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De mi Diario / Semana 18 / 2016

 

Weiß/Colonia, 24.4.

Quizá sea el mejor tuit que se me ha ocurrido desde que a Jesuscristo le robaron la bufanda del Recre, se lo regalé a mi hermanita losangelina y lo subió a su cuenta con un exabrupto feliz:

 

Para que tenga un domingo libre de la cocina, invito a Diny a almorzar en La Modicana. Y cada vez me gustan más los espaguetis à la pobre, con sólo mantequilla y parmesano. ¡Qué plato tan sencillo y qué delicia para el paladar!  Ni en las bodas de Camacho ni el festín de Baltasar.


Desde Montevideo me escribe Clodia que hace mucho que tiene el enlace con mi diario en su lista de Favoritos: «En general cuando recibo tu envío ya hace un rato que lo lei en Fronterad.  El lector que hace ese mínimo esfuerzo vale más que el que sólo abre el correo y no busca. Tal vez ganes más de lo que pierdes. Pensátelo así». Le contesto ipso fuckto: «Lectores como vos son las proverbiales agujas en un pajar. Pero por lo que he podido ir comprobando a lo largo del tiempo, mi alfiletero está bastante poblado, los dioses te (les) bendigan».


Weiß/Colonia, 25.4.

0:10 am : Broadchurch termina su segunda temporada en un crescendo que hará imposible que la tercera alcance la calidad de las precedentes. La cuerda se rompe cuanto más se la estira, ya lo dejé dicho en este diario hace meses, lo mismo pasó con la serie sueco–danesa El puente.

 

Escribí mi columna para este viernes en El Espectador y estuve a punto de meter la pata hasta donde el vientre pierde su honesto nombre. No me fijé bien en la fecha de la ley de la pureza de la cerveza alemana y dije que se promulgó el mismo día de la muerte de Cervantes. Pero al rato calculé que no podía ser, y en efecto, sí es del mismo día de esa muerte ¡pero un siglo antes! A mi edad, toda precaución es poca, menos mal que me sigo manejando con el sistema del The New Yorker y no dejo dato sin chequear dos veces antes de mandar el texto a la redacción.

 

A propósito de mi diario, el buen Pepe Baena me comenta desde Punta Umbría: «Tu diario me interesa mucho, hace que mire el mundo con ojos prestados y me hace bien la sorpresa». No me paré nunca a pensar en eso, que quien leyese mis líneas mirase el mundo con mis ojos, y en mi caso concreto no sé si me haría bien la sorpresa, pero sea.

 

Diny ha cocinado hoy para la cena una sopa de espárragos con albóndigas de carne picada como para resucitar muertos. Voy a echar de menos sus caldos en el infierno, a no ser que san Pedro, tras probarlos, se apiade de mí y le permita mandarme una fiambrera al menos una vez al mes.

 

Weiß/Colonia, 26.4.

1:30 am : Veo el episodio de Silent Witness con la muerte de Leo en Afganistán. Esta serie sí ha sabido ir graduando el crescendo desde la primera temporada y ya van por la 16, 17, 18, no sé, pero igual me ha impactado la muerte de Leo. Estoy súper curioso pensando en cuál será la constelación personal en la temporada siguiente.

 

Hoy aparece Rebeca en el diario, veo la foto en la sección local (mejor dicho, en la barrial, que sale los martes y jueves). Está con dos de sus compañeros en una asociación honoris causa que fundaron para hacer un oasis de la Theophanoplatz, con su estatua del niño cabalgando un pez en esa plaza que es una de las muy pocas que merecen el nombre de “plaza” en la nomenclatura municipal. Es curioso, y alguien me lo hizo observar hace tiempo: esta ciudad, una de las sólo cuatro millonarias en Alemania, carece de plazas, plazas que puedan llamarse tales, al estilo de las que conocemos en nuestras ciudades latinas, pero también, por ejemplo, en Ámsterdam, en Bruselas, en Londres, ¡hasta en la provincia, quiero decir en Berlín! Sea como fuere, a Rebeca se la ve muy bien en la foto, voy a tratar de conseguir una copia.

 

En La Modicana, con Carlitos, insisto en mis espaguetis à la pobre. Y él también. Creo que nos vamos a convertir en adictos a esta droga.

