
Weiß/Colonia, 23.8.
1:30 am : Una peli de Atom Egoyan que desconocía, Devil’s Knot [Condenados], con Reese Witherspoon, que es la actriz que más le gusta a Diny entre las de la nueva generación: «es la más natural», dice Diny. Y con un Colin Firth que resuelve limpia y sobriamente su papel, pero creo que él, tanto o más que nosotros, pensaba que estaba actuando en una peli diferente. Con todo, muy interesante por la historia que cuenta y por cómo demuestra que las brujas de Salem continúan haciendo de las suyas en el ex país de las posibilidades ilimitadas, aunque más al sur que en el drama de Arthur Miller. Allá donde los fans de the fake president. Huhhhhhh…
Mi frase de la semana, en el doble envío dominical de mi diario, es esta de François Truffaut: «Si le preguntan a un niño “Qué vas a ser de mayor”, jamás responde: “Voy a dedicarme a la crítica”». José Luis me la comenta desde Managua, en mi desarbolada Nicaragüita: «Muy buena frase. Pero vos, como yo y otros que tenemos niños, sabemos que, aunque no lo digan, los niños se dedican a la crítica, sin esperar a ser mayores». Touché!
Helados en la casa de Montse y no en el jardín, como estaba pensado en un principio, pero justo a las 3:00 pm comenzó a lloviznar, y además el tiempo no invitaba a estar afuera. Exceptuando Frank (que andaba jugando un torneo de tenis) y Paul (que fue a pasar el fin de semana en Berlín, al parecer con una novia que ahora tiene), estaba el resto de la familia. Vincent vino vistiendo una camisa tipo guayabera que llevaba impreso a la espalda el texto de la traducción inglesa de “La pantera”, de Rilke. Me preguntó si pensaba ver a la noche la final de la Champions y le dije que tanto el Bayern Múnich como el París Saint Gernain me son profundamente antipáticos, pero que por una vez y que ojalá no sirva de precedente preferiría que ganase el Bayern, a lo que Vincent me contesta que es de mi misma opinión. Lo que me más me gustó de la merienda es que Angie y Pia se saludaron con abrazo y beso y estuvieron prácticamente todo el tiempo platicando entre ellas.
Weiß/Colonia, 24.8.
Pasada la medianoche : Estuve viendo Out of Africa, que es una de las pelis bienamadas por Arcángeles, y a continuación un largo documental sobre Meryl Streep. En una entrevista cuenta ella que Sydney Pollack no estaba conforme con su casting para el papel de Karen Blixen por no ser lo bastante sexy. Entonces fue donde su modista y le encargó un traje muy ajustado que dejase al aire los hombros y reforzase los pechos (lo que años después daría lugar a un tipo de sostén despampanante). Y así vestida acudió a ver a Pollack: «It works! [=¡Funcionó!]», le dijo muerta de la risa al periodista que la entrevistaba.
Termino de leer el noveno episodio de la saga de Van der Valk, en el cual registro una frase que le viene como yelito al güisqui a ese ridículo espantapájaros que es the fake president: «Apenas hay algo más sórdido que ambicionar el poder sin querer asumir responsabilidad». Por otra parte anoto la total desaparición de Ruth, la niña que los Van der Valk adoptaron en el episodio anterior: en este no se la menciona ni una sola vez. Y luego hay un problema lingüístico del que no creo responsable a Freeling, quien vivió durante la guerra en Irlanda. Este noveno episodio, en buena parte, transcurre justo allí, pero contrariamente a lo que uno esperaría, los personajes beben mucho whisky. Sólo es posible explicarlo pensando que el trujamán leía en el original la pababra “whiskey” y la traducía como “whisky”. Tan improbable es que un irlandés, aún menos en Irlanda, beba whisky, como que un escocés en Escocia beba whiskey. ¿Cuándo aprenderán los traductores el valor que tiene esa diferencia, que es casi una indiosincrasia per se?
Weiß/Colonia, 25.8.
