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Mientras tantoDe mi diario : Semana 19 / 2017

De mi diario : Semana 19 / 2017


 

Weiß/Colonia, 7.5.

1:20 am : The Salvation, un western danés. Y me digo yo que si a los de Sergio Leone, por ser italiano, los llamaron spaghetti western, ¿cómo llamar a los daneses: smørrebrød western? Sea como fuere, es un film excelentísimo, me prometo volverlo a ver, también por la connivencia en el reparto de los actores que uno identifica con Allan Fischer (Unit One), Gunvald Larsson (Kommisar Beck) y Jimmy Perez (The Shetland Murder Mysteries). Amén de la bellísima Eva Green, en un papel mudo donde no puede ser más elocuente.

 

Desayunando leo en la revista quincenal TV Movie que George Clooney abandonó las orillas del lago de Como por las del Támesis, compró e hizo renovar una mansión georgiana en una isla en medio del curso del río, en un lugar llamado Sonning. De inmediato pienso en la novela de Jerome Klapka Jerome, Tres hombres en una barca (sin contar un perro), cuyo título suele citarse amputado de su segunda parte. Es uno de los libros más divertidos que se hayan escrito en cualquier idioma, y yo lo venero como un tesoro, tengo la que debe ser una de sus primeras ediciones en castellano, de 1944. Y dicho y hecho, lo saco de donde lo tengo a buen recaudo y como cada capítulo va precedido de un resumen, pronto encuentro Sonning, en el capítulo XIV. Y leo con envidia lo que sigue: «En Sonning desembarcamos para dar un paseo alrededor del pueblo, que es el más hermoso y más lleno de mágica belleza de todos los contornos. Parece más una decoración teatral que un conjunto de ladrillos y arcilla; todas las casas desaparecen bajo grandes rosales trepadores. [] Si alguna vez se dirigen a esta población, hospédense en la posada The Bull, situada detrás de la iglesia. Es la verdadera hostería campestre, con su verde patio cuadrado, donde sentados bajo los frondosos árboles, los ancianos del pueblo se reúnen cada noche para beber cerveza y platicar sobre política local; las habitaciones son bajitas, las ventanas tienen celosías, las escaleras son sencillamente tortuosas y hay una serie de pasillos y corredores dignos de un laberinto». Regreso luego al reportaje de TV Movie, muy bien ilustrado, y me entero de que el periodista encontró a Clooney bebiendo una pinta de London Pride en The Bull Inn. Cheers! Y me lanzo a la enésima relectura completa del libro.

 

Interrumpí la relectura del Jerome para releer Guillermo Tell para la escuela, de Max Frisch, que Diny le llevará el martes a Chico. No me ha supuesto sino dos horas de gratísima lectura, gozando el alemán de MF, que es como una buena fondue con dos clases de queso y un Pinot Blanc, amén de una generosa copa de kirsch Schladerer. Recuerdo aquí que Felipe no bebía sino en las comidas, pero todas las Navidades compraba una botella de ese kirsch, que iba derechita al frigo de la nevera y le duraba un año. Las costumbres son nuestra segunda piel.

 

Se me cumplió la esperanza expresada en este tuit que le regalé a mi Arcángeles querida:


 

¡Alabado sea el santísimo sacramento del altar! ¡Sea por siempre bendito y alabado!


Weiß/Colonia, 8.5.

En la pg. 65 del libro de Jerome reencuentro otra receta más de la perfecta taza de té inglesa: «dos cucharadas por taza y procurando que no se “asiente” más de tres minutos». A mí ya me pilla un poco a contrapelo, no puedo releer tanto como para confeccionar un libro, o al menos una crónica, con todas las recetas de la perfecta taza de té que se encuentran en la literatura inglesa, desde posiblemente Ben Johnson hasta Julian Barnes pasando por casi todo el Gotha del inglés. Siempre que leía una novela inglesa me divertía encontrar otra perfecta taza de té, e imbécil de mí no las fui anotando, simplemente registrando como un dato fascinante de esa literatura y esa cultura. Me pregunto ahora si un estudioso inglés no habrá tenido ya la misma idea y el libro exista y sólo sucede que todavía no me enteré.


Regresa Diny de sus lunes de planchado en casa de Montse, con noticias frescas de Paul. Según le ha contado a sus padres, estuvo enfermo (la venganza de Moctezuma en versión asiática) y le han robado el celular y unos 25 €, y está un poco harto del Oriente. Mañana vuela a Bali para pasar allí su 20.º cumpleaños y regresará antes de lo previsto, puede que de Singapur y no desde Seúl, pues al parecer ya descartó Corea, así como Hong Kong, pero esta a causa del vil metal, al parecer el visado cuesta más de 100 €. Yo lo que quiero es que regrese cuanto antes mejor, eso de irse al Oriente, de donde sólo nos han llegado religiones imposibles, me tiene a mal traer.


José María me comenta desde Arboletes lo que he contado en este diario de la expresión paisa “Apareció el español”, y luego me ilustra con unos buenos golpes de ingenio paisa, como p. ej.: «Ser calvo y que te digan: «Quédate ahí, que me sirves como punto de referencia para ubicar a algunos entre el público»». Le contesto: «El que más me gusta es uno también colombiano: «¡Pero dele para el bus!», cuando un jugador le envía un pase muy adelantado a un compañero».


