Si compras un aparato Made in China, dentro del cartón original siempre faltará una pieza. Debe ser cumpliendo algún precepto de Confucio.
De mi Diario / Semana 29 / 2015
Weiß/Colonia, 12.7.
0:30 am : Formidable, anoche, el concierto estival de la orquesta sinfónica y el coro de Radio Baviera, bajo la dirección de Pablo Heras Casado. El programa estuvo dedicado a España en la música, con obras de Prokofief, Debussy, Ravel y Falla, y en los bises el coro del toreador de Carmen y el de barquilleros –aunque en realidad sólo cantaron las mujeres del coro– en Agua, azucarillos y aguardiente. Con este, el público muniqués que abarrotaba la plaza del Odeón se entusiasmó y no era para menos, cuando la música de zarzuela se interpreta con los medios que se merece, su mérito se pone de relieve casi al primer compás.
[Para quienes quieran disfrutar las dos horas y ½ de este maravilloso concierto, aquí el enlace, no sin hacer la salvedad de que es una pena que no puedan –quienes no sepan alemán– seguir los comentarios de la moderación, son sumamente interesantes e ilustrativos].
Desde hace un día, dos, hay problemas con los envíos colectivos en gmail.com, de manera que habrá que esperar a que lleguen mejores tiempos, es descorazonante enviar mi diario a casi 500 personas y que me lleguen más de 300 devoluciones.
Weiß/Colonia, 13.7.
La recontrarremilputísima KVB [la compañía de transportes públicos de Colonia] me hace llegar con 20’ de retraso a la consulta de mi neumóloga. Lo primero que le digo, a mi estimada Dra. Dornaika, es que no pienso dejarme hacer ni una tomografía más, y le explico el porqué. Está de acuerdo con mi decisión y me receta un preparado distinto para dos meses de tratamiento. Debo volver a fin de septiembre, hacerme radiografías, y ella espera que hasta entonces los pulmones estén limpios por completo. Iría siendo hora, pienso.
Al regresar a casa la agradable sorpresa de que sea Henri quien me abra la puerta. Ha venido con Montse, que tenía algo que platicar con Diny. Al rato llega Frank, para buscarlos, y aprovecho la ocasión y le digo que mi impresora, escaneadora, etc., sigue sin estar conectada a la compu, cosa que él ya sabía por Oskar, pero le incita a echarle una ojeada al aparato. Gracias a ello descubre que en el cartón del empaquetado original faltaba un cable USB, y como tiene varios en casa me promete que esta tarde pasará Oskar para instalar uno. Moraleja : Si compras un aparato Made in China, dentro del cartón original siempre faltará una pieza. Debe ser cumpliendo algún precepto de Confucio.
Me quedo sin estafeta gmail.com a partir de las 4:15 pm, al levantarme de la siesta.
[2:30 am del martes 14, antes de irme a dormir : Sigo sin estafeta, gmail me tiene castigado en el rincón].
Llama Oskar a las 5:30 anunciando que sale para acá a instalar el cable USB y se lo digo a Diny, que está preparando nuestra cena e improvisa una tortilla española para Oskar con las papas que sobraron de la guarnición de ayer. Llega Oskar, instala el cable, cenamos los tres juntos, hacía un largo tiempo que no me sentía tan feliz como con él a mi lado, devorando su tortilla y la mitad de mis salchichas, hasta que, ahíto, le pide a la abuela que le envuelva el resto de tortilla en papel de estaño para llevárselo a casa.
8:15, comienza la emisión de una nueva serie policial, en este caso galesa, con el DCI Mathias. Este primer episodio promete bastante. Veremos, cual decía el padrecito Homero. ¡Ah, y una curiosidad!: los títulos de crédito aparecen en versión bilingüe, gracias a lo cual me entero de que “Director”, en galés, se escribe “Cyfarwyddwr”. Lo que no sé es cómo se dice.
Weiß/Colonia, 14.7.
