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Mientras tantoDe mi diario : Semana 22 / 2017

De mi diario : Semana 22 / 2017


 

Weiß/Colonia, 28.5.

Empiezo a leer de Ian Rankin el 8.º episodio de la saga de John Rebus, y hay algo que me tiene con la mosca detrás de la oreja, y es que siempre que salen a relucir las costumbres alcohólicas de don Rebus se habla de una bebida llamada whiskey, impensable de todo punto que la beba un escocés comm’il faut. Como no creo que el responsable del desaguisado sea el autor de la novela, ni tampoco el traductor, tengo que pensar en un “corrector” que no sabe distinguir entre el whisky [Escocia, Canadá] y el whiskey [Irlanda, USA]. Tan inconcebible es pensar en un escocés que beba whiskey como que un creyente hindú mate una mosca (al menos en público).

 

Montse y Frank pasan a recoger a Henri, que estuvo –desde que se levantó– “trabajando” con la compu portátil de Diny, por cuyos vericuetos se pasea como Perico por su casa. Montse nos cuenta que Paul va a regresar desde Singapur, vía Nueva Delhi, el domingo 4, es decir, 24 días antes de lo que había previsto. Y espero que vuelva curado ya de orientalitis para toda su vida.

 

Si existieran escuelas donde se enseñase a matar (digo, con independencia de las academias militares), una de las primeras cosas que tendrían que aprender los futuros criminales es que si  eres sospechoso y te visitara la policía y el comisario te pide permiso para ir al baño ¡¡¡ni se te ocurra concedérselo!!! No conozco una sola policial donde tal situación se presente y en la que, de 100 veces 100, el comisario no descubra, en el botiquín o en el armarito del cuarto de baño, las pìldoras o los específicos que acusan mudamente del crimen al inquilino del apartamento.

 

A mi querido Diego, recién nombrado director de la feria del libro de Medellín, le dediqué y regalé un tuit que no puede ser más ad hoc, como decimos los clásicos:


 

Weiß/Colonia, 29.5.

1:45 am : Inhale, la nueva peli de Baltasar Kormákur, es buena como suya, hasta muy buena, me atrevo a decirlo. La rodó parcialmente en Ciudad Juárez y eso le concede autenticidad que no se consigue de otro modo que filmando in situ. La quiero volver a ver, pero creo que voy a hacerlo comprando el DVD y poniéndola en marcha sin sonido. No por los diálogos sino por la música. Creo que al compositor se le fue la mano cargando las tintas y BK no supo o no pudo paliar ese peso wagneriano sobre la acción. Estoy seguro de que la peli ganaría mucho usando sólo un ⅓ de la partitura + un consecuente decibelicidio.

 

El 8.º episodio de la saga de John Rebus, Black & Blue, es el más largo de los que llevo leídos hasta la fecha –unas 600 páginas–, y el más denso. Anoté este párrafo en el que Rebus piensa acerca del delincuente al que acaba de interrogar y su víctima: «Mientras observaba a Shankley y recordaba a Anthony Kane, volvió a percibir cuán inofensiva puede parecer la inhumanidad. Los rostros y las voces no delatan nada; nadie lleva a la vista cuernos ni incisivos goteando sangre y pregonando la maldad. El Mal era casi era casi infantil: ingenuo, simple. Un juego que se jugaba y del que después se despertaba para comprobar que había sido real, en serio. Los verdaderos monstruos no eran los de la fantasía, sino insignificantes hombres y mujeres que pasan desapercibidos, personas con las que nos cruzamos en la calle sin prestarles atención. Rebus se alegró de que no podía mirar dentro de las cabezas de sus congéneres. Habría sido el puro infierno». Parafraseando lo que dijo Malraux sobre Santuario, de Faulkner, y la tragedia griega, esta prosa de Ian Rankin es la irrupción de Hannah Arendt en la novela policial.

 

En este episodio de la saga de Rebus una parte de sus pesquisas le hace desplazarse a las islas Shetland y me resultó casi emocionante comprobar que no tuve necesidad de recurrir al mapa del archipiélago, lo había interiorizado tanto durante mi lectura de la saga de Jimmy Perez que ahora pude seguir sin dificultad alguna las andanzas de Rebus desde el aeropuerto de Sumburgh a la capital Lerwick y de allí a la costa, Sandwick, para viajar en una lancha fueraborda al islote Mousa con su broch [=talayot]. Hay veces, esta es una de ellas, que me asusto de mi memoria.

 

Weiß/Colonia, 30.5.

Por el diario, la glosa de la portada, me entero: 50 años, ¡por Dios!, como diría Álvaro Mutis. En el sótano debe andar la versión original de esa banda del club de los corazones solitarios del sargento Pimienta, la compré apenas llegué a España, con Diny, de regreso de nuestra aventura rioplatense pensada para toda la vida y que sólo duró ocho meses. La compré en una tienda de discos que había, no sé si aún sigue allí, al lado mismo del estudio de Rodri, el fotógrafo. Pero ahora la escucho en el CD, que al LP lo vencieron la usura del tiempo y la repetida audición. Pienso ahora, cosa curiosa, que Rebus, quien posee una cultura musical enciclopédica y a casi cada situación puede ponerle como etiqueta un título pop, no menciona a los Beatles, nunca, y sí mucho a The Rolling Stones. ¡Que Orfeo se lo demande!

