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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 4 / 2016

De mi Diario / Semana 4 / 2016


 

Weiß/Colonia, 24.1.

2:00 am : Después de ver por cuarta, quinta (¿sexta?) vez Hannah Arendt, después de apagar el televisor y servirme el whisky de la espuela, me quedé meditando en una frase tuétano del texto que escribió para The New Yorker sobre el proceso a Adolf Eichmann. Y de pronto lo he visto claro: los agresores sexuales de la noche del 31 D en la plaza delante de la estación principal de Colonia, al costado norte de la catedral, son la más espeluznante demostración de la banalidad del Mal, se diría que carecen por completo de la capacidad de pensar. Es el horror de Conrad al final de El corazón de las tinieblas, pensar en una plebe de eichmanns incontrolados suelta como una jauría en un pacífico rebaño de personas. «¡El horror, el horror!», así, sin paliativos.

 

Releo bastante Romain Rolland y escribo luego mi columna del viernes para El Espectador. Por cierto que hace poco, también en EE, dejé dicho que a RR ya no lo leía ni Dios, e ipso fuckto me llegaron dos airadas protestas, de Lady Fiera desde Bogotá mismo, de MM desde Managua. Así es que apenas pergeñé el texto se lo mandé, como siempre, a mi deuda estherna, para que lo lea antes de enviarlo mañana a la redacción (cuatro ojos ven más que dos, y mi deuda estherna me ha librado de varios errores de bulto); pero también se lo envié a Lady Fiera y MM, con estas palabras: «En el anexo les mando –con embargo absoluto hasta que se publique– el texto de mi columna del próximo viernes 29 en El Espectador. In petto, como decimos los clásicos, esta columna está dedicada a ustedAs, ambas las dos, como decía Cantinflas. Y les cuento que por falta de espacio no he podido incluir una sorprendida observación de Rolland (una mera frase, sin verbo, de seis palabras) cuando viajó a España en 1907. Se encuentra en Zaragoza, anota impresiones, y de repente ésta«Un salchichero llamado Jesús. (Jesús Garrido)». Entiendo su sorpresa porque soy amigo de un par de Jesuses que siempre tuvieron dificultades para hacer entender en Francia, en Alemania, que Jesús es un nombre propio en España, como pueden serlo José y María. Y si José y María pueden serlo, ¿por qué no Jesús?»

 

Weiß/Colonia, 25.1.

1:50 am : Les envío este email a los componentes de mi consejo asesor y un par de amigos más: «Ustedes saben cómo trabajo y que no dejo nada al azar, y sigo el método The New Yorker, de chequearlo todo al menos con dos fuentes. Lo cierto es que tenía dos artículos que escribir sobre Rubén Dario, para La Jornada mexicana y El Espectador colombiano, y los escribí ya, después de releer mucho Darío, y esta noche, de repente, se me ocurrió releer la «Oda a Roosevelt» porque durante la relectura para uno de esos dos artículos se me quedó algo chirriando. Ahora la releí en seco y de repente vi lo que tenía que escribir, ahora no sé para quién (posiblemente lo ofrezca en Nexos, aunque ya deben tener cerrado el # de febrero, pero me lo pueden publicar en la página web, sin soporte papel). Sólo les pido el favor de que lo lean y me digan, con toda la sinceridad del mundo, que no (o que sí) les parece un disparate».

 

En el magacín gratuito de la cadena de droguerías dm (Diny anduvo de compras y se trajo un ejemplar) una entrevista con la actriz alemana Jeanette Hain, que acaba de filmar una peli, Los pilares del poder, ambientada en 1880. Como se rodó con actores alemanes y no alemanes, en alemán y en inglés, la periodista le pregunta qué significa para ella el idioma. Y ella responde: «Sólo puedo vivir por completo, expresar los matices más delicados, en mi idioma materno. En el trabajo, pero también en la vida privada, el idioma significa mucho para mí. Una vez estuve muy enamorada de un italiano. Mi corazón ardía de amor por él, pero la cosa no cuajó a causa del idioma». Me recuerda lo que contó alguna vez Alma Delia, en una de sus inconfundibles columnas, acerca de un novio alemán que tuvo: «La verdad es que no soportaba que me dijera “Tú estás una mujer muy especial para mí”». He releído la columna entera y me ha vuelto a dar envidia de lo requetepajoleramente bien que escribe mi taruguita, mi amolllcito mío.

 

Es un día primaveral, con mucho sol, 22º en el termómetro del cuarto de baño, donde no está encendida la calefacción. Diny sale a pasear hasta el bosque, y tanquear vitamina D. Yo me acuesto a dormir la siesta. Somos los complementarios de que hablaba don Antonio Machado.

