De mi diario : Semana 39 / 2017

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Weiß/Colonia, 24.9.

6:30 pm : Me levanté a las 9:30 am para desayunar con los huéspedes, y como luego se fueron a pasear (Riet y Jan son andarines natos, y el largo paseo dominical tras el desayuno lo llevan a rajatabla, también lejos de su casa), me encamé de nuevo hasta ½ h antes del almuerzo, la que aproveché para darles a conocer a Lucero Tena, primero en CD, luego en Youtube, y los dos se quedaron fascinados con ella. Almorzamos después la tradicional sopa dominical de mi suegra, el caldo con fideos y raíz de apio picadita en dados diminutos (aunque creo recordar que mi suegra le echaba más verduras al caldo, cosa que seguramente Diny no hace dada mi aversión a todo lo verde). Se marcharon al rato, después del postre, Diny los acompañó hasta la parada del bus y yo los despedí desde el balcón y me volví a acostar. De regreso en casa se tendió Diny a mi lado, pero no duró mucho más de ½ h en posición horizontal. Yo seguí amodorrado hasta las 5:25 pm, al dejar el catre me preparé un café bien cargado y comprobé que Gmail.com todavía no me ha concedido una tregua en la guerra que me tiene declarada. La puta que los parió.

 

En la modorra de la tarde me di cuenta de que hay dos cosas que olvidé registrar en mi diario en las últimas semanas. A) Entre las calles que ya llevan nombres de amigos míos se me pasó la calle Felipe Fernández en Villarramiel de Campos, su pueblo natal palentino. B) El día 13, cuando fuimos a Düsselforf, pasamos por una avenida amplia y suntuosa que lleva el nombre de Heinrich Heine, uno de los más preclaros hijos de la ciudad. Se lo comenté a Chico y le dije que Düsseldorf siempre se resintió de ese parentesco, aunque al final, a la trágala, tuvieron que admitirlo y honorificarlo como se merece. Curiosamente Chico me respondió que tan sólo un par de días había vuelto a leer Deutschland. Ein Wintermärchen [Alemania. Un cuento de hadas invernal] y que le había vuelto a entusiasmar, en especial el capítulo cuando llega a la frontera. Me dio una alegría enorme, también es uno de mis pasajes preferidos en ese libro, así como el adiós a París. Pero me alegró sobre todo esa herencia que le dejo a mis hijos, lecturas de libros como este, lecturas que les calaron tanto que vuelven a releer esos libros.

 

Desde Huelva nos envía Laure una foto del almuerzo familiar con Rebeca y Montse, y Mónica nos envía otra con ellas dos en el Estadio, adonde han ido para ver al Recre. No le llevaron la suerte al Decano, que empató a 1 con la Balompédica de Linares. Pero igual se han alegrado al ver que el 1. FC Colonia detuvo su caída en picado (perdieron los cinco primeros partidos de la Bundesliga), aunque sea con un mínimo empate a 0 en Hannover.

  

 

Weiß/Colonia, 25.9.

0:15 am : Penúltimo episodio del joven Morse. Lo inexplicable es que el canal donde pasan la serie, ZDF Neo, la ha programado de tal modo que de los cinco episodios se transmitieron los cuatro primeros en cuatro domingos consecutivos, y el quinto no lo será el próximo domingo 1 de octubre, sino el siguiente, el día 8. A qué pelotudez se deberá este cambalache de fechas no lo sé, pero no habla mucho en favor de la seriedad de los programadores alemanes.

 

Ayer fueron unas doce horas en la cama, hoy casi casi lo mismo. Ayer reflexioné que no está mal la cosa. Hoy pienso que quizá sea al revés, si no será que está muy mal la cosa. A mí esta galbana suprema, aniquilante, se me antoja que puede ser un síntoma patológico, a pesar de que los análisis de sangre, hasta la fecha, no lo acusan. Por otra parte pienso en los últimos viajes a Madrid, cuando Diny salía a pasear después del desayuno porque yo de lo único que tenía ganas era ¡¡en mi Madrid de mi alma!! de tumbarme en el sofá y amodorrarme allí hasta el mediodía o más allá. Vamos a ver qué resulta del siguiente análisis de sangre. Oremus.

