
Weiß/Colonia, 13.9.
1:20 am : Por fin logré ver Winter’s Bone, una de mis asignaturas pendientes. Me impresionó bastante. Y lo que más, el hecho de que los personajes que desfilan por ella son blancos pobres en Misuri, unos electores natos de the fake president: en los 100’ que dura su metraje ni una sola vez se ve a un negro, y ellos constituyen casi un 12% de la población total del Estado. ¿Fue una decisión consciente de la producción o se dio así de manera natural?
En la edición finisemanal del KStAnz el cuaderno Turismo y Viajes incluye casi una plana dedicada al barrio Ámsterdam Norte, una recomendación que siempre les hago a mis amigos que viajan allá. Primero porque desde la otra orilla del Ij es desde donde se ve el mejor panorama de la Ámsterdam que conocen los turistas, y segundo porque en ese barrio norte hay harto que ver, allí viven familias amsterdamesas con muchas generaciones a cuestas, en casas que cada una reclama una tarjeta postal, y cantidad de obreros extranjeros. Allí también la Plaza de la Guerra Civil Española, con un monumento conmovedor, y una estela que rinde homenaje a los voluntarios neerlandeses caídos en esa guerra, miembros de las Brigadas Internacionales.
Hoy son las elecciones municipales en el Land Norte del Rhin–Westfalia y en la propaganda de uno de los partidos minoritarios que se postulaan aquí en Colonia leo lo siguiente: ¿CENTRO DE LA CIUDAD CON TRÁFICO RESTRINGIDO, COMO EN MADRID? El comentarista del diario se extraña con razón de por qué está formulado como pregunta y no como programa.
Diny regresa de Darmstadt, donde lo ha pasado muy bien, ha visitado la tumba de Dieter, ha pasado un par de horas con Karin y su pareja, y ha crecido su admiración por Benno, el tercero de los hijos de Alex, un crío maravilloso a sus cinco años. Habla de él con la misma admiración que si fuera nieto nuestro. Y en cierto modo lo es, como Alex, en cierto modo, es nuestro cuarto hijo. Cuando dio a luz a Liv, su primer hijo, en Noruega, y la llamamos para felicitarla, al oír mi voz me dijo «Hei, Gorki, por fin tienes una nieta». Y sí, porque todos nuestros nietos (entonces tres) acá en Colonia son varones. Y qué lindo es que me siga llamando Gorki, como lo hacía en su infancia, porque no lograba pronunciar “Ricardo”. Y yo tan orgulloso de ser Gorki…
Por el canal Arte un documental fabuloso acerca de Audrey Hepburn, con inserción de escenas de muchas de sus pelis. Me prometo verlo una vez más en la medioteca del canal. “Esa Audrey es otra cosa”, como diría Rolando, el mayor de los elogios que le he visto hacer.
Weiß/Colonia,14.9.
Me fui a dormir a las 2:55 am y de repente me desperté a las 4:38 con urgencia en la vejiga, regresé a la cama, me dormi y al cabo de una eternidad abrí los ojos y eran apenas si las 7:00. Intenté seguir dumiendo, pero nanay de la China, vueltas y vueltas y vueltas en la cama con el único resultado positivo de que compuse mentalmente mi columna para el viernes en EE, después del desayuno será nomás cosa de transcribirlo de mi memoria a la pantalla. Al final, descorazonado por no poder dormir me acabo de levantar a las 10:01. Un madrugón para mí.
Diny me contó de una araña que encontró en el cuarto de baño, la cazó con una hoja de papel higiénico, la echó al inodoro y activó la cisterna. Confieso que con toda probabilidad yo habría hecho lo mismo, pero cuando me detengo a pensarlo recuerdo la enseñanza hindú, o budista, del respeto a toda forma de vida. Para esa araña, su vida acabó como acabaría la de alguien con las manos y los pies amarrados y a quien arrojasen al Iguaçú y a los pocos segundos se desplomase por las cataratas. ¿A quien le podría gustar morir de esa manera?
Encontré un tuit que no tiene pierde en la cuenta T del senador Bernie Sanders, lo trujamanteo: «A diferencia del «genio muy estable» no soy un erudito religioso. Pero en algún lugar leí que la mentira patológica y conceder exenciones fiscales a los ricos, mientras se ignora el dolor de los hambrientos, los sin techo y los enfermos, no es exactamente seguir la regla de oro».