 

Me escribe Javier desde Alcalá de Bañares: «En oportuna coincidencia con tu artículo «El secuestro del idioma«, con reflexiones sobre lo politicamente correcto, estuve ayer en un acto con el último Premio Cervantes en la Universidad de Alcalá. Se presentaba una reedición de Viaje alrededor de El Quijote, por la Universidad y el Fondo de Cultura Económica (se había publicado en México en 2004). No he tenido tiempo de abrir el libro, pero en la presentación, todos, y el propio autor, destacaron la osadía de discutir, e incluso contradecir, sin cortarse un pelo, a intocables iconos de las letras y del pensamiento: Ortega, Dostoievski, Rubén, Borges, Navokov No conocía nada del nuevo Cervantes, pero mi primera impresión es que, en plan tocapelotas, no se rinde a lo políticamente correcto. Ilústrame, sapientísimo Kalikatres». Le contesto: «Fernando es un gran tipo. Él trabajó muchos años en la BBC haciendo el mismo trabajo que yo en la Deutsche Welle y nos conocemos y nos tratamos desde entonces. Y es un gran contador de chistes. En octubre 1986, hubo un congreso de escritores hispanoamericanos en Bonn, y el organizador, el profesor Gutiérrez Girardot, nos llevó a escritores y periodistas a dar un paseo en barco por el Rhin, y yo, que ya me sabía el Rhin de memoria, me quedé abajo en el bar del barco, contando chistes con Fernando en una reunión que poco a poco se fue agrandando, atraido el resto del pasaje por las carcajadas continuas que salían de nuestro rincón. El mejor de los que él contó, lo recuerdo vivamente, es el del novio que va a ver a la novia a la casa de ella. Son gente de la buena sociedad, y él, al llegar a la casona, siente unos compases de piano que vienen del salón y le dice a la fámula que no le anuncie a ella su visita, que conoce bien la casa y va a entrar por la otra puerta del salón, para sorprenderla tapándole los ojos y preguntándole «¿Quién soy?»  La fámula se retira y el novio abre suavemente la otra puerta del salón, se acerca de puntillas, y entonces la novia, de espaldas a él, delicadamente levanta la nalga derecha del taburete desde donde está tocando el piano y suelta un pedo de  campeonato. El novio traga saliva, retrocede de puntillas, cierra la puerta sin hacer ruido, da la vuelta y entra por la puerta principal del salón después de llamar con los nudillos. La novia le mira radiante y sin dejar de tocar le pregunta si ha estado escuchándola tocar el concierto. Y él: “No todo, mi amor, pero sí un buen pedazo”. Fernando lo contó con una gracia especial realzada por su acento mexicano. Y sí, tu impresión es exacta. Fernando no se anda con contemplaciones».

 

Weiß/Colonia, 27.4.

En lo del dentista, comienza el tratamiento de puesta al día del maxilar inferior. Casi tres horas en el potro del tormento. Reflexiono, estoico que es uno, que acudir al consultorio del dentista es una de las pocas pruebas que Yavé no le hizo pasar al santo Job. En el fondo, lo quería.

 

Le mando a Diego, en el Cervantes de Fráncfort, una vieja foto que acabo de escanear


 

y le comento: «Esta es la foto de que les hablé, de cuando Diny y yo nos encontramos con GGM en su café de París, el Select. ¿Entiendes ahora por qué al fotógrafo no se le despintó la cara de Diny? Mayor incredulidad por cm² no cabe en toda la ecúmene, es evidente que no se cree una sola palabra de lo que está diciendo GGM».

 

Weiß/Colonia, 28.4.

1:00 am: Pasaron un episodio de la saga del comisario Beck, de la segunda temporada, y que desconocía. Me apasionó. Como me volvió a apasionar el de la primera de Wallander donde Johanna Sällström (vale decir, Linda) se enfrenta igual que en un shot down del Far West con un antiguo novio, entretanto atracador de bancos.

 

El diario le dedica un amplio espacio a la desclasificación, en el ministerio federal de Asuntos Exteriores, de documentos relacionados con el cáncer social llamado Colonia Dignidad y que demuestran de manera fehaciente que la embajada de Bonn en Santiago hizo oídos sordos a las acusaciones, fundadas acusaciones, de cuáles eran las verdaderas actividades que tenían lugar en aquel círculo del Infierno. Lo más interesante es que el ministro Steinmeier haya decidido que este caso sea materia lectiva en la escuela donde se forman los futuros diplomáticos, para que sepan cómo no deben comportarse. Pienso que los gringos darían un ejemplo admirable si se animaran a desclasificar el papel desempeñado por el vomitivo Kissinger en el pinochetazo y lo pusieran como materia lectiva acerca de cómo no deberían actuar.

