De mi diario : Semana 42 / 2017

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Lutero : «Si nuestro Señor puede crear la merluza y el buen vino del Rhin, también yo puedo comerla y beberlo».

 

Weiß/Colonia, 15.10.

Hoy como ayer el sol se ha levantado con el pie derecho y con ganas de lucirse. Dan ganas de mirarle a los ojos, lo que no es prudente, y gritarle «¡Olé, tío, viva la madre que te parió!»

 

En el cuaderno dedicado a esquelas fúnebres de la edición finisemanal del diario aparece hoy la de una mujer llamada Carmen Courage. Bello nombre, a fe mía. Me ha hecho recordar que mi crónica de la actuación del grupo peruano Yuyachkani en el Festival Horizontes ‘82, de Berlín, la titulé “Pachamama Coraje” en honor a la portentosa performance de Teresa Ralli.

 

Almuerzo en La Modicana con Chico. Es como si fuese una partida de ajedrez en la que todos concuerdan que termine en tablas. Aunque la intención inicial fuese la de patear el tablero.

 

XB es miembro de mi consejo asesor y me escribe desde Costa Rica a propósito de mi texto sobre Mata Hari: «No te lo he comentado porque sucede que este personaje no me encanta, o más bien, la fama que ha adquirido una mujer d​e su tipo, en tanto se les niega reconocimiento a otras contemporáneas suyas mil veces más valiosas. Tengo una bronca personal con eso. Me parece que las aventureras vienen despertando más la imaginación, en parte por el morbo. Sé que me pondrás un montón de argumentos para rebatirme, pero como ya te digo, se trata de algo más visceral que racional, de modo que no responde mucho a argumentaciones». Como le tengo un afecto especial a la infortunada mujer que fue MH, le contesto: «Si se trata de algo visceral, querida X, pues ni modo, como dicen los cantinflos. Pero Mata Hari es un personaje que escapa al cliché de la aventurera. He estudiado el tema a fondo y sé de lo que hablo. Como anécdota te cuento que cuando estaba de novio con Diny y ella trabajaba como asistenta social en Frisia (en Witmarsum, un pueblito cuyo párroco fue John Mennon, el fundador de la secta menonita), viajé ½ docena de veces allá para pasar juntos algunos fines de semana. Una de las veces la combinación que nos venía mejor era vía Leeuwarden (la ciudad natal de MH) y como teníamos varias horas de transbordo salimos a pasear por la ciudad y en la oficina de turismo pregunté por la casa natal de MH y si había algún monumento en su honor. Me miraron como si fuese un marciano y, además, por las respuestas saqué la triste conclusión de que tan sólo muy vagamente sabían quién era. Te estoy hablando de 1966. Hoy MH tiene su monumento en Leeuwarden y una placa en su casa natal y un espacio dedicado a ella en el Museo de Frisia».

 

9:40 pm : Pasó Oskar a despedirse, mañana viaja por una semana, con su curso, a Viena. Estoy convencido de que los maestros que han organizado esta despedida del Bachillerato son unos sádicos de tomo y lomo. ¡Viena, por todos los dioses! ¿Por qué no París, Londres, Ámsterdam? ¿Por qué Viena, una de las ciudades más insoportables de toda la ecúmene? Ojalá regresen sin la urgente necesidad de acudir a un siquiatra, un sicólogo, un sicoterapeuta. Oremus.

 

Weiß/Colonia, 16.10.

Le regalé a OL, para que lo subiese a su cuenta T, un tuit alemán de @VeitKlapp traducido por mí: «Queridos USA, según una vieja leyenda hay que sacrificar al jefe de la tribu para aplacar al dios de los huracanes». La pobre me contesta: «No puedo poner ese tuit. Se puede identificar como una amenaza al presidente». Le respondo: «Me lo temía. No es lo mismo decirlo en Alemania en alemán que en los USA en el idioma de los perseguidos».