La Modicana reabre sus puertas mañana, pero los miércoles es un día imposible para Ulli & Carlitos, de manera que reincidimos en acudir a la Rhein–Terrassen, donde la comida también es buena (yo diría que hasta mejor y más barata que en La Modicana, pero los amores viejos tiran mucho del ánimo). Diny nos abandona al poco rato de terminar su almuerzo, para ir a lo de Montse a hacerse cargo de Henri. Debido al puesto que ocupo en la mesa soy el único de los cuatro que tiene una mirada directa sobre el Rhin, y me sorprendo muchas veces atendiendo más al tráfico fluvial que a la conversación. Mi relación con el Río Padre comenzó desde el primer momento que lo vì, atravesándolo en Colonia por el puente Hohenzollern, me recuerdo asomado a la ventanilla y gritando «¡El Rhin, el Rhin!», y era la primera vez que lo veía y estaba seguro de que nadie en aquel tren recién llegado de España con casi un millar de mano de obra, nadie sabía que ese río era el padre de los alemanes. Luego viví un año largo a su orilla buena, en Bad Kripp, y a partir de enero 1965 a noviembre 1966 en Colonia, y por último desde agosto 1968 a la fecha, cuando vivo en una calle que desemboca justamente en esas aguas majestuosas. ¡Ay mi Rhin, pensar que llegaría el día en lo que iba a querer tanto o más que a mi Odiel!
Weiß/Colonia, 26.8.
1:00 am : Pasaron un largo documental sobre la larga lucha de Irlanda por su independencia. He tenido presente todo el tiempo el Diario irlandés, de Böll, que es uno de mis libros preferidos entre los suyos y uno de los mejores entre los muchos que escribió. Recuerdo en especial el momento en que Böll se enclaustra en un pub con uno de sus amigos irlandeses y lo somete a un procedimiento acelerado de “desnazificación”: es increíble pero cierto, simplemente por odio a los ingleses, los irlandeses fueron simpatizantes de Hitler. Hasta ese punto puede la política llegar a cegar a los seres humanos. «Cosas veredes, Myo Cid».
Después de leer la última entrega de mi blog en EE, me escribe KC diciéndome: «Perdona que te contradiga, Ricardo, pero esto no me parece un poema, salvo que está escrito en renglones cortos». Le contesto: «Bueno, a mí me parece una muy conseguida paráfrasis actualizada de la balada «El rey de los alisos», de Goethe, un poema de una vez. Y claro que VGiO no es Goethe, pero qué sea poesía es algo que no sabría decir qué es. Ni creo que lo sepa naides». Y de nuevo KC: «Sí, tú sabes lo que es poesía, y yo (me atrevería a decirlo) también; otra cosa es saber definirla. Me explico: poesía es El Cantar de los cantares, poesía es el Cántico espiritual de Juan de Yepes, poesía es La voz a ti debida, poesía es Platero y yo, poesía es Dios deseado y deseante… Aunque se puede discutir sobre el límite de los géneros literarios, no de los otros, hay fronteras y una percepción interior que te hace distinguirla». Le respondo con unos viejos versos míos: «Yo no sé qué es poesía, / no lo sé. // Si el agua mansa, invisible, / con oscura voluntad / de espeleólogo, el agua / con un cielo mojado del aljibe, // si el agua destilada a la calor / de cien grados centígrados, / químicamente pura, / del autoclave aquél de Juan Ramón, // si el agua chorro, luz, puñales, grito, / el agua –se diría– / con vocación de gallo, / el agua curvilínea del botijo, // si el agua a saltos, voces y carreras, / helada aquí, caliente / allá, tibia después, / del manantial que baja de la sierra, // si el agua que galopa con caballos / de crines como lirios / y estrépitos relinchos, / por el talado bosque del mar ancho, // yo no sé qué es poesía, / no lo sé. // Ni lo sé, / ni lo quiero saber».
Oskar telefonea para avisar de que pasará a tomarme el pelo el domingo y de camino ya se autoinvita al almuerzo y me pide que le gire 500 € a cuenta de su seguro de vida. Al enterarse de esto último Diny quiere saber si le pregunté para qué necesita ese dinero. Le contesto que ese dinero es suyo «y él es mayor de edad, en la maldita vida se me ocurriría preguntarle para qué quiere esos quinientos euros».
