De mi Diario: Semana 34 / 2014

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Weiß/Colonia, 17.8.

9:00 am : Llegan Montse, Frank y Henri, pero tan sólo se quedó Montse, que viene a echarle una mano a mamá como “personal”. Rebeca, por su parte, acudió a la estación para recoger la expedición Hansen y traerla a casa. Al fin, en total sólo, ¡sólo!, somos 25, contándonos a Diny y a mí. Ahora bien, los quince neerlandeses hicieron méritos bastantes como para ingresar por la puerta grande en el Guinness Book of Records, estableciendo el de mayor número de decibelios en una habitación y con la única arma de la palabra. Chico lo registró con la grabadora de su iPod o como se llame el chisme. Hubo primero café y torta (seis distintas clases), y antes de pasar al capítulo Bebidas, las chicas del “personal” –Rebeca, Montse, Angie– distribuyeron sendas copas de cava, y Diny se mandó un brindis emotivo: «Brindo en primer lugar por mí, porque es mi cumpleaños. También quiero brindar por Willy, que recién cumplió los 65 y se jubila. Luego quiero brindar por Miny, que despertó enferma esta mañana y por eso no está con nosotros. Y por último quiero brindar por Annie, que ya no estará nunca más con nosotros y por la que siempre debemos de brindar cuando estemos juntos». 24 voces (todos menos Henri) entonamos el “Prosit der Gemütlichkeit”, “Zij leve hoog” y “Lang zal ze leven”, las canciones obligadas en estos casos, y Riet exhortó a los “Hip hip hurra!” de rigor. Y a partir de ahí, la bebedera y la comedera. Cosa curiosa, yo fui el único que bebió vino tinto, un Rioja Gran Reserva. La kölsch, la cerveza propia de Colonia, corrió a mares, y también el blanco y el rosado, fríos fríos. Cuando Montse anunció que el bufé ya estaba dispuesto, la marabunta cayó sobre él como si viviesen con hambre atrasada. Confieso honestamente que buena parte de esa marabunta fui yo, responsable de haberle rebajado una ¼ parte a la montaña de canapés de pan con tomate, que a Diny le quedaron de rechupete. Todo esto a lo tonto a lo tonto, mientras seguía entreteniendo a Henri con cortometrajes de dibujos animados en mi compu. Por cierto que estuvo a punto de averiarme el teclado, porque se le cayó el vaso con la Cola, menos mal que sólo mojó la mesa, pero estuvo en un tris de dejarme sin herramienta de trabajo, y en un día domingo, donde hubiera sido imposible comprar una nueva. A las 6:15 pm Rebeca dio la orden de partida, y comandó al cuerpo expedicionario de regreso a la estación. Sólo se quedaron Thea y Harry, que están acampados en Rodenkirchen, a la orilla del Rhin, y mañana se marchan a otro camping, en Heidelberg. Cuando se despidieron y nos quedamos solos, Diny y yo, el silencio fue algo así como una bienvenida lluvia de primavera después de un furioso mistral.

 

Tras leer en mi diario lo que cuento sobre las expresiones acerca de acciones pleonásmicas, Joserre me deja un comentario en el foro de mi blog: «Si te interesa conocer una versión más, el equivalente inglés a «llevar lechuzas a Atenas» es «to carry coals to Newcastle», versión menos culta y más de comerciante. Antes de escribirte esto he consultado para estar seguro de no estar inventándome cosas, y he descubierto que la frase se usaba ya en 1538». Le contesto: «Gracias por leerme, Joserre, es un honor reconfortante saber que lo haces. Y te diré que mi lejanísimo pariente Juan Carlos Bada me cuenta que en Asturias dicen que «eso es como llevar fierru [sic] a Bilbao». Me pregunto cómo dirán en Rusia: ¿”eso sería cómo llevarle dinero lavado a Putin”?»

 

También después de leer esa nueva entrega del diario, mi deuda estherna me comenta: «1) qué lástima que no voy a estar ni cerca de tu casa hoy pa probar las sobras del cumple Dinesco; 2) no recuerdo haber leído en tu Diario tus sueños. Y sé –por uno de tus mejores cuentos– que hasta pesadillas tenés. ¿Me olvidé o no los contás pa’l público?» Le contesto ipso fuckto: «Las sobras del banquete son irrisorias, los Hansens morfaron como si acabasen de llegar de Bangladés. Y en cuanto a mis sueños, lo que se dice sueños, ya he hablado varias veces en mi diario de la envidia que le tengo a Diny porque puede recordar los suyos, mientras que yo no. Pero también he hablado allí de uno que tengo recurrente y del que sólo recuerdo que está vinculado de una manera profunda con el hecho de que voy a perder un tren, un barco, un avión, y casi siempre es por causa de unas valijas que no encuentro o que no se cierran. Por lo demás, en las duermevelas suelo tener fantasías eróticas con mujeres bastante más jóvenes que yo y a las que me gustaría llevármelas al huerto, pero no me parece que eso sea materia de diario. ¿A vos sí?» 