Vamos a almorzar Carlitos y yo al italiano a la orilla del río y los espaguetis con mariscos de hoy me reconcilian con su cocina, que me decepcionó harto la pasada vez que vine a comer acá, solo. Nuestra charla antes, durante y después del almuerzo se centra en Grecia y estamos en completo desacuerdo acerca de lo que está pasando. Y cuando me dice que apenas tuvo Atenas un jefe de gobierno de izquierda, ¡cataplúm!, le atizaron en la mera testa, le replico que no me parece a mí que Rajoy sea precisamente un izquierdoso, y me niego a seguir una discusión tan inútil.
A los puestos de servicio en España los llaman gasolineras. Ahora han instalado en Aldi unas columnas de suministro de corriente eléctrica para los autos que circulan usando esa energía. Y en verdad en verdad os digo que no se las puede llamar gasolineras. ¿Acaso enchufadoras?
Vincent en casa hasta mañana. Por la tarde compartimos su habitación, él aovillado en la cama y abismado en su iPad o como se llame, y yo arrellanado en la mecedora y abismado en una nueva entrega de la serie de Kimmo Joentaa, quien me apasiona como personaje, y su saga como tal.
A las 8:15, en el canal ZDF Neo uno de los mejores episodios de Lewis, el primero de la cuarta temporada, The Dead of Winter.
Weiß/Colonia, 15.7.
Donde la pedicura, cita a la que también acudo con 18’ de retraso, nuevamente a causa de la impuntualidad de un autobús de la requetecontrarremilhijadeputa que es la KVB.
Desde ayer, que el Tour de France llegó a los Pirineos, lo estoy viendo de nuevo (lo único que me interesa del Tour, las etapas de montaña), y hoy me llevo la sorpresa y el susto de descubrir vacas cruzando la carretera en el descenso del Tourmalet… justo cuando estaba pensando –por enésima vez en mi vida– dónde esconden a los perros callejeros en Francia durante el Tour.
De Kimmo Joentaa el segundo episodio es alucinante, y además el final te deja con un nudo en la garganta. El tercero está fenomenalmente bien construido y Jan Cotin Wagner tiene aciertos de caracterización como este: «Kimmo Joentaa pensó en Kai–Petteri Hämäläinen [un famoso animador de la TV finlandesa, contra quien han cometido un atentado, y al que Kimmo acaba de interrogar], que se había autointerpretado. Un papel que había que estar interpretando todo el día. Una persona que en la pantalla era auténtica y en la realidad una copia». Pero lo mejor de todo el relato es la aparición de Larissa, una prostituta que es el inesperado regalo de Navidad que Wagner le hace a su protagonista, y de la que el lector [=yo] termina enamorándose como en su día lo hizo [hice] de Suzy, la peripatética de Dulce jueves, de Steinbeck, que paradójicamente vivía como Diógenes en un tonel.
Weiß/Colonia, 16.7.
30.º aniversario de la muerte de Böll, de Don Enrique, según yo lo llamaba. El diario le dedica una plana completa, con testimonios de escritores que fueron y son lectores suyos. El que más me gusta es el de Norbert Scheuer, quien cuenta como a los 18 años leía con fervor Billar a las 9:30 y llevaba consigo el ejemplar a todas partes, incluso al bosque, donde se sentaba debajo de un árbol y lo seguía leyendo. Un día lo perdió, en el bosque, y lo reencontró meses después, en primavera, reblandecido por la nieve y la lluvia y con sus páginas transitadas por cochinillas y ambarinas hormigas: «La luz del sol caía a través del denso techo de ramas sobre la página por la que había abierto el libro, una página que ya olía al suelo del bosque. La arranqué y me la llevé a casa y la metí entre las páginas del nuevo ejemplar que entretanto había comprado; el ejemplar viejo lo enterré en el bosque, en el lugar donde lo encontré. El libro hará ya mucho tiempo que no se distinga en nada de lo que es la realidad: también eso quería Böll con su literatura».
Me escribió Clodia desde Montevideo para decirme que no le había llegado el envío semanal con mi diario, pero que lo buscó en la página de Fronterad y ahí pudo leerlo, y termina con esta frase: «Escribo mejorcito desde que te leo». Le contesto: «Ese es el mayor elogio que le hayan hecho nunca a mis paridas, lo leí y me quedé patitieso y boquiabierto. Ni sé cómo agradecerte, de a deveras, como dicen los cantinflos. Pero en fin, aunque sea con una sola palabra, gracias».
