
Weiß/Colonia, 24.5.
1:30 am : Incendies [La mujer que cantaba]. Siempre que la pasaban la pasaban a la misma hora que otra que, por las razones que sea, creía que me iba a interesar más. Craso error. Incendies es una peli sobrecogedora, estremecedora, un trozo de verdad incendiaria crepitando en la pantalla. Volveré a verla todas las veces que la pasen, y si la pasan a la misma hora que otras también interesantes, que se chinchen las otras como se chinchó Incendies durante un par de años.
Hoy hace 42 años que murió mi padre. No he querido mencionárselo a la Nena en mi llamada matinal de todos los domingos. Pero sé que esta muerte también es imborrable para ella.
Envié ayer a mis amigos argentinos el artículo en Fronterad acerca de su país en los tiempos del CoronaVid19, y hoy recibo al respecto un dolorido email de GC: «La triste realidad de un país que se desploma sin futuro y sin proyecto, y esto no es colocarse a favor o en contra de un lugar u otro en la esfera politica, esto es lo que han hecho los políticos y políticas infames, que comenzaron con Perón. Un país que vive de la mentira y da planes, en vez de colocar esas leyes en la Constitución como en Alemania o los paises nórdicos, y la gente depende así del peronista de turno y ellos logran sus votos, sin proyectos y solo con clientelismo. La gente hace y vive como puede en medio de la selva». Le contesto a vuelta de correos: «Coincido en todo con lo que decís, y nos da tanta pena tu país, donde vivimos meses tan felices… No en vano, nuestro primer hijo, Rebeca, es –según la afortunada expresión de Diny– «industria argentina». Espero que ustedes estén capeando bien el temporal del Perón invisible (a) CoronaVid19, y les mandamos sendos abrazos en pixeles, claro está, el deseo de que se cuiden mucho y, ya lo saben, bleibt gesund! [=¡que sigan sanos!], la nueva despedida en Alemania».
Una nueva y demoledora columna de Loyola. Leerla y ponerme a traducirla, como la anterior, han sido dos hechos sin solución de continuidad. La situación creada por unos fallos humanos tan catastróficos como the fake president y la cúpula china están reflotando mi viejo yo del 68, uno que creía muerto y enterrado, pero sólo estaba en estado cataléptico, según parece. «Los muertos que vos matáis / gozan de buena salud», nunca tan al pelo esta cita. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
Weiß/Colonia, 25.5.
2:00 am : Hubo un cambio de programa en el canal Arte, iban a pasar un documental de hora y ½ sobre Billy Wilder, con el sugestivo título “El undécimo: No aburrir”, pero lo cambiaron por Las cosas de la vida, de Claude Sautet, y a continuación un documental sobre el gran Piccoli, con sendos centros de gravedad en sus trabajos con Sautet, Buñuel y Marco Ferreri. Es de las pocas veces que no me enfado por un cambio de programa. ¡Pero que reprogramen todo lo más rápido que puedan el documental sobre el Billy Wilder nuestro que estás en los cielos!
Me entristece este email de mi compadre José María: «Ando muy triste viendo en carne propia cómo se pierden las cosechas de mango en esta temporada. En donde vivo hay un árbol de estos al frente, y las ramas de otros del vecindario dejan caer sus frutos a mi patio. No va ni por la mitad la temporada y ya tengo los congeladores de dos neveras repletos de pulpa y mientras escribo, caen del árbol del frente otros cuantos. Esta mañana recolecté 23 mangos entre tumbados por los pájaros, las ardillas y una iguana y los que se caen por maduros. Pronto tendré que dejarlos perder, pues no alcanzaría a consumirlos, ni llevando toda una dieta a punta de mango criollo. Del mismo modo se pierde el 95% de la cosecha en todo el país y no hay manera medianamente económica de aprovecharla por una ingente cantidad de circunstancias que se nos salen de las manos. Y para colmo, se mueren miles de niños por desnutrición en las mismas zonas en las que se da el mango casi silvestre y de una gran cantidad de variedades. Más paradójico todavía es que en las ciudades grandes un mango mediano alcanza a costar más o menos 1 dolar». Ni modo: este mundo es la mayor chapuza cometida por Éso que llaman Dios.