Weiß/Colonia, 15.9.
Recién pasada la medianoche : Acaban de emitir seguidas, en el canal franco–alemán Arte, Les héritiers [La profesora de Historia] y The Killing of a Sacred Deer [El sacrificio de un ciervo sagrado] y las he visto sin levantarme del asiento, son pelis de las que te atrapan y no quieres perderte ni un minuto de su metraje. Pelis como estas, sin efectos especiales, sin alienígenas ni esa chatarra electrónica que fabrica Hollywood para estupidizar al mundo, son las que cimentan mi fe en el cine como una de las más bellas artes.
En La Modicana, hoy sin Diny, encarga Ulli un carpaccio de salmón con rúcola y camarones, y Carlitos y yo espaguetis con gambas, ajo y aceite. Hablamos mucho de Costa Rica y nuestras expèriencias en ese país. Tuvimos la suerte de conocerlo cuando uno podía pasear tranquilo por todas partes. Recuerdo que llegué a San José un sábado, y el domingo, tras desayunar en la terraza del hotel, sintiéndome personaje de Sommerset Maugham, de Hemingway o de Graham Greene, salí de paseo con el plano en la mano, en busca de los tres cementerios, y caminé en zig zag las 12 cuadras (conservo el plano) que van del Teatro Nacional al cementerio de extranjeros, el primero de los tres que visité, y de allí pasé al general y del general al Obrero, que era el más señorial. Hoy en día parece ser que si hiciera ese mismo trayecto, correría el riesgo de que me asaltasen 12 veces, una por cada cuadra. Por cierto que entonces, 1984, y así se lo conté a Yadira en una de los primeros emails de nuestro nutrido epistolario, «asistí allá a la ceremonia más surrealista que me ha sido dado presenciar nunca en un cementerio, y mirá si habré yo visitado no pocos en mi vida. Así pues, de repente oigo unas cornetas y unos tambores y veo aparecer, en formación de desfile, un grupo de militares encabezado por los portaestandartes de las banderas de Costa Rica y los Estados Unidos. Militares viejitos, muy viejitos, los pechos constelados de condecoraciones y los ojos brillantes de orgullo. Y allá se fueron desfilando, los mentones erguidos, el paso más o menos marcial, a depositar coronas en la tumba o el monumento dedicado a los caídos ticos en la primera guerra mundial. Con toda la parafernalia de presentación de armas, toque de silencio por los muertos, qué sé yo. Como ves, conservo un recuerdo vivísimo de lo que, gracias sean dadas a todos los dioses de todas las cosmogonías, pude vivir en tu hermosísimo país». Todo esto sale a flote hoy, 36 años después, al conjuro de la petición de La Maguita, hace un par de días, de escribir una página dedicada a alabar la obra de Yadira. Un texto que me decidí a incluir este martes en mi blog de El Espectador. Pero de la escena del cementerio, si no conservara las fotos que hice, creería que fue un sueño que tuve.
Weiß/Colonia, 16.9.
Vino Rebeca a echarle una mano a Diny en materia de limpieza del piso. Pero también estuvo reintentando devolverle la vida a nuestro teléfono fijo, y fracasó dos veces. Dice que la próxima semana lo volverá a intentar. No sé por qué tengo la impresión de que va a conseguirlo, pero al mismo tiempo estoy seguro de que la causa de la avería debe ser de lo más anodino que uno se pueda imaginar. Yo casi no uso ya el teléfono, a no ser los domingos para llamar a Huelva a la Nena y enterarme de cómo van las cosas en la familia, pero lo suplimos con la comunidad Bada en Whatsapp, a la que pertenecen Rebeca y Montse, y que tiene una vida muy activa. Sin venir a cuento me pregunto si llegará el día en que podamos leer los pensamientos de la persona con quien hablamos. Ese día habrá una masacre de dimensiones planetarias. Puede llegar a ser el día en que termine el paso del animal humano por este valle de lágrimas.
