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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 23 / 2016

De mi Diario / Semana 23 / 2016


 

Weiß/Colonia, 29.5.

Entrevista a Jodie Foster en el diario, a toda plana, según es habitual los domingos, y la buena de Jodie se autocaracteriza de manera por completo opuesta a como lo hizo Jeremy Irons en la del domingo pasado. Se considera una intelectual, dice, «y espero mucho que ello se refleje en mis films. Para mí es una satisfacción muy grande ganar mi dinero con pelis que no estén por debajo de un determinado nivel». Luego habla de que por dicha ya no siente miedo a no poder alimentar a su familia (como fue el caso de su madre), pero añade que tiene otros miedos. El periodista quiere saber cuáles y anota: «(Tras pensarlo mucho:) El mayor de mis miedos es no vivir. No estar más en situación de vivir una vida completa y plena. Que ya esté muerta antes de fallecer». ¡Cómo la entiendo, y qué bueno que haya tenido el coraje de confesarlo!

 

Gracias al gran público lector que tiene Ibsen, la cita de este domingo que acompañó el envío de mi diario ha provocado un huracán de retuiteos en Venezuela, la Venecia pequeñuela :

 

Ayer olvidé consignar que Oskar pasó por aquí, para llevarse las prótesis de oro que me extrajo el dentista y que, según él, dependiendo de a quién se vendan, pueden reportar entre 70 y 100 €, de modo que le aconsejo a Oskar: «Hazlas tasar en un par de lugares, y si ninguna de las ofertas te parece buena, guárdalo: oro es oro, y siempre lo será». Me siento miserablemente capitalista diciendo cosas como estas. Hasta avaro. Torquemada Bada, don Benito.

 

Weiß/Colonia, 30.5.

Leyendo en el diario el reportaje de la final de la Champìons League me vuelvo a dar cuenta de que si el Atleti o el Barça ganan un campeonato como este, son muchos los amigos a quienes les felicito, pero en cambio si es el Real Madrid quien lo hace, al único que podría felicitar es a mi sobrino Ricardo, el hijo de la Nena. A eso es a lo que yo llamo “las afinidades selectivas”.

 

El viernes llegó la nueva compu portátil para Diny, y tras desampacarla me atreví a la tarea de implementarle su programa. Lo hice después de comprobar que la hembrilla para la clavija del cable del ratón se encuentra a la izquierda, ideal para zurdos pero engorroso para diestros. Pero lo peor fue que en un determinado momento la programación se encasquilló sin remisión y no hubo manera de hacerla avanzar. Arzola no respondió a los SOS que le dejé en el buzón de voz de su teléfono, y era viernes a la tarde. Sábado y domingo hice nuevos intentos, pero de lo más inútiles, la pantalla se emperraba en mostrarme una playa vista desde el interior de una gruta, y ya. Esta mañana llamo a Otto, expongo mi problema, y el empleado que me atiende comienza por confirmar que la hembrilla a la izquierda no es precisamente una solución como para optar al premio Nobel de Física, y a continuación me sugiere que haga un nuevo pedido del mismo modelo, añadiendo como anzuelo que no necesito ir a la firma Hermes a devolver la que recibí el viernes, sino que la vuelva a empacar y se la entregue al mensajero de Hermes que en un par de días traerá la nueva. Tanta facilidad en la atención al cliente me hace llegar a la conclusión de que lo que me pasó a mí debe suceder con numerosa frecuencia, de manera que ya tienen arbitrada la solución más conveniente para ambas partes. Chapeau, don Otto!

