Academia Hollywood desmiente concesión Oscar especial mejor actor cómico involuntario a the fake president.
De mi diario : Semana 30 / 2017
Weiß/Colonia, 23.7.
Me escribe José María después de leer mi columna en EE: «¡Caramba! ¿cómo que «paisa» no figura en ningún lado de los muchos diccionarios y la rale, la acle y el drae, en minúsculas por hideputas, también nos ningunean? Tocará armar el tierrero, pero por ahora no y hasta mejor que no figuremos, porque a todos nos meterán en el mismo costal que al pillo ese innombrable, que fue presidente y de los malos». Y le contesto: «Consuélate, José María, ya que el gentilicio popular de los nacidos en Huelva («choquero», por comedores de chocos, una jibia pequeña de nuestro litoral) tampoco figura en el Diccionario de la RALE. Que le den den, pues, por culo a la RALE, excepto en el más que probable caso de que le guste».
También Héctor, que este año ha acompañado el Tour de France, y ayer llegó a París, parece haber encontrado tiempo para leer mi columna en EE y me escribe a vuelapluma: «E incluso está «antioqueño», pero “paisa”, no. Hay que mandarle la columna a Daniel Samper Pizano, que es de la Academia Colombiana de la Lengua». Le contesto ipso fuckto: «No sólo está «antioqueño» sino también «risaraldense» y «boyacense» y qué sé yo cuántos más (no podía poner más ejemplos, a riesgo de aburrir al lector), pero a Daniel ahora lo tengo ocupado en organizar la admisión de Luis Fayad en esa Academia, que ya iba siendo hora, pero tiene que ser un gachupín quién les ponga la candela bajo el culo para se apliquen a la tarea».
El viernes pasado apareció en el diario que leo de mañana, durante el desayuno, una entrevista a toda plana con Trudeau, el primer ministro canadiense. La dejé para leerla hoy con calma, acabo de hacerlo, y en ella, al final, el periodista le pregunta si no siente la sombra de su padre, también primer ministro hace sus buenos 50 años. El joven Trudeau le contesta: «Hay quienes dicen que debe ser difícil para mí ser primer ministro porque mi padre también lo fue, y lo que yo le digo a usted es que fue difícil el primer día que fui a la escuela, y el primer día que fui a la Uni, y el primer día que tuve un empleo, justo porque él era primer ministro». Me parece simpática y muy acorde con la personalidad de los Trudeaus. Por cierto que la mamá de este joven era muy flower people y le ocasionó a su esposo (29 años mayor) más de un quebradero de cabeza, por decir lo menos.
Babette y Jörg han cumplido hace poco los 50 años y decidieron festejar el centenario sumado con un encuentro en Colonia, con la familia y los amigos más cercanos. Y nosotros somos algo así como una entidad a ½ camino entre la familia y los amigos más cercanos. Babette y Kathya vivieron largos años en el piso encima del nuestro y fueron compañeras de juego de nuestros hijos (siempre en el living de nuestra casa, los fines de semana, mientras los adultos todavía dormíamos). Luego vino la diáspora de los cinco jóvenes, pero seguimos unidos por lazos de amistad que se anudaron aún más fuerte con el suicidio del padre de ellas –que relaté en mi cuento “El nudo Windsor”– y más tarde con el cáncer de la madre, a la que Diny cuidó hasta el día de su muerte. En cierto sentido, para Jan y Hannah, los hijos de Babette y Jörg, sus abuelos maternos somos Diny y yo, no han conocido a los carnales. Y la relación entre nosotros se mantiene todo el tiempo, a pesar de que Babette y Jörg con sus hijos viven en Suiza, pero siempre que vienen a Colonia, nos encontramos. Como esta vez, en un restaurante a la orilla del Rhin, al final de “la playa” de Rodenkirchen. Buena comida, buenos vinos, un ambiente familiar en el que todos nos sentimos bien y en el que por enésima vez tuve que contar la según parece apasionante historia de mi emigración a Alemania, y todo lo que siguió. Fue por expreso deseo de Daniela, la compañera del ex compañero de Kathya, que también estaban invitados porque cuando la relación de Kathya y Sascha se rompió quedaron siendo buenos amigos, y se encuentran con sus nuevas parejas y es muy placentero ver y sentir que la civilización tiene un lado humano tan… pues eso, tan civil. Y a Daniela, a quien no conocía, le tocó sentarse junto a mí y, como se decía antaño, me sacó el padrón. La próxima vez voy a cobrar por el monólogo.
Weiß/Colonia, 24.7.
2:10 am : Acabo de ver El día de la lechuza [en alemán se titula Don Mariano no sabe nada], basada en la novela de Leonardo Sciascia. Extraordinario Lee J. Cobb, este sí que hubiera sido un Don Corleone convincente, y no el teatralero Marlon Brando. Pero en todo caso lo que esta peli me ha hecho ver claramente es que tengo que incluir con toda urgencia, en mi programa de relecturas, la obra completa de Don Sciascia.
