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Mientras tantoDe mi diario : Semana 32 / 2017

De mi diario : Semana 32 / 2017


 

Weiß/Colonia, 6.8.

En el 17.º episodio de la saga de John Rebus, su creador, Ian Rankin, se permite una suave ironía acerca de un colega famoso: «[Rebus] volvió a pensar en la prostituta que había tratado de interesar a un cliente nada menos que en un callejón sin salida, y en Cath Mills, en cómo se atiborraba de Rioja. Todorow les resultaba atractivo a las mujeres, y sin género de dudas las mujeres le resultaban atractivas a él. ¿Podía una desconocida, con una oferta atractiva, haberlo conducido a su perdición? En un libro de John Le Carré, siempre».

 

En la repisa del aparador de nuestro comedor, desde el viernes por la tarde, reposa un sobre con tres números de teléfono, los de nuestros vecinos del piso de arriba y los de su hijo, que no se ha ido con ellos de vacaciones al Tirol, y que ya no vive en esta casa. Dentro del sobre, las llaves del piso para el caso de que se presente alguna emergencia (rotura de cañerías, etc). Lo que me encocora y me emputa es que el sobre está cerrado. Es la falta de educación más grande que puede hacerse. Cuando la vecina llamó a la puerta el viernes por la tarde y me entregó el sobre con una sonrisa, estuve a punto de decírselo, pero me contuve. Hay cosas que si no se las aprende a tiempo, no se aprenden nunca. Y es mejor que tengamos la fiesta en paz y no criemos mala sangre en las relaciones con los vecinos. Amén.

 

Weiß/Colonia, 7.8.

He ido a comprar las entradas para el concierto de Chicuelo y Marco Mezquida, el 23.9, y la vendedora del despacho de venta anticipada de billetes, en el Sommerhof de Rodenkirchen, que me conoce desde hace años, apenas me ve entrar exclama «¡Flamenco!» y levanta los brazos en pose de bailaora. Teniendo a la vista en el monitor el plano de la Philarmonie, le marco cuatro localidades en el sector B, que es el que Diny y yo preferimos para conciertos de este tipo (para los sinfónicos, o los musicals, el sector Q), pero la vendedora me arguye que el conjunto del día 23 es con piano, guitarra y percusión, y que el piano estará a la izquierda del espectador, así es que me recomienda el sector E, fila 11, cuatro asientos a partir del pasillo (también conoce mi claustrofobia). Todos los dependientes de tiendas deberían estar cortados por el patrón de esta vendedora. Pero que si quieres arroz, Catalina.

 

Todo el día, o casi, dedicado a la lectura del 18.º episodio de la saga de Rebus, y me doy cuenta de que he procedido mal al seguir la cronología de esta saga sin tomar en cuenta la del autor y sus publicaciones. Y sí, porque el episodio 17 es del 2007 y el 18 del 2012, y en ese “descanso” de cinco años se intercalan las dos novelas protagonizadas por el DI Malcolm Fox (2009, 2011), que son un complemento y una ampliación de la saga de Rebus, y se funden con ella justamente en este episodio 18 que acabo de leer. De manera que he encargado con urgencia los dos tomos de Malcolm Fox, pagándolos vía PayPal, y no continuaré la lectura de los Rebuses mientras no haya dado buena cuenta de los Foxes.

 

Weiß/Colonia, 8.8.

En Alemania existe una Academia de la Poesía y el Idioma, pero es de muy otro carácter que el modelo representado por l’Academie Française y su clon hispánico. Es decir, esa Academia con domicilio en Darmstadt no ha tenido ni tiene como propósito velar por la pureza del idioma, ni tampoco la edición de un diccionario del mismo. Para eso están los tremendos volúmenes que produjo el tándem de los hermanos Grimm y, sobre todo, el Duden. El Duden tiene, además, lo que no sucede con los diccionarios de las academias francesa y española, valor jurisprudencial, esto es, sus definiciones pueden ser invocadas para dirimir dudas en un proceso. Por lo mismo, siempre se esperan con por lo menos curiosidad cuáles son las nuevas palabras admitidas en el mismo a cada nueva edición, y el asunto es tan importante desde el punto de vista de la cultura alemana que se convierte en noticia destacada en la primera plana de los diarios. Hoy, en el de Colonia, que leo durante el desayuno, me entero de algunos de los neologismos que han pasado a formar parte del acervo de este idioma: “Brexit”, “Selfie”, “Emoji”, el adjetivo “postfáctico” e ainda mais. También los sustantivos compuestos “Flüchtlingskrise [crisis de los refugiados]” y “Willkommenskultur [cultura de la bienvenida]”, ambos muy vinculados a la realidad que se vive en este país desde hace ya más de un año. ¿Tema para una columna en El Espectador?

