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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 34 / 2020

De mi Diario : Semana 34 / 2020


 

Weiß/Colonia, 16.8.

2:00 am : Alcancé a ver el último ¼ de hora de Gladiator. En Alemania, creo que ya lo dejé consignado en este diario, a este tipo de pelis lo llaman “Sandalenfilme [=pelis en sandalias]”, pero Gladiator ha tirado las chancletas y calzado el coturno. Gracias, sobre todo, a dos actores en estado de gracia, Russell Crowe y Joaquin Phoenix.

Leído que hubo mi diario, Guglielmo me escribe desde su Orquidiócesis antioqueña y me pasa la cita exacta de los versos de Cervantes que recordé en él, pero que dicen así: «Nunca fuera caballero / de damas tan bien servido / como fuera don Quijote / cuando de su aldea vino: / doncellas curaban dél; / princesas, del su rocino». Le contesto: «Caro Guglielmo, tengo el Quijote siempre al alcance de la mano en este mesón desde el que te escribo (el Quijote, Pride & Prejudice –la edición comentada– y Platero y yo son mis compañeros fieles y constantes), con lo cual quiero decirte que me hubiera bastado con alargar la mano para citar con exactitud, pero lo que escribo es un diario, no un texto académico, y si en él también salen a flote las flaquezas de mi memoria, pues qué mejor marchamo de honestidad, o de sinceridad, o de lo que sea. Creo que entenderás a cabalidad este punto de vista».

Otra vez los anuncios eróticos en las ventanitas que aparecen a su aire y por su cuenta y riesgo en el ángulo derecho inferior del monitor de la compu. El de hoy no puede ser más lacónico ni más elocuente: «Ven, quiero follar ya». ¡Qué prisas, hija, con el calor que hace!

Weiß/Colonia, 17.8.

Es el cumpleaños de Diny, y desde las 8:00 que la llamó Chico y las 10:00 que la visitaron Rebeca y  Montse, el teléfono no ha dejado de sonar en todo el día. Neerlandés, español, alemán, es un guirigay como el que debe oírse a veces en las sesiones plenarias de la Unión Europea.

Me jalé de una sentada Amor en la nube, la novela de Ana. Se lee muy fácil porque está contada de manera fluida y es interesante lo que cuenta. Me alegró ademas encontrar lugares donde no he estado nunca pero tengo amigos, como La Pintada, a orillas del Cauca, adonde se ha ido a vivir mi compadre José María. También lugares donde da la casualidad que he estado, como la Biblioteca España de Medellín, a la que se llega desde la última estación del Metro: estuve allá a principios de julio 2008 con Héctor, quien asimismo aparece en la novela, como nadador. Hay, eso sí, descuidos tipográficos que no son culpa de la autora y obligan al lector a andar más que muy atento. No es de recibo en un libro editado por la editorial de una Universidad.

Weiß/Colonia, 18.8.

2:25 am : Verliebt in Amsterdam [Enamorado en/de Ámsterdam, porque el título alemán vale para ambas posibles traducciones] es una amable comedia romántica sin mayores pretensiones, y su desarrollo es previsible desde la primera vez que se encuentra la pareja protagonista, pero en ello radica algo de su encanto, aunque la mayor parte se la lleva Ámsterdam como lugar del encuentro de una pareja tan asimétrica. Pocas veces una cámara ha captado de manera tan linda (tan cariñosa, se diría) la ciudad más veneciana al norte de los Alpes.

En la Rhein–Terrassen Diny llega retrasada porque acudió a encontrarnos en La Modicana, que sigue cerrada. Ella encarga espaguetis à la carbonara, Carlitos ídem à la boloñesa, Ulli ensalada con tutti y yo jamón de Parma con melón. Les cuento la historia de Verliebt in Amsterdam y como se divierten con mi sinopsis les prometo enviarles el enlace con la mediateca de RadioTV Hesse para que puedan verla tranquilos en sus compus. Bueno, tranquilos no, sólo tranquilas, porque a Carlitos el cine se la trae floja, una de sus milyuna extravagancias que son las que, a la postre, lo hacen un personaje tan inconfundible y único. Hay no pocas veces que me dan ganas de retorcerle el gañote, pero termino diciéndome que o lo tomas o lo dejas como es. Y lo tomo.

Weiß/Colonia, 19.8.

2:00 am : Termino de volver a ver Pride and Prejudice, en la producción de la BBC anterior a la canónica de 1995. Sigue siendo la mejor después de esa y muy por delante del fiasco que es la versión para cine con Keira Knightley.

Donde la pedicura, que hoy anda con pocas ganas de hablar, y yo menos, ambos aplanados por la canícula implacable, y eso a pesar de que sopla de vez en cuando una brisa bienhechora. Pero el termómetro sigue impertérrito por encima de los 30º. Como dice Meursault, el protagonista de L’Etranger, de Camus, cuando le preguntan que por qué mató al árabe: «Hacía mucha calor»,

Un poco después de irme adonde la pedicura se cayó el sistema, no tenemos internet ni teléfono. La remilcontrarremilputa madre que parió a las enrutadoras y a la Cibernética.

