Weiß/Colonia, 27.4.
0:30 am : Acaban de pasar The American, que no conocía, y es de lo mejorcito que recuerdo en pelis sobre asesinos profesionales. George Clooney da una lección de sobriedad y de sinceridad impresionante, y los dizque papeles secundarios demuestran una vez más la razón que le asistía a Stanislawski cuando dijo que no hay tales, sino actores secundarios. Si los actores son buenos, y en este caso lo son todos, aunque ninguno famoso, la secundariedad no existe. Y otro mérito de la peli es la dirección de Anton Corbijn, el gran fotógrafo neerlandés. Algunos de los encuadres lo delatan, enriqueciendo la vivencia del film. Pasaba lo mismo con Kubrik, también fotógrafo.
Desayunando, Diny me ha mostrado, en el diario, una esquela fúnebre con epígrafe de GGM. Las he visto antes con epígrafes de Santa Teresa, Octavio Paz, Ernesto Cardenal, García Lorca, Machado, ¡hasta de Isabel Allende!, pero esta es la primera que encuentro encabezada con unas palabras de GGM. Traduzco in mente: «La vida no es lo que vivimos, sino lo que recordamos, y cómo lo recordamos para contarlo». No me suena. Trato de hacer memoria, y al cabo descubro por qué no me suena. En el original tres de los pronombres relativos son femeninos, y el personal que rige la frase no es “nosotros” sino “uno”. Casi el “uno” del tango de Discépolo.
Después de leer mi diario de la semana pasada, me escribe Félix diciéndome que le hizo gracia lo de las series policiales alemanas ubicadas en escenarios no alemanes, porque, me explica, «a raíz de la muerte/asesinato de mi búho, Ojitos, en las condolencias recibidas por Facebook, una amiga me decía que si no había un detective burkinés que pudiera investigar los hechos. Y se me ocurrió que de tener tiempo podía escribir una pequeña serie de relatos sobre “casitos” policiales en Burkina Faso, una especie de Plinio que resolviera asuntos sencillos dentro de este entorno, mezclando la tradición con citas en alemán (el detective habría estudiado alemán en el Instituto y presumiría todo el tiempo de ello soltando “alemanajos”, en vez de latinajos)».
Le contesto: «La idea no es nada mala, y puedes contar conmigo como asesor en materia de «alemanajos». Pero me has hecho recordar a otro europeo, creo que escocés, Alexander McCall Smith, nacido en Zimbabue, que hace unos años inició una estupenda serie de novelas policiales protagonizada por la inolvidable Precious Ramotswe. La gran Precious, un buen día, decidió abrir la primera agencia de detectives femenina de Botsuana, e inició una carrera meteórica que culminó en una serie para la TV, siendo su promotor en ese medio nadie menos que Anthony Minghella, el director de El paciente inglés. En cuanto a los alemanajos en sí, lo que te adelanto es que los españoles que vinieron a estas tierras, en los sesentas, crearon un alemán sui géneris, fonético, de lo más inventivo y divertido. Por ejemplo, y guiándose por el oído, en vez de «Auf Wiedersehen» (=hasta la vista) ellos dicen «Olvídense». Y como acá es norma tratar de “señor” a los camareros, “Herr Ober!” [que se pronuncia ± “Jer oba”], nuestros compatriotas los llaman diciéndoles, sencillamente, “¡Joroba!” Lo dicho, que cuentes conmigo».
Weiß/Colonia, 28.4.
Non stop de 8:15 pm ayer a 2:00 am, ahora : dos pelis de Claude Sautet (¡y las dos con Daniel Auteuil!) + un nuevo episodio de la sexta temporada de Lewis. Al carajo con la literatura, yo lo único que quiero, hasta que me muera, es seguir viendo buenas pelis y oyendo buena música. Una de las pelis de Sautet, además, combina ambos placeres a la enésima potencia, pocas veces la música, escuchada desde dentro, ha sido tan protagonista de una peli como aquí, en Un cœur en hiver. Nada menos que Ravel, y no precisamente el del “Bolero”, sino el otro, el abisal.