 

Me escribió Pepe desde “Puta Umbría”, para decirme que lo del Aula del Legado Cultural de Huelva ya está en marcha y que siguen interesados en mis epistolarios y mis manuscritos y publicaciones para que los legue a la lejana y querida Troglodia, la «lejana y rosa» Huelva de Juan Ramón. Acabo de contestarle que en principio mi respuesta es positiva, pero que deben pensar en los aspectos estructurales: que yo veo difícil de realizar la proeza de trasladar todos mis archivos a Huelva si es que no viene alguien acá, armado con varias docenas de cartones  donde ir metiendo convenientemente rotulados los miles de documentos que compondrían el legado, para poder despacharlo todo por un medio de transporte eficaz. Es decir, hablando en plata, y nunca tan bien usada la expresión, para hacerse con mi legado es preciso realizar una cierta inversión, y no sé de cuáles fondos dispone periferias, la organizaciòn que promueve el Aula. Ojalá tengan una respuesta positiva y funcional, ya que eso descargaría a mi familia de un posible pavoroso problema de conciencia, al no saber qué hacer con los miles de metros² de papel que significan mi correspondencia + todo lo que publiqué antes de acceder a la compu.

 

Gmail.com me sigue jodiendo la marrana con las remesas colectivas devueltas en masa, la compu  de Diny se quedó anoche con la pantalla en negro (¿quizá de luto?) y como éramos pocos y la abuelita salió de noche, llama Chico para informarnos de que hubo que internar a Angie en una clínica, diagnóstico: pulmonía doble. Lectura recomendada: El libro de Job.

 

Weiß/Colonia, 26.9.

Arzola iba a venir y no vino, vendrá finalmente mañana. Voy a empezar a llamarle Godot. En cualquier caso Carlitos y yo fuimos a La Modicana, como de costumbre, y se nos unió Claudia. A Claudia le ha parecido simpático que Rebeca quisiera festejar sus 50 años en el lugar donde nació, y le expliqué en qué lugar fue, en el # 2 de la calle Rábida, esquina Berdigón (calle que ahora creo que se llama distinto). La Rábida es una de las poquísimas calles–espejo que hay en el mundo, aunque ahora los pìsos bajos son casi todos tiendas, cada una con una fachada ad hoc con el negocio a que se dedican. Otra calle–espejo que recuerdo es la cortada Rodolfo Rivarola, entre Cangallo y Mitre, que a todos los amigos viajeros a mi Güeno Saire querido que yyya no volveré a ver, les recomiendo que no se la pierdan, es un oasis de paz precioso en medio de ese barrio sobrado de ajetreos y de prisas, a tan pocas cuadras de la 9 de Julio y el Obelisco.

 

En el buzón una propaganda que empieza con esta frase: «¡La Ciencia encuentra un método increíble para el rejuvenecimiento del cerebro!» De manera harto significativa ese bálsamo de Fierabrás se llama Cognitol. ¿Qué diría Descartes: «Cognitol, ergo vetus sum»?

 

Weiß/Colonia, 27.9.

11:30 am : Estoy buscando el número del celular de Rebeca para llamarla y felicitarla por este ½ siglo que cumple hoy en Huelva, cuando suena sordamente el móvil de Diny –nuestro cordón umbilical con el resto del mundo, gracias a las veleidades de mi enrutador– ¡y es mi Rebecota queridísima llamándome para que la felicite! Como si se me fuese a olvidar Y bueno, parece que lo están pasando en grande, agasajadas ella y Montse por toda la familia, no tienen ni un momento libre. Me hace recordar lo de Alejandro cuando inauguró su peluquería y en el rótulo decía PELUQUERÍA BADA, que es el apellido de Reme, su madre. De modo y manera que los Sánchez de Piña, sus tíos paternos, le reclamaron diciéndole que no les parecía bien lo de haber preterido el apellido de su padre, y Alejandro les contestó: «¡Pues anda que si supiérais lo que se han alegrado los Bada!»  Esta familia nuestra es otra cosa, como diría el buen Rolando, que se nos ha salido del radar, no hay manera de conectarlo ni nadie sabe nada de él. Hèlas!