 

Larga conversación telefónica con Pepe Baena sobre el manuscrito de su libro acerca de la poesía satírica en Huelva (donde le dedica un capítulo a mis fandangos) y sobre la posibilidad de editar un libro con mis cuentos. En realidad hace tiempo que quiero agavillarlos todos en un volumen titulado Las aguas del Tinto–Odiel [y otras aguas mayores], vamos a ver si esta vez le hinco el diente a la tarea de reunirlos en un solo archivo y ver qué impresión me causa. Además de lo que ya tengo en formato virtual necesitaría encontrar y releer “Ignacio”, un cuento que se me antoja parte indisoluble del conjunto, aunque sólo sea por razones que mi querida XB llama “viscerales”. Y que lo son, por cierto que lo son. De todos modos quiero buscarlo porque es un cuento de 1957 y está en la misma onda –aunque sea en una prosa cotidiana– del extraordinario poema “Someone”, de Dennis O’Driscoll, que Yolanda me dio a conocer hace días. 

 

Papelerío : Una de las más aborrecibles de mis tareas es la contabilidad doméstica, y estoy a un par de semanas del encuentro anual con mi asesor fiscal, para presentrar al Fisco la liquidación de mis ingresos y gastos durante el 2015. Esta pesadilla anual me frustra prácticamente todo el mes de octubre. Todos los años. Y así hasta que me muera y descanse, de una puñetera vez.

 

Weiß/Colonia, 17.10.

0:10 am : Pasaron en el canal Arte Milnovecientos ochenta y cuatro [ese es el título correcto, el que Orwell le dio a su novela, y no 1984]. Un peliculón éste, filmado en el mismísimo 1984, con John Hurt y Suzanna Hamilton (un desnudo digno de Lady Chatterley), así como la última actuación, memorable, de Richard Burton: ya estaba sentenciado, murió un par de meses luego del rodaje de sus escenas. Es una de las mejores adaptaciones que el cine ha hecho de un libro. Homologable con La muerte en Venecia, El gatopardo, Lo que resta del día, Fahrenheit 451, La edad de la inocencia y la serie BBC 1995 de Pride & Prejudice. Mayor elogio [mío] no cabe.

 

Parte de la tarde de ayer y esta mañana después del desayuno he dedicado mi tiempo a poner en orden el alto de facturas médicas y farmacéuticas que debo enviar al seguro y a la subvención del Estado: suman nada menos que 8.089.38 €, de los que espero que al menos ¾ partes me las devuelvan. Señores del jurado: en sus manos encomiendo mi espíritu y lo que haga falta.

 

En La Modicana repito mi pitanza del domingo, cuando invitamos a comer a Chico: pedí pizza con Gorgonzola, higos y jamón de Parma, es un auténtico boccato di cardinali. Y con Carlitos la distendida plática normal de nuestros martes cuando estamos solos, sin otros comensales que nos distraigan y, sí, nos parezcan invasores de un espacio que consideramos nuestro y de nadie más. A tal punto llega el prurito posesivo enquistado en lo más profundo, en lo indesarraigable.

 

Weiß/Colonia, 18.10.

¡Encontré “Ignacio”! Abarquilladas y amarillentas las páginas en papel holanda, pero todavía legible. Me fui al cuarto de invitados a leerlo y me emocionó. No lo creo un gran cuento, pero sí tiene el sabor inconfundible de la inmediatez, de lo escrito al pie de los hechos, casi de modo simultáneo con ellos. Creo que merece la pena que lo transcriba, y lo haré apenas me saque de sobre los hombros la pesada cruz de la contabilidad doméstica. Y el artículo sobre Lutero, que lo he ido postergando postergando postergando y el 31 de este mes lo tengo ya como quien dice a la vuelta de la esquina. Oremus. (Ya van dos “Oremus” esta semana. Lagarto, lagarto)

 

Weiß/Colonia, 19.10.

0:30 am : La loi du marché [La ley del mercado, título traducido al alemán como El valor del ser humano], una peli excepcional en la que uno no sabe bien a bien qué debería admirar más, si el trabajo de los actores, el de la cámara, el del montaje, o quizás el de la vida misma, que se presenta aquí como la última ratio de este rompecabezas de los sentimientos.