 

De Ann Cleeves he leído todas las novelas de la saga de Jimmy Perez, el detective de las islas Shetland, y estoy viendo en la tele todos los episodios de la CDI Vera Stanhope (¿será que las feminazis dicen “detectiva”?) pero no he leído ninguna de sus novelas. Ni sé si lo haré, creo que no, Brenda Blethyn ha compuesto el personaje de una manera tan genial que la CDI de papel no sería capaz de cumplir las expectativas. BB es una de mis actrices predilectas desde que la vi la primera vez en su inolvidable Cynthia de Secretos y mentiras. La escena del reconocimiento, de la anagnórisis, el momento en que esa mujer blanca reconoce, tiene que reconocer, que esa chica negra es aquella criatura que dio en adopción al darla a luz a sus 16 años, es una que se queda pirograbada en la retina del espectador y jamás podrá borrrarla de su memoria. Grande BB, y grande, grande Mike Leigh, que inmovilizó la cámara en un solo encuadre casi 8’ de la escena, para que las dos actrices, sobre todo BB, pusieran toda la carne en el asador.

 

Weiß/Colonia, 26.1.

Estupendo el artículo de Ibsen Martínez sobre Nostromo (para mí la novela más ambiciosa y hasta puede que la mejor de Conrad, uno de mis dioses), aunque no comparto su punto de vista acerca de que Conrad sea «el autor del intento imaginativo más profundo que existe en la literatura inglesa –y quizá universal– por comprender un ambiente latinoamericano». Al menos a su mismo nivel, desde mi punto de vista, se encuentran Valle-Inclán (Tirano Banderas), la tetralogía latinoamericana de Graham Greene (El poder y la gloria, Nuestro hombre en La Habana, Los comediantes y El cónsul honorario) y la fenomenal «trilogía del Amazonas» de Alfred Döblin, que fue traducida al español antes que a ningún otro idioma, pero es casi por completo desconocida en nuestros días. Tanto que yo la vine a descubrir ya en Alemania.

 

Diny regresa del dentista, tras una sesión larga y que la tendrá por tres o cuatro días sometida a una dieta líquida. La palabra “dentista” siempre me hace evocar los versos de Jardiel Poncela que aprendí de memoria allá por mis 15 años, leyendo Para leer mientras sube el ascensor: «Más daño que Nerón y Diocleciano / os hace el cruel dentista con su mano / cuando la muela dolorida os toca. / La Humanidad a indignación provoca: / teme perder el cielo soberano, / y en cambio no le choca / que le hagan cisco el cielo de la boca. / Y es que la Humanidad es un arcano, / como acertó a decir Juana la Loca». Mi memoria, a veces, me espanta. 

 

Llegando a La Modicana vemos que está libre el lugar en la acera de enfrente, delante de un local comercial que cambia de inquilino y negocio casi cada año (ahora va a ser floristería), pero Carlitos quiere seguir hasta el parqueadero de la plaza porque la semana pasada le multaron, ya que en realidad ahí está prohibido aparcar. Le pregunto que cuánto es la multa, me dice que 10 euros y le digo que si hay multa esta vez la pago yo. Comemos unos sabrosísimos espaguetis con pescado y marisco, y al salir nos encontramos con que, en efecto, han vuelto a multar el carro. Al llegar a casa le transfiero los 10 € a Carlitos, a su cuenta de PayPal, con esta notificación: «Por daños colaterales de un almuerzo en La Modicana». 

 

Weiß/Colonia, 27.1.

Por la prensa me entero de que en el festival Poetica, que se celebra por segunda vez este año, acá en Colonia, participa Bernardo Atxaga. Se diría que nadie sabe o recuerda que vivo aquí, vienen y ni una sola vez llaman para decir “Hola, qué tal”. Pues qué bien, tomo nota.

 

Voy a buscar a Henri en el Kindergarten, donde esta mañana ha tenido un pequeño accidente de resultas del cual anda con un chichón en la cabeza (¡ay, qué pleonasmo!) Para consolarlo le muestro la palma de mi mano izquierda, con los dedos llenos de ampollas porque anoche me descuidé al controlar los fuegos de la cocina y en vez de mirar si los interruptores estaban en 0, pasé la mano por encima de las placas. Y la delantera de la derecha llevaba prendida quién sabe cuántas horas, aunque sólo con intensidad 1, de manera que no se notaba visualmente. Como fuere, tal parece que a Henri no le impresionó mucho mi desgracia. Ni tampoco su chichón, me dijo que ni se acordaba de cómo se dio el golpe. Niños.

 

Ayer olvidé anotar que Alfonso subió un tuit mío a su cuenta de Twitter

y MSH me escribió para contarme que una frase similar la dice un personaje de la serie House of Cards. Le contesté: «Sé de la existencia de la serie de que me hablas, pero no la he visto ni la veré ya que acá la pasan en canales comerciales, a los cuales les tengo hechas la cruz y la raya (ayer me enojé con Diny cuando la ví teniendo en pantalla uno de esos canales, con un concurso infecto). Pero es que, además, cuando pensé esa frase fue porque acababa de ver en un canal de derecho público un documental acerca de las tareas que desempeñan las embajadas, y mientras escribía la frase en pantalla me dije que eso ya lo tendrían que haber percibido otros aunque no lo expresaran con mis mismas palabras. Ahora, por lo que me cuentas, resulta que hasta con la misma imagen del alcantarillado. O sea, que nihil novum sub sole, como decimos los clásicos».

 

Weiß/Colonia, 28.1.