Voy a Rodenkirchen en el bus, en el asiento individual al lado de la puerta de entrada. En la parada del Gymnasium de Paul y Oskar no sube nadie y el bus sigue el par de metros hasta el semáforo, que está en rojo. Llega corriendo una mujer pidiéndole al conductor que le abra la puerta, pero el conductor se niega y le pregunto que por qué. «Porque no se puede». Y es cierto, la norma es que las puertas sólo pueden abrirse en las paradas. Pero me río de él, le digo que he visto docenas de veces a compañeros suyos abrir la puerta en casos como este, y al fin lo mando al diablo. Me mira feo. Estoy a punto de decirle más, de decirle que si la KVB es una hijueputa, él no tiene por qué sentirse solidario con el espíritu de la firma. Pero me callo, con cretinos como este se entiende bien lo que Hannah Arendt llamó “la banalidad del mal”.
Envíos colectivos : Parece que las aguas van volviendo, si es que no han vuelto del todo, a su cauce. La cuota de devoluciones es la normal cuando se escribe a gente que sólo abre su estafeta a cada muerte de obispo y se les agota el cupo de su buzón. Veremos el domingo, que es el día en que mando el diario y es a unas 500 personas (las demás listas de distribución en mi compu son del orden de las 100 direcciones, menos la de The Twitter’s Digest, por encima de las 300).
Weiß/Colonia, 17.7.
Mientras estoy durmiendo la siesta llega Oskar con hambre y sed, y no precisamente de justicia, y la abuela está al quite. Oskar es de los cuatro nietos el que más querencia tiene de esta casa, los dioses lo bendigan.
Llega Frank alrededor de las 6 pm, trayéndonos a Henri para que duerma en casa, Paul sale esta noche en tren camino de Suiza, desde donde emprenderá con dos amigos un viaje de 3 semanas por los Balcanes y Europa oriental, y Frank & Montse lo quieren acompañar a la estación y no desean pedirle una vez más a Oskar que se quede de canguro con Henri. Le doy a Frank un sobre para Paul, con 100$USA y una tarjeta donde le deseo buen viaje y un mejor regreso, y le añado una posdata: «Con estas líneas, un pedazo de Fort Knox [consulta Google]». Y sí, claro, le remito a Miss Hortensia porque no creo que Paul sepa qué es ni qué significa Fort Knox. Luego, desde Sürth, Frank me pasa por email el minivideo con el primer salto de Henri desde el trampolín de tres metros a la piscina. Demuestra una decisión, un valor («¡Divino, qué belleza!», me comenta Anache desde Los Ángeles), que justifican al 100% la baba que se me cae.
La prensa acusa la ola de calor que estamos pasando. Los errores se acumulan uno tras otro. Hace un par de días, en la cuadrícula del plano de la ciudad que acompañaba a una noticia local convertían en Sachsenring el Karolingerring donde Diny & yo vivimos desde 1970 hasta 1975, ambos años inclusive. Días después, a propósito de la peli de Steven Spielberg, convierten a Lincoln en presidente de la Confederación a la que combatió y derrotó en la guerra civil. Y hoy, hablando de Kim Basinger, dicen que es la única “chica Bond” que ha conseguido un Oscar, lo que no es cierto, aunque sí lo sea que Halle Berry fue “chica Bond” después de su Oscar.
A la búsqueda de citas para mis envíos de La Frase del Domingo, encuentro una de Ibsen que es demasiado larga para ello, pero no me resisto a traducirla acá: «Si alguna vez los alemanes llegan por fin a comprender la necedad de su eterna manía de fundar asociaciones, lo primero que harán, con toda seguridad, es fundar una Asociación para la Disolución de las Asociaciones». Me recuerda una vieja gradación humorística aborigen que había in illo tempore y que argüía: «Un alemán, un soldado; dos alemanes, un ejército; tres alemanes, una Asociación».