 

Ver Double Indemnity [pobremente traducido su título como Perdición], de Billy Wilder, todas las veces que se la vea, es como un milagro. Porque la peli lo es. Pienso en el momento en que la cámara se concentra en la cara de Barbara Stanwyck, sentada ante el volante del auto, justo cuando su amante, alzándose desde el asiento trasero, está asesinando a su esposo, quien iba en el asiento del copiloto. Y es que la Ruby (Ruby Stevens, su nombre real, el que Rolando y yo usamos siempre al referirnos a Barbara Stanwyck), ay sí, la Ruby era una categoría kantiana per se, el imperativo categórico de un alzado de cejas donde vibraba más sexo explícito que en cualquier porno puro y duro. Fue mi actriz predilecta en los años de la adolescencia y nunca le logré explicar el porqué a mis amigos, para quienes eran más atractivas Gene Tierney, Eleanor Parker, Lana Turner… Años más tarde, muchos años más tarde, volviendo a ver en la tele y en DVD algunas pelis suyas, creo poder decir en qué consistía su atractivo para mí; precisamente en que lo que no tenía de belleza física lo suplía de sobra con su calidad de actriz. Hasta con la insufrible peluca y el espantoso tupé pre–Travolta de Perdición se robó el corazón, el alma y la vida del agente de seguros (Fred McMurray, sensacional interpretándose a sí mismo)… además del show de la peli. Jamás ha habido una asesina a sangre fría como ella en toda la historia del cine. Las del sobrevalorado Tarantino son meros anuncios subliminales de jugo de tomate.

 

Weiß/Colonia, 31.5.

1:30 am : Antes de abordar la planchada del último ferry nocturno a Aberdeen descubro en la bandeja de entrada de mi estafeta un email en el que Esperanza me dice que tiene una lectura en Viena el 1.6. a las 7 pm.: «De repente me he acordado de que tú eres el más cosmopolita de mis amigos y te envío el programa porque lo entenderás. ¿Conoces al poeta austriaco que lee con la poeta venezolana –muy buena, por cierto– y conmigo?» Le contesto ipso fuckto: «¡Huy qué bueno, Esperanza en Viena, Hoffnung in Wien! Pero lamento decepcionarte: exceptuando a sumercé querida (como decimos en Boyacá) no conozco a naides de quienes leerán esos días en Viena. Ten cuidado con esa ciudad y ese país, son católicos a machamartillo. De todos los que he conocido en mi vida, es el único país al que me prometí no volver jamás. ¡¡Hasta en las tabernas tienen crucifijos como de Semana Santa en Sevilla!! Horrreur!!! Un beso, y espero tu reporte desde Valladolid comunicándome que regresaste tan agnóstica como indemne».

 

Al regresar a casa de La Modicana andaba cambiándome de ropa para estar más cómodo y echarme a dormir una siesta cuando sonó el timbre y era el mensajero que nos traía la nueva compu portátil para Diny. He pasado unas tres horas largas programándosela de la manera que a ella le gusta, con accesos directos a tres diarios españoles, uno argentino, uno colombiano, una revista española, dos revistas y dos diarios neerlandeses, y un diario, dos revistas y un semanario alemanes, amén de los accesos directos a Google y a su buzón en Yahoo. Al final me estoy convirtiendo en un experto en computación. Esto es, a la vejez, viruelas.

 

La noticia de la muerte de Rupert Neudeck nos apena lo indecible. Por desgracia no lo hemos conocido en persona, pero hay gente, como él, a la cual se la conoce personalmente en su obra. ¡Y qué obra! No menos de 10.000 beat people le deben la vida desde 1977, cuando con el apoyo de Heinrich Böll auspició y sufragó la campaña “Un barco para el Vietnam”. Cuando se apaga la llama de la vida en gente como él, es cuando uno siente como una lápida el seguir vivo.

 

Weiß/Colonia, 1.6.

Repaso el día (son casi las 11 pm) y lo único que podría escribir es lo que Luis XVI solía en su diario ¡incluso a la mañana siguiente de la noche de bodas!: «Rien». La visita a la pedicura parte por gala en dos ese “rien” en un “rien” antes y otro después. Y al tiempo mejor olvidarlo, a no ser para resaltar que el ciclón Elvira tampoco se ha dignado visitarnos. Los meteorólogos deberían investigar la existencia de un “corredor de Weiß”, que nos pone a resguardo de tales catástrofes. O mejor no, no vaya a ser que todo el mundo se quiera venir a vivir aquí.

 

Weiß/Colonia, 2.6.

