Weiß/Colonia, 10.6.
Por mi 79.º cumpleaños, el teléfono se volvió loco. Angie logró hablar conmigo al tercer intento, Beate & Wolfgang al cabo de varios. Pero el caso es que nunca llegaron aquí esas llamadas fantasmas. A Paul le dije que la experiencia lingüística que está viviendo él en Passau es la que yo viví en mis primeros meses en Alemania, febrero a aprox. junio del 63, cuando aún no sabía alemán: ahora el que sabe alemán es él, pero de nada le vale en Passau, donde fuera de la Uni toíto er mundo habla sólo bávaro, una enfermedad de la epiglotis. Oskar quiere pasar un día de estos por aquí, supongo que para practicar su español conmigo. Montse me llama desde la autopista, a unos 80 km al este de Dortmund, o sea, que todavía tienen un buen tramo por delante. Rebeca llamó también en algún momento, desde la tienda de Montse, porque hoy es un dìa domingo de puertas abiertas, en Sürth, y Rebeca saltó a la brecha de la ausencia de Montse para que no se perdiese el negocio de este día. (Ingresó casi 2.500 € en cinco horas de apertura). Y Chico pasó a recoger cosas que tenía depositadas en nuestro sótano. Se ha dejado crecer una barba como para ir al casting de una de esas pelis de sandalias, según las llaman los alemanes: Sandalenfilme, en ambiente bíblico o meramente antiguo; no me gusta ni un pelo. Ni uno solo.
El regalo de Carmen, ayer sábado, lo ha redondeado hoy diciéndome que estos días han estado «recordando los 60 años de la muerte de JRJ, y he digitalizado todas las fotografías que tenía en mi archivo de esos tristes momentos, y se hizo un video que te adjunto. No sé si recuerdas ese hecho ni si estabas en Huelva aquellos días, me imagino que no, pero es un documento histórico que quiero compartir contigo». El vídeo es una demostración impresionante de cómo todo un pueblo se despidió de su hijo más preclaro. Me ha servido además para refrescar mi memoria fisionómica, los rostros de Gorostidi, de Figueroa (que era el abogado de mi padre), de Antonio Segovia, de Cantero Cuadrado… Claro que recuerdo el hecho, y que no estaba en Huelva, sino en Sevilla, en plenos exámenes del tercer año de la carrera; según creo recordar, el entierro coincidió con mi examen de Derecho Internacional Público. ¡Con lo que yo hubiera querido estar en Moguer ese día! Pero ni modo, como dicen los mexicanos.
Weiß/Colonia, 11.6.
Hoy se cumplen doce años que llevo sin fumar. Pero la tos no se me va. Hijaeputa.
Leo en el diario que el jugador danés Delaney padece de daltonismo, confundiendo el rojo con el verde, y que en el partido del pasado fin de semana, contra México, las pasó canutas porque sus compatriotas jugaban con camisetas rojas, y los mexicanos verdes, pero los calzones eran todos blancos. Es la primera vez que le ha pasado en su vida deportiva. A mí me parece que es un dato digno de ser incluido en su curriculum vitae. ¡¡¡Entre signos de admiración!!! Y que se debería registrar en el Guinness Book of Records. Joder.
Visita a la pedicura, me atiende Victoria pero también está presente Suzana, que sigue con su aprendizaje. Y al volver a casa subo al bus junto con mi vecino Perić, que viene del otorrino: me explica que tiene un problema con el cerumen en los oídos, que no se le autodisuelve sino que se solidifica y le causa grandes dolores. Evidentemente, cuando al Dios de la Biblia se le ocurrió la estúpida idea de crear la especie humana, acababa de leer al marqués de Sade. No dejó ni un solo rincón del jiúman body que no fuese susceptible de dolerle a su portador.
Vamos a Mongos para festejar el cumpleaños de Vincent. Se trata de un restaurante de una cadena con ese nombre y donde la comida es en realidad un pretexto para ceremonias de la confusión a la hora de confeccionar y servir el menú. Todo funciona como sobre ruedas, con lo cual la atención se desliza de la calidad de la comida a la perfección del servicio. Menos mal que no es muy caro ¡¡y menos mal que tienen un Carménère en la carta de vinos, un San Elías que es una delicia!! Así y todo, este festejo del cumple de Vincent me ha obligado a pasar casi cuatro horas, ¡cuatro horas!, al otro lado del Rhin. Creo que con ello he cumplido largamente con mi cupo de exilio voluntario a Siberia para los próximos 79 años.
Weiß/Colonia, 12.6.