 

En La Modicana, con Carlitos y Diny, que sigue de “vacaciones escolares” (las de los nietos). Los tres pedimos lasaña, sin vacilar. Y la signora nos recompensa con una de las mejores que han salido de sus manos, lo que ya es mucho decir. Luego, en el despacho de aguas minerales, un susto al darme cuenta de que olvidé mis tarjetas de crédito en casa. La prisa es la peor de las  consejeras posibles, aduciría piadosamente mi médico de cabecera, el Dr. Alzheimer.

 

Intercambio de emails con Juan Carlos, en su Beatus ille de Asturias, a propósito de que en un mensaje mío le decía que a Diny le gusta cómo escribe Juan Cruz, tan bonito. Juan Carlos me comenta: «Juan Cruz escribe «bonito», claro que sí. Pero como todos, tiene sus «cosas»: yo tengo formación algo cartesiana por mi carrera universitaria (soy ingeniero industrial), y a veces Juan Cruz se anda algo por las ramas en materia donde la claridad es primordial; puede ser un mérito «decir sin decir», pero como te digo, a veces lo más práctico es «decir». No obstante, Juan Cruz es un regalo». Le contesto: «Personalmente creo que Juan escribe bien y bonito. Yo no me ando con florituras porque me he educado en el lenguaje de la radio, que tiene que ser inteligible a primera escucha, ya que no se puede volver atrás, como en los libros o en los periódicos. El secreto de mi manera de escribir, según un jefe que tuve, es que soy capaz de comprimir un máximo de información en un mínimo de espacio. Para mí fue una revelación que me lo dijese, ya que no se trata de un proceso consciente, es decir no me lo he propuesto nunca sino que, al parecer, me sale así, de una manera natural. Más no sé qué decirte al respecto. O algo más, sí, y es que a Juan sí lo puedo leer, pero a «estilistas» como Vicent o el sobrevalorado Umbral, no: me empalagan, sólo que con un empalago que no tiene nada de dulce, simplemente me hastía; tal vez el verbo más adecuado sería decir que me empachan». 

 

MN hospitalizado, llama Carlitos para darnos la noticia y pasarnos el # de teléfono adonde se le puede llamar en la clínica de la Cruz de Malta. Lo llamo y hablo un largo rato con él. Según me refiere lo internaron hace tres días y contaba con regresar hoy a su apartamento, pero la visita del médico dictaminó una intervención, lo que le hace pensar (temer, temería yo) que le quedan un par de días más en la clínica. Le prometo que lo llamaremos mañana, y en caso necesario él sabe de sobra que nos puede llamar en cualquier momento y para lo que sea.

 

Weiß/Colonia, 9.8.

Llamo a MN pasado el mediodía. El diagnóstico “infección del tracto urinario” se convirtió en la certeza de que tiene una próstata de tamaño king size que le van a operar el viernes a la 1 pm. Está de buen humor y buen ánimo, y si la procesión va por dentro lo disimula bastante bien. Me cuenta, muerto de la risa, que mientras pasaba la visita médica, con el director y el subdirector de la clínica, se presentaron de improviso tres policías de uniforme (un hombre y dos mujeres) para saludarlo, con gran sorpresa de los galenos. Los policías son amigos suyos, conocidos en el kiosko cerca de su casa donde acude a desayunar todos los días, y donde, además, trabaja en la computadora (debe ser un ciberkiosko). Le pregunto que por qué no trabaja con su propia compu en su casa, y me responde que porque la suya es una caótica: «Pero leerte sí te leo, en la compu del kiosko», se apresura a añadir.