 

Weiß/Colonia, 18.8.

Los Röttgen, los vecinos del piso encima del nuestro, o al menos ellas, madre e hija, son de lo más sociables y entienden la vecindad no sólo como convivencia sino también como un deber. Diny les avisó, igual que a los Alliyu, los vecinos nigerianos del piso de abajo, de que este domingo recién pasado podría ser algo ruidoso a causa de la presencia de un gran número de personas en nuestro apartamento. Frau Alliyu le contestó a Diny que si los africanos del 11b recibían en su casa la visita de ocho niños alborotando, no le asustaba lo que pudieran alborotar 14 adultos neerlandeses; según Diny, las dos familias africanas de nuestra comunidad no se resultan mutuamente de lo más simpático, ni siquiera por empatía racial. Frau Röttgen reaccionó  muy distinto, preguntándole a Diny por el motivo de tan numerosa población visitante, y Diny le explicó la causa. Hoy, suena el timbre de la puerta y llegan las dos, madre e hija, y le entregan a Diny una botella de un buen prosecco y una caja de bombones de los mejores, amén de una tarjeta donde nos felicitan por los respectivos 75 años de cada uno. Diny se desconcierta un poco porque Frau Röttgen no le cae excesivamente bien, pero reacciona con soberanía, admite en su fuero interno que puede tratarse de un prejuicio, y los invita a que nos visiten cualquier noche de estas para tomar un buen vino con nosotros.          

 

Weiß/Colonia, 19.8.

1:10 am : Absence of Malice [=Ausencia de malicia, que los alemanes titularon La reportera sensacionalista] es una de esas pelis que te provocan adicción al cine. Me parece que es tan sólo la tercera vez que la veo, pero me volví a quedar prendado de ella, y creo haber descubierto por qué, por el rostro desolado de Sally Field. Amén de un Paul Newman en la primera de las varias cumbres de su arte interpretativo. Ha sido uno de los pocos, muy poquísimos [sic] casos en que un actor fue magistral como adolescente, como galán joven, como galán maduro, como señor de bastante edad, y finalmente como anciano. Qué ridículo un Marlon Brando a su lado. Por Dios, según diría el maestro Mutis, cómo confundir el arte con la impostación.

 

Desayunando, leo en el diario que la Unión Europea subvencionará con 125 millones € a los afectados por la prohibición de importar productos hortofrutícolas decretada por Putin contra los países que apoyan las sanciones a Rusia. Eso me hace recordar que hasta los Hansen andan preocupados con el tema de Ucrania, si bien se lo toman por el lado jocoso, y el domingo le daban gracias expresivas a Putin mientras devoraban porciones pantagruélicas de pan amb tomàquet, el delicioso pan con tomate catalán que Diny prepara de manera exquisita (con jamón de Parma, y no cualquiera sino el mejor, San Daniele).

 

También leo en el diario que tal día como hoy, hace 2.000 años, murió Augusto, el emperador que le dio nombre al mes de su muerte y en el que vivimos; el mismo emperador a quien se debe la fundación de Colonia. Luego, en La Modicana, se me olvidó preguntarle a Carlitos si recuerda aquel día. Más bien no, aún sería muy niño. Aunque les debieron dar libre en el parvulario

 

Raddatz en su diario sobre la muerte de Cioran: «Era un sibarita pesimista al que si bien “sabía” que Notre Dame sería pronto una mezquita, sin embargo le encantaba callejear por París, y que si bien profetizaba –por no decir que anhelaba– el hundimiento del mundo, una vez que lo estuve visitando y se lamentó de estar enfermo y casi muerto, a mi reparo “¡Pero si eso es lo que usted quiere, hundirse, y que el mundo entero se hunda con usted!”, sonriendo levemente me replicó: “Pero no tan rápido, querido”. Así pues ha sido, como lo será con todos nosotros alguna vez: “rápido”. Adieu, mi viejo y querido Cioran». Por mi parte, de la muerte de Cioran, el 20.6.1995, recuerdo que, como siempre en estos casos, me tuve que encargar de la necrológica para el diario informativo live de nuestra emisora, y ese mes estaba haciendo unas prácticas en la redacción un chico español estudiante de Filosofía que había asistido en París a algunas clases de Cioran. Cuando terminé de leer la necrológica vi por el cristal del estudio que había desaparecido de su puesto al lado de nuestra realizadora, Ana Lorena. Le pregunté con los ojos y me respondió con los suyos, ¡tan bellos!, que el chico se había ido llorando a la mitad de mi breve nota. También ella tenía los ojos húmedos, pero no podía abandonar el puente de mando. 

