De mi Diario / Semana 21 / 2016

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Me emputa que no programen la serie Lewis en un horario prime time, comm’il faut, según decimos los castizos.

 

Weiß/Colonia, 15.5.

Responde Esperanza mi email del viernes, y al final me cuenta lo siguiente: «No nos pongamos melancólicos, abuelo, aunque tu nieto mayor haya cumplido 19 años. El mío ya tiene cuatro y el verano pasado, cuando aún no les había cumplido y mientras pasaba unos días conmigo en Comillas, solos los dos, y tras haberle ayudado a construir un castillo de Lego que nos costó sangre, sudor y lágrimas, me dijo conmovido: “Abuela, si quieres, me caso contigo”. Rechacé la oferta, aunque agradecí en el alma que me hubiera brindado la posibilidad de hacerlo, aún. Así que ya lo sabes, el que los nietos crezcan, en vez de envejecernos, nos rejuvenece, siempre que no lleguen a la edad de la jubilación». Le contesto: «¡Qué hermosa la anécdota de tu nieto contigo en Comillas! ¿Me dejas que la cuente en mi diario?  Me hizo recordar un día en que Diny fue con Paul al parque de juegos infantiles aquí en Weiß, al que se llega, yendo desde nuestra casa, atravesando el pequeño cementerio del pueblo. Paul tendría entonces la edad que tiene tu Gabriele. Y le preguntó a Diny que qué eran esas piedras y esas lápidas, en medio de un jardín. Y ahí Diny le explicó que las personas se hacían viejas, se morían y las enterraban en ese jardín, poniéndoles una lápida encima. Y Paul le preguntó: “¿Y tú, abuela, por qué no estás todavía aquí?”» Respuesta de Esperanza: «La verdad es que aquella temporada le dio por hacer propuestas de matrimonio un día sí y otro no. La primera de todas a su mamá, claro, después a sus amigas, a Mariana, que le cuida desde que era más pequeñoen una poligamia absoluta, pues casarse con una no suponía renunciar a la otra. La anécdota de tu nieto y Diny es parecida a la mía con mi padre, al que dije, cuando le oía hablar de que ya era mayor y no quería ir con mi madre a algún sitio donde le conminaba a acompañarla: “Oye, papá, y si te sientes así, ¿por qué no te retiras a Yuste?” Recuerda que la Enciclopedia Álvarez nos introducía muy pronto en la Historia de España. A mi padre le hizo mucha gracia, siempre decía que estaba preparando la maleta». Los recuerdos, según Jean Paul, son el único paraíso del que no pueden expulsarnos.  

 

Cocinó Diny hoy unos espárragos blancos con vitolas de jamón serrano, gratinados, que devoré sin dejar ni una sola escama de queso en la bandeja refractaria que aún conservaba el calor del horno, esto es. que me di bastante prisa en comerlos. Y cómo no, si aún ahora, al escribirlo, se me vuelve a hacer la boca agua.

 

Weiß/Colonia, 16.5.

0:10 am : Es una pena que me perdiese el primer episodio de la serie inglesa protagonizada por Jimmy Perez, en las islas Shetland. Lo pasaron mientras estábamos en Huelva. Y en él estarían explicadas muchas cosas que no coinciden con el desarrollo de los hechos en la saga novelada. De todos modos, la serie se ve que es buena, aunque este episodio no sea en verdad impactante.

 

Leo la reseña del último libro, recién publicado, de Peter Handke, Vor der Baumschattenwand nachts [aprox. Ante el muro de sombra de los árboles, por la noche]: al parecer, una selección  de breves textos de sus diarios. Espigo acá y allá: «No poderse alegrar: una especie de necedad (en cualquier caso siempre la mía)»; «Adjetivo para los brincos del mirlo sobre los arbustos: delfinesco»; «Kafka no ha muerto»; «Progreso con los años: sé lo tonto que soy»; «Una especie de lujo: me dejan en paz»; «En cuanto a rezar, lo más que hago es un de vez en cuando “¡Dios mío, qué hermoso!”»; «Nadie me pregunta más que cómo me va. ¿Es que ya soy inmortal?»… Un libro, pues, que habrá que comprar. O hacer que me lo regalen en mi cumpleaños.

 

Vamos a la fiesta del cumple de Paul, 19 años ya, y una tarta de chocolate hecha por él para los invitados, la familia y Ute, la mejor amiga de Montse. Una tarta de chocolate que a lo mejor le debiera abrir los ojos hacia una posible dimensión profesional que aún no tiene en claro: ¿por qué no confitero, pastelero, chocolatier?  Al regresar a casa pienso que este va a ser el primer lunes en muchos meses donde no hay un episodio de la DCI Vera Stanhope en la tele, y por lo tanto me privaré de ver el nombre de un actor igual al de mi nieto, Paul Ritter, en los créditos del reparto. También el de Margaret Mitchell (como la autora de Lo que el viento se llevó) en la producción de la serie.

 

Weiß/Colonia, 17.5.

