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Mientras tantoDe mi diario : Semana 17 / 2018

De mi diario : Semana 17 / 2018


 

Weiß/Colonia, 22.4.

En mi Doble Envío de esta semana, la frase del domingo ha sido una del poeta latino Persio (34-62 d.C.): «Es hermoso ser señalado con el dedo y oír decir “Es él”». Y ya son varios los lectores que me han escrito diciéndome que no siempre. Claro que no. Pero si Persio hubiese querido decir lo contrario de lo que dijo, habría escrito “feo” en vez de “hermoso”.

 

Mientras me ducho noto que el cuarto de baño se oscurece. Cuando termino y cierro la ducha, al ruido del agua cayendo en la tina le sucede una seguidilla de truenos que se cuela por el triángulo invertido del ventanal rebatido. Tormenta de primavera en el Rhin. Ahora sólo falta la lluvia “suave, mansa y cálida” de la que hablaba Rilke. [Llegaría hora y media después].

 

Bajé al garaje para traer agua mineral a casa y llegó el auto de Mohamed, maniobrando hasta quedar de frente a la puerta de su garaje, al lado del nuestro. Antes de que pueda decirle que no baje, que me dé las llaves y yo le abro el garaje, baja del asiento del copiloto con las llaves en la mano la que debe ser su pareja (ya Diny me dijo hace un par de días que creía que Mohamed tenía novia); es una chica blanca, chaparra y entrada en carnes, con unos generosos perímetros pectoral y ventral. Me hace recordar el título de la novela de Mo Yan, Grandes pechos, amplias caderas, que debería releer antes de mudarme al valle de Josafat. Aunque, ahora que lo pienso, a este paso no me moriría nunca. Menos mal que la Parca es enemiga acérrima de la relectura.

 

Termino de leer el quinto episodio de la saga de Gereon Rath. Y de nuevo el problema de cómo traducir ciertas expresiones. En la pg. 123 GR hace de manera intempestiva un descubrimiento que afecta a uno de sus mejores colegas, e incluso amigo: «Gräf war ein Hundertfünfundsiebziger [literalmente “Gräf era un 175”]». Cuando llegué a Alemania y empecé a aprender esta lengua, todavía se empleaba esa expresión de la que estoy seguro que mis nietos no tienen ni idea. “Ser un 175” significaba, lisa y llanamente, que eras homosexual, y la etimología se remitía al § 175 del Código Penal alemán, que en 1963 seguía tipificando la homosexualidad como delito. Hasta había gente que se las daba de muy fina y recusaba el empleo de un término tan drástico, decían de un gay que era “un 17 de mayo”, como si la referencia al almanaque fuese un eufemismo elegante.

 

Weiß/Colonia, 23.4.

Donde la dermatóloga a las 12:30 pm, para la que, según ella, es la penúltima sesión de control. Cuando llego a la consulta sale Suzana, pero va tan ensimismada que no la quiero perturbar. Luego, mientras aguardo en la sala de espera llega Victoria, la otra pedicura, que me saluda sonriente y entra a preguntarme cómo estoy, hasta me trae un par de caramelos, adorable persona. Después de la sesión de control y como tengo cita a las 3:30 en el centro de fisiología, me quedo, pues, en Rodenkirchen e intento tomar un tentempié en la Boulangerie/Patisserie, nuestro local francés en la Maternusplatz, pero no hay una sola mesa libre, se conoce que es el lugar predilecto en la pausa laboral del mediodía para la gente que trabaja en los alrededores. Acudo a la panadería/pastelería de la parada del bus, donde tienen buen pan, buenos embutidos y buen café, amén de que el servicio es bien majo. Después, y antes de ponerme en manos de los torquemadas de la fisioterapia, ½ hora sentado en un banco de la plaza, intentando hacer la composición de lugar de que soy alemán y por eso entiendo qué placer le sacan a tostarse al sol. Ni modo. Jamás lo entenderé. Odio al sol. Además, la heliolatría de los alemanes me parece una buena prueba de que la Creación es una chapuza. ¿Qué trabajo le costaba a un Dios dizque todopoderoso hacer que los alemanes nacieran en Andalucía, en Sicilia, en el Egeo? ¿ah?