Todo el día dedicado a recolectar datos para mi columna de este viernes, dedicada al episodio más vibrante de la 2.ª guerra mundial, la retirada de 330.000 soldados aliados desde Duinkerk, el nombre flamenco, original, de Dunquerque. Se cumplen ahora 80 años de aquella semana, y también he releído el capítulo correspondiente en la fascinante Historia de la guerra, del mariscal Montgomery, uno de mis libros predilectos desde que lo publicaron en alemán, en 1972. Mi ejemplar me lo regalaron para mi 33.º cumpleaños los compañeros de la redacción, en la página de guarda están las firmas de todos: Hildegard, Leonardo, Federico, Graciela, César… Hablando de la hazaña de Dunquerque, dice el mariscal, uno de aquellos repartriados en esa llamada Operación Dynamo, que fue una «notable prestación de la flota británica». Esto es puro y simple understatement inglés. En Dunquerque se llevó a cabo una epopeya sólo comparable con el Anábasis que me contó Jenofonte años ha en un tomo de la colección Austral que saben los dioses adónde habrá ido a parar, hace decenas de años que no lo veo. La única diferencia es que los soldados no exclamaban extasiados «Thalassa, Thalassa!» puesto que ya estaban a la orilla del mar. Dunquerque también tuvo su Jenofonte, el film de Christopher Nolan aspira con todo derecho a que se le compare con la narración del viejo griego.
Weiß/Colonia, 26.5.
1:45 am : Pasaron una de Jim Jarmusch, Paterson, y no me la quería perder. Es una joya, es increíble la cantidad de arte que se puede conseguir gracias a la casi exacta repetición de un tema. Ravel lo consiguió con su “Bolero” y por fortuna hay gente que insiste en dejarnos esa muesca en la puerta del Arte. Una gozada este Paterson, qué buen final para el día.
Vamos de nuevo en cuarteto a La Modicana. Están también, como el martes pasado, el joven padre con dos de sus tres hijos, los más pequeños, imagino que el mayor ya vuela por su cuenta. El peso de la plática nos lo repartimos Ulli y yo, hablando de Michel Piccoli (¡qué raro que Ulli no recuerde cómo muere su personaje en La comilona!) y luego de Paterson, que le apena no haber visto, así como tampoco Mass, el oratorio escénico de Leonard Bernstein, que se nos fue hasta altas horas de la madrugada por mor del cambio de programación, pero me prometo oirlo/ verlo en la cinemateca de Arte en cuanto tenga un rato libre, uno largo: son 109’.
Vino Oskar a tomarme el pelo y estuvimos conversando, creo que logré contagiarle mi entusiasmo por Paterson, me pidió que le pasara el enlace por email. También me pidió un anticipo sobre su seguro de vida; como es dinero suyo hice la transferencia a su cuenta corriente esta misma tarde, mañana la depositará Diny en el Banco.
Yolanda me cuenta conmovida, desde Beirut, la muerte de su gatita. Le escribo: «Yolanda querida, conozco el sentimiento de pérdida que se sufre cuando se nos muere nuestro animal querido. Cuando se nos murió Nikki decidimos no volver a tener un animal en casa. Nuestros hijos estaban de vacaciones en Huelva y no les quisimos aguar la fiesta, ni tampoco se lo revelamos en el trayecto del aeropuerto a casa, cuando regresaron, y sólo al entrar en la casa llamándolo alegremente a los gritos (me parece oírlos todavía, después de más de treinta años , «¡Nikki, Nikki!») hubo ya que contarles y ahí fue la llantera más cabrona. Así es que, de a deveras, os acompaño en el sentimiento».
Weiß/Colonia, 27.5.
Anoche estuve viendo un episodio de la saga de Jimmy Perez, que por alguna razón no pude ver cuando lo pasaron, y luego me quedé roque que te quiero roque. Menos mal que Diny dormía un sueño profundo y no tuvo que acudir a despertarme.
