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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 3 / 2017

De mi Diario / Semana 3 / 2017


 

Weiß/Colonia, 15.1.

El 2017, acá en Colonia, será un “año Böll”. El 20 de diciembre se conmemorá el centenario de su nacimiento, y a lo largo de todo el año, pero con actividades incrementadas en septiembre, octubre y noviembre, hay un denso programa dedicado al escritor más ilustre de la ciudad. Tal vez por ello, el cuaderno cultural de la edición finisemanal del diario dedica una plana entera a una entrevista con René, su hijo y albacea, quien se ocupa con todo lo relativo a la obra de su padre. Y eso, que no es poco, continuando su carrera personal como pintor. Chapeau!

 

Willy es un asiduo lector de mi diario, y hoy me escribe un largo email a propósito de lo que registré el día 9, de que en español teníamos toda una rica literatura en blanco, la neerlandesa del siglo pasado. Willy, que está escribiendo un libro sobre Simon Vestdijk, me confiesa que su  novela predilecta del maestro es De ziener [El mirón, o más bien El voyeur]: «En un metaplano se puede leer como un comentario al oficio del escritor, que siempre escenifica la vida de sus personajes y a pesar de hacerlo se enamora de ellos, por supuesto que inútilmente». Y luego me comenta que en los propios Países Bajos el gran Vestdijk está casi olvidado, en la actualidad no hay más que dos libros suyos en circulación, y no de los mejores. Pero lo mismo pasa también con Couperus y Boon, y casi casi con Hermans (añade Willy que a Theun de Vries ya lo habían olvidado en vida y además no estaba a la altura de los demás que cité). Como es natural, no es nada agradable enterarse de estas cosas. A cambio sí lo es descubrir, gracias a Miss Hortensia Google, que Vestdijk aparece como personaje en un cuento del boliviano Óscar Cerruto. Es uno de los misterios que debo empezar a investigar, cómo es que Cerruto llegó a conocer la obra del neerlandés e interesarse hasta el punto de darle un papel protagonista en un cuento suyo.

 

Weiß/Colonia, 16.1.

Me levanto pocos minutos antes de las 9:00 am porque no logro conciliar el sueño desde que lo hice a las 7:15 para ir al baño. Leo el diario “mu despacito”, como si tuviera por delante todo el tiempo del mundo. Y luego, frente a la pantalla, empiezo a barajar las varias posibilidades que se me ofrecen para mi columna del viernes en EE. El viernes es 20, son 75 años desde que tuvo lugar la conferencia del Wannsee, cuando quince funcionarios nazis convocados por el tétrico Heydrich establecieron los criterios a seguir para llegar a la “Endlösung [=solución final]” del problema judío. Pero la fecha 20 de enero me recuerda también que cuando fui niño, en la Edad de Piedra, ese día, el del santo patrón de mi Troglodia, era festivo en Huelva. Y la calle San Sebastián, que ya no existe, se llenaba de puestos de venta de chucherías, turrón y, sobre todo, palmitos, manjar obligado de comer ese día, una costumbre que con toda seguridad ya debe de haber desaparecido. Y por aquella calle desfilaba la procesión con el santo patrón flechado, del cual creo recordar que tenía su capilla en el viejo cementerio. Y de repente, sin decir agua va, tengo la primera frase de mi columna: «20 de enero, San Sebastián en el calendario cristiano, fecha de la toma de posesión de un nuevo presidente USAno. Uno con cuyo nombre no deseo macular esta columna, y que me recuerda a otro presidente plantígrado que hubo en ese país».

 

Como siempre que encuentro algo recomendable para mi directorio de hispanos en Alemania (110 direcciones), hoy les envío el siguiente email: «Esta noche (lunes a martes), a las 0:40 am, en el canal WDR pasan una peli peruana, Contracorriente, que vale la pena ver. Ainda mais, la pasan en su versión original, con subtítulos en el idioma de las tribus germanas aborígenes».