 

Al regresar a casa y entrar en nuestra calle, creo que por primera vez en los 42 años largos que llevamos viviendo acá me doy cuenta de la belleza del magnolio verde a la entrada del acceso a los 11a y 11b del Pflasterhofweg. He cantado muchas veces la belleza de su floración, estallido de una luz blanquirrosa que embelesa. Pero ahora, ya sin un solo pétalo de flor, su arquitectura, su vestido de todos los días, bajo este sol de primavera, son otro regalo para la vista.

 

En la duermevela de la siesta, a eso de las 5:30 am, estoy en Huelva y llego de pronto a la Plaza Niña y me doy de manos a boca con que el bar de Joselito ya no existe, han tirado la fachada y el mostrador, que era  de mampostería, han desaparecido las mesas, las sillas, las botellas en la pared tras el mostrador, los bocoyes de vino de Bonares que Joselito heredó del tío Mateo. La sensación, el susto, es tan fuerte que me despierto de golpe y porrazo y ya no puedo seguir en la cama, casi como sonámbulo vengo acá, me siento ante la compu y lo escribo.

 

Weiß/Colonia, 24.4.

0:15 am : Una peli que no conocía, Bad Timing [Contratiempo], con Art Garfunkel y Harvey Keitel, pero, sobre todo, con Teresa Russell, ¡qué pedazo de actriz! Dice mi crítico favorito, Milan Paulovič, que esta peli es una demostración ad pedem litterae de aquella afirmación de Jean–Luc Godard según la cual todo film debe tener un comienzo, un desarrollo y un final, pero no necesariamente en este orden. Peli para volver a ver cuando la pasen, y ojalá sea pronto.

 

En La Modicana, hoy, por primera vez, dos comensales asiáticos (me inclino a pensar que son vietnamitas). Y la signora tiene visita de un amigo italiano. Entonces Carlitos y yo quedamos entre dos fuegos, el bajo continuo de la salmodia oriental y una partitura digna de Leoncavallo como es el dúo entre la signora y su amigo, y donde la orquesta no puede ser más verista, los instrumentos son el utillaje de la cocina contrapunteado por algún suspiro andante con tutti de la máquina de hacer café. Le digo a Carlitos que estarán celebrando el Día Mundial del Ruido. Gracias a los dioses, los espaguetis con bacalao fresco, salmón y gambas nos hacen olvidarlo.

 

Olvidé consignar ayer, de la lectura del quinto episodio de la saga de Gereon Rath, el momento en que invita a Charly a cenar en Horcher. Me divirtió la alusión al hecho de que cuando a la mesa se sentaba una dama, un camarero venía enseguida y le colocaba bajo la mesa, delante de su asiento, un escabel reposapiés. Yo he comido en el Horcher de Madrid, cuando viajé allá en calidad de intérprete de don Christian von Chmielewski durante unas tratativas en materia de coproducciones entre la Deutsche Welle y la SER. CvC era el director general de programas de la DW y el embajador de Alemania lo invitó uno de los días a almorzar en Horcher, junto con un alto cargo de la SER y yo, el intérprete de todos. Y lo que más recuerdo es algo que no se me olvidará y es la llegada del consomé, en una especie de samovar, y la explicación que nos dio el embajador: que ese consomé se conseguía mediante el filtrado del jugo de solomillos, que es una receta que se inventó el viejo Horcher para aliviarle problemas al káiser, quien padecía de disfunciones eréctiles. No qué qué grado de verdad había en ello, si no será una de las tantas leyendas que se atribuyen al Horcher, entre ellas la de que el propio Göring, uno de sus clientes más adictos, propició la salida de Berlín del viejo Horcher con todas sus perolas y sartenes, en un avión de la Lufwaffe que los puso a salvo, en 1943, de la tragedia que ya gravitaba sobre Berlín. Lo cuento aquí tal y como lo viví en aquel momento. Aquella fue uno de mis comidas madrileñas más inolvidables, sobre todo porque al final saqué mi pipa (yo entonces fumaba en cachimba, ¡¡y esa era una Dunhill, le hacía honor a la categoría de Horcher!!) y se me acercó el maître diciéndome muy educadamente y en voz baja que en Horcher no estaba permitido fumar en pipa. Ni siquiera siendo un invitado del señor embajador de Alemania. A cambio me ofreció un buen surtido de los mejores habanos imaginables. Elegí uno para fumármelo en la corrida en las Ventas a la que quería asistir ese domingo. Como así lo hice.