Hace un par de semanas les escribí a Alfonso y al Webmaster de Fronterad explicándoles que me negaba en redondo a seguir poniendo etiquetas al pie de mi diario; y ello por la sencilla razón de que debe de haber una cierta asimetría entre nuestros respectivos programas, de tal modo que me veía obligado a incluir las etiquetas una por una, lo cual me robaba un tiempo precioso y que no estaba dispuesto a perder. Hoy me dio la curiosidad de mirar las etiquetas (nunca las miro) y me encontré lo siguiente: “Bada, diario, literatura, periodismo, vida”. Y la verdad es que me conmoví: parecen un piropo en modo telegrama que me hace la redacción.
Weiß/Colonia, 25.7.
Una de las cosas que más me gustan de vivir en Weiß es asistir al paso de los tractores por las calles. Ahora tan sólo queda una granja en actividad, al final de la nuestra, pero se trata de una actividad bastante intensa y que se nota sobre todo en las épocas de siembra y de cosecha. Unido eso al hecho de que estamos exactamente al final del arco del Rhin, que es todo bosque y terrenos labrantíos, y nos separa del resto de Colonia como una especie de cordón sanitario, me hace de lo más apetecible vivir aquí, en lo que para mí sigue siendo siempre un pueblo. Y son los tractores los que me lo certifican con su respiración ruidosa y su rastro de olor a heno.
Vamos a La Modicana con Claudia y Diny. La persianita parece que aprendió la lección de la semana pasada porque me saluda diciéndome que esta vez nada de malentendidos. Y como en la carta del día hay canelones de la casa, los cuatro pedimos lo mismo, con lo cual no queda espacio para malentendido ninguno. Y están de rechupete porque la signora los hace siguiendo el mismo refinado truco que con su lasaña: ¡vade retro a la bechamel!
Desde Karakogrado, la capital de Venezuelistán, me envía Marcos una preñada cita (Unamuno dixit!) del filósofo gringo Eric Hoffer, autor de un libro tan apasionante como es El verdadero creyente, y que nació en el Bronx neoyorquino, hijo de padres alsacianos, tal día como hoy, hace 119 años: «La fe absoluta corrompe tan absolutamente como el poder absoluto». Y le contesto: «Habría que recordar lo que opuso Bertrand Russell a la noción einsteiniana de que todo es relativo: «Para que todo sea relativo tiene que haber algo absoluto como referencia»».
Weiß/Colonia, 26.7.
A propósito de mi texto sobre Gerta Taro me escribió Javier desde Alcalá de Bañares, a la que llamo así por el apellido materno de Javier: «Como sé que para ti la ortografía tiene casi tanto valor como la historia, te aviso, aunque ya tus correctores lo habrán detectado, que en la primera línea de la segunda página, se ha dejado un espacio entre el signo “dos puntos” y la última letra de la palabra que lo precede». Le contesto: «Gracias por la lectura y por la observación ortográfica. Pero en este caso obedece a una manía mía. Cuando lo que sigue a los dos puntos es una explicación o ampliación de lo que antecede, no dejo un espacio en blanco, y lo que sigue empieza con minúscula. Cuando en cambio lo que sigue a los dos puntos es un texto más o menos corto, anunciado por las palabras delante de ellos dos, hago la separación y además empiezo con mayúscula el texto que sigue. No es una norma académica (que yo sepa), sino algo que se me ocurrió para distinguir dos géneros de enunciados».
Mi texto sobre Gerta Taro, en Nexos. He quedado muy satisfecho con él, amén de que lo han subido a la página web con las sugerencias de ilustración que les hice en el manuscrito, creo que realmente es algo de lo que me puedo sentir orgulloso. El elemento extraordinario ha sido en este caso un email otra vez de Marcos, desde Karakogrado, en el que se asombra de que una personalidad como la de GT no haya encontrado todavía el camino de la pantalla, y es cierto, cero resultados en www.imdb.com. Me quedo pensando en cómo hacer que se remedie tamaño desafuero y les escribo sendos emails a los dos únicos directores de cine de los que soy amigo, son bilingües de alemán y castellano, y viven en este país, Jeanine Meerapfel y Peter Lilienthal. Me encantaría que hubiese en un futuro no muy lejano (para yo poderla ver antes de emigrar al valle de Josafat) una peli sobre “la alondra de Brunete”. Pero no echaré todavía las campanas al vuelo, me limitaré a decir «Veremos», citando al viejo Homero.
Weiß/Colonia, 27.7.
