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Mientras tantoDe mi diario : Semana 37 / 2019

De mi diario : Semana 37 / 2019


 

Weiß/Colonia, 8.9.

1:30 am : Como la programación de la tele para esta noche era desoladora, al fin terminé por ver Cape Fear [El cabo del miedo], la remake que hizo Scorsese en 1991 de Cape Fear [El cabo del terror], la obra maestra filmada por J. Lee Thompson en 1962. La remake no quise verla en su día, y hoy lo he hecho acuciado por algo que leí en la revista quincenal con la programación de TV: allí le dedican un par de páginas a Robert de Niro apostrofándolo como «el más grande actor de todos los tiempos». Se diría que en la redacción de la TV Movie no tienen ni la menor idea de quiénes fueron Spencer Tracy, Laurence Olivier y Gregory Peck. Y lo que he visto esta noche me ha confirmado en mi opinión de que De Niro es un gran actor, pero si no lo controlan se convierte en su propia parodia, como en este caso. Además que el papel de Max Cady lo dejó Robert Mitchum imposible de superar. A Mitchum le creemos su maldad, a de Niro tan sólo que es un gran actor interpretando un papel de malo. En todo caso, esta remake me trajo al primer plano de la memoria el poema con que arranca Piedra y cielo y justamente titulado “El poema”: «No le toques ya más / que así es la rosa». Una rosa que en este caso floreció en 1962.

Los mirlos, ay, parece ser que son una especie en vías de extinción, y en este caso no somos culpables los pitecantropus erectus, sino un virus llamado Usutu y que se encarniza cn el pobre mirlo causándole encefalitis mortales de necesidad. Quienes sigan creyendo en el Dios de la Biblia tendrían que explicarnos el fenómeno de su infinita maldad.

Como soy una especie de notario de nuestras tres familias y de los amigos, según lo señalado en mi agenda el día de mañana será el de las bodas de perejil del Fantasmita & Carlitos. Esto de las bodas de perejil lo aprendí por experiencia propia cuando nuestra familia nos obligó a festejarlas en enero de 1979, a los 12 ½ años de casados. Sea como fuere, las del Fantasmita & Carlitos las celebramos hoy con un almuerzo en Alfama, el portugués del Vringsveedel, en el mero mero corazón de Colonia. Comimos opíparamente y después vinimos a casa a tomar café con torta de ciruelas, la que Diny compró ayer esperando la visita de Ana Regina y Nicolás. Un día redondo, pues, pese a que las bodas de perejil no lo sean.

Después de leer mi diario Violeta me escribe desde Krakogrado para decirme: «​El ché (y las minúsculas son a propósito) no fue un pigmeo, querido amigo, sino uno de los más grandes psicópatas asesinos. Hannibal Lecter es un niño de pecho a su lado. Cada vez que veo a alguien con la franelita de marras tengo que dominarme para no preguntarle si también tiene una con Jack el destripador». Le contesto diciéndole que escribí lo de “pigmeo” para que quedase bien claro cuál era su tamaño al lado de colosos como Mandela o Gandhi. Y debo dejar constancia de que toda la familia de Violeta era [es] comunista, pero no ciega.

Weiß/Colonia, 9.9.

1:10 sm : Pasaron Sheperds and Butchers [Guardián y verdugo], un drama judicial sudafricano ambientado en los tétricos días del apartheid. No lo recuerdo bien pero creo que ya lo vi cuando lo pasaron hace un par de años. Pienso que esta peli, junto con ¡Quiero vivir!, son los mayores alegatos habidos en pantalla contra la pena de muerte aplicada a civiles (a militares el mayor es sin duda alguna Senderos de gloria). Y sobre ¡Quiero vivir! rescato acá las palabras de Albert Camus después de haberla visto: «Días vendrán en que documentos como éste nos parecerán pertenecientes a la prehistoria y los consideraremos tan increíbles como ahora nos parecen la quema de brujas o la amputación de manos a los ladrones». La genial interpretación de Susan Hayword es algo en absoluto inolvidable, pocas veces se ganó un Oscar con más méritos.