La votación en el Bundestag, calificando de genocidio el cometido por el Imperio Otomano contra los armenios en 1915, arrojó un resultado de los que tan sólo se conocen en los países regidos por dictaduras: una sola abstención, un solo voto en contra. Así pues, por una mayoría abrumadora, los representantes del pueblo alemán han reconocido además, en esta votación, la responsabilidad alemana en dicho genocidio. Si Erdogan cree que puede ignorar la Historia, la Historia le pasará la cuenta. Hasta que la pague. O lo expulsen del local.

 

Rebeca, ya lo he dicho acá más de una vez, y las repetiré cuantas sea necesario, porque estoy bien orgulloso de ella, es una ciudadana activa, forma parte de la junta directiva de una iniciativa vecinal para cuidar la plaza de su barrio, donde hay un parque infantil y una estatua muy hermosa de un niño cabalgando un gran pez. Hay que haber conocido la plaza antes de esta iniciativa para darse cuenta de lo que han logrado, hoy en día es uno de los rincones más íntimos, acogedores y limpios de toda la ciudad. Y este mes aparece Rebeca en la revista barrial de distribución gratuita en cada casa, con los otros dos miembros de la junta directiva, posando delante de la fuente:

 

 

 

Weiß/Colonia, 3.6.

1:05 am : ¡Qué joyita esta peli que acabo de ver, 50/50 se titula! Sin alardes, sin estrellas, sin casi promoción, llegando casi de puntillas al espectador. Pero son unas puntillas de bailarines de ballet. Tanta frescura, tanta sencillez, tanto buen cine sin efectos especiales (a no ser esos  dos, la frescura y la sencillez, la autenticidad) hace mucho tiempo que no los veía juntos.

 

Maese MH me manda este email desde Medellín: «A raíz de mi último correo, donde taché de bárbaro a Vallejo por la expresión “esa colección de textos apócrifos, inmorales y estúpidos que llaman la biblia”, contrariamente a lo que opina una legión de grandes escritores, poetas y filósofos que, inclusive siendo ateos muchos de ellos, ha declarado su admiración y respeto a libros y textos de la biblia por su profundidad y belleza-, una “vieja” poeta amiga mía me escribió preguntándome si le podría enviar de nuevo ese poema titulado Eclesiastés, de W. Szimborska, porque lo había buscado por toda la red sin poder hallarlo. Le respondí que era lógico que no lo encontrara, pues el tal poema no existía, porque fui yo quien lo “fabricó” con un texto extraído de su discurso de recepción del Premio Nobel, como un homenaje a su muerte recién acaecida». Le contesto: «Solamente decirle que concuerdo con el bárbaro Vallejo en su repulsa de la Biblia como un libro nefasto. Y por supuesto sé que es legión la de los grandes escritores, poetas y filósofos que lo admiraron y admiran, pero qué quiere que le diga, para mí sigue valiendo la norma de que no hay poeta malo sin un verso bueno, ni poeta bueno sin un verso malo, y creo que es de aplicación a ese cajón de sastre que es la Biblia. Si en ella se separase la paja del trigo, lo que quedaría a la vista sería una megamasturbación del tal Jehová, documentada por sus dizque escribas. No más eso quería decirle».

 

En un email de MM: «Concuerdo palabra por palabra con tu opinión sobre la Biblia, lo cual es un respiro para mí en estos tiempos y estos rumbos donde privan los fundamentalismos neocristianos, y donde me miran con malos ojos porque no me manifiesto como creyente».


Pero a cambio IBG me dice: «Que sean apócrifos los textos de la Biblia no es una acusación literariamente importante, pues a la calidad de la literatura nada aporta ni quita la autenticidad autoral. Que sean estúpidos, lo dudo también pues personas nada estúpidas (digamos Juan de la Cruz, Bach y Miguel Ángel) han producido obras sublimes a partir de esas estupideces. Y que sean inmorales, sin duda hay pasajes que lo son, como los hay en Shakespeare o en Cervantes, pero eso tampoco es indicio de mala literatura. Y el origen de toda la ética occidental, una revolución completa en el comportamiento frente a los enemigos y adversarios, está en el Sermón de la Montaña, como ha mostrado muy bien Benedetto Croce. Aunque el cristianismo sea una ilusión metafísica, significó también un increíble avance moral para la humanidad. Antes del cristianismo el enemigo era solo digno de exterminio y la idea de hermandad de todos los hombres fue lo más revolucionario que pudo haber dicho cualquiera de los locos que fundaron religiones».