 

Arcángeles, colega mía ya en abuelidá, subió antier a su cuenta Twitter mi frase de la semana


 

y de momento va por los 399 ecos. Considerando que el número de seguidores de su cuenta es del orden de los 46.000, los 399 ecos vienen a ser nada más el 0,0086% de esa muchedumbre.  Pero pocas veces debe haber tenido Fontane tantos lectores de una sola vez en nuestro idioma. Porque a los 399 en la cuenta de Arcángeles hay que añadir los 491 que reciben cada domingo mi Doble Envío, con la frase de la semana y la entrega correspondiente de mi diario. 890 no es un mal total, don Fontane, se lo dice aquí su negro, que tié eksperiensia [sic] en la materia.

 

Weiß/Colonia, 17.1.

En el crucigrama del diario, hoy, un error. En la vertical “Estrella USAna de cine (Vivien)” la única solución posible es Leigh, y Vivian Leigh era inglesa. Es como en el catálogo del Gremio Librero Gutenberg, por lo demás una institución fabulosa y admirable, pero donde se obstinan en presentar las obras de Aldous Huxley como traducidas del “Amerikanische”, quiere decir, del inglés que se habla y se escribe en los USA. Ay.

 

A La Modicana nos l’han cambiao. Enlucieron las paredes de un blanco mate y, de repente, es como si la hubiesen iluminado a giorno. Además han desaparecido todas las horrendas pinturas que la signora estaba obligada a dejar colgadas como conditio sine qua non por el contrato de arriendo del local. Al cabo de 30 años, pues, ha habido que cambiarlo todo para que todo siga igual, como predicó un príncipe siciliano, paisano de la signora. Y con eso de que todo siga igual me estoy refiriendo a la cocina, que continúa siendo lo que siempre fue, un dato secreto entre entendidos, no vaya a ser que se corra la voz y ¡adiós nuestro amadísimo silencio!

 

De regreso a casa pasamos por la oficina postal y retiro el paquete certificado que me mandara Marjorie desde Cámaralentolandia, y cuyo franqueo de 22.450 ₡ [=colones] me hace temer que haya tenido que pignorar las joyas de la familia. Incluye el paquete un libro de Francisco Javier Bautista Lara dedicado a documentar el último año de la vida de Rubén Darío, otro de cuentos de Eduardo Halfón (ambos con dedicatorias personales), un almanaque con reproducciones de obras expuestas en los museos ticos, y un desplegable recortado de la figura de Claude Monet, que he puesto alzado gallardamente sobre una pila de libros para que me vigile mientras le doy duro y parejo a las teclas, que son mis verdaderas musas. Lo digo en serio. A veces me siento a escribir y no sé qué, pero de repente las teclas atraen a las yemas de mis dedos y los textos se van hilando por sí solos. Sin ser escritura automática, sino –automáticamente– escritura.

 

El lector es en realidad ¿tan importante? Me lo pregunto al ver el comentario de un lector al último post de mi blog en EE. No ha entendido absolutamente nada, sólo ha leído lo que quería leer, no lo que yo escribì. Menos mal que Manu salió a hacerme el quite, y lo hizo como buena granaína, por chicuelinas rematadas con una revolera.

 

Weiß/Colonia, 18.1.

0:10 am : Un email de maese Gil, desde Paisápolis [=Medellín] con 77 aforismos de Millôr Fernandes, email del que le acuso recibo ipso fuckto con esta precisión:«Soy un fan de Millôr y he traducido docenas de aforismos suyos, pero rechacé siempre el de los aborígenesnunca un español llamó «aborigen» a un «indio», si acaso «indígena». Lo de los aborígenes es anglosajón. Consuélese pensando en aquella fórmula filosófica de Billy Wilder: “Nobody is perfect!”»

