, pero no porque la serie, Tom Thorne, del 2010, fuese mala o no tuviese aceptación, sino porque el actor que encarnaba al protagonista empezó al mismo tiempo otra serie, sobre zombis, que alcanzó un éxito inesperado y tuvo que hacer tres temporadas completas de la misma; imposible continuar así con la de Tom Thorne, y ello me lleva a pensar en la incidencia de la vida personal de los actores en las series, mucho más que en la pelis. Así por ejemplo, en la del DCI Banks, cuando quedó embarazada la actriz que incorporaba a su mano derecha, la DS Annie Cabbot, tuvieron que sacarla de la serie (baja por maternidad) y la sustituyeron por una DI, Helen Morton, que es un personaje que no existe en las novelas de Peter Robinson, base de la serie. Y curiosamente, esta Helen Morton, que aunque está casada y tiene cuatro hijos recuerda algo la Saga Norén de El puente, es un hallazgo que enrique la serie en una medida impensable leyendo las novelas originales. No soy el único, creo, que espera con ansia el retorno de mamá Annie Cabbot a la brigada de homicidios, su duelo con Helen Morton está programado desde el vamos.
1:10 pm : Llama Montse cuando estoy sumergido en Lolita para preguntarme si ya me enteré de lo de Günter Grass, y la experiencia me ha enseñado que si alguien me hace una pregunta por el estilo, debo contar con que a continuación me van a dar la noticia de su muerte. Ay.
3:30 : Cita con el dentista, quien todavía no se ha enterado de la muerte de Grass pero, ¡hay que ver qué casualidad!, me devuelve el ejemplar de Anestesia local que le presté hace meses porque la acción se desarrolla al compás del tratamiento odontológico del protagonista.
4:50 : Del dentista al supermercado, a comprarme una pizza con atún, y al regreso a casa abro la estafeta y ya están ahí, esperándome, los emails que me anuncian la segunda muerte del día, la de Galeano.
Toda la tarde y parte de la noche releyendo mi correspondencia con Eduardo y trabajando el texto sobre él que me han pedido desde Nexos, lo entrego vía email una hora antes del cierre. Y a partir de mañana tendré que ponerme a la tarea con el que me han encargado sobre Grass, para el # de junio de la revista en soporte papel. Pero durante todo el tiempo no hago sino pensar en que, a posteriori, fue bien sabia mi decisión de no viajar a Ámsterdam.
Weiß/Colonia, 14.4., Día de la IIª República Española
Como siempre en este día, envío un email colectivo a todos mis amigos españoles, con un ¡Viva la República! y esta bandera…
…y las reacciones van desde las admoniciones históricas sobre la IIª (¡como si la dulce Francia no hubiese necesitado cinco para establecer el régimen!) hasta esta maceta tricolor en la casa de Esperanza, que ella –poeta como es– llama “Mis pensamientos republicanos”:
Todo el día releyendo Lolita e incubando el texto de la conferencia, que avanza despacito, todavía no le he agarrado el tranquillo. La única interrupción fue para almorzar con Carlitos en La Modicana, donde mis primeras palabras a Mehrnoosh [pron.: Meernúsch], la camarera persa, fueron tajantes: «¡Nada de experimentos! Espaguetis con marisco».
Weiß/Colonia, 15.4.
A las 2 pm donde la pedicura, con la que toda la ½ hora, que esta vez casi fueron ¾, se nos fue platicando acerca de Grass y Galeano, a quien el diario le había dedicado un tercio de página en la sección cultural, y ella supuso, acertadamente, que yo tenía que conocerlo. Lo que no podía imaginar es lo estrecho de la relación que nos unía.
Avanzo poco o nada en el texto de mi conferencia del 7.5. en el Cervantes de Hamburgo, estoy con Ladehemmung, como dicen los alemanes: encasquillado. Por culpa de la relectura de Lolita y porque todavía no le veo la punta al rompecabezas que debo armar. Además no puedo descuidar otras obligaciones contraídas, y yendo a la busca de material para un nuevo texto en El Trujamán recuerdo un caso clamoroso de traducción disparatada. Está en El hombre sin atributos, de Musil, al comienzo del tercer párrafo del capítulo 16, donde dice: «Algo inamovible. Un semáforo. Una ilusión». Recuerdo asimismo que cuando vi la primera vez El hombre sin atributos en castellano me dio muchísima pena el traductor. Ojeé un poco aquí y allá y de repente mis ojos se quedaron prendidos de la palabra «semáforo», que yo estaba seguro de que no podía ser que estuviese allí. No sé si habrá habido mucha o poca gente que haya llegado a leer el libro entero en español (yo lo empecé en alemán, y renuncié a seguir antes de la página 50), pero a quienes cumplieron hazaña semejante, ¿no les sonó rara esa frase con un semáforo? En el original, que traduzco, dice: «Algo imponderable [nada de «inamovible»]. Un presagio [o bien Un presentimiento]. Una ilusión». Cómo es que un presagio, un presentimiento, se convierte en un semáforo, es uno de los enigmas más indescifrables de la historia de la trujamanería.