 

Los emails anteriores me han hecho recordar una discusión que tuve con Ovidio y anoté en este mismo diario con fecha 30.8.2005, reproduzco aquí aquella entrada:

 

«Le digo a Ovidio que desde siempre he creído que los evangelistas fueron los creadores involuntarios del realismo mágico: comparadas con el episodio de Jesús caminando sobre las aguas, las más disparatadas invenciones de Macondo parecen juegos de niños. Ovidio me replica que todo eso no es otra cosa que volterianismo, y yo a mi vez le replico que Voltaire escribió algo de una validez universal: “Odio sus ideas, pero me haría matar porque usted tenga el derecho de expresarlas”. Ovidio se limita a desdeñar la frase citándome de Hamlet: “Palabras, palabras, palabras”, a lo cual, por mi parte, le contesto recitándole del inefable Sermón de la Montaña. Como me mira desconcertado, le digo que las bienaventuranzas evangélicas tampoco son nada más que “palabras, palabras, palabras”. Y hasta menos valiosas que las de Voltaire, le añadí, porque las de Voltaire, al menos, se refieren a una conducta personal, factible de poderse llegar a comprobar en casos concretos, mientras las de Jesús sólo son una promesa generalizadora, esponsorizada por un altruista anónimo y cuya existencia está por demostrarse. Ovidio me deja por imposible».

 

Sea como fuere, y aunque me reafirmo en mis ideas al respecto, le doy la razón a IBH cuando impugna los tres adjetivos usados por Fernando Vallejo. No puedo evitar la sospecha de que FV, a quien tanto admiro, se halla en peligro de estar ya interpretando el papel de FV.

 

Weiß/Colonia, 4.6

Al levantarme abro el buzón de mi estafeta virtual y tengo un email de Arcángeles donde me dice: «Gran éxito del tuit que me regalaste». Y miro las cifras y sí, son impactantes :


El cartero me trae el ejemplar de Malkat Ha–Yofi Shel Yerushalayim [= La reina de la belleza de Jerusalén sería la traducción del título alemán], de Sarit Yishai–Levi, que pedí a la editorial Aufbau apenas leí su reseña en el diario. Todo lo que tiene que ver con el mundo sefardí es algo que me apasiona. Abro el ejemplar y veo que la novela comienza con un epígrafe tomado de la Biblia, del libro de Ester, 1, 22: «A cada pueblo conforme a su lenguaje» [en la Nacar–Colunga traducen «A cada pueblo según su lengua»]. Me prometo una buena semana de lectura.


Esperando en la parada el bus de regreso a casa, cruza despacio por delante de mí una señora delgada, rubia, de unos 60 años, paralítica en una silla de ruedas, pero con tacones altos de los que alemán llaman “estiletes” (¡muy gráfico!) y las uñas de los pies laqueadas. ¿Será esto una muestra de lo que Goethe definió como «el eterno femenino»? Aunque, por otra parte, ¿con qué derecho me atrevo a opinar acerca de cómo esta mujer sobrelleva su parálisis?


Para la cena ha cocinado Diny una tortilla dizque española, al horno, con espárragos verdes y buen chorizo. Está riquísima y le pregunto que de dónde sacó la receta, me dice que de una del cocinero de la selección alemana de fútbol, que pronto competirá por la Eurocopa. ¡Ah no, no, eso es intrusismo!  Han visto cómo la selección española ganó consecutivamente las del 2008 y el 2012 y deben haber decidido adoptar su dieta. ¡Así cualquiera, qué vivos estos alemanes!


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