De mi diario : Semana 37 / 2017

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En eso estamos, en ir apagándonos, pero mejor hacerlo en fuegos artificiales que en pábilo de vela.

 

Weiß/Colonia, 10.9.

2:00 am : El padrino 2. La pregunta que siempre me hago, con este Padrino 2, es por qué no tomaron ya a Robert de Niro en el primer Padrino. ¿Por la edad? ¡Pero joder, joder, si Sarah Bernhardt hizo de Hamlet! ¡¡y de Cleopatra!! a los 55, ¿qué les hubiera costado a los del make up convertir a un De Niro joven en uno viejo? ¡Y no tener que aguantar al tal Brando, que tan sólo se salva por los diálogos del guión, que tuvo que decir guiándose por unos cartones que le ponían por delante, porque se olvidaba continuamente de los textos! Honestamente, a mí me parece que la única falla grave de la trilogía es el insufrible Brando en el primer trecho. 

 

Hoy se cumplen 40 años de la última ejecución con la guillotina en Francia y se ha hecho público el testimonio de la juez Monique Mabelly, que fue la encargada de levantar acta del crimen (ella misma lo califica así al final de su escrito). En esas nueve cuartillas manuscritas innmediatamente después de la ejecución, queda documentado de un modo que no deja lugar a dudas el horror de la maquinaria mortal en manos del Estado de Derecho, un crimen todavía mayor que aquel que pretendía punir. Al momento de caer la cuchilla la juez vuelve la cabeza, «por una especie de pudor (no encuentro otra palabra) instintivo, visceral. Oigo un ruido sordo. Vuelvo la cabeza – sangre, mucha sangre, sangre muy roja – el cuerpo lo han volcado en un cesto. En un segundo ha sido tronchada una vida. El hombre que hablaba hace menos de un minuto es un pijama azul en un cesto. Un guardián agarra una manga de riego, hay que borrar las huellas del crimen,,,» En fin, un documento espeluznante.

 

Me escribe Jorge, uno de los mejores críticos y ensayistas que hay en España, y que tiene la debilidad de leer mi diario: «En tu entrada del día 6 (vielen Dank, lieber Ricardo!) dos citas impagables, la de Käthe Kollwitz, la de don Albert. Por lo que dicen (y sentimos tal cual –pero no sabemos decirlo, ¡ay!, tan bien– quienes envejecemos en este oficio de la palabra); pero no menos por cómo lo dicen. Es de ver cómo el disparo de tu adorada Käthe va directo al blanco, sin titubeo alguno, con su contundente sintaxis. No menos efectiva, la de nuestro argelino, en su zigzagueo interior («La vida sigue, pero cansado), con que va descendiendo de un peldaño otro por su escalera de caracol interior (…y afectado por la locura del mundo… sólo deseo sentarme… 

y esperar… y de vez en cuando cedo a ese deseo«). Directa Käthe; sinuoso Albert: en los dos, como bien dices, la calcomanía que con ellos compartes. Y que comparto, si me dejas sitio, hermano». Le contesto a vuelta de correos: «Gracias por tus palabras, Jorge querido, qué recompensa saber que me lees, eres uno de los lectores que más me importan. Y sí, las prosodias de doña Käthe y don Albert son muy distintas y las calificas con los dos adjetivos más ajustados, directa la una, sinuoso el otro. En fin, en eso estamos, en ir apagándonos, pero mejor hacerlo en fuegos artificiales que en pábilo de vela».

 

8:15 pm : El joven Morse, episodio segundo, el primero me lo perdí la semana pasada. Y este Morse antes de Morse es buenísimo. Ya me veo comprando el álbum con la serie completa.

 

Weiß/Colonia, 11.9.

0:50 am : El padrino 3. Para mí, y aunque sé que estoy en minoría, razón por la cual se me debe respetar el doble, es la mejor de las tres. Una gozada, total, apabullante. Y hasta ahora no leí ni vi nada proveniente del Vaticano que desmienta la hipótesis del asesinato del Papa Luciani. Por lo que aplico la fórmula consuetudinaria: el que calla, otorga.