En La Modicana con Claudia, recién operada de la rodilla, y Javier, que ha venido de Londres para acompañarla en el trance. Tuvieron que acudir en el auto de Carlitos porque los médicos le han prohibido conducir a Claudia y me parece recordar que Javier se cuenta, como yo, entre los felices mortales que nunca manejaron un vehículo de cuatro ruedas. Comida buena, como de costumbre, y Claudia me cuenta de su viaje a Atenas y su encuentro con Eleni. ¡Eleni! No nos vemos desde 1983. Lo puedo datar exactamente por la dedicatoria de su traducción de Historias de cronopios y de famas, en cuyo epílogo me nombra con mi nombre en caracteres latinos. 35 años, pues, de no vernos, pero sin que nuestra amistad haya decaído nunca. Y es porque la amistad es más duradera que cualquier otro sentimiento. Y cuando es de ley, es gratuita en ambas direcciones, cosa que no sucede, por ejemplo, con el amor. La frase mía que más citaban mis amigos, antaño, era esa de que “la patria son los amigos”. Lo sigo sosteniendo.
En la tele un reportaje sobre María Angélica Ramos, alias La Vieja, una anciana de 92 años, que entrena a un equipo de fútbol de chicos jóvenes talentos en una población [=chabolas, villa miseria, favela, cantegril usw…] de Lima. Gente como ella es la que me hace pensar que no es todo tan negro como lo temo a veces. Hay seres humanos que justifican ese adjetivo.
Por un azar del zapeo veo unas imágenes de la astracanada de Singapur con the fake president y el fantoche norcoreano (ambos unos payasos tan peligrosos como en su día el tal Woytila), y lo que veo y oigo me traen al recuerdo el estrambote del soneto de Cervantes al túmulo del rey Felipe II en Sevilla: “caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese… y no hubo nada». Y eso es lo que habido, nada, en este no–duelo de matasietes fanfarrones y autoritarios.
Weiß/Colonia, 13.6.
En la Sala Torquemada ando ya como Perico por su casa y me sé casi de memoria todos los ejercicios de la tabla. Ello me lleva, desde hace un par de sesiones, a concentrar mi interés en el resto de mis congéneres condenados a galeras. Hoy han sido casi todas mujeres, una de ellas muy joven y que debe padecer, pobrecita mía, serios problemas de la columna, si debo juzgarlo por los tormentos a que la someten. Y ella se deja hacer, dócil como una gacela. ¡Cielo santo, qué gastada está esta imagen, pero, gastada y todo, qué cierta sigue siendo si se la emplea bien!
Weiß/Colonia, 14.6.
La policía ha desarticulado la posibilidad de un atentado terrorista colectivo en Colonia, con ricino, un veneno que es 25.000 veces más tóxico que la estricnina. El presunto terrorista es un islamista tunecino que estaba en observación intensiva, la cual ha conducido a su detención. El dato esencial que condujo a ella fue la compra vía internet de semillas de ricino y un molinillo eléctrico de los que se usan para moler café. Cuesta trabajo pensar que sustancias tan altamente tóxicas como el ricino se puedan comprar libremente en internet, cinco semillas cuestan nada más que 1,59 €, y una vez molidas y alojadas en un aerosol pueden causar una masacre en un bus, en un vagón del Metro, en cualquier lugar cerrado. Pero todavía cuesta más trabajo pensar en la energía criminal que mueve semejantes actos. Creo que nunca acabaremos de conocer los límites de la maldad humana. Hasta el Dios de la Biblia debe llevarse las manos a la cabeza al constatar la hez que es el homo sapiens. Ni blasfemar tiene sentido en estos casos.
Vino Maripaz y por fin nos conocimos personalmente, aunque nos conocemos y carteamos regularmente vía email desde marzo del 2012, y hubo un encuentro fallido en Madrid, porque me enfermé justo el día que estábamos citados. Y también que nos conociéramos hoy estuvo muy pendiente de un hilo harto débil. Carlitos tenía que recogerla en el 44ª de la Brüsseler Strasse, y fue milagro que no fuese a buscarla a la mismísima Bruselas. Mas a pesar de esa puesta en escena, involuntaria, de El jardín de los senderos que se bifurcan, al final sí se encontraron y llegaron a Weiß con ½ hora de retraso. Nosotros los esperábamos en la parada del bus para no perder màs tiempo. En La Modicana almorzamos, como está mandao en estos casos, y se habló de todo. Acerca de nuestras costumbres respectivas dijo Diny algo muy puesto en razón, que ella es una alondra (se acuesta y se levanta con el sol) y yo un búho, que hace vida nocturna y su primera comida del día es al mismo tiempo desayuno y almuerzo. De Maripaz supimos que su compañero es onubense y viaja con él un par de veces al año a la vieja Troglodia. Habríamos querido prolongar el encuentro con una sobremesa en casa, pero prefirió regresar con Carlitos en su auto, no sin entregarle un lindo pañuelo a Diny (una mascada, diría una mexicana), que le hace además juego con el color de sus ojos. Un acierto a ciegas.