 

Weiß/Colonia, 20.8.

Medianoche : Estas cosas tan sólo me pasan a mí, por pelotudo. Cuando compré el miércoles pasado el álbum de la 1ª temporada de Masters of Sex, mi intención era ver los episodios 3 y 4 que me había perdido por la avería del televisor el martes. Pero lo fui dejando de un día para el otro, y esta noche, de repente, caí en la cuenta de que van a pasar los episodios 5 y 6 sin haber visto todavía los dos anteriores. Mil veces pelotudo. Me encuentro en la situación del señor que llegó al hotel al comienzo de Cena de Navidad de López Rubio, me encanta esa escena en el que posiblemente sea el mejor primer acto de una obra de teatro española:


UN SEÑOR.- Perdón… ¿Es aquí la cena de Navidad? ¿La del anuncio del periódico?

EL MAITRE.- No he leído el periódico de hoy.

UN SEÑOR.- No. Yo tampoco. Vino en el de ayer. Por eso lo he visto hoy. Llevo un día de atraso, ¿sabe usted? Cuando estuve tan enfermo, hace dos años, tuve que dejar una mañana de leer el periódico. No estaba para nada. Y, desde entonces, no me he puesto al día, ¿comprende? Voy con una fecha de retraso.

EL MAITRE.- (Con una idea.) Sí, pero… Perdone el señor; si un día lee dos periódicos…

UN SEÑOR.- (Alarmado.) ¿Cómo? ¿El de ayer y el de hoy, juntos? ¿Usted cree que hay capacidad humana para enterarse, de un golpe, de las cosas que pasan en dos días, con las cosas que pasan? No podría resistirlo. Mi corazón no está ya para esas bromas.    

EL MAITRE.- (Proponiendo una última solución.) Tal vez, saltándose el señor una fecha…

UN SEÑOR.- ¡Pues no dice usted nada! ¡Saltarse el periódico de un día!… ¿Cómo liga usted, después, el tiempo? ¿Leer el comentario de la noticia perdida, sin saber a qué se refiere? ¡Quite, quite! Es como saltarse un capítulo de una novela. No. La actualidad no se puede cortar ni zurcir. Y hay que contar, además, con la gente que se muere. Porque la gente como usted y como yo, nuestros amigos, sólo se muere un día determinado. Unicamente los hombres famosos se conservan muertos en la Prensa durante varios días. Los demás, su substituyen en seguida. Tal vez sea usted de Madrid, o de un sitio grande, donde los muertos importan menos. Pero, en estas ciudades más bien pequeñas, se conoce a todos los muertos, y la calle en que vivían… Y si, precisamente, ese día que uno se saltase… Ya sé lo que va usted a decirme…

 

 

Una pura delicia este diálogo, y releyéndolo me vuelvo a llamar pelotudo. Al final he visto los episodios 5 y 6, y hoy o mañana recuperaré el 3 y el 4.

 

Kathya, adorable, me escribió la semana pasada algo que no se me descuelga del pensamiento,  y volví a recordarlo ayer con lo de la muerte de Cioran y mi necrológica en la Deutsche Welle«Después de escuchar la necrológica que escribiste para nuestro querido Cortázar se me ocurrió que podrías hacer una compilación con las entrevistas, las notas y todos los textos que escribiste para radio. Deben ser rescatados, te lo digo en serio. Seguro tienes un cofre lleno de tesoros». Le contesté que «es evidente que desde el 17.10.1954 (que debuté en la radio, con quince años) hasta el 31.12.1999 (cuando me jubilosamente jubilé) son 45 años, dos meses y 14 días, en los que, quieras que no, he escrito miles, literalmente miles de programas. Lo que pasa es que son textos para el oído, sobre todo los que llevan incorporados sonidos o cuñas de entrevistas, que en la práctica no se transcriben nunca sino que se incluyen en el guión con el # que tienen en la cinta guía, y nada más. Por supuesto que hay textos míos radiofónicos que son pura palabra, y algunos de ellos seguramente podrían configurar una antología que pasara repaso a mis 45 años de radio. Pero estoy muy viejo para tales tareas, y además jamás me interesó publicar libros».