En la octava entrega de la saga del comisario Van der Valk, de Nicolas Freeling, esta vez los acontecimientos tienen su origen en el sangriento sitio de Dien Bien Phu, durante la guerra de Indochina, que precedió a la del Vietnam. Yo estaba a punto de cumplir los 15 años cuando cayó Dien Bien Phu, cuyo asedio seguí apasionado en los diarios hablados (“el parte”, seguía llamándolo gente como mi padre) de Radio Nacional. No es que esperase una Numancia ni un Sagunto, y de todas maneras mis simpatías estaban con el Vietminh, pero era apasionante ver cómo un puñado de patriotas vietnamitas ponía en jaque a uno de los presuntos vencedores de la 2.ª Guerra Mundial (en realidad Francia la perdió, sólo que los Aliados la auparon al carro del triunfo). En un breve prólogo donde explica el marco histórico del pasado de la protagonista, Freeling cita al general Cogny, quien desde Hanoi telegrafía al aristócrata coronel Castries, el defensor de Dien Bien Phu, el 8.5.1954: «No, no, querido, nada de bandera blanca. Los han avasallado, ustedes no capitulan». Debe ser la lógica militar. Anoto, en este 8.º episodio una frase que no entiendo. Van der Valk odia los aeropuertos y el narrador dice: «Los aeropuertos siempre le hacían desear estar en Cuba», y he manuscrito al margen un desconcertado signo ? . Por otra parte descubrí un nuevo aporte para mi catálogo de la presencia de la aspirina en la literatura, hablando de la trampa geográfica que era Dien Bien Phu, un valle rodeado de cotas (dizque bautizadas con los nombres de las amantes de Castries) que iban cayendo una tras otra en manos del Vietminh: «Mirándolo en retrospectiva era casi de no creer que miles de hombres fuesen enviados a una bacinica sin defensa posible. Los Viets hasta podían contar las aspirinas que cargaba cada uno de nosotros».

Weiß/Colonia, 20.8.

2:55 am : No me quise ir a dormir hasta que recuperásemos el servicio de internet y teléfono, pero en la enrutadora siguen prendidas todas las lucecitas menos justo esas dos. Al catre, pues, ya veremos cuántas lucecitas pilotos lucen por la mañana.

2:00 pm : Siguen prendidas todas las lucecitas del enrutador a excepción de las únicas dos que me interesan. Les doy 24 horas más de plazo para reaparecer, de lo contrario tendré que llamar a un técnico. Lo que me extraña es que en el KStAnz no haya ni una miserable gacetilla con el aviso de que ha habido una caída del sistema en Weiß. Pero aún más extraño es que hasta ayer, cuando fui donde la pedicura, estuviese funcionando normal y de repente, sin decir agua va, nos quedamos sin conexión. Mi sospecha es que no se trata de nuestro enrutador sino del sistema. Y en su restauración confío. Oremus. [Termino de escribir “Oremus” y las lucecitas se prenden. Alabado sea el santísimo sacramento del altar]. [A los 5’ de estar prendidas, las lucecitas se volvieron a apagar y son ya las 6:30 pm y nada nuevo bajo el sol].

Con el correo quelonio me llegó la publicidad de un producto de nombre tan elocuente como farmacéutico: Erectonín. Les mando a la dirección email del fabricante unas letras quejándome de que me envíen este bálsamo de Fierabrás con una demora de diez años sobre mi fecha de caducidad. No añadí «La puta que os parió» por respeto a la moral y las buenas costumbres.

Comienzo la lectura del noveno episodio de la saga de Van der Valk y en la primera página me hace sonreir esta observación: «Los policías ingleses, como no van armados con cachiporras, cuelgan sus pulgares en las sisas del uniforme, gracias a lo cual parece como si llevaran debajo un corpiño con las tirantas rotas». De todas las palabras (sostén, sujetador, portabusto, brassier) que nombran a esa prenda, la única que me parece bonita es “corpiño”. Como alguna vez le dije a Cristina Peri Rossi, significa “cuerpecito”, y ya por eso merece mi preferencia. [El Diccionario no registra “tiranta” sino sólo “tirante”, pero desde mi más lejana infancia he oído la voz “tiranta” para referirse a los tirantes de los sostenes. La lengua es más feminista de lo que parece, el que puede que sea machista es el Diccionario].

Weiß/Colonia, 21.8.

Pasada la medianoche : Recién hace unos minutes he recuperado internet y teléfono, ocupo la primera hora del día contestando los emails llegados y poniendo up to date, como decimos los castizos, todo lo que estaba en barbecho por mor del reputísimo black out del enrutador.

De mi horóscopo del día traduzco una frase del “canciller de hierro”, Otto von Bismarck:  «Permitámonos el lujo de tener una opinión propia». Chapeau!, don Otto, aunque en el caso de usted mejor sería sacarse el casco de pincho.