 

Vamos a comer a La Modicana y la camarera persa (la persiana, como la llama Carlitos), nos recibe con las palabras «Una hora más tarde». Y sí, Carlitos se echó en la cama a las 12:00 con la intención de dar una cabezadita de ½ hora, para pasar a buscarme a la 1 am, y cuando abrió los ojos era ya la 1:15. Menos mal que La Modi tiene abierto hasta las 2:30, si no hubiésemos tenido que buscar otro sitio para comer, y eso hubiera sido pecar contra el 11.º mandamiento de la ley de Dios, aquel que reza “Almorzar todos los martes en La Modicana”.

 

Weiß/Colonia, 31.5.

Hoy, hace 75 años, cuando salió el sol, los colonienses se encontraron con lo no por esperado menos doloroso: se encontraron con que ya no existía su ciudad, era simplemente un deforme hacinamiento de ruinas humeantes en torno a la catedral todavía incólume pese a las bombas que cayeron en ella. La del 30 al 31 de mayo de 1942 fue la noche tristemente conocida como “Noche de los 1.000 bombarderos”. El ataque duró desde las 0:47 hasta las 3:10 am y significó el lanzamiento  de 20 minas aéreas, 864 bombas convencionales, 110.000 incendiarias y 1.044 de fósforo. 3.330 casas quedaron completamente destruidas, 45.132 personas sin techo, 469 sin vida. Y Colonia perdió su silueta histórica, para siempre.

 

El diario le dedica casi una página a una encuesta universal llevaba a cabo por la revista gringa Forbes, acerca de cuál es la ciudad favorita de los millennials. Y en ella aparece Colonia en la 8.ª posición, precedida por Ámsterdam, Berlín, Múnich, Lisboa, Amberes, Barcelona y Lyon, y seguida por París y Vancouver hasta completar la primera decena. Lo que significa dos cosas: a) que el ámbito súper preferido por los millennials es Europa occidental, y b) que Colonia dejó atrás a ciudades como París, Londres, Roma, Venecia, Madrid, San Sebastián, Copenhague, Nueva York, San Francisco, Sidney, Tokio pero bueno, Tokio tan sólo la registro a efectos estadísticos porque de las cien ciudades consideradas, Tokio es la # 98, seguida por Estambul y Lima. ¡Fernando querido, tú que lees este diario mío, cuando vayas del puente a la Alameda, que sepas que acá tienes siempre nuestro cuarto de huéspedes a tu disposición! Sursum corda!

 

Limpiando fondos en viejos archivos del soporte papel he encontrado uno de mis pocos poemas en alemán, más bien un epigrama, que dice lo siguiente :


                                          Würde man Deutschland ins All verfrachten

                                          sollte man es mit dem Aufschfrift versehen:

                                          SPERRGUT.


Es imposible de traducir a ningún idioma. En español sonaría así:


                                           Si se enviase Alemania al espacio

                                           deberían pegarle esta etiqueta:

                                           GRAN TAMAÑO.


O tal vez sea GRAN BULTO. Pero en cualquier caso, esta traducción ad hoc del término postal SPERRGUT no recoge el matiz negativo del verbo “sperren” que comparece en la traducción de casi todas las demás palabras donde interviene: Sperrfeder = muelle de bloqueo, Sperrfeuer = fuego de barrera, Sperrgebiet = zona prohibida, Sperrgesetz = ley prohibitiva, Sperrgürtel = cordón sanitario, Sperrguthaben = saldo bloqueado, Sperriegel = cerrojo de seguridad, Sperrkette = cadena de seguridad, Sperrmauer = muro de contención, Sperrstunde = hora de cierre de los negocios, Sperrung = obstrucción. Y ése es justamente el mecanismo que funciona cuando un extranjero escribe en otro idioma. El alemán lee SPERRGUT y sólo piensa en un bulto de gran tamaño para su expedición postal. El extranjero se detiene en SPEER y hace su apuesta a un giro en el sentido de la palabra. La traducción correcta de mi poemita sería:


                                            Si se enviase Alemania al espacio

                                            deberían pegarle esta etiqueta:

                                             BULTO OBSTRUCTIVO.

 

Weiß/Colonia, 1.6.

1:00 am : Un largo documental en ZDF/Neo acerca de las 1.001 conexiones del fake president (antes de serlo, ça va sans dire!) con las mafias gringa y rusa: de esta, varios de sus capos han tenido –¿tienen aún?– sus “oficinas” en la Torre Trump. Sad!, como diría ese pobre payaso.