 

Todo el día dedicado a compaginar el texto de una posible conferencia en San Sebastián acerca de Cortázar. Me llamó Ángel hace unos días y me dijo que quizá podrían tener presupuesto para invitarme, dependiendo del coste de los vuelos, etc. De cualquier manera, y como me gusta lo  de trabajar con la correspondencia del Gran Cronopio, descubrí en ella que hay una veta de oro puro aprovechable en las referencias vascas de sus cartas. Y aun suponiendo que al final no se diese nada, qué importa, que me quiten lo “leío”. ¡Es tan lindo zambullirse en la alberca de ese epistolario y nadarla en todos los estilos!: braza, crol, espalda, mariposa, ¡relevos!

 

Weiß/Colonia, 21.8.

Varias sensaciones negativas en todo lo que respecta al trabajo, en la serie El puente. Es algo preocupante, tratándose de una serie escandinava. Significa que ya se limpian el culo con las obras de Calvino pero la diarrea mental no tiene nada que ver con él.

 

He ido a la farmacia, a pie, a buscar unos remedios. Me acuerdo de lo que el profesor Higgins le dice a Pickering en Pygmalion, cuando Liza le ofrece pagarle un chelín/hora si le enseña a hablar un inglés educado: «Un chelín, en comparación con los ingresos de esta muchacha, equivale a sesenta o setenta guineas pagadas por un millonario». Y sí, ir a la botica y volver a casa, a pie, en mi caso, es el equivalente de una maratón. Lo que no logro entender es por qué mi decidida voluntad de autodestruirme tropieza siempre (hasta ahora) con una hijueputa voluntad contraria de autoconservarme. ¿Como Patrimonio de la Humanidad?  Me cago en Dios, con mayúscula.

 

Nos mudamos al 11a del Pflasterhofweg el sábado 20 de diciembre de 1975. Para cuando los tres hijos se echaron a volar por su cuenta, ya había ido yo desarrollando un oído especial que detectaba ciertas vibraciones prácticamente inaudibles en la caja del edificio [así se llama «el espacio o hueco en que se forma la escalera», dice el diccionario de la Academia], pero lo he perfeccionado de una manera increíble desde que me jubilé, el último día de 1999. Estoy por ejemplo leyendo el diario durante el desayuno, o en mi cuarto, trabajando, y de repente me digo «Ahí viene Diny», y segundos más tarde oigo cómo inserta la llave en la cerradura. Así ha sido, por ejemplo, hace tan sólo dos minutos.

 

Weiß/Colonia, 22.8.

0:30 am : Una peli que no conocía y que me ha impactado, Et si on vivait tous ensemble? [¿Y si vivimos todos juntos?] Esos cinco ancianos, amigos desde hace más de cuarenta años, y que al final de sus vidas, conscientes de sus falencias y de las sevicias de la edad, deciden vivir juntos, resultan tan conmovedores Pero no para todo el mundo, según me doy cuenta por las críticas que he descubierto en la red. Hay hasta algún sabiondo que dice que la peli le parece un anuncio subliminal de los productos de belleza y wellness que anuncia Jane Fonda. Qué bueno ser tan ingenuo como yo, y creer que es una de sus mejores actuaciones. Hay otro sabiondo que dice que el personaje incorporado por Daniel Brühl está sobrando en la peli. Qué bueno haber visto una distinta que él. Etcétera. Ya lo dijo el Guerra, que «hay gente pa to».

 

Me llegan con el correo quelonio las cuatro primeras novelas de la saga de Jimmy Pérez, el policía de las islas Shetland, de la que sólo he leído la quinta y por ahora última. Se la presté a Montse cuando vinieron el domingo a la fiesta de Diny, pero se negó a leerla hasta no tener en su poder las otras cuatro y seguir así, cronológicamente, el desarrollo de los personajes. Puedo entenderla muy bien, y si yo en realidad leí primero la quinta es porque cayó en mis manos casi por casualidad, y una vez empezada no pude dejarla. También me ha llegado por correo, pero virtual, el manuscrito de la última novela de JB. Tengo, pues, buena lectura asegurada para por lo menos una semana. Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

 

Weiß/Colonia, 23.8.

Este sábado, día de Santa Rosa de Lima en el calendario católico, me lo he pasado leyendo sin pausa. Pero en un comentario en el conventillo de Arcángeles me quedó tiempo para inventar el verbo “mastrettear”. ¡Lo que Monika hubiera gozado con él, la mastretteadora por antonomasia!

 

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