 

Me escribe Juan desde nuestros madriles, para acusar recibo de mi felicitación por su cumple, que nunca olvido poque es el mismo día que el de mi Rebecota. Y lo que Juan me escribe es un lamento que me impacta, porque Juan es el optimismo en persona y esta elegía casi no condice con esa persona, mal, muy mal debe andar la cosa para que me escriba esto: «Querido Ricardo / desde la ardiente / bandera que no quiero / te envío esta blanca / visión de la escalera / por la que el niño sube / a traerme las notas / y una hoja de almanaque / que ha subrayado / en la palabra veintisiete; / años peores pasaron / pero este que ahora tendrá / su 1 de octubre / es quizá el más duro / entre todos, / el nieto ríe y canta / y juega en el pasillo, / pero en España comienza / a amanecer más tarde, / como si hubiera riesgo / de sangre». Ay, digo yo.

 

Vino Arzola y luchó a brazo partido con los duendes de mi enrutador pero no consiguió activar la conexión telefónica, me encargó que acudiese mañana a la tienda más próxima de Telecom para renovar mi contrato, lo que incluso podía depararme una tarifa más ventajosa y, de yapa, un Router nuevo, gratuito. Luego se desquitó de su derrota ante mi enrutador desfaziendo en un periquete el entuerto en la compu portátil de Diny, que creíamos fallecida de muerte natural. Y no, no estaba muerta, tan sólo “andaba de parranda” virtual.

 

Weiß/Colonia, 28.9.

En el despacho donde me atiende mi neumóloga me doy cuenta por primera vez de que el aparato para medir la presión sanguínea es un modelo llamado “boso”, como Felipe. Y hoy, tras escuchar la retahila de mis achaques, la buena Dr. Dornaika me recomienda que me compre un perro. Inevitable entonces pensar en Vasco, en el hermoso pastor alemán de Felipe, con el que tantas veces salimos a hacer una ronda por el bosquecillo detrás de la casa y que le da nombre a la calle: Am Wäldchen.

 

En la tienda de Telecom junto a ReWe, en Rodenkirchen, le expongo a la empleada el problema que tengo con mi Router y que deseo renovar mi contrato. (Obedezco a control remoto la orden de Arzola). Me contesta que el contrato que tengo es el mejor posible y que el problema me lo solucionará el servicio técnico de Telecom. «¡Pero si no tengo conexión!» «¿Acaso no tiene un móvil?» «Mi esposa tiene uno, pero una llamada a Telecom puede durar y durar y me arruino si lo hago con un móvil». «Para nada, las llamadas al 0800–330–2000 son gratuitas». «¿También desde un móvil?» «También». De vuelta en casa, y tras la cena, llamo al servicio de atención técnica de Telecom desde el cual me recomponen asimismo a control remoto el enrutador, poco menos que en 1’, y de nuevo tenemos Internet y teléfono. Y de repente estoy pensando que esta vuelta a la normalidad, esto es, la normalidad en sí, se me antoja por completo anormal.

 

Yolanda me envía desde Marrakech una fabulosa traducción suya de un extraordinario poema del irlandés Dennis O’Driscoll. Me va a forzar a buscar mi cuento “Ignacio”, de 1957 ó 58, que sólo existe en soporte papel y quizás hasta el tiempo lo haya borrado destiñendo la cinta de la vieja máquina de escribir del contable en la tienda de mi padre, la de la calle Miguel Redondo. La similitud de su temática con la del poema es algo que me ha erizado la piel.