 

[Una cosa poco sabida es que esa fórmula, con la que concluye Some Like it Hot, se le ocurrió a I.A.L. Diamond, su coguionista, recordando un viejo chiste USAno donde la mujer le dice al marido «¡Eres un perfecto idiota!», y él le responde «Nadie es perfecto»].

 

10:00 pm : Acaban de pasar en el canal Arte una peli uruguaya, Mr. Kaplan. No la conocía y me ha dejado una buenísima impresión. Tanto que la creo bastante superior a la supervalorada de Roberto Benigni, La vita é bella. Acercarse al costado del Holocausto por el desvergonzado camino de la comedia es andar en la cuerda floja, y fracasar 99 veces de entre cien, pero Mr. Kaplan lo logra sin echar mano al ternurismo, que es la trampa mentirosa y bien abastecida de pañuelos que nos tendió Benigni. Ainda mais, en Señor Kaplan se laburó sin red bajo la cuerda floja, y aunque a veces uno teme por la vida del artista, al final llega incólume al otro lado.

 

Weiß/Colonia, 19.1.

1:00 am : Vuelvo a ver Las sesiones, con una portentosa Helen Hunt. Sólo una gran actriz podía actuar con solvencia desempeñando ese papel de la terapeuta sexual. HH lo dejó demostrado y además dejó muy alto el listón para cualquier actriz que tenga que interpretar escenas de sexo explícito y desnudos integrales naturales, es decir, derivados naturalmente de la acción. Para simplemente sacarse la ropa no se precisan grandes dotes artísticas. Por lo demás, qué fabuloso actor es ese pequeñajo de William H. Macy, y qué revelación la de John Hawkes, cómo se ha desarrollado y perfeccionado su arte desde Yo, tú y todos los demás. Y todos y cada uno de los papeles secundarios configuran un casting insuperable, es una peli hecha con mimo y con un mínimo de esfuerzo aparente. Es una peli como el personaje de Helen Hunt: natural. En el polo opuesto de los blockbusters y la bazofia de las guerras galaxiales.

 

En la biografía de Billy Wilder por Hellmuth Karasek llego hoy al capítulo donde habla de las libretas en las que anotaba las ideas, diálogos, gags, que se le ocurrían y que iba almacenando para fagocitarlos (canibalizarlos, diría Raymond Chandler) en algún guión. Una de esas ideas fue esta: «El servicio secreto ruso secuestra a Marilyn Monroe. Hay que convetirla en espía de la Unión Soviética gracias a un lavado de cerebro. Sus relaciones con los Kennedys la hacen muy valiosa. Después de tres días la devuelven. No hay nada que lavar». Según Karasek, esta idea la había tachado Wilder en su libreta con un gueso trazo de tinta roja, añadiendo debajo la siguiente observación: «Envejecida, a no ser que hubiera un nuevo Stalin (algo no impensable) y que encontrásemos una nueva Monroe (algo impensable)». ¡Grande Wilder! Como en esta frase de sus libretas: «La luz al final del túnel es la de tren expreso que vuela derechito hacia ti».

 

En paralelo con la lectura de la biografía de BW estoy terminando de releer la correspondencia de Joseph Roth, que me tiene padeciendo el síndrome de Estocolmo. Traduzco de su carta del 10.7.1937 a Stefan Zweig: «Le toma usted mal a Dios que lo haga envejecer, en vez de darle las gracias por ello». Y más luego: «La no violencia de Mahatma Gandhi me es tan desagradable como odiosa me resulta la violencia de Hitler». Este epistolario es un moderno Libro de Job, y no es casualidad que Roth haya escrito una novela cuyo protagonista es un Job, con su inicio como de cuento de hadas («Hace muchos años vivía»), el libro favorito de Marlene Dietrich.

 

Weiß/Colonia, 20.1.