Trabajos de mantenimiento, como se dice en los barcos cuando navegan largos días en altamar y la tripulación no tiene que preocuparse con tareas tan duras y con frecuencia peligrosas como atracar en un muelle cariñosamente arrempujado por uno o dos remolcadores.

Weiß/Colonia, 10.9.

0:25 am : De nuevo un drama judicial, pero esta vez filmado por Coppola. The Rainmaker, en español Legítima defensa, de John Grisham. Impecable, con un Matt Damon cabal en su papel y plantándole cara a un Jon Voight formidable y temible en el suyo. Y Danny DeVito a caballo del gracioso de las comedias del Siglo de Oro español y el Mosca del Volpone de Ben Jonson.

Hoy, en La Modicana, nuevamente solos Carlitos y yo, él encarga linguini y yo espaguettis con almejas y mejillones, que estaban de chuparse los dedos, y sí, oggi ho fatto la scarpetta, rebañé la salsa hasta dejar el plato en estado de revista. En el camino de regreso a casa nos cruzamos con un Honda, y siempre que veo uno me acude a la memoria el epíteto con que mi viejo amigo Weffels los definía: «Mongolenschrott! [¡Chatarra mongólica!]», se le escapó una vez.

Weiß/Colonia, 11.9.

0:40 am : Tercer drama judicial consecutivo, se ve que me gusta el género. Esta noche ha sido uno gringoinglés, Denial [Negación], en torno al tema del Holocausto y quienes niegan que se produjese. Basada en unos hechos reales, el desarrollo tiene que ver con otros hechos reales que no son el objeto de la peli. Es decir, en la figura del dizque historiador David Irving, negador de que el Holocausto tuviera lugar, uno ve todo el tiempo a the fake president, mendaz profesional aupado a inquilino de la Casa Blanca. Los actores son, como en Legítima defensa, un auténtico lujo para los espectadores: desde Rachel Weisz a John Wilkinson, pasando por un prodigioso y monstruoso Timothy Spall en el papel de David Irving, todos dan la talla que el tema exige. Y en cuanto a Spall, la gran alegría de que a partir de su creación de Turner haya abandonado el rincón de los segundones, es un actorazo digno de competir en la Champions League.

1:00 am : Poco después de terminar Negación empecé a sentir un ronroneo inusual a estas horas en el aire, y aunque mañana es luna llena no creo que se trate de ella, desorientada, cayendo en barrena a nuestro planeta. Salgo al balcón y ahí está el helicóptero, a la izquierda de la luna que te quiero luna, como un semáforo enloquecido, sobre aprox. las refinerías de Wesseling. Ojalá no se trate de un incendio allá, o de una alarma química.  Por la mañana me enteraré leyendo el diario, si es que la noticia alcanza a llegar a la edición en soporte papel antes del cierre. Bueno, eso en el mejor de los casos. De repente morimos todos esta noche en estos pagos.

Ni nos morimos durante la noche ni el Kölner Stadt Anzeiger informa del vuelo del helicóptero anoche sobre Wesseling. Rastreo información en varias páginas web ad hoc y nada. Si no fuese porque lo vi con estos mismos ojos que se ha de comer la tierra, se diría que lo soñé. Pero no, me queda el testimonio de haberlo dejado escrito apenas visto. Misterios de la noche renana.