Ya tarde en la noche me llega un email de Paul donde me dice que cada vez siente más fuerte la nostalgia de Colonia, de la familia, de los amigos, y que está pensando mandar Passau al carajo y regresar acá, y empezar algo nuevo. Tras de lo cual me hace una pregunta que me deja mudo, producto de una idea loca que se le ha ocurrido: ¿tendría yo ganas de escribir un libro con él? No lo pienso mucho, y le contesto: «Querido Paul, tu email me deja sorprendido y contento al mismo tiempo. Por supuesto entiendo lo que debes estar pasando, ya te dije el domingo que entiendo perfectamente tu situación al compararla con la mía los cuatro primeros meses en Alemania y sin saber el idioma del país. Así es que si sientes que la situación es insoportable para ti, mejor cortar por lo sano, cuanto antes mejor. Sabes que en Colonia tienes siempre dos hogares, el de tus padres y el nuestro. En cuanto a escribir un libro los dos juntos, eso es lo que más me sorprende y me alegra, solo que tenemos que conversarlo muy a fondo. No sé qué clase de libros quieres escribir, pero desde ya puedo decirte que no sé escribir nada más que en español, de manera que tendríamos que tomarnos un buen tiempo para la redacción del borrador. De todos modos déjame decirte que nada me gustaría más en el mundo que escribir un libro al alimón con un nieto mío, así es que conmigo puedes contar. Sin lugar a dudas».
Weiß/Colonia, 15.6.
Aparece en su día mi columna de El Espectador. No es como echar las campanas al vuelo pero casi. Lo que me molesta esta vez es que haya habido lectores que aprovecharan la ocasión para llenarme el foro de basura politiquera de la peor especie. Manada de imbéciles.
En la Sala Torquemada hay un televisor de pantalla gigante, que está prendido todo el tiempo, aunque mudo, y en él me entero de la muerte de Dieter Wellershoff. Ha sido uno de los mejores autores alemanes de posguerra, y fue el lector de la editorial Kiepenheuer & Witsch, por lo que muchas veces debemos habernos cruzado en sus pasillos, pero sin llegar a presentarnos nadie ni siquiera en las famosas fiestas de verano en el jardín del edificio. Tan sólo una vez hablé con él y fue por teléfono, cuando la directora de cine brasileña Susana Amaral quiso que lo contactase acerca de los derechos para adaptar una novela suya, no recuerdo cuál, pero una que debía estar traducida al inglés. A Susana debí conocerla en Berlín, el año 85, cuando presentó en el festival de cine su film A hora da estrela (basada en la novela homónima de Clarice Lispector), y ganó el premio de la crítica, mientras que Marcélia Cartaxo ganó el oso de plata para la mejor actriz, en el papel de Macabéa. De mi charla con Wellershoff sólo resultó lo que yo me esperaba, y es que me remitió al departamento de derechos de la editorial. Qué pasó después no lo sé, pero según su ficha en imdb, Susana nunca llegó a filmar una peli basada en una novela de DW.
Cuando regreso a casa me dice Diny que tengo una llamada telefónica de Dieter, que quiere hablar conmigo acerca de un problema serio de salud. Nosotros ya lo sabemos, por Gertrud, que es cáncer y le deben hacer quimioterapia, y no quisimos llamarle por el respeto que inspira la intimidad de un caso así. Pero ahora es él quien quiere comunicárnoslo, aunque en realidad, muy Dieter en eso (genio y figura), a quien se lo quiere comunicar es a mí, así se deduce del mensaje que me ha dejado en el contestador automático y que Diny ya escuchó. Hago de tripas corazón y lo llamo. Su voz está cascada, es la de un anciano (siendo como lo es un par de años más joven que yo), pero lo peor es el acento subsumido de resignación. Pienso que no debe de haber peor tarea en el mundo que la de hablar con un condenado a muerte, y resignado a ella. Todo lo que se te antoja decir son lugares comunes olorosos a pésame anticipado incluso si se trata de dar ánimos. Cuelgo con una pena grande pesándome en el alma.
Weiß/Colonia, 16.6.
Todo el día repartido entre contestar correspondencia, organizar tres números de The Twitter’s Digest y ver casi íntegros tres de los cuatro partidos del Mundial, sólo me perdí el de Francia–Australia, que de todos modos no pensaba ver. Lo que más me gustó fue el coraje con que peleó Perú, que mereció el empate, pero pienso que a Guerrero lo tenían que haber alineado desde el principio, y no eso de cambiarlo a mitad del segundo tiempo. Hay errores que se pagan caro. Pero si se me pidiera mi resumen del día en dos palabras, helas acá: ¡Viva Islandia! A media tarde, buscando material para TTD encontré un trino que me encantó, y lo copio también acá:
La selección islandesa de fútbol está compuesta por cuatro agricultores, tres ganaderos, dos que tenían en casa unos guantes de portero, un dentista, Björk con bigote postizo y unas ovejas con camisetas de suplentes.
— Perro (@DavidPerro) June 15, 2018
Y le sacaron un punto al choque con los multimillonarios de la albiceleste y se permitieron el lujo de atajarle un penalty a S.M. Leonel Messi. Lo dicho y que repito: ¡Viva Islandia!
***************THE END***************