 

Termino la relectura de La gallina ciega. Estupendísimo libro. Una cosa que me ha llamado la atención en él, y no la primera vez que lo leí, es que en dos ocasiones, al tratar de la sucesión de Franco en la jefatura del Estado, ambas veces se habla expresamente de la coronación (una de las veces hasta con mayúscula). ¿Será posible que Max Aub no haya sabido que los reyes de España no se coronan sino que simplemente se proclaman?

 

Weiß/Colonia, 2.6.

2:30 am : La publicidad en la RDA fue una pionera de la corrección política. En el documental que acabo de ver, a uno de los mejores publicitarios del país se le encargó la promoción de un nuevo modelo de automóvil, creo que un Wartburg, que se suministraba con radio incorporada. Y para documentar la funcionalidad del aparato, el director eligió un fragmento vibrante del reportaje de un partido de fútbol en el que había un tiro libre con barrera. Sólo que la “barrera” del fútbol, en alemán se dice “Mauer [=el muro]”, y la espontánea frase del reportero, «Schieß durch die Mauer! [¡Chuta por entre la barrera!]» también se podía entender como “¡Dispara a través del muro!” y eso, en la RDA, era más tabú que hablarle del Espíritu Santo a san José. Algo de lo mismo pasó con la ópera Aida, y este es un detalle que se conoce poco fuera de las fronteras alemanas. Aida estuvo prohibida en la extinta RDA porque sus protagonistas mueren emparedados, y la prohibición se debió a que el verbo “emparedar” [en alemán “einmauern”] incluye la palabra “Mauer”. Tan fino hilaba la censura del socialismo real existente.

 

Leo la columna de ayer de Juan Carlos Botero en El Espectador, acerca de the fake president, y reparto el enlace ipso fuckto porque me parece buenísima. José María, a quien le llega el enlace en su Beatus ille a orillas del Caribe, me escribe para comentarme al respecto: «No creo que ese «días contados» implique salida abrupta. The Tea Party está feliz con él, lo mismo que los de la Asociación del Rifle y demás grupos oscurantistas y reaccionarios. Las mayorías tampoco mandan allá. Puede que la arrodillada comunidad internacional esté «consternada» con las actitudes infantiles del «agente naranja», pero tampoco se atreverán a hacerle el feo, aunque parezca que sí». Le contesto: «Los días contados quiere decir, a mi juicio, que se le van acabando los plazos en los que todavía puede gobernar por decreto, y en cuanto se le acaben se volverá tan superfluo como el apéndice. Claro está que el apéndice se puede infectar, y hasta provocar peritonitis (lo sé porque a mí me operaron a vida o muerte, con el apéndice reventado y el vientre lleno de pus), pero al tipo que lleva la cartera con el botoncito atómico lo tendrán agarrado de los güevos por la cuenta que les tiene. Vamos, eso es lo que yo pienso». Y espero.

 

Mientras cenamos, Diny me cuenta la historia del 10-millonésimo visitante del Rijksmuseum de Ámsterdam, que por serlo pudo pasar una noche a solas con “La ronda nocturna” y dormir frente a ella. Es un cuento de hadas involuntario. Se le tendría que haber ocurrido a Cortázar, ¡y qué partido le hubiese sacado!

 

Le mandé a Marina mi tercera entrada del día 28, sobre los comisarios que en las policiales les piden permiso a los sospechosos para hacer uso de sus baños, y ella –con quien estoy haciendo una antología de situaciones estereotipos en esta clase de pelis– me dice que por qué no escribo un cuento o un guión considerando todos esos aspectos. Le contesto lo que copio y pego:


Proyecto de escena para una policial :


Interior. Día. Cuarto de estar en la casa de los Godínez 

Comisario (cuando ya se disponía a irse🙂 Esteeeh, por favor, ¿me dejaría usar su sanitario? 

Godínez (sonriente y con un gesto de excusa🙂 Se lo permitiría pero está fuera de servicio, comisario, cuando tenemos que cagar o mear vamos al bar de la esquina.

Comisario (su voz en off, cabreadísimo🙂 Hijueputa, leyó el diario de Ricardo Bada.

Cierra en negro 

 

Weiß/Colonia, 3.6.

Uno de los días pasados, en un hueco que hubo en mi programa de pelis y series a ver, prendí el canal ZDF donde pasaban una serie gringa y vi el episodio completo. Y me quedó claro por qué es que, aunque sean muy buenas y estén bien hechas, no me gustan. E instintivamente pensé en “La balada del Este y el Oeste”, el poema de Kipling: «Oh, East is East and West is West, and never the twain shall meet». Y creo que es eso, que América es América, y Europa es Europa, y que nunca jamás nos vamos a encontrar, «hasta que la Tierra y el Cielo se hagan presentes en el gran Juicio Final de Dios», como sigue diciendo Kipling. Y entonces ya será demasiado tarde.

 

Mañana regresa Paul. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

 

*************************FIN************************* 

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