BG, que es alguien a quien quiero mucho, me escribe cómo se alegra de que no aparezcan más en mi diario mis deseos de morirme cuanto antes. Le contesto que son mayores a cada día que pasa, pero que constatarlo acá sería para mis nietos (para quienes sobre todo escribo este diario) tan aburrido como el «Rien» de Luis XVI. ¡Hasta en su noche de bodas! Poverello!
De los tres envíos postales que hice el día 10, el de Madrid llegó el 14, el de Buenos Aires el viernes 25 (Lucio lo ha retirado hoy de la oficina postal y por el email se le nota feliz como pibe con tamangos nuevos), pero el de Berlín, curiosamente, parece haberse perdido.
Por fin le he encontrado un hueco a Antje. La voy a tener en este cuarto, en la pared exterior, al lado de la ventana, superprotegida del sol. Es uno de los mejores trabajos de Uwe Klos, y él es uno de los mejores fotógrafos alemanes actuales. “Antje” apareció en una edición limitada de diez ejemplares numerados y firmados por el autor, exclusiva para los miembros del Círculo de Lectores Gutenberg, del que soy socio desde 1976. Apenas la vi anunciada en el catálogo de ese trimestre, de inmediato me aseguré un ejemplar. El problema es que no sabía dónde colgarlo. Y el problema ahora es que le prometí a UK escribir un texto sobre “Antje” acerca de la transgresión. Teniéndote diariamente a la vista, Antje, espero que me inspires.
Una cena de lujo la que se sacó Diny de la manga. Y sencilla como la tabla de multiplicar del 1: papas (cortadas en rodajas finas) al horno, con romero, cebolla y bacon, y de guarnición uno de esos guacamoles que a ella le salen igualito que si hubiese aprendido a hacerlos en Tenochtitlan. «No sobró ni pa los pobres», como diría mi abuela Remedios, la bella y sabia.
Weiß/Colonia, 29.4.
1:01 am : Un método peligroso, que en alemán, curiosamente, se titula Un oscuro deseo, no sé si como velado homenaje a Buñuel, pero sería al pedo porque esta es una peli seria, no otra más de las payasadas pequeñoburguesas del aragonés. No pude ver esta peli en su día, quise hacerlo al estrenarse, pero duró muy poco en cartelera, y bueno, los inconvenientes de siempre (la distancia al centro, los horarios de los cines, la propia vejez…) Me ha parecido espléndida y voy a comprar el DVD para estudiarla más a fondo, creo que lo merece. Pero lo más relevante de haberla visto es que todo el tiempo estuve pensando en Ernesto, en mi buen Ernesto, que tanto sabía de Jung y no pocas veces intentó explicármelo, hacérmelo accesible, sin querer aceptar nunca que soy un asno en todo lo que significa elucubración mental. A Ernesto le gustaba lo que yo escribía, y a pesar de su mente poderosa no logró extrapolar que mi facilidad en la expresión escrita no corría pareja con mi desarrollo mental, al que le está negado el pensamiento trascendente, y fue por eso que siempre me trató como adulto y en pie de igualdad con él. Creo que supe agradecérselo en vida de la mejor manera que pude, tratando de ser un buen discípulo suyo pese a ser consciente de que eran trabajos de amor perdidos. Aunque no tanto, porque siguieron fluyendo, como el Guadiana, subterráneos, y afloraron en el afecto a su hija y a su nieta, que se siente ahijada mía.