0:15 am : El tercer episodio de la serie de Jimmy Perez, el detective de las Shetland es bastante mejor que el de ayer, el segundo. Pero tengo que comprar el álbum con la serie completa, o sea, con el primer episodio, el que no conozco, porque la verdad es que a veces pierdo el hilo: creo que los guiones de la serie difieren en algo esencial de la saga en soporte libro. Y no sé todavía si es para mejorarla. Casi me temo que no.

 

El espacio de tiempo que ocupan las semanas donde caen la Ascensión, Pentecostés y Corpus Christi (un mes en total) es uno al que le tenemos miedo quienes trabajamos metódicamente y siguiendo un plan; esos tres días de fiesta partiendo dos semanas por gala en dos, y achicando la tercera en un día, son temibles porque desorientan al más pìntado. En fin, ya sólo nos queda Corpus Christi, la semana próxima. Oremus.

 

Después de almorzar en La Modicana me lleva Carlitos a lo de mi manitas cubano, Arzola, con la compu portátil de Diny, que se está comportando últimamente como una diva; cuando le da la real gana, cierra la pantalla en negro y adiós, si te he visto no me acuerdo. Y mi manitas, al igual que esos médicos cuyo mayor mérito consiste en saber diagnosticar, enseguida encuentra el fallo: el termostato del laptop, que normalmente debería trabajar a 50º, está haciéndolo ahora a 84º, y apenas se abre otro archivo la temperatura sube a 100º y más, de modo y manera que la compu se automedica cerrándose en negro. Sabia medida.

 

Reencuentro con Phryne Fisher aunque sea en uno de los episodios más flojos de la serie. Pero ¡qué alegría verla de nuevo ir y venir por la pantalla!

 

Weiß/Colonia, 18.5.

Ayer, en La Modicana, como fuimos con Diny, la primera providencia fue preguntar que si había lasaña, y no. Pero al enterarse la signora, vía la buena Mehrnoosh [pron.: Meernúsch], la camarera persa, gritó desde la cocina: «Oggi no, ma domani si!» Así es que decidimos acudir también hoy, al menos Diny y yo, y al entrar hace dos horas en La Modicana lo primero que me dice Diny es: «Hoy pago yo», y lo primero que nos dice Mehrnoosh es: «Hoy la bebida es por cuenta de la casa». Me sentí harto tentado de recitar unos versos inmortales de mi colega don Miguel: «Nunca fuera caballero / de damas tan bien servido / como fuera don Quijote / cuando de su aldea vino». Me contuvieron tanto la timidez como el hecho de que por mucha fantasía que le eche, jamás me imaginaría un Caballero de la Triste Figura que pese más de 100 k. ¡Ni siquiera con la coraza, el yelmo, las rodilleras de fierro y la lanza!

 

Weiß/Colonia, 19.5.

2:10 am : Le grand bleu [El gran azul en España, Azul profundo en América Latina]. Curioso que haya esquivado ver esta peli tanto tiempo, prejuiciado por el ambiente en que se desarrolla, el de los buceadores profesionales. Y más curioso aún pensando en la duradera impresión que me dejó el libro de cuentos de Juan Carlos Botero Las ventanas y las voces. Pero esta noche, al fin, me decidí y he visto la peli. Y me he llamado una y mil veces estúpido porque el prejuicio me haya privado hasta hoy de gozar con esta obra de arte.

 

10:30 am : Suena el teléfono y es el repartidor, a todas luces extranjero, de FedEx que no encuentra el # A en esta calle mía. Le aseguro que A no es un número sino una letra, y que el # del Pflasterhofweg en donde vivo es el 11a. Pero el pobre hombre tenía razón, la boleta de FedEx que acompaña el envío no es la original sino su primera o segunda copia, y ahí al papel carbónico se le esfumó su función de calco y lo único que ½ se lee es “Dflaster—– g ₪A”, menos mal que el código postal 50999 sí es perfectamente legible, así como el # del teléfono. Y de este modo es como por fin llega a mis manos el manuscrito de la nueva novela de NS, casi recién salido[a] del horno. ¡Salve!

 

11:30 pm : La serie sueca Jordskott sigue siendo intensa y apasionante. Pero dependiendo más de las actuaciones del reparto que de la trama en sí, harto difícil de seguir a causa del entrevero de las distintas líneas narrativas y del elemento irracional que remite a las sagas escandinavas.

 

Weiß/Colonia, 20.5.

3:20 am : Lewis a unas horas imposibles, termina siempre pasadas las 3 am, y menos mal que ya tengo advertida a Diny de que la noche del jueves me acostaré más tarde que de costumbre, pero así y todo me emputa que no programen esta serie en un horario prime time, comm’il faut, según decimos los castizos.