Del Tour de France sólo estoy viendo las etapas que terminan en la cumbre de una montaña. Las etapas llanas son latosas y aburridas. En la montaña los corredores tienen que sacar a relucir sus agallas y emplearse a fondo. Hoy ganó la etapa un colombiano que no es ni Nairo Quintana ni Rigoberto Urán ni Egan Bernal, se llama sencillamente Miguel Ángel López y su escapada fue una auténtica hazaña, dejando atrás a los dos eslovenos que encabezan la clasificación. Es de lo más interesante constatar que los primeros seis puestos los ocupan esos dos eslovenos, dos colombianos, un australiano y un inglés; los corredores de los países antaño ganadores, o sea, Bélgica, Italia, Francia, España, los Países Bajos, van a remolque de los recién llegados a la gloriosa historia del Tour. Su pionero fue también un colombiano: Lucho Herrera, en la década de los 80s; ganó dos veces el premio de la montaña del Tour, uno el del Giro y dos el de la Vuelta, amén de la Vuelta misma, en 1987. Pocos han logrado tanto sin ningún apoyo…
En el canal Arte un documental sobre un pintor francés, Gérard Garouste, a quien desconocía por completo y cuya obra singular abarca también poderosas ilustraciones para La Divina Comedia, el Fausto de Goethe y el Quijote. Nunca te irás a la cama sin aprender algo nuevo, como dicen las putas con un concepto muy alto de la profesionalidad.
Weiß/Colonia, 17.9.
En la revista Scherzo, un homenaje a The Twitter’s Digest por parte de mi querido Santi, y a decir verdad creo que se lo merece. Desde el 30 de enero del 2011, en que saqué la primera de sus entregas, encabezada por un tuit de @lauritagarcia («La sutileza de los insultos femeninos: “Estás muy bonita hoy. No te reconocí”»), hasta la fecha, que saqué la # 1.475, significa un total –a 15 tuits por entrega– de 22.125 trinos, con lo que habría materia de sobra para publicar una antología de los, digamos que 2.500 mejores. Es una idea que les dejo a mis herederos.
Mi artículo rememorando a Mario, en Nexos, ha tenido harto eco en la bandeja de entrada de mi estafeta virtual y me ha hecho evocar muchas de las anécdotas que vivimos juntos. Hay una que nos pasó con él en Madrid, muy divertida. Siempre que nos reuníamos para almorzar era él quien elegía el restaurante, porque viviendo en Madrid seis meses al año, teniendo que bancar y organizarse la vida casi siempre solo (ya que Luz solía preferir quedarse en Montevideo) y no siendo muy cocinero, salía a comer casi todos los días a restaurantes no turísticos, aquellos familiares y baratos pero donde la cocina es casera y es buena, y él se conocía al dedillo esta red de comedores. En el verano del 92 Diny y yo estábamos en Madrid acompañados de Marie–Claude, nuestra joven amiga francesa, que acababa de sufrir un gran desengaño amoroso justo cuando estuvimos con ella, en París, dos semanas antes, y de manera espontánea la invitamos a venir con nosotros una semana a Madrid, para que se distrajera un poco. Lo cierto es que llamamos a Mario, de quien Marie–Claude, que domina el español hablado y escrito, adoraba su poesía, y Mario nos invitó a comer a un restaurante muy popular de la Plaza Mayor, y como el piso donde nos alojábamos (el de Javier Vilaltella, que siempre nos lo prestaba cuando íbamos a Madrid) está a dos cuadras de la Plaza Mayor, sabíamos cuál era y que su terraza siempre rebullía de turistas. Así es que me extrañé: «Pero Mario, ese es un restaurante para turistas». Y él: «Sí, en la terraza y en el piso bajo, pero al segundo piso solo van gayyyegos» [=españoles, como nos llaman a todos los españoles en el Río de la Plata]. De modo que nos encontramos allá, y él tenía razón, era un ambiente de lo más agradable y tan sólo se oía nuestro idioma. A la hora de encargar los vinos, Mario, como siempre, me pasó la pelota. Yo miré la carta y vi que tenían Marqués de Riscal blanco y le encargué al maestresala «Una de Marqués de Riscal, pero del blanco, Ribera del Duero». El maestresala, muy cortés: «Perdone, señor, pero Marqués de Riscal es Rioja». Y yo: «El tinto sí, pero el blanco no». Tras lo cual el buen hombre se fue haciendo una leve y hasta puede que burlona reverencia. Regresó al poco con la botella pedida y la tomé en mis manos y busqué la etiqueta trasera, donde se incluye un mapita de España señalando en rojo la región de la que procede el vino. Y yo: «¿Lo ve, en este mapa? Este vino viene de la ribera del Duero, no de la Rioja». Y el maestresala: «Es norma de la casa no discutir con los clientes, caballero». Confieso que me quedé sin palabras, y más cuando se fue, cuando Mario me dio un suave codazo y me dijo: «Pero che, ¿cómo se te ocurre ponerte a discutir con un gayyyego?» Y Diny y Marie–Claude muertas de la risa.