 

Por fin apareció en EE mi artículo sobre Mata Hari. Lo que nunca se me ocurriò es que se trata de un texto que puede llevar a un editor, y no precisamente uno cualquiera sino alguien que se bate en los terrenos de la calidad, a pedirme que piense en la posibilidad de armar un libro con una docena de “perfiles” como este. No quiero decírselo abiertamente porque sería una afrenta a su generosidad, pero creo que se equivoca de medio a medio. Ojo : No dejo de considerar que el que puede equivocarse de medio a medio soy yo, pero por lo menos no me llamo Narciso, aunque bien saben los dioses que no tengo pelo de modesto, con independencia del hecho objetivo de mi calvicie. Y también con independencia de que jamás me preocupó que me publicasen un libro. Paciencia, pues, y barajar, amigo Sancho, que si la idea no progresa, “más se perdió en la guerra de Cuba”, tal y como decía mi abuela Remedios, tan bella somo sabia.

 

Hoy me llegó Héctor por partida doble. Un texto suyo en Cuadernos Hispanoamericanos y el DVD con la peli que Daniela filmó a partir de El olvido que seremos. El texto lo leo en una pausa de mi acopio de datos sobre Lutero, y me recuerda un texto mío de hace algunos años y que había olvidado. La peli en cambio tendré que esperar a que venga a casa un “manitas” y me arregle algún defecto que debe haber en mi reproductora de DVDs: cuando programo la peli se queda la imagen congelada en la advertencia de que se trata de una copia para el uso doméstico, subrayada en rojo al final con un NO A LA PIRATERÍA. Estoy de acuerdo con ello, pero no a costa de no poder ver la peli en mi propia casa ¡¡¡y sin cobrarme la entrada, Daniela!!!

 

Weiß/Colonia, 20.10.

Todo el día dedicado a traducir fragmentos de textos de Lutero y los comentarios que les han dedicado personalidades alemanas, en dos series que el diario de acá empezó a publicar ya tan pronto como en octubre del año pasado, y que se prestan a hacer una especie de collage verbal, a la manera de Hans Magnus Enzensberger en sus Conversaciones con Marx y Engels, pero en este caso de manera más condensada. Uno de los diálogos que más me gustan es el que, sin el conocimiento de Lutero, entabló con Dominique Horowitz, actor y cantante, soberbio recreador de las canciones de Jacques Brel : Lutero: “Una mujer es la mejor compañía para la vida”. Horowitz: “Si yo fuese homosexual, ¿también suscribiría esta frase? Creo que no. En ese caso diría que un hombre es la mejor compañía para la vida. Eso además de que hay, por desgracia las hay, muchas, muchas malas mujeres. En cuyo caso lo que yo diría es que es el perro la mejor compañía para el hombre”.

 

Curiosas las reacciones a mi cuento “Ignacio”. Lo que no cuento en él es que en ese mismo mediodía que narro, cuando estábamos bañándonos en la caleta de la ría, de repente me agarró lo que allí llamabamos entonces “una poza”, que es un vertiginoso remolino succionador si se encuentran dos corrientes contrarias, y que empezó a tirar de mí hacia abajo; menos mal que Vicente (Vicente Quiroga Juanes es su nombre completo, compañero mío muy querido de tareas en la radio desde noviembre del 54) se dio cuenta a tiempo y, buen nadador, acudió a socorrerme y tirar de mí hasta sacarme del remolino. Es por eso tal vez que escribí ese cuento, pero no quise adueñarme del protagonismo, que le pertenecía al pobre Ignacio por derecho propio. Lo que realmente me asusta es que escribí ese cuento con 18 años. Quise dejar memoria de cómo fue otro el que perdió la vida en mi lugar. Y eso es lo que me asusta. Y esto nunca se lo había contado a nadie, hoy es la primera vez que lo confieso.