 

Ayer me puse a pensar en mis compromisos para la semana que empieza hoy. Una columna nueva para El Espectador el lunes (ya hoy). Una nueva entrada en mi blog de EE el martes. Un texto para Nexos el miércoles, porque el jueves es el sesquicentenario de la publicación del primer tomo de El Capital. Y un texto el jueves, fecha límite, para la nueva salida al espacio virtual de El Fantasma de la Glorieta. De repente la magnitud del reto (¡no soy Hércules!) se me hizo clara como un relámpago en un cielo nocturno: si quiero mantener nuestra calidad de vida y quienes me publican me siguen pagando (el orden de los factores no altera el producto), estoy condenado a una interminable, inacabable carrera de vallas, de obstáculos, que cada 24 horas me obliga a seguir ordeñando una vaca cuyas ubres quizás estén vacías sin yo saberlo.

 

Weiß/Colonia, 12.9.

Un pelo de la pestaña que se revira y se pega al globo del ojo, es decir, invierte su condición de protector del ojo para agredirlo, es una de las cosas más enojosas y hasta un tanto dolorosas que nos pueden pasar. Como a mí esta mañana, alrededor de las 7 am, cuando la vejiga me despertó tan puntual como apremiante. Son las 12:57 del mediodía y la molestia casi ha desaparecido, pero no del todo y me hace guiñar el ojo y lagrimear casi todo el tiempo. Y me quitó el sueño.

 

Hoy, en La Modicana, tan sólo Carlitos y yo, más tres personas que ya estaban cuando llegamos. Dos mujeres y un hombre, mayores los tres, alrededor de los 60, o más. El hombre no dice ni pío, y cuando pía no se percibe lo que dice. Pero las dos mujeres poseen unas voces que no se pueden dejar de oír, y además parecería como si estuvieran interpretando una obra de teatro en un escenario que es La Modicana, de manera que ni puede uno escabullirse a su diálogo ni nos dejan dialogar en paz. Deles Dios mal galardón. Nibil obstat. Imprimatur.

 

Me escribe José María después de leer mi columna de hoy en EE: «Hay, entre todo lo que mostraron sobre el 9/11, una foto de una persona cayendo en picada. Esa imagen congelada es tan real–irreal, que me hago a la idea de que el hombre nunca llegó al piso. Y cada que por alguna circunstancia me la encuentro, me alegro de que el tipo siga ahí, estático, como por llevarle la contraria a la historia escrita con mentiras». Le contesto ipso fuckto: «Conozco la imagen de que hablas, pero yo la recuerdo en movimiento, y me aterra, creo que cuando la vi por primera vez, en vivo, casi llegué a sentir la descarga de adrenalina del camarógrafo que fue siguiendo la caída sin que le temblase el pulso». Hay que tener cojones para eso, además de una sangre frìa al lado de la cual los yelitos del whisky son churros friéndose en la sartén. 

 

Düsseldorf & Colonia, 13.9.