Después de leer mi nuevo post en mi blog de EE, y lo que digo allí cerca de las trapisondas del encumbrado poeta colombiano Guillermo Valencia, mi compadre José María me escribe desde su Caribe para confirmarme en lo que digo y añadiendo una frase lapidartia acerca del hijo del poeta, y también dizque poeta, Guillermo León Valencia, quien llegó a presidente del país y embajador plenipotenciario en España. Le contesto ipso fuckto a mi compadre: «Lo conocí (de lejos) en 1968, cuando asistió en Huelva a las Fiestas Colombinas. Estas se celebran alrededor del 3 de agosto, fecha de la partida de Colón desde el puerto de Palos. Y todos los años se celebra ese día una misa en el monasterio de La Rábida, a la que asisten –además de los mandamases locales– los embajadores de todos los países hispanoamericanos. Uno de ellos es el que todos los años pronuncia el discurso conmemorativo. Ese año fue GLV, y el alcalde de Huelva, Federico Muñoz Molina, al enterarse de que era poeta, me pidió que me ocupase de él, pero decliné el encargo, muy diplomáticamente: le dije que el embajador de Colombia y ex presidente del país era un notorio dipsómano y que nunca he sabido tratar con borrachos. Yo estaba enterado porque desde marzo 1964 a enero 1965 viví en una comuna en Berlín con dos colombianos, uno de Pereira y el otro de Bogotá, y ahí se inició mi curriculum vitae como colombiano amoris causa. Al día siguiente de las Colombinas, cuando estaba por viajar a Holanda a reencontrarme con Diny (que se había ido allí para que su familia conociera a la primera nieta del clan, nuestra hija Rebeca), pasé por el ayuntamiento a despedirme del alcalde, un gran tipo, y me dijo con un guiño que qué bien hice sacándole el cuerpo al encargo que me dio. Al parecer el señor embajador se pasó los días de Huelva en plena niebla etílica».

Weiß/Colonia, 12.9.

Marcos me envió ayer desde Karakogrado un artículo sobre el 11.9.1973 y por qué nadie acudió a defender la Moneda contra los golpistas del pinochetazo, y yo distribuyo el enlace a todos mis amigos chilenos. La respuesta del Chancho es antológica: «¡Nada más falso! Ese día aciago, pero también glorioso, un revolucionario que más tarde sería un famoso escritor, jugó un papel clave. Los aviones que despegaron hacia La Moneda no fueron dos, sino cuatro. Los dos primeros cayeron abatidos cuando las frentes de los pilotos traidores fueron perforadas por un par de certeros tiros de pistola. El héroe, bazooka al hombro, las emprendió contra los tanques en calle Teatinos con Moneda. En la huida, tres de los blindados quedaron destruidos cerca de la Plaza de Armas. Nuestro hombre, sediento de combate, tomó un Jeep militar y se dirigió a Los Cerrillos. Ahí le perdimos el rastro. Unos años después apareció en Ecuador sólo para montar una fracción de la brigada con la que asaltó las fuerzas militares de Urcuyo. Y su participación fue decisiva en el triunfo militar de la Revolución Sandinista. No está demás  resaltar la modestia que lo mantuvo en silencio hasta que su obra sedujo a los lectores franceses. Además, liderando las acciones de Greenpeace,  dio la vuelta al mundo en el Rainbow Warrior. Fue confidente de Cortázar y de Günter Grass. Y, para dejar las cosas claras, fue también amigo íntimo de Ricardo Bada, quien lo convenció de ser un escritor. Es hora de reconocer el valor verdadero de los grandes hombres que no han querido dar a conocer sus verdaderas hazañas». Medio muerto de la risa le contesto a mi Chancho tan querido y tan admirado: «Mi única objección es que ese héroe de la Patria sólo fue un íntimo amigo mío hasta el momento en que descubrí su Lebenslüge [=la mentira de su vida], con tu impagable ayuda, y desde entonces no he querido tener relación ninguna con él». Enter!

Por la reacción de Mirjam al artículo sobre el 11 de septiembre chileno, me entero de que sus tareas profesionales la han llevado a vivir en Kampala, en el corazón de Uganda. Le contesto: «Pero Mirjam, mujer, ¿tan lejos te has ido? ¡Mare mía de mi arma!, como dicen los andaluces. Cuídate mucho». Me responde: «Querido Ricardo, lo de lejos o cerca siempre es muy relativo. Si bien estoy lejos de la Catedral (que por cierto para muchos coloneses es la mitad del mundo), en Kampala me encuentro bastante cerca de la línea de Ecuador, y por tanto de la verdadera mitad del mundo». Le replico: «Cara Mirjam, permíteme decirte que no comparto tu visión horizontal del mundo; para mí, la línea que lo parte por gala en dos es el meridiano de Greenwich. Bromas aparte, de a de veras, como dicen los cantinflos, cuídate mucho».