Hoy tuvo que ir Diny a buscar a Henri a la salida de la escuela y quedarse luego con él en lo de Montse hasta las 8, cuando Montse regresó a casa. Entretuvieron parte del tiempo viendo tele y se dio la casualidad de que al prender el televisor estaban pasando la ceremonia de la toma de posesión del que te dije, en Washington. Henri quiso saber enseguida que dónde estaba Obama, y Diny tuvo que explicarle que, hèlas!, a Obama ya no lo verá más al menos como hasta ahora. Pero la siguiente pregunta fue más peluda, como decía Cortázar: que si Obama y Merkel hacían lo mismo, y la respuesta fue que sí, claro, porque por muy espabilada que esté esta criaturita no es tan fácil explicarle a un niño de 7 años la diferencia entre un presidente en un régimen como el USAno y una canciller en un régimen como el alemán. Ya me encargaré yo de explicarle uno de estos días quién es el innombrable y lo que significa alguien como él puesto a gobernar algo que le viene demasiado grande. Se lo explicaré con plastilina.

 

Bastante movido el foro de mi columna de esta mañana en EE. Pero me ha venido bien para así poder añadir todo lo que no pude explayar en la columna por exigencias del formato. Lo que más me gusta de este diálogo es que los foristas han decidido hacer suya mi formulación para referirme al peligroso payado entronizado en Washington y lo llaman “el innombrable”, acaso sugestionados por mi advertencia de que nombrarlo por su  nombre es yeta, como dicen en el Río de la Plata, es decir, apareja la mala suerte. Uno de los foristas comienza explicándome: «el innombrable (le respeto la higiene de su columna)» y eso me hace puerilmente feliz.

 

Weiß/Colonia, 21.1.

Veo en el diario una esquela notable porque, además de un epígrafe de Justus von Liebig, el gran químico alemán («La Ciencia comienza realmente a ser interesante recién allí donde se acaba»), incluye también una fórmula de química orgánica de esas que parecen acordeones en proceso de desguace. A la persona que se recuerda en ella, el Dr. Manfred Lorenz, se le añaden los predicados “Investigador y cristiano”. Es una absoluta novedad en mi colección de esquelas.

 

Excelente la columna sabatina de la taruguita en sinembargo.mx, con lecturas que recomienda de los libros que fue descubriendo a lo largo del 2016. Uno de ellos es de Rolando, Estampas del Valle, y otro de Javier Cercas, El Impostor; les paso el enlace a los dos, porque menciones como estas son las que realmente importan a los autores.

 

Email de BI desde Rolópolis [=Bogotá]: «Un columnista conservador muy perspicaz del NYT dice que para entender a T. hay que entender la diferencia entre gemeinschaft y gesellschaft [sic]. Me quedé viendo un chispero, como decimos por aquí. Este enlace medio lo explica, pero igual fue noticia para mí». Le contesto: «Es un ejemplo muy claro de la tendencia de los alemanes a partir un pelo en cuatro. Así nos lo explicó nuestro catedrático de Economía Política en la Uni de Sevilla, cuando aquí tu negro estudiaba Leyes, allá por el año 1956. Pero la otra cara de la medalla es que al menos tienen pelos para partir. La mayoría de los demás pensadores suelen quedarse calvos muy jóvenes. Posdata El enlace es bastante explicativo, mi catedrático (don Ramón de Carande y Thovar, autor de un estudio ejemplar, un hito de la investigación, sobre Carlos V y sus banqueros) lo leería con una sonrisa afable. Vale». 

 

De safari por Twitter, buscando material, encuentro este tuit citado por @juanalajirafa:


 

Me encanta porque hace ya tiempo que yo, imitando a Jardiel y los revolucionarios © de sus novelas (© It’s long way to Tipperary [o Five o clock tea] by Enrique Jardiel Poncela), cuando  vi eso de «Enviado desde mi iPhone» al pie de los emails que me llegaban, empecé a rubricar los míos con un «Enviado desde mi iPhilomena [o bien “desde mi iPhaktotum”, y últimamente, después de haber probado otras variantes, “desde mi iPhileasFogg”]». 

 

 

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