Pepe lee en Puta Umbría mi columna de esta semana en EE y me dice que no se cree que sólo sepa de memoria una frase de Cortázar. Le contesto ipso fuckto: «Desde luego esa es la única frase de Cortázar que me sé de memoria, se me quedó grabada desde la primera vez que la leí, quizás porque no pocas veces, de joven, escribiendo, me he preguntado «¿Pero ésto quién lo entenderá?»  El ejemplo más claro de lo que te digo es mi cuento «Ignacio», escrito en 1957, que guardé con temor porque todo lo relatado allí lo estaba con puntos y comas y los nombres de los protagonistas, y lo mantuve oculto (salvo una copia que le regalé dedicada a Federico en 1968) hasta 1981, en que García Márquez publicó su Crónica de una muerte anunciada. Aunque no con los recursos de un GGM, «Ignacio», allá por 1957, yo lo estaba escribiendo mañana».

Recibo un email de WS donde me dice:«Acabo de averiguar que el santo patrono de las computadoras y de internet es san Isidoro de Sevilla, andaluz como tú. Tiene hasta una oración para antes de guglear y de tuitear: “Dios Todopoderoso y eterno, tú que nos has ()  mandado a buscar todo lo que es bueno, verdadero y hermoso Te rogamos, que por intercesión de San Isidoro de Sevilla, Obispo y Doctor de la Iglesia, hagas que durante nuestra peregrinación en la Internet dirijamos nuestros ojos y nuestras manos solamente a lo que te es grato y que tratemos con caridad y paciencia a todas las almas que encontremos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”. ¿Qué sería de nosotros sin Andalucía?»  Le respondo: «¿Y qué sería de nosotros sin América? (la geográfica, no la de the fake president)? En los telediarios, acá, por detrás del moderador va girando lentamente el mapamundi, y cada vez que me toca ver parte de alguno de ellos, esperando que empiece una serie, un concierto, una peli, me sonrío amargmente pensando en lo pequeñísima que es Europa y lo muchísimo que hemos jodido al resto del mundo».

Weiß/Colonia, 22.8.

1:50 am : Acabo de ver Una familia, un magnífico drama danés, interpretado de manera sobria y soberbia por unos actores poco o nada conocidos fuera de su país. Es el final de la historia de un panadero alemán que llegó a Copenhague con un costal lleno de harina y fundó su panadería, el hijo la agrandó y la hizo famosa, y el nieto se convirtió en “proveedor de la Real Casa”, casi un título de nobleza para los artesanos en los países monárquicos. Pero el biznieto carece de herencia masculina adulta y está a las puertas de la muerte, ¿quién se hará cargo del negocio y el honor de surtir de pan y pasteles a la Real Casa? La hija que podría hacerlo tiene una galería y le han ofrecido un puesto relevante en otra en Nueva York, adonde quiere emigrar con su compañero, que es pintor. Los dilemas personales están tan bien incorporados por los actores que se diría que viven sus propias vidas. Tengo que volverla a ver apenas la pasen de nuevo.

En el cuaderno de esquelas fúnebres del Kölner Stadt Anzeiger una de una Marianne Kraus que, por dicha, no es nuestra querida Porota. La que más me conmueve es una que le dedican sus padres a un niño que murió tal día como hoy hace seis años sin llegar a cumplir sus 12, y con un epígrafe de Phil Collins: «Así que mírame ahora / bueno, sólo hay un espacio vacío / y que vuelvas a mí es contra todo pronóstico / y eso es lo que tengo que afrontar». El dolor de perder a un hijo debe ser mayor que el de perder a los padres. Con todo, la esquela de hoy que más me gusta es una con un epígrafe del libreto de La flauta encantada, de Mozart: «¡Qué felicidad cuando nos volvamos a ver!» No es infrecuente que en la esquela de un cónyuge supérstite los hijos comunes incluyan una frase aludiendo al reencuentro de sus padres en el Más Allá. ¿Se trata de un acto de fe o de mera piedad tradicional? Exceptuando los musulmanes y en parte los budistas ¿es posible que haya todavía gente que crea en una vida después de la muerte?

También leo en el KStAnz que la pasada noche ha sido la más cálida que se recuerda en los anales meteorológicos de la Madre Colonia: 24,5º. El valor más alto alcanzado hasta anoche fue la noche del 5.8.94, cuando se midieron 23,2º. Pienso que de ello queda testimonio en mi cuento “El nudo Windsor”, que transcurre justo por esas fechas y allí hablo de «este verano tórrido del Rhin» (espero autocitarme correctamente).

Llama Montse para cancelar nuestro encuentro familiar de mañana, en el jardín de su casa, donde queríamos festejar el cumpleaños de Diny. Hélas! Pero es que a Frank le han hecho el test del Covid19 y todavía no tienen el resultado y no queremos correr un riesgo innecesario. [8:40 pm, tres horas más tarde, falsa alarma, llegaron los resultados del test y lo de Frank es un simple resfriado, sí nos reuniremos mañana. Alabado sea el santísimo sacramento del altar].

*****************THE END*****************

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