Tres anotaciones hechas durante la lectura del 15.º episodio de la saga de John Rebus, que se ha convertido en mi obsesión de lectura cronológica, y episodio que me lo he zampado en sólo dos sentadas. En la pg. 369: «Seguía cayendo esa llovizna fina, pertinaz. Los escoceses tienen una palabra para nombrarla: smirr. Se preguntó si en otras culturas existirían palabras parecidas». ¡En la vasca –le grité a Rebus–, la palabra sirimiri, que además se le parece tanto! Luego, en la pg. 379, este diálogo entre Rebus y una conocida a la que le pregunta: «”¿Eres capaz de trabajar cuando andas con resaca?” “¿Tú, quizás?” “Yo lo he convertido en una forma artística, Caro”». Y finalmente en la pg. 508 Rebus se dirige a Storey, un investigador llegado de Londres, y le dice: «Entre nosotras, hijas de pastores [evangélicos]». Apuesto mi única corbata de Armani a que esa frase no está en el original inglés, y no sólo por el hecho de que Rebus y Storey son hombres. Rebus debe de haber usado una expresión inglesa equivalente que los traductores al alemán decidieron verter a su idioma con una locución popular propia, la cual además encontró un eco nada menos que en Alemania, cuento de hadas invernal, esa obra maestra de Heine, en cuya despedida de París hay cuatro versos que llevo grabados en mi corazón: «Ich sehne mich nach Tabaksqualm, / Hofräten und Nachtwächtern, / Nach Plattdeutsch, Schwarzbrot, Grobheit sogar, / Nach blonden Predigerstöchtern». Mi traducción no le llega al tobillo al original, pero no se queda en la suela de la pantufla, como una alabada por un Borges que demostró con ello no saber alemán. La mía dice: «Añoro el aire denso del humo de cigarros, / y los guardias nocturnos, los doctos profesores, / el dialecto y el pan negro, la grosería incluso, / y las rubïas hijas de los predicadores». Con esa ï que es the Heine touch.
Se me ocurrió un nuevo tuit acerca del innombrable (es yeta, atrae la mala suerte como los pararrayos los relámpagos), y se lo regalé a Pilar, que sin más ni más lo ha subido a su cuenta :
Academia Hollywood desmiente concesión Oscar especial mejor actor cómico involuntario a the fake president. (Ricardo Bada)
— Pilar Marrero (@PilarMarrero) 27 de julio de 2017
Weiß/Colonia, 28.7.
En un artículo de fondo del diario, acerca de la prohibición dictada por the fake president, de que los transexuales no puedan ser miembros del ejército USAno, me vengo a enterar de que el Pentágono invierte 40 millones de $US anuales en la compra de Viagra. Entiendo que a la tropa se la pertreche con preservativos, unos que le hagan honor a su nombre. Pero lo del Viagra me deja sumamente pensativo. Recuerdo cómo Curzio Malaparte contó en Kaputt que los soldados finlandeses engrasaban sus botas con el caviar tomado en botín a los soviéticos. También eso lo entiendo: es un gesto de desprecio. Y me pregunto de nuevo para qué querrá el Pentágono tanto Viagra como se puede comprar con 40 millones de $US. Misterio. Insondable. Abisal. ¿O será la cosa tan simple como que los GIs, tras los combates, sufren ataques de impotencia eréctil?
Entre los mejores chistes que he visto últimamente acerca de Erdogan y olvidé anotarlo el día que lo vi, pero lo recuerdo ahora, hay uno en que se le ve a un par de pasos de una pared, y en la pared se refleja su sombra mientras él, con la cara vuelta hacia la derecha [=sus gorilas], grita señalándola: «¡Deténganle!» Y sí, lo que este mequetrefe debe sufrir es una manía persecutoria³ [al cubo]. Si no fuera por la pobre y aherrojada Turquía sería para descacharrarse de la risa.
Weiß/Colonia, 29.7.
Después del desayuno una hora larga dedicada a traducir 30 tuits alemanes para las remesas que hago todos los fines de semana a mis amigos en este país, alemanes e hispanoamericanos. Al menos una media docena es orito en polvo, como se decía antes, no sé si ahora, en España. La copio. «@dachsschadenheit : Los argumentos tontos son difíciles de refutar porque casi nunca tienes a mano un bate de beisbol». «@dieTasko : Si la Tierra fuese plana tendríamos al menos la posibilidad de vomitar desde sus bordes». «@kettenfetter : No creo en los horóscopos. Pero es que los de Leo somos más bien escépticos». «@OogieReloaded : La gente que dice “Las 12 de la mañana” es la que tiene la mentalidad correcta». «@SauLustig : Mi mujer piensa que soy muy curioso. Al menos eso ha escrito en su diario». «@einhoernsche : Mirar el saldo de mi c/c y preguntarme otra vez por qué no me dediqué a algo mejor. A puta, por ejemplo».
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