Weiß/Colonia, 9.5.

Carlitos y yo en La Modicana, fieles a nuestros martes y los espaguettis à le pauvre Jean. Y en el regreso a casa, como me pasa algunas veces, si el silencio se mantiene, me pongo a cantar lo primero que se me ocurre. Hoy ha sido la canción mexicana donde se dice que «dicen que soy hombre malo, / malo y mal averiguao, / porque me comí un durazno / de corazón colorao», y le digo a Carlitos que es completamente surrealista, eso de ligar el Mal con el color del corazón de una fruta. Yo creo que en el folklore hispanoamericano hay mucho nonsense involuntario, por ejemplo en esa vieja sevillana (hoy seguramente desconocida por las nuevas promociones del cante flamenco) que dice: «En una canariera / tengo un canario / que me trae noticias, / y yo le digo /”Rompe la canariera / y vente conmigo”». Una estupidez mayor casi es inconcebible, y lo peor de todo es que “tiene salero”, tiene su gracia, como suele tenerla el nonsense.


Por fin apareció en El Espectador mi artículo sobre La Marsellesa. Lo han ilustrado muy bien, y lo leo y me siento muy satisfecho con él, es más, ¡si hasta diría que gana con la impresión!… Y eso es un buen síntoma, porque generalmente mis textos pierden cuando los veo impresos.

 

En las páginas finales de la traducción del libro de Jerome hay una referencia a un restaurante cuyo nombre se escamotea con una “X”, aunque seguida de un “(1)” que remite a una nota a pie de página, la cual dice así, en esa traducción que manejo: «Se trata de un restaurante poco conocido por la gente donde por 2,50 ₧ puede hacerse un magnífico resopón con vino incluido. No seré ingenuo hasta el punto de descubrirlo a los lectores». La referencia a las pesetas (¡las de 1944, fecha de la traducción!) me hace buscar el original, y allí veo que dice: «A capital little out-of-the-way restaurant, in the neighbourhood of —, where you can get one of the best-cooked and cheapest little French dinners or suppers that I know of, with an excellent bottle of Beaune, for three-and-six; and which I am not going to be idiot enough to advertise». Hasta a mì, que no sé inglés, me salta a la vista que lo que escribió Jerome fue ± esto: «Un magnífico restaurancito a trasmano, en las cercanías de —, donde puedes comer algunas comidas y cenas francesas de lo mejor guisadas y más baratas que conozco, con un excelente vino de Beaune, por 3 chelines y 6 peniques, y no voy a ser lo bastante idiota como para hacerle publicidad». Ergo, el desaire específico a los lectores es obra del traductor, no de Jerome.

 

Weiß/Colonia, 10.5.

Al salir de la pedicura y doblar la esquina al Pflasterhofweg, un par de metros más allá me detengo apoyado en el bastón, debajo del gigantesco nogal que hay en el jardín de la casa que hace esquina: estoy en palco proscenio para oír uno de los más gratos conciertos que pueden oírse por estos pagos, no menos de una docena de pájaros saludándome a pleno pulmón.

 

Ian Rankin, además de un formidable autor de tramas policiales, nos da en cada episodio un par de lecciones acerca de aquello que Unamuno llamó “la intrahistoria”, en este caso la escocesa. Así por ejemplo, en el sexto episodio de la saga del inspector John Rebus un nuevo puyazo de edimburgués a su bête noire favorita, la gente de la otra metrópoli: «Kilpatrick hablaba con un acento de Glasgow que no sólo sonaba nasal cuando cuchicheaba sino que hasta contenía ironía y expresaba la convicción de que Glasgow era el ombligo del mundo». Los insulares escoceses tampoco salen muy bien parados que se diga de la pluma de Rankin: «Le pediremos a la policía de las Órcadas que lo comprueben, SirNaturalmente sólo en el supuesto caso de que en las Órcadas tengan algo así como una policía». Y este fino diálogo cuando un colega de Scotland Yard llega a la casa de Rebus: «Abernethy prestidigitó una botella de whisky que escondía a sus espaldas: “He traido algo para desinfectar sus arañazos”. “Pero sólo de aplicación interna” conjeturó Rebus. “Teniendo en cuenta lo que me costó, así lo espero. Sin embargo una gotita de Scotch vale por todo el té de la China”. “Nosotros, aquí, lo llamamos whisky”».

 

Una cosa que siempre me ha llamado la atención y me la sigue llamando a pesar de que en su día me informé de la razón de tal nombre, es que el organismo policial inglés por antonomasia se llame nada menos que Scotland Yard. Viene a ser algo así como si la sede de la Ertzaintza o de Els Mossos d’Esquadra se llamase Er Patio Andalú. 

 

Weiß/Colonia, 11.5.