Weiß/Colonia, 18.7.
1:20 am : Antes de irme a dormir abro la estafeta y me encuentro un email de María S. donde me cuenta, por si no lo sabíamos, que Béa murió en la madrugada de ayer viernes. ¡¿Béa, Béa?! No lo puedo creer. No es que me niegue a creerlo, porque sé que morir tenemos que morir todos, antes o después. Pero ¡¿Béa, Béa?!, ¿la imagen misma de la vida? Me cago en Dios.
Diny se queda como de piedra, cuando le comunico por la mañana la mala nueva. Béa y Diny se querían entrañablemente desde que en 1987 se desempeñaron juntas como intérpretes de los invitados alemanes en la primera Feria del Libro de Managua. No hacemos sino pensar en Wolf y en los dos chicos, Nicolás y David, los tres mosqueteros de esa d’Artagnana que fue Béa. No logro asimilar, asumir esta tragedia. Béa parecía como si fuese de quienes vivirían eternamente y no sólo eso, serían eternamente jóvenes. Y ahora esto, y Diny como medio sonámbula.
Pasaron los Ritter, con Oskar, para recoger a Henri, se van mañana a Cannes, de vacaciones por un par de semanas. Y luego, cuando me levanto de la siesta, me anuncia Diny que entre París y Burdeos hay un atasco en la autopista de nada menos que 100 km, lo que significa que Chico & Angie, con Vincent, no llegarán a San Sebastián a las 4 pm, como tenían planeado sino a las 7, con harta suerte. Y así es. Me llama Wolfgang desde Ebermannstadt para decirme que Angie les avisó de que ya estaban en el hotel, pero cuando llamo, inmediatamente, al hotel, me comunican que los señores Bada Scholz han salido a tapear a la Parte Vieja. Qué koshina envidia, carajo.
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Espero que te sea leve la
Espero que te sea leve la ausencia de tus nietos. Piensa en lo de prisa que pasa el tiempo.
Gracias, Manu. En realidad, y
Gracias, Manu. En realidad, y aun cuando los vamos a extrañar mucho, también nos viene bien un descanso, porque 76 tacos encima de los güesos pesan lo suyo. Vale, y feliz fin de semana.
Cuando reniegas en alto
Cuando reniegas en alto calibre de improperios contra transporte público en tu ciudad, pienso; ¿Qué sería el pobre Bada metido en una lata de sardinas conducida por un energúmeno desadaptado, bajando por las serpenteantes y estrechas vías de las comunas de Medellín a toda velocidad, hacia el centro?
Gracias por leerme, y te
Gracias por leerme, y te cuento que he vivido nueve meses en Buenos Aires, ciudad plana, sin cuestas, y donde los colectiveros (=conductores de las busetas urbanas) se creen todos que son clones de Juan Manuel Fangio. Es decir, tengo una idea de lo que puede ser lo que me cuentas, pero mis improperios están dirigidos contra una institución monopolista e ineficaz, como lo es casi todo lo que tiene que ver con la cosa pública acá en Colonia. El diario, hoy, anuncia el nuevo traspié municipal. Si los dioses romanos no lo remedian, nos quedaremos sin temporada de ópera hasta el año que viene… si es que, o sea, con mucha suerte. Y como cuando se desplomó el edificio del Archivo Histórico, resulta que nadie es responsable de lo que pasa. Créeme que tengo razones de sobra para los improperios de que me hablas. Vale.
Sr. Bada, he estado buscando
Sr. Bada, he estado buscando un correo electrónico para ponerme en contacto con usted (sobre sus traducciones y reflexiones sobre Erich Fried) y no he sido capaz de encontrar uno. Si fuese usted tan amable (creo que es posible que vea una dirección mía o mi usuario de Twitter), me encantaría poder charlar con usted sobre ello.
Estimada Itziar, mi dirección
Estimada Itziar, mi dirección electrónica es r.bada.hansen@gmail.com y me complacerá mucho conversar con usted acerca de la poesía de Erich Fried. Vale, desde Colonia.
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