[Hay una explicación de la conducta del maestresala, y es que en España, excepto los amigos, la gente con la que hablo piensa que soy argentino, o chileno, ni en la puta vida se les ocurre pensar que soy de Huelva, así es que siendo yo un sudaca, ¿con qué derecho voy a saber más de vinos españoles que el maestresala de un restaurante madrileño?
Weiß/Colonia, 18.9.
Juan Carlos me manda desde sus Asturias una foto del galeón Andalucía construido el 2010 en Punta Umbría, ahora de visita en el puerto de Avilés, y me dice que es una maravilla. Sin perder tiempo le contesto ipso fuckto: «En Huelva hacemos pocas cosas, pero las pocas que hacemos las hacemos bien: el dolmen de Soto, la primera civilización en la península, descubrir América, ser la cuna del padre de la libertad de imprenta en España, fundar el primer club de fútbol del país, ganar el Nobel de Literatura, hospedar la mayor romería de la ecúmene, tener a gala sus gambas y el choco frito, criar el jamón de Jabugo, un campeón mundial de billar, ese lujo del piano que es Javier Perianes y ese lujo de la canción que es Martirio… ¡Menuda docena!» Y lo que me dejé en el tintero: la pintura de Vázquez Díaz, la poesía de Juan Drago, dos grandes del toreo, las salazones de Isla Cristina, la peña de Arias Montano, la Gruta de las Maravillas (en donde se filmaron las escenas de Viaje al centro de la tierra, con James Mason), las sevillanas bíblicas y el fandango valiente del Alosno, las murallas de Niebla, contra las que por primera vez se empleó la pólvora en Europa… ¡Ay mi Huelva del alma!
Cuando dedico un día entero a nada más que oír música, siempre dejo para el final la perfección, que en mi caso es la interpretación de la 7.ª de Beethoven por la orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam conducida por Carlos Kleiber. Alguien que sabía tantísimo de música como Claudio Abbado dijo en una ocasión: «No hay límite para saber una partitura, y Carlos lo sabe mejor que nadie, aunque siempre piensa que no sabe lo suficiente». En esta grabación hay momentos en los que parece que Carlos abrazase a la melodía, se fundiese con ella. Genial.
Weiß/Colonia, 19.9.
A mediados de la semana llamó Angie proponiéndonos ir a comer churros hoy por la mañana al chiringuito de Los Calentitos, que los días sábados hace parada y fonda en un mercado callejero cerca de su casa. Pero ya ayer cancelamos la cita porque las cifras de afectados por la pandemia se dispararon, lo que significa que tenemos ante portas la segunda ola, y si nos libramos de la primera mejor no jugamos con fuego, que se chamuscan los dedos. Curioso es que cada vez que se menciona la segunda ola siempre recuerdo el estribillo de una canción cubana que aprendí en mi infancia: ♫ ♫ Mira, la ola, Marina, / mira las vueltas que da, / tiene un motor que camina pa’lante, / tiene un motor que camina pa’trás… ♫ ♫ La de la pandemia seguro que no tiene ese segundo motor. Oremus.
¡Qué gran final para este Tour de France! Una escalada contrarreloj, y entre dos eslovenos se jugaba la victoria. Ganó el más joven, con lo que además de la camiseta amarilla podrá vestir la de pintas rojas, por campeón del premio de la montaña, y la blanca del corredor más joven y más arriba de la clasificación general, nada menos que en el primer puesto. Esto recuerda un poco la era de Eddy Merckx, a quien llamaban “el caníbal”, porque lo ganaba todo. Y quizás no sería mala idea institucionalizar una cronoescalada como penúltima etapa, para así mantener el supense del ganador hasta el día antes de la passeggiata por los Campos Elíseos.
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