Todo el día embebido en la traducción de la necrológica de Hochhuth sobre Juan XXIII. No la he traducido completa, para no crearle problemas de copyright a quienes la publiquen, sólo he traducido unos ⅔ del total, pero camuflado como citas dentro de mi texto. De todas maneras, lo que traduje da una idea bastante aproximada de lo que es el total. Me siento satisfecho.
Más acerca de traducciones : Tres días después de mi traducción aparece la columna de Loyola en El Espectador, Bogotá, y en La Jornada, México. No la aceptaron en cambio ni en el pasquín de Prisa ni en Página12, de Buenos Aires. Ellos se la pierden.
Weiß/Colonia, 28.5.
2:15 am : Yendo del living a la cocina para reponer mi whisky, de repente me doy cuenta de que llevo casi tres meses sin ver descender luces de aviones a partir del cuadrante NW del ventanal del comedor. Los vecinos de Porz, Poll, todos los barrios de la orilla derecha por donde discurre la ruta de bajada de los aviones, deberían salir a sus terrazas para aplaudir al virus. Digo yo.
Llamada de Leonardo desde su Residencia de Ancianos, donde los tienen casi acuartelados y en estado de alarma, todavía. A Leonardo no le afecta mucho, carece de familia aquí. Estuvimos hablando aprox. una ½ hora, se notaba que tenía ganas de platicar y además de hacerlo conmigo, que siempre he sido uno de sus interlocutores preferidos. Pienso en su buena suerte conmigo y con Mirjam & Rodrigo, a cuyas puertas telefónicas sabe que siempre puede llamar. Diny me dice luego que apenas tengan permiso para salir a pasear, piensa ir a buscarlo y llevarlo en la silla de ruedas hasta el Rhin, que está por así decirlo a la vuelta de la esquina pero no se puede ver desde la Residencia.
Me escribe NS desde mi querida Cámaralendolandia: «Abrazo fuerte, un tanto preocupado, porque hemos venido manteniendo a raya al bicho cornudito, pero nuestros vecinos del norte están con contagio comunitario desbocado –y sin ninguna medida de contención– y por más que hay refuerzo de fronteras, siguen pasando por ríos y montañas. Son 300 km de frontera. Es muy frustrante la impotencia ante un régimen alucinante en el vecindario inmediato». Le contesto ipso fuckto: «Lo de Nicaragua es un crimen de lesa humanidad, esa pareja son unos Macbeth de guardarropía, de birlibirloque, pero no menos sangrientos que los de nuestro colega Guillermo».
Weiß/Colonia, 29.5.
1:50 am : Estuve viendo That Hamilton Woman [Lady Hamilton], con Vivian Leigh y Laurence Olivier. ¡Qué hermosura de mujer esa Vivian! De ella siempre me han maravillado dos cosas. La primera es que ella, una inglesa de pura cepa (tan pura que nació en la India) ganase sus dos Oscar interpretando a dos mujeres del Sur de Estados Unidos: la Scarlett O’Hara de Lo que el viento se llevó, y la Blanche Dubois de Un tranvía llamado Deseo. Y la segunda, ay, es que el señor Olivier la dejase plantada por otra actriz a quien casi sólo se conoce por casarse con él, aunque, eso sí, nos dejó una frase impagable sobre su marido: «Siempre me han molestado los comentarios de que fui yo quien arruinó el matrimonio de Larry con Vivien Leigh. ¡Pero si Danny Kaye estaba unido a Larry desde mucho antes que yo!»
Mi primer viaje en bus desde el 26.2., que fue Miércoles de Ceniza, y también acudí entonces, como ahora, a mi pedicura. Con la buena Dörte, o mejor Dorotea, porque aborrece su nombre, charlamos lógicamente del virus, donde me da que pensar al decirme que, como ex habitante de la RDA, siente reproducidas muchas cosas en el régimen de confinamiento y desconfianza hacia los otros. Pero también hablamos de cine, y se interesa mucho por lo que le cuento de Paterson, me dice que la buscará en la cinemateca de Arte, que ese es el género de films que más le gusta. Y me añade: «Gracia». Entonces le explico que “gracia”, en singular, en español, significa lo que en alemán es Gnade (la teológica), Witz (la chistosa) o Anmut (la corporal femenina). Y que “Danke” en español siempre es en plural, “gracias”. Eso la lleva a decirme que se lo va a explicar a su hija, de 16 años, que estudia español en su bachillerato. «¿Usted tiene una hija de 16 años?», le pregunto con tanta incredulidad en la voz que sonríe tras la mascarilla y me dice: «Tengo 46 años, señor Bada». Me mira, sonríe aún más al ver mi cara de que no me lo creo, y añade, subrayando la última letra: «Gracias, de verdad, gracias».