Hoy cumple 70 años Wolfgang, el padre de Angie. Como en Ebermannstadt, la pequeña ciudad de Franconia donde vive y donde nació Angie, es miembro de todos los Vereine [Asociaciones, Clubs] del lugar, consecuentemente decidió huir a Colonia para festejarlo con su hija, su yerno y su nieto, y sus consuegros, o sea, nosotros. Y Angie le tenía preparada una sorpresa como regalo, sorpresa que también lo fue para el resto. A las 3:00 pm salimos rumbo a Düsseldorf, para hacer una visita guiada de la ciudad, pero una visita muy especial. Se trata de una pareja muy simpática, joven, que restauró una vieja furgoneta VolksWagen convirtiéndola en un minibús panorámico con capacidad para 7 pasajeros, amén de la pareja, que son los cicerones. Y muestran a los viajeros un Düsseldorf que no conocen a veces ni los habitantes de la ciudad. Por ejemplo, esa urbanización toda de fachadas y paredes blancas, construida por los nazis y que se conserva tal cual (menos los nombres de las calles). O bien Düsstambul, feliz simbiosis de los dos topónimos, donde se come el mejor Döner de la ciudad. O el puerto nuevo, barrio en el que sólo viven 83 habitantes. Y cuando pasamos al otro lado del río, por uno de los tres puentes, veo en la costanera de Oberkassel una casa en cuyo frontis, en letras mayúsculas en relieve, puede leerse «Esta casa fue construida con piedras caídas del cielo», de la que nuestra pareja de guías ignoraba que existiese. Y a propósito de cielo: la cicerone no pierde la ocasión de lanzarnos una pulla a cuenta de la tradicional enemistad entre Düsseldorf y Colonia, y como el nombre de nuestro aeropuerto es Colonia–Bonn (puesto que es compartido), nos dice: «Y más al norte está nuestro aeropuerto que no compartimos con otra ciudad» sólo que no contaba con mi réplica: «En honor a la verdad es un rasgo de generosidad que nos honra, fíjate que lo compartimos con un pueblo». Touché! Pero la excursión, amenizada con un par de paradas donde además se dio buena cuenta de canapés y bebidas, nos ha parecido una auténtica delicia y una gran idea para un regalo–sorpresa. De regreso a la civilización [léase la orilla izquierda del Rhin] Wolfgang nos tiene invitados a cenar en una de las más típicas Bierhäuser de Colonia, en Bieresel, que yo frecuentaba con mis colegas cuando nuestra redacción estaba en la Apostelnstrasse, a la vuelta de la esquina. Das Bieresel [aprox. El asno cervecero] es la primera dirección en Colonia en materia de mejillones, y nosotros acudíamos a degustarlos todos los viernes a pesar de que las camareras eran de lo más antipático que ha parido madre. Esto fue en los años 70, después la redacciòn se mudó al sur de la ciudad y tuvimos que rehacer nuestro mapa gastronómico. Ahora das Bieresel tiene otro dueño y el servicio (más camareros que camareras) es de lo más cordial, quizás para compensar el pasado. Lo cierto es que Diny, Beate y Wolfgang son los ùnicos que encargan mejillones (yo también, pero ya sin conchas y fritos en aceite de oliva con ajo), y aún màs cierto es que Vincent encargó un codillo, creo que sin saber lo que se le venía encima: las abuelas y la madre le tuvieron que echar una mano. Mientras esperábamos el condumio Chico me propuso una adivinanza: «Dime el nombre de una divinidad en kölsch [el idioma de acá] con una sola letra». Desistí después de repasar todas las cosmogonías: griega, romana, tedesca, y Chico me dijo simplemente: «Jott». Genial. “Jott” es la manera cómo en la lengua vernácula nombran a Dios (en alemán alto “Gott”), pero al mismo tiempo “jott” se pronuncia exactamente igual que el nombre en alemán de la letra “j”. Un día este, pues, con todos los chiches, como le diría Susanita a Manolito el de lalmacén.

 

Weiß/Colonia, 14.9.

Pilar, que llegó el 24 del mes pasado a Hamburgo, según sus planes regresa hoy a Los Ángeles desde Barcelona. Desencuentro total con nosotros, incluso telefónico. Lo interpreto de manera positiva, quiere decir que se lo pasó tan bien que no perdió el tiempo en ninguna otra cosa.

 

Mi artículo en Nexos sobre los 150 años de la publicación del primer tomo de El Capital. Me gusta casi más publicado que en mi mecanuscrito de pantalla, lo cual es buena señal. Además, me encanta que lo hayan ilustrado con mi boleto de entrada al museo Casa de Carlos Marx, en Tréveris, que envié escaneado a la redacción como sugerencia gráfica.

 

Más de ½ hora al teléfono con Esther que regresó indemne de la Argentina. Indemne es la palabra. Por lo que Esther me cuenta y lo que deduzco de cuanto leo que de allí me llega, la situación es una verdadera catástrofe. Lo que pasa es que también lo era, y no sé si hasta peor, cuando el infame “corralito”, en diciembre 2001/enero 2002, y eso lo vivimos Diny y yo en butacas de ringside, al llegar a Buenos Aires en un carguero de contenedores. El elemento nuevo pudiera ser un crecimiento exponencial de la violencia callejera. Sea como fuere, me alegro de que mi deuda estherna regresara indemne y pienso con pena en mi querida Susanita, en Anahí, en todos los buenos amigos argentinos cazados en la trampa que se ha vuelto su país.

 

Nuestro sobrino Gijs (uno de los cuatro hijos de Annie) y Saskia nos anuncian el nacimiento de su segunda hija, por nombre Lot. Si viviera Annie estaría feliz de ser ya abuela de siete nietas, ni un solo nieto. ¡Unos tantas y otros tan pocas, o como nosotros, tan pocas como ninguna, ay! Pero nada de quejas, con nuestro cuatro nietos hemos logrado un póker de ases.

 

Weiß/Colonia, 15.9.