Termino la lectura del décimo episodio de la saga de Van der Valk, en el que reaparece Ruth, una Ruth de ya 16 años y donde Van der Valk es asesinado a sangre fría en la página 69, cuando todavía faltan 85 para concluir la novela. En la cual el autor no deja de burlarse de esos golpes de efecto a que son tan aficionados sus colegas: «Saint ya estaba al pie de la escalera, gracias a una de esas casualidades tan caras a los novelistas, pero era demasiado tarde para ser insertado en la escena, algo que no debería suceder en una novela bien construida».
Weiß/Colonia, 27.8.
1:45 am : Una peli de Juliette Binoche que desconocía, Un beau soleil intérieur [Un sol interior], dizque basada en los Fragments d’un discours amoureux, de Roland Barthes, y digo “dizque” porque no conozco el libro de marras, como no conozco nada de esas pajas mentales francesas. La peli, según veo por las reseñas que he leído después de verla, ha tenido muy buena acogida crítica, pero yo me he aburrido soberamente con ella, y el parlamento final de Depardieu casi logra dormirme como una canción de cuna en suajili. Zzzzzzzzzzzzzzz…
Manu me deja un comentario al final de la última entrega de mi diario, diciéndome que Europa ha hecho muchas otras cosas que no sólo no jodieron al mundo sino que lo mejoraron, a lo cual le respondo que, sin embargo, la balanza me parece que es negativa. Manu: «Con la caló que hace a ver quien es el guapo que agarra ahora una balanza. Mejor nos quedamos con la duda». Pero este es un terreno en el que no doy mi brazo a torcer: «Con independencia de la caló que hace, piensa nada más en el genocidio cometido contra los pueblos indígenas en las dos Américas, en el cometido en África (especialmente en el Congo, por Bélgica, pero también en el resto del continente, por Francia, Inglaterra, Italia, Alemania, ¡¡Portugal hasta 1974!! y Sudáfrica hasta la liberación de Mandela), en el cometido en Indonesia por los Países Bajos, y por los países occidentales en China aplastando la revuelta de los bóxers, en el cometido por la Alemania nazi contra judíos, gitanos, disidentes políticos, homosexuales, discapacitados mentales y físicos, eso para no hablar de Carlomagno y su genocidio contra los sajones… Y que no se me quede en el tintero la Inquisición, haciendo eso sí la observaciòn de que la española no fue la más sangrienta. Es cierto que de Europa han salido muchas cosas beneficiosas para la Humanidad (menciono nada más la Declaración de los Derechos Humanos, el feminismo y la Cruz Roja), pero en lo de la balanza, haga la caló que haga, no me queda la menor duda de pa donde señala el fiel: un sustantivo harto congruente en este caso».
Buscando una cita que necesitaba pasó mi dedo inquiridor, no inquisidor, por el lomo de los libros de ese estante y se detuvieron de pronto en El poder y la gloria, de Graham Greene. Me hizo acordar mi descubrimiento del final del Padrenuestro en la primera y única misa a la que asistí en Bad Kripp el domingo de la semana que llegué a Alemania: tácitamente se esperaba de los trabajadores extranjeros residentes en la aldea que acudiesen a la misa los domingos. Y al llegar al Padrenuestro lo pude seguir sin saber alemán, pero noté que no terminaba, como en España, diciendo «mas líbranos del Mal, Amén». Entremedias había una frase que en España no se usaba (no sé si ahora sí), y al irme a vivir donde los Schmickler le pedí a Elizabeth su misal, con el pretexto de aprender más léxico alemán, y ahí descubrí con ayuda del diccionario que la frase decía «Pues tuyo es el Reino, y el poder y la gloria por toda la eternidad». Y entonces entendí por qué GG tituló así su novela, cosa que no tuve clara al leerla años atrás en Huelva.
Weiß/Colonia, 28.8.