Al regresar del almuerzo canónico de los martes, en La Modicana, me encuentro un email que me escribe Bárbara, donde me dice que Keira Knightley sobreactúa en Un método peligroso y que la peli es relativamente buena por Fasbender. Le contesto que «KK no es precisamente santa de mi devoción, pero en esta peli no me parece que sobreactúe. Sí me parece, y no me lo tomes a chiste, que conoces muy pocas rusas y muy pocas judías, y no digamos ya judías rusas. Si además, como en este caso, se trata de una histérica, la Keira les ha levantado un monumento. Sea como fuere, y aunque ella y Fasbender están muy bien, creo que la gran actuación, el gran papel, es el de Viggo Mortensen como Freud. La dupla Viggo/Cronenberg es imbatible, no sé si llegaste a ver Eastern Promises, ahí consiguieron su mejor trabajo en común, pero ya aquí es formidable». Curioso cómo pueden ver la peli de forma tan distintas dos distintas generaciones. O bien dos distintas experiencias de la vida y la predecibilidad de los seres humanos.
Buenísimo el primer episodio de “La Loi selon Bartoli”, una nueva serie policial franco–belga. Pero al parecer, y a pesar del enorme éxito de público en Francia, la serie se quedará en sólo una temporada de nada más que tres episodios. ¿En base a qué descriterios se producen las series en Francia? ¡La recontrarremilp… respectueuse que los recontrarremiljeanpaulsartriparió!
Weiß/Colonia, 30.4.
En la duermevela antes de levantarme, una reflexión inesperada : No recuerdo ni un solo amigo latinoamericano –y prácticamente todos ellos son de izquierdas– sin al menos una sirvienta. Y la de que, finalmente, tendré que descartar de mi vida de relación el gastarle bromas a la gente, siempre parto de la base de que todos comparten mi mismo sentido del humor, y no es así. Ay.
El Atleti le escupió el asado al morito (=Mourinho, en portugués). Ahora, y en Lisboa, pa más inri, le toca mear el terreno de su cristiano, ese actor que se ha perdido la serie B de Hollywood. ¡¡¡Aúpa, Atleti!!!!, acabo de escribirle al Chus, y que no me conformo con menos de un 1:0.
Weiß/Colonia, 1.5.
En el # de mayo de Nexos le han dedicado un dossier grandote a GGM, y han incluido en él un resumen de los prólogos que escribí para los tres volúmenes sucesivos donde Pepe Moral y yo, juntos, hasta que él murió (1984), y luego yo solo, antologamos para la editorial alemana de GGM las casi tres mil páginas de sus textos periodísticos rescatadas del espeso polvo de las hemerotecas por Jacques Gilard. El repaso de ese proceso me lleva a un par de conclusiones: a) ¡cuánto mejor hubiera sido para la buena reputación de GGM como gran periodista, que en castellano sólo se hubiesen publicado nuestras antologías!; b) ¡qué trabajo de la rehostia nos metimos Pepe y yo entre pecho y espalda, sólo comparable al de ese santo laico que es Jacques Gilard!; y c) chapeau ante la tarea que llevó a cabo Kathya contrarreloj a fin de poder incluir mis textos resumidos en el dossier: yo mismo creo que no hubiera podido hacer un resumen mejor, y ese es el criterio decisivo en este caso. Kathya: Cheers!
[Luego, al regresar a casa tras el almuerzo, encuentro en la estafeta un email de Maruja donde me felicita por ese artículo, y le respondo: «Gracias por leerme, Maruja, y no creo que mi trabajo sea tan extraordinario… a no ser por una razón que nada tiene que ver con la eventual calidad del mismo: y es que creo que Gilard, los tipógrafos de aquella edición, y yo, somos los únicos seres humanos (no meto en la cuenta a los posibles extraterrestres) que hemos leído completos los cuatro tomos. ¡¡Tantos masoquistas no existen!!… ¡¡¡ni siquiera entre los gabólatras!!!»]