Weiß/Colonia, 13.9.

0:40 am : Acaban de pasar Krigen [Una guerra], peli danesa que estuvo nominada para el Oscar al mejor film en lengua no inglesa. Otra vez un drama judicial, pero sólo en el último tercio del metraje. No sé qué decir, tendría que verla de nuevo. Pero me parece que hubiera ganado mucho si el guion se hubiese orientado al drama judicial puro y duro desde el mero merísimo principio, mostrando en flash backs las escenas que justifican y fundamentan la línea argumental de la fiscal militar. Hubiera sido otra peli, claro está, pero creo que mejor. Y además, uno se queda con la impresión de que la justicia militar danesa no es una cosa seria. En fin, creo que esta peli rebosa de buenas intenciones, pero el último informe de la Direcciòn General de Carreteras nos certifica que el camino del infierno está empedrado con las susodichas, y con versos del Dante.

Le regalé a José María un tuit de una incorrección política total, seguro de que lo subiría a su cuenta Twitter, y así lo ha hecho. José María y yo somos de los que nos cagamos en la tapa del órgano, como gráficamente se decía (no sé si se sigue diciendo), en el Río de la Plata, al menos en la Banda Oriental. Este es el tuit:

 Jose María Ruiz @josetetene    Sin querer ofender a ningún patriota gringo, creo que lo del destino manifiesto deben sacarlo del radar. El único destino manifiesto de la Humanidá es que todos somos mortales, blancos y negros ¡y hasta los amarillos, que ya nacen con ese color! (Ricardo Bada)

Weiß/Colonia, 14.9.

Diny me saluda con la mala noticia de que no vamos a tener a Henri en casa este fin de semana, llamó Montse diciendo que el pobrecito mío anda con fiebre. La recontrarremilputísima fiebre. Como si todavía me quedasen por delante treinta o cuarenta años de vida. Cada vez van siendo menos las posibilidades de gozar de la infancia del benjamín entre mis nietos. Y todavía me van a pedir que crea en Dios. ¡Amos, anda!, como se dice en los madriles.

Me jalé de dos sentadas el segundo episodio de la saga de Yrsa Sigurdarðóttir, con la sicóloga Freyja y el comisario Huldar. Se titula en islandés Sogið, que se puede traducir como “resaca”  [la marina], aunque yo preferiría decir “maelstrom”, según lo aprendí de adolescente en Veinte mil leguas de viaje submarino, la novela de Julio Verne en la que el temible maelstrom de las costas noruegas termina engullendo el submarino Nautilus del capitàn Nemo. Y este episodio de la saga de Freyja y Haldar es un verdadero maelstrom, un remolino verbal, la historia de una venganza que hace pensar en las viejas sagas escandinavas y sus crueles rituales. Me abrió el apetito para leer el tercer episodio, el último por ahora, aunque pienso (espero) que habrá más, semejante pareja de protagonistas no puede ni debe agotarse en una trilogía.

Esta mañana, en el Kölner Stadt Anzeiger, mientras desayumaba, encontré una necrológica con un hermoso epígrafe del cantautor Reinhard Mey, mi favorito entre los alemanes. (Ayer, un día 13 y viernes, el día de la mala suerte para los alemanes, volví a revolver Roma con Santiago en busca de mi aproximación al español de su canción “Llegaré el viernes 13”, que es un relato divertidísimo contado cantando, pero la debo haber archivado tan requetemal que no le logro encontrar la pista). El epígrafe de hoy lo arrimo a nuestro idioma como buenamente puedo: «Me imagino la muerte / como una puerta grande y luminosa / por la que una vez tenemos que cruzar. / Detrás se halla la fuente de la luz, / o la mar, quizá también nada, / quizás un parque con bancos verdes». Sí que sería lindo, un parque con bancos verdes

*****************THE END*****************

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