 

Every Day, peli con Helen Hunt. A esta mujer le tengo mucha fe, se cuenta entre las poquìsimas actrices capaces de vivir su personaje con una convicción que descoloca el juicio crítico. ¿Está actuando o es la persona que dice interpretar y a quien le ha prestado su nombre? Es de una rara estirpe, la de Meryl Streep, Annette Bening, Sally Hawkins, muy poquitas más.

 

Weiß/Colonia, 25.4.

Visita del Dr. Ruppert para extraerme sangre, análisis de control, pura rutina. En un momento determinado me dice que se va pronto porque debe solucionarle un problema a su hijo de 30 y pico de años, y yo sólo le conozco los mellizos que tuvo hace poco, recién estarán yendo al Kindergarten. Me explica que su hijo grande es fruto de un primer matrimonio en la juventud, pero no resisto la tentación de preguntarle por su edad. 67 años, me dice. Jamás me lo hubiera imaginado, en verdad en verdad os digo que no aparenta mucho más de 50.

 

Hoy he tenido la última sesión en la fisioterapia, pero fue al santo botón porque regresé en un bus atestado de escolares, que ocupaban prácticamente todos los asientos, tuve que hacer a pie todo el trayecto hasta Weiß, y al bajar debí sentarme en la parada porque estaba agotado. Y como siempre en estos casos, el recuerdo de la punzante ironía de Böll: «Pareciera ocioso alabar las formas sobrentendidas de la cortesía: [] que a un escolar cansado, que viaja estresado de regreso a casa, hay que dejarle disfrutar su asiento en el tranvía, el autobús o el tren, sin molestarlo en su bien ganado descanso, ni verbalmente ni tan siquiera focalizándolo con una mirada pedagógico–moral»

 

Weiß/Colonia, 26.4.

Le escribí a Suzana, contándole que la había visto salir del consultorio de la dermatóloga, pero tan ensimismada que no la quise molestar, y que luego Victoria me vino a saludar en la sala de espera del consultorio, y hasta me trajo un par de caramelos. Y Suzana me escribe para decirme que debo acudir urgentemente al oftalmólogo porque la que salió del consultorio fue Victoria, y ella, Susana, la que me saludó en la sala de espera y me regaló el par de caramelos. Le contesto que no me extraña nada, porque a Victoria sólo la he visto dos veces en mi vida y a ella tan sólo una, y que si bien tengo una memoria poco menos que cibernética en lo que se refiere a libros, pelis y música, en cambio mi memoria fisionómica es una calamidad, y que entre mis amigos suele citarse mi frase de que en realidad a Diny sólo la reconozco porque la veo todos los días. 

 

Weiß/Colonia, 27.4.

2:00 am : Por experiencia sé que hay mucho pelotudo en las emisoras alemanas, pero no tantos como para que recién esta noche hayan programado en el Canal Arte Alguien voló sobre el nido del cuco, ¡nada menos que trece días después de la muerte de Milos Forman! Y lo peor del caso tampoco es eso, sino que ninguna otra emisora programó una peli suya en estas dos semanas, ni siquiera el canal 3sat (Alemania, Austria, Suiza) parece tener en su videoteca algún DVD de Amadeus. Uno de los primeros descubrimientos que hice en Alemania, a poco de llegar, en febrero de 1963, es que los analfabetos alemanes se distinguen de los españoles en que saben leer y escribir. Y por experiencia propia también sé de la cantidad de analfabetos que hay en la radiotelevisión alemana.