 

En sus memorias, Zamacois cuenta cómo asistió a la ejecución de los autores del crimen del expreso de Andalucía, uno de los más espectaculares casos judiciales españoles en el primer tercio del siglo XX. Pues la ley exigía la presencia como testigos de dos vecinos de Madrid, don Eduardo se postuló para ello y pasó la última noche en capilla con los condenados. Una experiencia de a deveras espeluznante. En su relato, se refiere a uno de los capellanes y dice: «un sacerdote anciano jesuseaba latines». El verbo –jesusear– existe, está en el Diccionario, pero es la primera vez que lo veo usado, mejor dicho, la segunda, sólo que en la primera lectura de estas memorias me pasó desapercibido. Ahora ya no, quizás porque hace un par de años me inventé un neologismo, la jesusina, para llamar a esa droga a la que son adictos los corifeos del “Jesús te ama”, “Jesús es amor” y todas esas fórmulas huecas. Por cierto que los duendes de la imprenta me cambiaron una sola letra, pero de manera fatal, en vez de “rezuman” escribieron “resuman” e hicieron que una vez más me acordase del poema de Felipe titulado “América Latina”, tan elocuente en su brevedad: «La tasa / de chocolate. // La taza / de crecimiento». 

 

Si Gabo hubiese sido corresponsal de Caracol en estos mundiales de atletismo en Londres, con la mayor seguridad habría titulado su crónica de hoy “Isabel viendo llover en Mayfair”. ¿Cómo es posible que llueva tanto, tan seguido y tan tupido, en una ciudad donde se están celebrando unos mundiales? Esto no puede ser otra cosa que una acción de sabotaje meteorológico a cargo de la policía secreta rusa. Se me dirá que así caigo en las simplificaciones de los teóricos de la conspiración, pero miro el medallero, veo la ausencia de Rusia y sonrío mefistofélicamente.

 

Weiß/Colonia, 10.8.

2:00 am : Después de un nuevo episodio de Candice Renoir, encantadora como siempre, una peli de Judi Dench y Dustin Hofman que no conocía, Roald Dahl’s Esio Trot [en alemán con un título más comprensible, El secreto de Mr. Hoppy]. Es un tour de force para Dench y Hofman, pero también para Richard Cordery, cuya actuación hace buena la afirmación de Stanislavski según la cual no hay personajes secundarios sino actores de segunda. Tengo que mercarme la novela de Roald Dahl, una de mis varias lagunas en la geografía de sus obras. Creo que Dahl es, junto con el cartoonista neerlandés Yrrah, uno de los maestros consumados del humor negro.

 

Me llega del Banco el resguardo de la transferencia que me han hecho de El Espectador por mis colaboraciones en el primer semestre. Miro la factura que les mandé, descuento el 33% que me toca pagarle a Hacienda, y la cuenta no me sale porque no quiero pensar en el milagro de que hayan reducido los impuestos; eso sí que sería cosa de realismo mágico, ni la fantasía de Gabo hubiera sido capaz de imaginarlo, como le digo a la asistenta administrativa, a quien le escribo pidiéndole que me explique este desfase de cifras. Me contestan del depto. de contabilidad que «para el año fiscal 2017, Hacienda Colombia modificó las normas tributarias, lo que significa una reducción en el porcentaje por concepto de impuesto de renta, en el 2016 era el 33% y para el 2017 quedó en un 15%». Les contesto ipso fuckto: «Gracias por la información, que deja en tan mal lugar mi mofa del realismo mágico y mi escepticismo acerca de los milagros».

 

Weiß/Colonia, 11.8.

1:30 am : Una peli digna de verse, Pour Djamila, basada en una historia de Gisèle Halimi y Simone de Beauvoir, con guion y dirección de Caroline Huppert (hermana de Isabelle) y con dos protagonistas de lujo, la formidable Marina Hands (¡Lady Chatterley!) y Hafsia Herzi, la desencadenada bacante de la danza del vientre en Cuscús con pescado. Es la historia de una joven argelina a quien van a condenar a muerte, en un tribunal militar, por un atentado que no cometió y cuya autoría confesó bajo tortura. Su abogada, Gisèle Halimi, consigue movilizar a la gauche parisina, y salvarla de un destino seguro. La peli, un pelín en exceso hagiográfica, es interesante a pesar de todo por lo que revela de la represión francesa en Argelia, hasta después de haber llegado De Gaulle al poder. Incluso puede verse como un prólogo de El chacal.