Después de la pedicura estuve en la papelería enfrente de su consultorio, haciendo fotocopias de recetas y remisiones médicas para un montón de facturas que quiero ordenar todas el lunes, que es fiesta, a fin de mandarlas por correo el martes. Y de la papelería pasé al Aldi de la esquina de enfrente para comprar licor de hierbas y unas chocolatinas de una edición especial con cromos de futbolistas y la posibilidad de ganar algún dinero con ellos, le quiero regalar unos 50 a Henri. Last but not least, antes de sentarme a esperar el bus (que tardó lo suyo en llegar) compré la revista con la programación quincenal de TV, mi Biblia en papel cuché.
Mi columna de hoy en EE tardó en llegar aún más que el bus, recién a las 11:51 pm la subieron a la página web, y sus comentaristas no se hicieron esperar. Uno de ellos fue Manu, quien habla del dolor que nos causa el Brexit. Le contesto en el mismo foro: «Gracias por leerme, Manu, pero me parece un tanto exagerado hablar de dolor. Durante todo el tiempo que el Reino Unido ha pertenecido a la Unión Europea no ha hecho otra cosa que joder la marrana. No sé cómo registrará la historia europea el Brexit, pero estoy convencido de que habraá opiniones a favor y en contra. En cambio la historia británica está condenada a registrarlo como error fenomenal».
Weiß/Colonia, 30.5.
1:00 am : Acabo de volver a ver Thunderbolt and Ligthtfoot [Un botín de 500.000 dólares]. De siempre me he preguntado a qué descerebrado se le ocurrió ese título español. ¿No tenemos en Cervantes una novela ejemplar titulada Rinconete y Cortadillo? ¿No se podía solucionar en los diálogos que los protagonistas figurasen con sus apodos en lugar de sus apellidos? ¿No podían ser sus apodos Fulminante y Piéligero? Hace poco hubo una peli francesa que se titulaba nada menos que Escafandra y mariposa. Sea como fuere, parece ser cierto que la única instrucción de Michael Cimino a Jeff Bridges fue pedirle que mantuviese a Clint Eastwood siempre de buen humor. De manera que la peli puede ser vista también desde ese ángulo: un reto para un actor de sonrisa contagiosa, arrancarle sonrisas a un colega de rostro impasible. Y a fe mía lo logró.
Carla en Roma y David en Medellìn leen mi texto sobre Juan XXIII y me escriben al alimón: «Pese a que no pudimos vivir ni conocer el mandato de Juan XXIII, las palabras de Hochhuth, acompañadas por tus comentarios, nos han hecho reflexionar sobre por qué ha quedado en el tiempo el apelativo de “el Papa bueno”». Les he contestado lo siguiente: «Realmente era un tipo con un carisma muy especial. Ni el mayestático Pacelli, ni Montini, que era una versión descafeinada de Pacelli, ni el payaso polaco ni su sucesor bávaro ni esta miseria de Papa argentino que brujulea ahora le alcanzan a la altura de la zapatilla a Roncalli. (No meto en la cuenta a Luciani, al que mataron antes de que pudiese llevar a cabo las reformas que la iglesia de Roma anda necesitando desde hace un par de siglos: pero Luciani, también Patriarca de Venecia, como Roncalli, bien hubiera podido ser un Roncalli más joven). Lo de Roncalli fue el último lujo que se ha permitido la Iglesia Católica en mucho, mucho tiempo. Quienes lo eligieron no tenían la menor idea de quién era».
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