 

Jack Nicholson no es una fábrica de muecas cuando trabaja con un director que le dice que se meta esas muecas en el culo. Otro motivo más para venerar a Milos Forman. He dicho.

 

Flaubert es una caja de sorpresas. No siempre divertidas. Desde Roma, el 9.4.1851 le escribe a su amigo Ernest Chevalier: «Quisiera volver allí [al Oriente]. Tengo grandes ganas de viajar a la India, de perderme en las estepas del África, y de ir al Sudán para ver las cacerías de negros y de elefantes». Joder con don Gustavo, que tuviese ganas de ver cacerías de negros no me lo hubiera imaginado nunca. «Sorpresas te da la vida», como sabiamente dice Rubén Blades.

 

Weiß/Colonia, 28.4.

2:30 am : Ayer, de safari por la selva de Twitter descubrí un trino genial de @elgranPerich :

Lo repartí urbi et interneti haciendo la salvedad de que posiblemente sólo lo entenderían los lectores españoles. Y no todos. Y así ha sido. A José María, en su beatus ille de Arboletes, a la orilla del Caribe colombiano, acabo de explicárselo: «Lo de «la pertinaz sequía» era uno de los latiguillos del inferiocre [=Franco] tratando de justificar los racionamientos de agua potable y las malas cosechas en los años del hambre. En cuanto al himno de Riego, tiene que ver con el general Rafael de Riego, que se rebeló contra el despotismo del Borbón de turno (Fernando VII, gran hijueputa), y lo pagó en la horca. El himno en su honor se convirtió en el santo y seña de la libertad alzada en armas contra la dictadura, y ha sido además el único himno con letra que ha tenido España, durante la II.ª República. Es «mi» himno. No puedo oírlo sin echarme a llorar recordando a mi padre y que él me enseñó (sotto voce) la letra muy distinta de la oficial que se cantaba en el bando republicano durante la guerra civil: “Si los frailes y curas supieran / la paliza que les van a dar / saldrían a la calle gritando / ¡Libertad, libertad, libertad! / Y si Riego murió en el cadalso / no murió por cobarde o traidor / que murió, que murió defendiendo,  / defendiendo la Constitución. / ¡Ministro de la Guerra, granadas al cañón, / mueran los enemigos de la Constitución!”» La versión oficial va en este enlace, pero la más bella que conozco está cantada y anunciada en alemán como «La Marsellesa española» por Ernst Busch, que combatió en las Brigadas Internacionales y fue luego una de las luminarias del Berliner Ensemble de Brecht. ¡Puta madre!, qué manera de despedir el día, llorando a lágrima viva. Me las pagarás».


Medio año después de su regreso en Francia, el 16.1.1852, desde su retiro de Croisset, Flaubert le escribe a su amante, Louise Colet: «Si en su momento te hubiese amado como tú lo querías entonces, hoy no te amaría tanto como lo hago. Las ternuras que gota a gota rezuman nuestros corazones, terminan construyendo estalactitas. Eso es mejor que los grandes arroyos desatados que arramblan con todo. Tal es la verdad, y a ella me atengo». ¡Qué distinto del que quería ir al Sudán para ver cacerías de negros! «Y es que la Humanidad es un arcano, / como acertó a decir Juana la Loca», apostillaría Jardiel Poncela.


Nos iban a traer a Henri para dormir esta noche en casa, pero al final no ha podido ser. No diré que me alegro, porque mentiría, pero que Henri no haya venido me permitió  ver el estreno en TV de una producción muy especial sobre la vida de Carlos Marx, el segundo centenario de su nacimiento está al caer. Y la peli la repiten el día 2, en otro canal. Ya la he avisado a Diny, que no se la puede perder. Yo, desde luego, no me la pienso perder. En esta ocasión he estado algo encandilado con la fenomenal recreación de Marx por Mario Adorf, algo que a veces hasta se te mete bajo la piel. Pero en la peli hay más, mucho más, por eso quiero “revisitarla”.


***************THE END***************

 

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