 

Llegó Chico alrededor de las 5 pm, se quedará a dormir aquí hoy y mañana porque Paul vino a pasar el fin de semana con sus padres. Le hice la cena, y después se duchó y se acostó hasta que llegó Diny, a eso de las 8, luego se marchó y quién sabe a qué hora regresará. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hijo?

 

Weiß/Colonia, 21.10.

0:10 am : Los sospechosos habituales . Uno de esos trabajos corales que pueden dar de sí en el cine un bodrio ad majorem gloriam del director y los actores implicados, o bien una obra sólida, compacta, en la que no se piensa en las individualidades que la componen sino en el resultado  final. Para eso, claro, hace falta un buen guión. El de Los sospechosos ganó el Oscar. Éccole! Y todas las actuaciones son de nivel sobresaliente, pero la de Kevin Spacey ronda lo genial. No en vano también él se ganó con ella el Oscar al mejor actor de reparto.

 

Al levantarme constato que Chico no ha dormido esta noche en casa. Pero a estas alturas del partido no le voy a andar pidiendo cuentas a un adulto de, ya, casi 49 años.

 

Llegamos casi a la 1 pm a la fiesta del 70.º cumpleaños de Gertrud, en cuya invitación se nos decía que podíamos acudir desde las 11:30 am. Hay un coro que canta textos alusivos a la vida y milagros de Gertrud. Están un par de viejos camaradas de mi tiempo en la socialdemocracia alemana, empezando por Gertrud & Gernot (a quien queremos mucho porque fue el maestro preferido por Chico durante su bachillerato), pero también Walter, “cliente” entusiasta de mis envíos semanales con tuits alemanes, y Dagmar & Gerd, con quien converso largamente acerca de la salud de alguien a quien tenemos en alta estima, Dieter, prácticamente inválido en Berlín y sin embargo obcecado en ser autónomo. Me anuncia Gerd además que en diciembre regresará de manera definitiva a Colonia, ya jubilado y poniendo fin a la vida nómada que lo ha llevado de la ceca a la meca, dando conferencias, dictando cursos, practicando la docencia. Y que desea que al reincorporarse a la vida en Colonia reanudemos los encuentros regulares, no como ahora, y durante años, que sólo nos hemos encontrado a cada muerte de obispo y en ocasiones como la de hoy, cumpleaños redondos de los amigos. Me alegra oírlo de Gerd, es una amistad de lo más valiosa, y lo digo de la manera más egoista, por lo mucho que se aprende de él, es una persona de las más informadas que conozco, y más clarividentes en sus análisis. Un socialdemócrata de la vieja escuela, la que se atrevió a más democracia, con Willy Brandt. Y que no se me olvide mencionar el almuerzo, opíparo y sabroso, un buffet frío y caliente, para todos los gustos. Yo, que soy un ecléctico, me serví generosa porción de carne mechada con albóndiga de papa y un buen surtido de salmón y jamones ahumados. Total, pa cuatro días que nos quedan, ¿por qué no gozar estos placeres? ¿Cómo decía Lutero, en un texto suyo que traduje ayer? «Si nuestro Señor puede crear la merluza y el buen vino del Rhin, también yo puedo comerla y beberlo»”.

 

De la fiesta de Gertrud nos vamos con el tranvía, desde Rodenkirchen, a la taberna española en el Vringsveedel, el barrio arquetípico de Colonia. La taberna está enfrente de la iglesia de San Severino, que le da nombre al barrio con esa fonética coloniense, “Vring”. Estamos citados en La Esquina (así se llama la taberna) con los Ritter al completo. Henri no come nada, en cambio sus hermanos y sus padres, y Diny y yo, le hacemos merecidos honores a la carta. Paul está hoy muy comunicativo, en especial conmigo, cosa que me alegra horrores. Cuando nos despedimos, Paul y Oskar se quedan en la ciudad, de manera que sus padres, con Henri, nos traen de vuelta a casa, donde Chico reparte su tiempo en conversar con su madre y telefonear con Dios y la Suya.

 

***************THE END***************