2:00 am : Acabo de ver On ne choisit pas sa famille [La familia no se escoge], una divertida comedia francesa sobre el tema de la adopción de una niña por una pareja lesbiana. Tenía para mí el interés de ser la primera dirigida por Christian Clavier (¡oh manes de Ásterix!) y contar en el reparto con uno de mis actores predilectos, Jean Reno. La peli es un pasatiempo sin más pretensiones, pero justo eso es lo que le hace a uno empatizar con ella. Estoy hasta la punta del pelo de filmes con mensaje. Que los vean las palomas, las mensajeras, qué carajo.
El undécimo episodio de la saga de Van der Valk lo protagoniza su viuda francesa, Arlette, quien se fue a vivir a la casita que habían comprado en Alsacia para cuando Van der Valk se jubilase. Entretanto a Van der Valk lo asesinaron, ella sí se fue a vivir a Alsacia con su hija adoptiva Ruth, y como la chica llegó a la edad de entrar a la Universidad tuvieron que mudarse a Estrasburgo, y allí Arlette se volvió a casar, ahora con un escocés al servicio de una entidad europea. En la página de guarda descubro que me lo regalaron Rebeca, Ricardo y Montse por las navidades en Sylt del año 79, cuando recién se acababa de publicar. Nunca hemos pasado unas vacaciones más felices que las de aquellos cinco años (1978 a 1982) en esa isla alemana frente a la costa de Jutlandia. Aunque la primera vez el motivo fue bien triste, lo conté en mi relato “La mujer de tierra adentro”.
Me llama la atención Diny de que en el pasquín de Prisa hay un minirreportaje dedicado a la biblioteca de Álvaro Mutis. Lo busco y me encuentro la sorpresa de un Nicolás que ya es nada menos que todo un hombre, y de nuestra querida Carmen, tan entera como siempre. Pero hay un detalle que me conmueve de lo más profundo y es ver, entre las fotos que aparecen en un panel de la biblioteca, una que nos hicieron en Hamburgo 1986 el día que nos conocimos. En tropel acudieron los recuerdos cuando congelé la imagen y la miré fijo, fijo, fijo, como si con la fuerza del recuerdo nos quisiera resucitar. Fue tan hermoso conocer a Álvaro y llegar a ser su amigo de tantas horas, tantos días, tantos escenarios tan distintos. ¡Aquel paseo en la canoa (así llaman en Huelva a los vaporcitos que van por el delta hasta Punta Umbría) y cómo Álvaro miró extasiado el convoy de barcos a desguazar delante de la costa de Saltés…! Ni modo, me eché a llorar.
Weiß/Colonia, 29.8.
1:45 am : Revisioné El clan de los sicilianos, que ya valdría la pena aunque sólo fuese por la partitura de Ennio Morricone, pero además ese trío de actorazos (Jean Gabin, Lino Ventura, Alain Delon) y la dirección de Henri Verneuil. Lo acabo de anotar y me doy cuenta de que en los últimos días tan sólo estoy viendo pelis francesas. ¡Pues que vivan la dulce Francia y su lengua muerta, como la llamaba Salvador de Madariaga!
Diny no se había dado cuenta de que en la biblioteca de Álvaro estaba esa foto que nos muestra a los dos, pero le dejé un post–it explicándoselo, y esta mañana, cuando me levanté, ya había estudiado a fondo la secuencia y me descubrió que también está ella, respectivamente cuando van 2’42» y 3’00», una foto vertical que aparece a la derecha de donde está la de nosotros dos. ¡Es cierto, fácilmente identificable por la mascada [=el chal] y la manera de llevarla! Incluso asegura que la que está por encima del sonriente señor con bigote también es una foto mía, pero eso no lo certifico 100%, no recuerdo fotos mías con fondos vegetales. Aunque pudiera ser. Sí que es emocionante, para Diny incluso más que para mí, porque ella y Álvaro se profesaban un gran cariño mutuo, desde aquel día que se conocieron, en octubre 1986, cuando de Hamburgo vinimos a Colonia él y yo, y una de las noches lo invitamos a cenar en casa y Diny le recibió con una entrada de tortilla española que casi se la come él solo, el gran tragaldabas que era Álvaro. «Es tan buena como las que me hace Carmen», comentó de la tortilla de Diny. Eso equivalía a por lo menos una estrella en su Guía Michelin personal.
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