1:00 am : Pasaban una peli de Jim Jarmusch que no conocía, Sólo los amantes sobreviven, y lo intenté de nuevo, ver una peli suya hasta el final. Trabajos de amor perdidos. Con Jarmusch me pasa lo mismo que con Proust. Con Proust he intentado no menos de cinco veces leer su heptalogía, y una de ellas llegué hasta la página 50, aunque el efecto anestésico se hace sentir ya desde la 40. Y con Jarmusch tanto de lo mismo, a los 25’ me empieza la soñorrera. Qué se le va a hacer, soy lo que los alemanes llaman “einer Banause”, un filisteo, en castellano.

 

Todo el día dedicado a tomar notas, descartar materiales inservibles, actualizar archivos que no lo estaban, es decir, labores de mantenimiento porque no se me ocurre nada creativo ni hay compromisos de entrega a corto plazo. Sigo pensando en qué escribir para las efemérides que de a deveras me interesan: 2000 años de la muerte de Ovidio y 200 de la de Jane Austen (con un cuento austenita que tengo escrito entero in mente pero no soy capaz de arrancar con él en la pantalla); y amén de ellos, los 150 años del nacimiento de Pirandello y Marie Curie (una de mis heroínas) y 100 del de Heinrich Böll. También quisiera dedicarle una elegía a Gerda Taro, en los 80 años de su muerte, y no me puedo olvidar de los 500 años de aquel 31 de octubre de 1517, con el monje Martín Lutero clavando en la puerta de la iglesia de palacio sus 95 tesis incendiarias. De manera inesperada y para mí sorpresiva, este es el tema para que el que ya tengo más materia prima en astillero. Le echo una ojeada y traduzco esto: «La mayor necedad es gastar muchas palabras en no decir nada». De acuerdo, Herr Doktor Luther, ya me callo.

 

Weiß/Colonia, 12.5.

2:05 am : Acabo de enviarle este email a Paul: «Querido, queridísimo Paul, muchísimas felicidades en tu 20.º cumpleaños y que los cumplas con salud, que es lo más principal, y que sean muchos más y te podamos acompañar todavía un par de ellos. Y regresa pronto a casa que todos estamos deseando que vuelvas. Déjale el Oriente a los orientales y que con su pan se lo coman. Donde se ponga un buen Brötchen mit Mettwurst, olvídate del mejor nasi goreng. (Eso además de que Oma Diny sabe hacer los nasi goreng como si fuera indonesia). Besos y abrazos de Oma Diny & Opa Ricardo que tanto te quieren y te echan de menos».

 

Ayer a las 7:30 pm nos reunimos Diny y yo con Julio en La Modicana, para cenar, y luego Julio se quedó a dormir en casa. Estuvimos platicando hasta casi las 2 am y ha sido una de las “más mijores” (© by Cantinflas) de las charlas que hemos mantenido en los muchos años que ya nos conocemos. Especialmente cuando nos metimos a hablar de César Vallejo, que es una devoción mayor nuestra, y en el caso de Julio, además, por ser su compatriota, una veneración total. Algo de lo que a mí me pasa con Juan Ramón. Pero también hablamos del triste destino de nuestro querido Juan Drago, cuya poesía ha analizado y desentrañado Julio de manera admirable en su ensayo publicado en Lienzo, la revista de la Universidad de Lima. Y asimismo hablamos harto de mil y un temas más, los que más recuerdo son Max Frisch y su iconoclasta explicación del mito de Guillermo Tell, que me llevó a hablar de que Schiller como dramaturgo se pasaba por el arco del triunfo al Schiller historiador y el tema que mejor recuerdo es Antonio Machado, donde creo haberlo sorprendido a Julio con mi evaluación fonética del poema “El mañana efímero”, como a su vez él me sorprendió con su detallado conocimiento de El Capital, y por cierto que esa es otra efeméride a la vista, el 14.9., el sesquicentenario de la publicación del primer tomo del libro de don Marx, en Hamburgo.

 

Mi columna de hoy en El Espectador me ha significado mucho correo y mucha alegría por los comentarios tan positivos a que ha dado lugar. Lo que no me gusta es el formato nuevo para las columnas en EE, y lo que todavía me gusta menos es que los Webmasters no hayan encontrado otra fórmula para dejar comentarios en el foro que hacerlo vía Scarfacebook o cualquiera de esas otras redes abominables. Bada retro!

 

Weiß/Colonia, 13.5.

Como es lógico, Montse y Frank contactaron ayer por teléfono con Paul, para felicitarle por su 20.º cumpleaños y, según cuentan, se diría que Paul descubrió el paraíso al llegar a Bali, tan distinta de Tailandia, y además se ha integrado en un grupo de chicos de su edad y de todos los rincones del mundo, quienes al parecer tienen un feliz común denominador: celebrar todos sus cumpleaños en estos días, así es que van de fiesta en fiesta, un día sí, otro no, y el de en medio. Paul, según dice Montse, está en su elemento. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

 

A las 6:00 pm Henri ante portas. Iba a dormir esta noche en casa. Pero, ay, llegó tocado del ala. A las 6:35 ya estaba vomitando el pobrecito mío. Diny llama a Montse para comunicárselo y lo van a venir a buscar, no dormirá aquí esta noche. Sic transit!

 

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