Weiß/Colonia, 16.4.
Me invitó Montserrat a almorzar con ellos a la 1:45 pm, cuando ya Paul y Oskar están de vuelta de la escuela. A Paul me lo encontré en el bus y fuimos platicando todo el tiempo, en especial acerca de su viaje proyectado para este verano, primero diez días en la Côte d’Aur donde un par de amigos franceses, y luego en avión a Italia, con dos amigos alemanes, y con el InterRail viajar a Grecia, Macedonia, Kosovo, Montenegro, Serbia, Bosnia, Croacia, Eslovenia, la República Checa, Hungría y Polonia, regresando a casa desde Varsovia. En la casa ya, el almuerzo era con cevapcici, pero de carnicería, no de conservas, con arroz y una salsa blanca riquísima. Después los dos mayores desaparecieron, sólo quedó con nosotros Henri, que no nos daba ni cinco de bolilla, metido en su mundo. Con Montse, tomando café de sobremesa, larga charla acerca de Grass y de Galeano, a quien recuerda como aquel que le pintó el poster gigante a Rebeca el día de su noveno cumpleaños.
En el canal NDR pasan un documental de mare tv sobre los acantilados en la costa occidental de Irlanda y las islas de Arán. En la más pequeña de ellas, Inisheer, Inis Oithir en gaélico, vive un campesino que se llama nada menos que Stephan Joyce.
Weiß/Colonia, 17.4.
0:30 am : Acaban de pasar una peli que he visto anunciada al menos dos veces cada mes en la revista con la programación quincenal de la tele, pero el título era tan anodino, C’est la vie, que no me tentó verla en ningún momento. Esta noche, a falta de nada mejor, miré su reseña y me di cuenta de dos cosas; a) que el título C’est la vie se lo encasquetaron unos alemanes anodinos, y b) que el título original es una belleza: Le premier jour du reste de ta vie, y que además uno de los cinco protagonistas de este día primero del resto de tu vida es un actor que me gusta mucho, Jacques Gamblin. Me encantó la peli, ya no me la vuelvo a perder las próximas veces.
En principio había acordado con Carlitos ir este mediodía a comer una sopa de pescado en el Nordsee de la Apostelnstrasse, pero tuve la precaución de llamar antes para preguntar si seguían teniéndola en el menú… y no, la sacaron la semana pasada con la misma estúpida explicación de todos los años, que es un plato para los meses fríos. En vista de lo cual Carlitos se quedó en casa pero yo, que ya estaba hecho a la idea de comer afuera, agarré el bus y me fui a La Modicana, donde se me recibió con alborozo y almorcé unos espárragos trigueros gratinados con jamón de Parma. De lectura, en el bus ida y vuelta, y esperando el condumio, el libro Mi Berlín, en el que mi deuda estherna ha recogido sus crónicas desde esa provincia alemana.
7:55 pm, concluyo la relectura de Lolita a tiempo para sumergirme en una maratón de policiales, Krimis en sesión continua, desde las 8:15 pm a la 1:20 am, tres episodios dobles, uno del DCI Banks, los dos últimos de la segunda temporada de El puente, y los que concluyen la serie danesa Asesinos sin arrepentimiento. Un verdadero festín el que me espera. Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…
Weiß/Colonia, 18.4.
En el diario, hoy, una esquela fúnebre con un verso del más grande, de Jacques Brel: «On prend tous le train, qu’on peut». No sabría explicar por qué, pero me parece algo morboso usar como epitafio un verso de una canción titulada “Le moribund”.
Después de la siesta avancé muy rápido, de manera inesperada, en el manuscrito del texto de la conferencia. El domingo pasado, después de marcharse Diny y haberme desayunado y aseado, reduje a 67.383 los 93.410 espacios que cargaba en el archivo. Esta tarde he reducido la cifra de 67.383 a 56.123, de los que 22.860 están ya prácticamente limpios de polvo y paja. La cuestión que se plantea ahora es cómo reducir a 13.140 (para tener los 36.000 espacios que requieren 40’ de conferencia) los 33.263 que lastran la cifra total. Y eso sin contar los dos descubrimientos cervantinos que he hecho en Lolita y que no me gustaría desaprovechar. Pero lo esencial es que ya parece como si me hubiera desencasquillado. Laus Deo!
Miro por la ventana de la cocina, a las 7 pm. Es un atardecer glorioso aunque lo percibo sólo de manera refractada, por la luz que cae sobre el cerezo ornamental japonés en el centro del cuadro. La franja de cielo azul celeste desvaído, las tejas rojo ladrillo de la gran casa al fondo, los grises húmedos del tejado de uralita de nuestros vecinos al otro lado del seto, el verde lijado del gran pinabeto tras el cerezo, el verde sin lijar del pinabeto mocho delante de nuestra ventana, y ahí, como centro de gravedad del conjunto, ese cerezo divino y que se merece el Uuugg más Uuugg de Pérez Prado. Adelante don Dámaso, dele con fe.
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