 

También leo en el diario que el abogado belga Sven Mary, defensor de Salah Abdeslam, uno de los terroristas responsables de los criminales atentados de París, ha declarado a Libération que su mandante «es un pequeño idiota por completo, [] que posee la inteligencia de un cenicero vacío, y es de una vacuidad abisal. [] Es un perfecto ejemplo de la generación GTA (Grand Theft Auto), que cree vivir en un videojuego»; a lo cual además añade que le confesó que sus conocimientos del Corán los adquirió en internet: «Para espíritus simples es perfecto, internet es lo máximo que entienden». Se me ocurre que maître Mary le ha robado el show al fiscal, a no ser que estas declaraciones formen parte de una arriesgada estrategia defensiva: «Este tipo es tan idiota que hay que perdonarle porque no sabe lo que hace». En cualquier caso, pienso, si yo fuera el tal Abdeslam, me lo pensaría dos veces antes de dejar mi defensa en sus manos.

 

Shakespeare tiene copada la programación cultural en varios canales de la tele, cosa lógica si se toma en cuenta que es el dramaturgo más representado en los teatros alemanes y que estamos a punto de conmemorar, el 3 de mayo, en el calendario gregoriano, el 4.º centenario de su muerte. Ya he visto, el lunes, la deslumbrante Ran, de Kurosawa, y esta noche me toca ver el Otelo de Orson Welles. Lo que me amarga un poco es que el 4.º centenario de la muerte de Cervantes no ha sido tomado en cuenta sino por la radio. ¿No hubiera sido esta la oportunidad para que un canal como Arte pasara la serie de RTVE con Fernando Rey en el papel de Don Quijote?

 

Weiß/Colonia, 29.4.

Raúl me escribe desde Ámsterdam para contarme que ya le llegó el libro de Javier sobre su viejo compinche Ulises Carrión, y me pide que se lo agradezca porque no tiene su dirección. Me río al leer su email y le contesto: «Sumercé querida (como decimos en Boyacá) se morirá irremisiblemente cachaco. Me recuerdas a mi suegro, con quien nos tuteábamos, claro está, pero cuando nos fuimos a vivir a Buenos Aires, y nos escribía cartas, siempre nos trataba de usted. A lo mejor ha sido algún neerlandés quien les heredó esa ambigüedad en el trato».

 

Toda la mañana dedicada a pulir mi artículo sobre el primer libro póstumo de Grass, escrito ayer con la impagable colaboración del propio don Günter. Me he tomado la molestia de contar cuántos de los 11.420 espacios de mi artículo son texto de Grass y el cómputo me dice que son nada menos que 4.713, o sea que don Günter me colaboró con ⅓ del total. Después de la siesta una última lectura y se lo envío a mi Katyushka querida. Hasta con ilustraciones, por ejemplo una en que se ve a Grass fumando en pipa delante de su espléndido grabado protagonizado por la máquina de escribir de Heinrich Böll, y otra donde estamos Miguel Sáenz y yo con él en la terraza del Euroforum, en El Escorial, agosto de 1994, cuando Miguel y yo dirigimos allá un curso dedicado a él, en presencia suya, unas jornadas de todo punto inolvidables:


 

Por fin, a última hora de la tarde (acá) suben en Bogotá mi columna a la página web de EE, que ya sabía, por Andrés, que sí había sido publicada en la edición en soporte papel. No sé si será por eso, pero hay tan sólo un comentario en el foro, de mi impenitente lector Sebastián Felipe; se diría que los forópatas hacen sus safaris repartiendo basura a las primeras horas matutinas y luego se alejan a seguir regurgitando carroña en otras latitudes. 

 

Weiß/Colonia, 30.4.

0:15 am : ¡Qué gran peli es Madigan! [en España la titularon Brigada homicida, que es como si a Hamlet la titulasen Operación regicida, se necesita ser cretinos, carajo]. ¡Y qué actorazos los dos, Richard Widmark y Henry Fonda!

 

Mientras leo el diario desayunando suena el teléfono y lo atiendo identificándome como aquí es habitual. Silencio. Pregunto: «¿Aló?» Y entonces oigo la voz de Henri diciendo: «¿Abuela?» Evidentemente su interlocutor preferido no soy yo. Le paso el teléfono a Diny. Y es que hoy lo íbamos a tener en casa, pero resulta que le han regalado unos guantes de portero de fútbol y de repente ha decidido que no quiere venir acá sino jugar a ser arquero en el jardín de su casa. Mi gozo en un pozo, como decía la abuela Remedios. Si los niños supieran el dolor que nos causan sin querer, sobre todo cuando nos queda tan poco tiempo para seguir gozando de su compañía… Pero claro, son niños, y no lo saben, y son como la inocencia, de la que Graham Greene decía que se comportaba como un leproso que salía a la calle sin hacerse anunciar con sus tablillas.

 

**********FIN**********

 

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