 

Leyendo un email de José María se lo resumo en un tuit que inmediatamente sube a su cuenta:

 

El sultán Erdogan parece estar bastante enojado por el hecho de que el Bundestag tiene prevista para el 2.6. una resolución en la que se condena el genocidio cometido contra los armenios, por parte de los turcos, en 1915. Los cuarenta días del Musa Dagh, así tituló Franz Werfel en 1933 su estremecedora novela, que yo leí allá por 1956, editada por Janés en una colección de la que fui casi “suscriptor”, porque compraba prácticamente todo lo que publicaban. Pero los turcos, y Erdogan a la cabeza, se obstinan en que aquello no fue un genocidio. Sólo una tragedia. Ahora bien, yo creo que lo que le está calentando los ánimos al sultán es el hecho de que lo que se va a resolver condenar en el Bundestag no es tan sólo la masacre cometida por los turcos contra los armenios; incluye asimismo la condena de la colaboración prestada por el Reich alemán, el del káiser del casco con pincho, en aquella carnicería histórica. Porque entonces la pregunta que se hará todo el mundo es: ¿si los alemanes reconocen solemnemente su responsabilidad y su culpa, por qué los turcos no? Pregunta para la cual el sultán no está preparado ni tiene una respuesta, digamos, digna. Sólo continuar recortando con tijera de sátrapa las libertades de su pueblo.


Repasando la revista quincenal con la programación de la TV encuentro algo que me mueve a enviar un email colectivo a las nada menos que 101 direcciones de mi lista “HispAM en D” [=hispanoamericanos en Alemania], y que dice así: «Descubro que en el canal Disney están emitiendo, de lunes a viernes, a las 19:20, la telenovela argentina Soy Luna. Hoy pasarán el capítulo 15 de la primera temporada. Aviso Los pasan en el idioma de las tribus vernáculas de estos parajes, con lo que a lo mejor sale ganando».


Weiß/Colonia, 21.5.

Odio leer los manuscritos de las novelas que me mandan los amigos antes de enviarlas al editor o a la imprenta. Lo odio. Lo odio por lo mismo que amo a los amigos que sin temor me confían sus criaturas, sabiendo que las querré tanto como a ellos, pero que no vacilaré ni un instante en decirles que su bebé es feo, o es bizco, o tiene cada ojo de un color, o las orejas de Dumbo, esto es, no vacilaré ni un instante en señalar los defectos genéticos corregibles antes de ese parto sin non plus ultra que es la publicación. Así como tampoco vacilaría en aconsejar el aborto, o sea, la no publicación. Odio hacerlo, y al mismo tiempo es una tarea que amo porque gracias a ella puedo contribuir a que la obra de un amigo no vea la luz del mundo tocada del ala por errores imperdonables, y lo que es peor, fácilmente corregibles. Es una sensación egoista, lo sé de más, cuando a veces tomo en mis manos el ejemplar editado de un libro cuyo manuscrito pasó por la aduana de estos ojos míos que se ha de comer la pachamama, y busco en él algún pasaje, algún dato, algún adjetivo, algún sustantivo, que está en deuda con esos ojos. En esos momentos casi me siento Ezra Pound después de su lectura de La tierra baldía de T.S. Eliot.

 

Viene Rodrigo a casa, y nos trae la alegre sorpresa de hacerlo con Fabianne, a quien nada más conocíamos de oídas y por referencias tanto de Rodrigo como de Gonzalo. Vienen a regalarnos un ejemplar de Todavía, la prosa casi completa de Gonzalo, que Fabienne acaba de editar en el Fondo de Cultura Económica, en México. Me hace mucha ilusión enterarme de que el volumen incluye dos cuentos escritos por Gonzalo en 1939, el año en que nací. Y estamos casi dos horas charla que te charla me corrijo: están [ellos] oye que oye ¡¡incluso cuando no hablo!! pero les hago escuchar la fonocarta que Cortázar me mandó en el otoño de 1976, y donde en su parte primera desmenuza y machaca el Demián de Hermann Hesse. Se llevan el CD para hacer copias y nos hemos alegrado tantísimo de volver a ver a Rodrigo y de por fin conocer a Fabienne, que los invitamos a que vuelvan otro día con más tiempo, para almorzar con nosotros y que ese día sean ellos quienes cuenten batallitas y yo el que se quede oye que te oye.

 

Fruto de una mañana desoladora, a causa de un estreñimiento casi homicida (estoy pensando si no deberé reducir mi dieta nocturna de Cheddar para regar con whisky) que me hizo perder más de una hora en el cuarto de baño + viaje precipitado a hacer compras en Rodenkirchen a la hora en que debería estar durmiendo la siesta + puesta al día de la contabilidad doméstica = suma en total que no tuve tiempo para leer el diario como los dioses mandan, y tenía mucha curiosidad por la entevista con Jeremy Irons, que aparece con gran destaque en la portada, con este titularSERÍA UN SUEÑO INTERPRETAR A DON QUIJOTE. A lo mejor me atrevo y le escribo ofreciéndome de manera 100% gratuita a ser su Sancho Panza. Lo que es por las hechuras, las tengo, y de sobra. Y no me importaría montar en burro, ya lo hice una vez, en Platero.

 

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