1:30 am : Pasaron Titanic, una peli alemana de 1943. Los nazis convirtieron la tragedia en una ceremonia de la confusión donde la catàstrofe se debió al criminal afán de lucro anglosajón, mientras el héroe de la peli es un oficial alemán del Titanic. Por cierto que al director Herbert Selpin lo denunciaron durante el rodaje por opiniones críticas acerca de la Wehrmacht, y al dìa siguiente de su detención apareció colgado en su celda, dizque se suicidó. Dizque.

 

Félix me acusa recibo desde El Rompido de los poemas eróticos de Ysabelino Eloy Maderal que le envié con destino a la reaparición de El Fantasma de la Glorieta. Ni siquiera me dice si le gustaron o no, pero supongo, imagino y hasta espero que así sea, no me gustaría que entrasen en una revista de tronío, como la suya, simplemente para “hacer bulto”.

 

En El Espectador una vez más dejan mi columna en la cuneta; y van Me consuelo leyendo la de Julio César Londoño, un columnista que me gusta mucho leer porque cultiva una multa mala lactae homologable con la mía, además de que escribe muy bien. Pero a veces desbarra que es un primor. En esta columna dice que «han pasado casi 150 años y los españoles aún no digieren el hecho incontestable de que la mejor gramática española sea obra de un indio. Los entiendo. Fue un golpe bajo del destino». Bueno, pero resulta que los españoles, o sea, la Real Academia, hicieron a Andrés Bello miembro honorario de la misma tan temprano como en 1851, honrando así su Gramática, y si Bello, cuyo segundo apellido era López y cuyo mejor amigo y mecenas, en Londres, sería el español José María Blanco White, si Bello era indio yo soy nada menos que el archimandrita de Constantinopla. Es de a deveras increíble lo que puede cegar el odio a España en latinoamericanos a veces tan cultos y tan inteligentes. Yo, si no lo leo, no lo creo.

 

Weiß/Colonia, 16.9.

Continuando con la lectura de la miscelánea sobre Alfred C. Kinsey me entero de que el éxito de su primer Informe se tradujo por ejemplo en una letra ad hoc de “Too Darn Hot [Demasiado caliente]”, de Kiss Me, Kate, cantada por nadie menos que Ella Fitzgerald :

 

No la consigo ubicar en Google y me temo que ni siquiera pasó al vinilo, pero buscándola reencontré “Strange Fruit”, mi canción predilecta de Billie Holiday. Pienso que el miércoles, de camino a Düsseldorf, le descubrí Billie Holiday a Angie, al explicarle, viendo los carteles de propaganga electoral que cuelgan de los árboles, lo mucho que me recordaban la canción de BH. Que quién era, me preguntó, y me sentí feliz de podérselo explicar y ganar una nueva fan para esa diosa. Pensé también el sábado en Herbert Helpin, el malogrado director de ese Titanic alemán de 1943, que si se hace caso omiso de la ideología nazi es mejor peli que la que 10 años después rodaron los ingleses. También HH, dizque suicidado en su celda de la Gestapo, dizque ahorcado con los tirantes de sus pantalones, fue un extraño fruto de la vesania racista.

 

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5 COMENTARIOS

  1. Teniendo en cuenta que el día

    Teniendo en cuenta que el día con su noche tiene 24 horas y ocho son para dormir ¿de donde sacas tiempo para todos tus compromisos semanales? Es algo que me he preguntado muchas veces. 

    • Tendrás que revisar tus

      Tendrás que revisar tus cálculos, Manu, porque yo me acuesto a las 3 de la madrugada y no me levanto nunca antes de las 11:11 (hora capicúa y canónica, al menos para los colonienses), y amén de ello duermo unas dos horas de siesta. Lo cual no puede sino demostrar que tengo una buena capacidad para administrar el tiempo. Cuando moderé los informativos de la Deutsche Welle para América Latina, dos veces media hora al día, fui el único que logró la hombrada, siempre, de cumplirlos de acuerdo al esquema fijado y al segundo de puntualidad. Supongo que debe ser porque interioricé a tiempo lo de que «el tiempo es oro», y no me gusta derrocharlo.

      Vale.

      • Pero una cosa es no

        Pero una cosa es no derrocharlo y otra hacer milagros con él. 

        • Yo, la verdad, milagritos no

          Yo, la verdad, milagritos no hago. Me limito a cumplir con mi deber con el padre Cronos. Ni lo engaño, ni él me da «ayuditas».

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