 

Buscando material para The Twitter’s Digest encuentro en una cuenta italiana un trino donde se nombra mi apellido en forma de sustantivo o adverbio:


loryol my heart‏ @parsifal54 

Il desiderio di te è un demone che faccio fatica a tenere a bada.


Mi traducción (consultada): Las ganas que te tengo son un demonio que causa fatiga mantener a raya.

 

Otro trino, pero este lo encontré ayer, estaba en la cuenta del escritor mexicano Álvaro Enrigue, y me obligó a movilizar a todos mis amigos compatriotas suyos para poderlo entender:


Tuli, Delia, Lillian, Karina, Arcángeles, Alberto, Adolfo, Salomón, Raúl, Miguel… coinciden en desasnarme informándome de que los mexicanos dicen «Me voy a echar un coyotito» y eso significa una siesta corta, de unos 15’, por otros nombres «siesta de perro», «una breve siesta», “echarse una pestañita”, «un sueñecito», “cabecear”, “echarse un cotorrito», “acotorrarse»… El resultado, como le digo a los últimos amigos que me envían ejemplos, es que con la siesta  en castellano debe pasar como con los nombres de la nieve en el idioma de los inuits.


Daniela me escribe que se ha reído mucho con mi envío de tuits alemanes y que esta noche va a llevar a Sascha por primera vez a un autocine: «Estoy muy emocionada porque yo creía que son ustedes, los muchachos, quienes llevaban a sus chicas a esos sitios, para morrearse, pero parece que en nuestra pareja soy yo quien lleva la batuta». Le contesto que jamás he hecho semejante experiencia, por la sencilla razón de que nunca tuve un auto y que, todo lo más, tal vez habría podido llegar a hablar de experiencias en bicicines, en el caso de que los hubiere, claro está.


Visita de Chico & Co., que regresaron el martes por la noche de sus vacaciones en Andalucía, en Conil, donde desde la azotea de la casa de los Daroca pudieron ver África en el horizonte. Vienen muy morenos y (Angie y Vincent) chapurreando español. Visitaron Cádiz y Vejer de la Frontera, que les impresionaron mucho, y bien. Por mi parte me alegro mucho con lo que nos cuentan de su encuentro con los Daroca, con Adelaida & Alejandro, una pareja inolvidable en nuestras vidas. Recién casados, en Colonia, Adelaida aprendió lo que significa el manejo de un hogar y el cuidado de unos niños, por el ejemplo de Diny. Es más, casi como una especie de tarea de prácticas, se llevaban a Chico a dormir en su apartamento, a la orilla del Rhin (todo ello es de cuando vivíamos en el 29 del Karolinger Ring, o sea, antes de diciembre de 1975, fecha en que nos mudamos a esta casa de Weiß). Poco después regresaron a España, y siempre que íbamos a Madrid los visitábamos en su casa de Puerta de Hierro, donde nos daban de comer a cuerpo de rey y rememorábamos los felices tiempos de Colonia. Tanto y tan felices que sus tres hijas les regalaron una vez un viaje acá –adonde no habían vuelto desde que se fueron– y lo hicieron con tanta puntería que llegaron cuando Diny y yo estábamos de vacaciones.


Weiß/Colonia, 12.8.

En el diario el chiste del día es de Sakurai, lo titula “King Kong al revés”. En él se ve a dos gorilas identificables como the fake president y el mamarracho norcoreano, solitos los dos y a los gritos en un islote desierto, mientras se pierde en lontananza un barco desde cuyo puente de mando brotan estas palabras: «OK, ahí los dejamos. Y ahora lo que cabe esperar es que ninguno de los dos vuelva a establecer NUNCA contacto con la civilización». 

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