 

Weiß/Colonia, 29.9.

Regresaron Rebeca & Montse, y mi Rebecota querida, apenas llegada a casa, lo primero que hace es llamarnos para reportarse. Lo hace con una voz que parece salida de un pozo, Huelva le ha hecho el regalo de cumpleaños de un catarro digno de figurar en el Guinness Book of Records. Pero lo esencial es saberla sana y salva de vuelta, y que realmente la trataron como a una reina. Estuvieron incluso en lo de Joselito, y Chema, al saber quiénes eran, tampoco les quiso cobrar. Lo nuestro con Joselito & Co. es casi una historia familiar. No quisiera morirme sin haber estado una vez más en mi Plaza Niña y tomando una copa de aguardiente en modo paloma, en ese bar que guarda tantos, tantos y tan hermosos recuerdos de mi infancia.

 

Por fin apareció en El Espectador, con dos semanas de retraso, mi columna que debiera haber aparecido el 15. Y José María, desde su vereda antioqueña, me escribe que recuerda haberme hablado tiempo atrás acerca de botellas mensajeras, y que él mismo «arrojaría algunas al mar con poemas, y durante esta temporada septembrina que estuve allá, miré la viabilidad del proyecto y no se da, porque el mar las regresaría de inmediato, y ríos como tales no existen cerca del pueblo. Lo haré en el río Medellín, aunque ya poco quede de él». Fiat!

 

Weiß/Colonia, 30.9.

1:15 am : Una coproducción franco–sudafricana, Zulu, en la que uno no sabe bien qué admirar más, si el grado de compañerismo entre detectives negros y blancos después del apartheid, o el hecho de que ¿reflejen? una realidad. Yo, la verdad, soy de lo más desconfiado, y eso de que en casi todas las series gringas y hasta británicas, haya negros en cargos de una alta responsabilidá policial, y blancos que la acepten como una cosa natural, me parecería formidable en el caso de que se correspondiera con la realidad. Pero lo cierto es que al menos en USA, uno de los países más racistas del mundo, se me antoja que la realidad y el cine, o las series, se saludan de lejos como pasajeros de trenes que se cruzan en sus itinerarios y que jamás se van a encontrar. Ítem más : Toda esta disgresión no tiene nada que ver con la soberbia calidad de la peli, en especial gracias a las actuaciones estelares (Forest Whitaker y Orlando Bloom), pero no sólo ellas, la cámara, la música, la dirección, todo se conjuga armoniosamente en esta balada post apartheid, un auténtico romance de ciego cinematográfico que trasunta una realidad estremecedora. Para nada me gustaría vivir en Ciudad del Cabo, ni siquiera ir allá como turista.

 

Amanece lloviendo y sin asomo de escampar sino para tomar nuevo impulso, ni modo de pensar en acudir a la Sommerfest [fiesta de verano] en la Casa Heinrich Böll, en Langenbroich. Además tenemos a Angie internada en la clínica con su pulmonía doble, y a Rebeca con ese resfriado de padre y muy señor mío que le contagiaron en Huelva. Por cierto que llamé ayer a Huelva, a Reme y Pepe, para agradecerles todo lo que hicieron por Rebeca y Montse, y también llamé a Laure, que no estaba, pero hoy sí, y me dice que está haciendo allí un calor insoportable. Le prometo enviarle parte de la lluvia que nos cae. Ojalá y pudiera.

 

Recién ahora, repasando las entradas de la semana antes de subirlas a Fronterad, me doy cuenta de que no he mencionado para nada el resultado de las elecciones alemanas, el domingo pasado. Creo (me temo) que se debe a que con el tiempo he ido adquiriendo una actitud muy cínica al respecto, y calcada de la filosofía del príncipe gatopardo: «Todo debe cambiar para que todo siga igual». Eso a pesar de que la experiencia me dice que the fake president basta y sobra para que mi cinismo se derrumbe como un castillo de naipes. Ay.


*****THE END*****