Gran parte del día se me fue en una reflexión sobre los pros y los contras de aceptar traducir, contra reloj, el texto neerlandés que me mandaron. El texto no me parece gran cosa, y a Willy, a quien se lo envié para cerciorarme de que no era sólo yo quien lo veía así, tampoco. Al final me decido a seguir su consejo y pedir el precio más alto. Casi diría que lo hago con la esperanza de que me manden a freír espárragos y busquen otro traductor. Pero fracasé miserablemente, me aceptan el precio que pido y me tocará traducirlo. Contra reloj. Y en estos casos sólo ayuda la disciplina: trazarse el plan de traducir tres páginas diarias y cumplirlo a rajatabla. Pero no más de tres páginas diarias, más no lo podrían soportar las pobres neuronas. Sea como fuere, las tres de hoy ya están traducidas. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

 

Definitivamente, mi personaje favorito en la serie del DCI Banks es la DI Helen Norton, una mezcla ideal de responsabilidad profesional y encanto subcutáneo, no es de las que van por el mundo pregonando ni lo lindas ni lo sabias que son, sino demostrándolo con hechos. Alguien con quien me gustaría tomarme un whisky en un pub. De manera que cada vez más me parezco a Mildred, la esposa de Montag en Fahrenheit 451, que dialogaba con los personajes de la tele en 3D y los consideraba poco menos que de la familia.

 

Weiß/Colonia, 29.1.

Traduje las tres páginas del día inmediatamente después del desayuno. Creo que es la mejor hora para hacerlo, así puedo disponer del resto del día para los demás compromisos, sacándome de encima la tarea obligatoria antes que nada. Y después de la siesta seguír ordeñando la vaca de Rubén Darío. Si todo va bien, el 6, centenario de su muerte, habrá cuatro textos míos en la red (Colombia, dos veces México, España). Mentalmente le agradezco al nica inmortal esos casi que 800 $USA que me ha dado a ganar la relectura de su obra.

 

Weiß/Colonia, 30.1.

Tres páginas más que me han tenido mártir desde las 10:30 am hasta casi el mediodía. Recordé lo que dice Galdós en el episodio nacional Zaragoza: «Los generales franceses se llevaban las manos a la cabeza, diciendo: “Esto no se parece a nada de lo que hemos visto”. En los gloriosos anales del Imperio se encuentran muchos partes como éste: “Hemos entrado en Spandau; mañana estaremos en Berlín”. Lo que aún no se había escrito era lo siguiente: “Después de dos días y dos noches de combate hemos tomado la casa número 1 de la calle de Pabostre. Ignoramos cuando se podrá tomar el número 2”». Así yo esta mañana con casi cada frase del maldito texto. De vez en cuando llamaba a Diny y le mostraba una y le pedía que me dijese qué quería decir, y Diny la leía y la releía y terminaba diciéndome que tampoco ella la entendía. Al final, y porque soy tan tozudo como un baturro (¡el recuerdo de ese pasaje de Zaragoza me inspiraba, me hacía sacar fuerzas de flaqueza!) pude poner punto final a mis tres páginas del día. Uffff, ya tengo ⅓ del total bajo techado, pero traducir esto es como ver a don Quijote vs. los molinos de Holanda.

 

A las 16:00 pm, mientras dormía la siesta, pasaron Angie & Chico para traernos a Vincent, quien esta noche dormirá en casa, The Mamas & The Papas quieren acudir a una de las sesiones más famosas del carnaval, la Stunksitzung. El diccionario, mi viejo amigo, me dice que el significado de Stunk, siempre del brazo del verbo “machen [=hacer]”, abarca desde “armar jaleo” hasta “buscar camorra” pasando por “armar la marimorena” y “armar líos”. Y sí, la Stunksitzung es una en la que nadie se anda por las ramas y se cantan en son de broma las verdades como puños. Este año, con el vergonzoso episodio de la noche del 31 de diciembre delante de la estación principal, tienen tela cortada para rato.

 

Por un artículo en el magacín de la edición finisemanal del diario me entero de que hay insectos que poseen nombres palindrómicos (por ejemplo el escarabajo Orizabus subaziro) y muchísimos cuyos nombres son homenajes a personajes célebres, reales o literarios: la mosca Campsicnemius charliechaplini, cuyas patitas se mueven como las del vagabundo inmortal; el ácaro Litarachna lopezae, por (¡oh Dios!) Jennifer Lopez; el escorpión Draculoides bramstokeri, en honor del autor de Drácula; la araña Bagheera kiplingi, por la pantera de El libro de la selva, de Kipling; la libélula Umma gumma, por el álbum de Pink Floyd, y los que más me gustan, los de dos arañas costarricenses que se llaman Stichoplastoris asterix y, como era de esperarse, Stichoplastoris obelix. No me resisto a añadir a la lista el nombre de una avispa parásita, Heerz lukenatcha, que Paul M. Marsh, entomólogo del Smithsonian, ha bautizado con una transcripción fonética de lo que Humphrey Bogart le dice a Ingrid Bergman en Casablanca: «Here’s looking at you, [kid]».

 

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