Fuimos Diny y yo al centro para comprar con una buena antelación las entradas para la primera función de circo que verá Henri en vivo, y no en dibujos animados, el sábado 17. Después quise sorprender a Diny invitándola a almorzar en el bistró de La Poêle d’Or, pero al llegar allá nos encontramos con que estaba cerrado (merde!) y descubrimos que andábamos hambrientos; así es que nos metimos en Sansone, el italiano de al lado, frente a cuya terraza cubierta podría vernos comer, desde junto al Museo Municipal, la loba amamantando a Rómulo y Remo. ¡Qué romana es Colonia, carajo! Para nuestra gran suerte resultó que el camarero que nos atendió era canario, de Fuerteventura, de manera que el almuerzo se convirtió en una plática intermitente sobre vinos y ciudades españolas, amén de que su recomendación a Diny sobre lo que debía comer se reveló como una diana perfecta. Yo, que había llegado hasta allí conducido por el deseo de degustar la bullabesa de La Poêle d’Or, congruentemente pedí la sopa de pescado. Una hora y ½ más tarde, de camino al Metro tras larga sobremesa, me dije que es un lugar para volver, pero casi más para conversar con el camarero que para comer.
Al enterarme de la muerte de Bob Hoskins le escribo a Rolando: «Qué cara la suya, ¿no? Fue J. Edgar Hoover, Laurenti Beria y Nikita Krushev. También podría haber sido Trujillo. ¡Y hasta Franco! Pero curiosamente también fue Churchill. A eso se llama ser un gran actor».
Weiß/Colonia, 2.5.
Diny a Holanda para la boda de Sabrina, su ahijada. Llamo a Nono, en Torrenueva / Granada, para agradecerle el regalo de La dádiva, de Nabokov, que me hizo enviar por correo. Llamo a Violeta, en Alcorcón, para saludarla en su llegada a España y para conocer su voz, hasta ahora sólo nos habíamos intercambiado emails. Llamo a la consulta del Dr. Renner, para conocer los resultados del análisis de la muestra de saburra lingual que me tomaron el viernes pasado, por si acaso se debía a un hongo: resultado negativo. Pero el día sigue gris, pienso que por joderme.
Weiß/Colonia, 3.5.
Voy a la oficina postal, a depositar un envío para Anache, en L.A., y en el bus de regreso me encuentro con Diny, de vuelta de su viaje a la boda de Sabrina, ayer, en ‘s Heerenberg. Viene muy contenta y además admirada de que los gastos de la boda (que no son pocos, sobre todo teniendo en cuenta que eran más de cincuenta invitados) los pagaron de su bolsillo los amigos de Sabrina y Roy. Al parecer todos ellos querían que se casaran, y la propia pareja también, pero como Roy anda en el paro y Sabrina es pura ama de casa, no podían correr con los gastos. Estos sí que son amigos, piensa uno.
Memoria por correspondencia, de Emma Reyes, es un libro de esos que te atrapan en la primera página y no lo sueltas hasta que no lo terminas. Lo empecé en el bus cuando fui a Rodenkirchen a la oficina postal, seguí leyendo mientras esperaba al bus de regreso a casa, en ese bus no pude seguir la lectura porque me encontré con Diny, en casa continué embebido en él hasta y durante el almuerzo, y después de la siesta. Y acabo de darle fin. Es una gozada. Ya sé el regalo que le voy a mandar a Arcángeles, con Laetitia, cuando mi sub nos visite en junio. A Arcángeles creo que le gustará incluso más que a mí, ella es una maestra de la escritura memorialista y en Emma Reyes reconocerá un espíritu gemelo y una naturalidad desarmante. Hay una diferencia entre las dos. Cuando Arcángeles saca a relucir sus recuerdos, en su columna o en su blog (por ejemplo en esa espléndida estampa de su tía Catita), sabe que será leída por miles de personas, lo que no actúa como freno a su espontaneidad pero, escritora de raza como es, la lleva a destapar el frasco de perfume de su prosa. Emma Reyes escribe para una sola persona (Germán Arciniegas), son unas cartas muy personales y no destinadas a la publicación, tanto que se enojó feo con su corresponsal cuando supo que se las había mostrado a García Márquez. Ambas maneras me gustan, en ocasiones incluso me arrebatan, como en este libro o en el episodio de la tía Catita.
Detecto un tuit muy divertido de @SBlueNotes, y lo traduzco ipso fuckto: «La heladera llena a tope con frutas y legumbres. Chévere. Me encanta ver comida sana antes de encargar la pizza».
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