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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 47 / 2016

De mi Diario / Semana 47 / 2016


 

Weiß/Colonia, 13.11.

0:30 am : Henri sólo ha visto las dos primeras pelis de Harry Potter, «las otras dos no porque todavía no tengo la edad», me explicó hace un par de horas, antes de irse a dormir.

 

Me escribe Pepe Baena desde Troglodia: «Acabo de leer tu diario como religiosamente hago cada domingo. Me ha divertido ese comentario que haces sobre que tu buena fama de escritor se sustenta precisamente en la circunstancia de no haber publicado dos novelas. El hecho de que un escritor sea reconocido por lo que no publicó me parece una genial idea y me lleva a recordar al escultor de Gog, de Papini, que esculpía en el aire, y al Gran Arcensio que, al final de sus días, escribía los poemas mentalmente para luego asesinarlos, o a los innumerables libros escritos por los profesores de las universidades españolas, a los que nadie lee pero que aumentan su prestigio y remuneración sobre esa nada de copia y pega, o a los poetas onubenses que, ahora, proliferan como gurumelos en otoño, y a los que tampoco lee nadie. Quizá, querido Ricardo, deberíamos ser recordados por el contenido de nuestras papeleras y no por los libros publicados; de cualquier forma, que no me falte tu diario como sustituto de la misa dominical. Algo habremos ganado». Debo decirle a Pepe que preferiría no ser recordado por el contenido de mi papelera si no fuera porque ya me ocupo de vaciarla de manera implacable y regular.

 

A las 3:00 pm en lo de Montse, para festejar su cumpleaños con café y torta. Como siempre, no podían faltar Judith y Ute, sus amigas del alma. Y en la conversación se aborda el tema de los regalos de Navidad, llegando al acuerdo de que entre los adultos no nos haremos ninguno sino que sumaremos el efectivo, a razón de un mínimo de 20 € per cápita, para hacer una donación a alguna organización caritativa o benéfica que nos ofrezca garantía de solvencia, y que no gaste la plata recibida en gastos administrativos y en papeleo. Diny propone Médico Sin Fronteras, y yo Wir Helfen [=Nosotros ayudamos], una institución creada por el diario al que estamos suscritos y que invierte los donativos en proyectos locales. A mí todas las ayudas que dizque tienen como destino actividades en el Tercer Mundo me “suenan” muy abstractas, por más concretas que parezcan a primera vista, y entiendo que quienes deben hacerse cargo de ellas son los gobiernos, con dinero fiscal, uno que de todos modos sale de nuestros bolsillos.

 

Miré la del Leichenschmaus [=convite tras un entierro] en el libro de recetas que escribió Víctor Canicio directamente en alemán, y es muy divertida, pero intraducible. Y para que yo diga que un texto es intraducible tiene que ser más intransitivo que, paradójicamente, el verbo “morir”.

 

Weiß/Colonia, 14.11.

Salgo de casa a las 8.20 am, con tiempo para tomar al bus de las 8:30, pero el hijueputa bus se retrasa 10’, lo cual –con las temperaturas que reinan– es un frustrado intento de homicidio por parte de la KVB, la compañía de transportes públicos de Colonia, un servicio infame que quizás estaría muy bien cuando lo fundó hace más de 2.000 años la emperatriz Agripina, pero se quedó obsoleto. Para colmo, cuando llego a Barbarossaplatz con el tranvía 16, el conductor hijueputa de la línea 18, a la que debo transbordar, aunque me ve llegar corriendo y con mi bastón, se va dejándome en tierra, la recontrarremilputa que lo recontrarremilparió. ¡10’ suplementarios de espera por culpa de la peor compañía de transportes públicos de toda Europa!

 

La ATS que me atiende hoy en lo del endocrinólogo es una joven de apellido inequívocamente turco pero llamada Janine. No debe tener mucha experiencia porque me duele la extracción de sangre, cosa que no debería. Me siento algo así como un conejillo de Indias, colaborando –sin querer, pero sin poderlo evitar, ay– a la adquisición de experiencia profesional de la joven.

 

Casi todo el día dedicado a canibalizar para LJS mi artículo sobre la correspondencia de Joseph Roth, y por la tarde la alegría de un email de mi Kathyushka querida anunciándome que acaban de subir a la página web de Nexos mi cuento “Macho amargo”.

 

Sugarland Express, la primera peli de Spielberg, continúa manteniendo su frescura y su valor como testimonio de la precoz sabiduría narrativa de don Steven. Al mismo tiempo me reafirma por enésima vez en el carácter histérico de la sociedad norteamericana, puesto de relieve, de un modo ejemplar, por el personaje que encarna Goldie Hawn, estupenda como actriz, eso sí. Pero su personaje, madre mía de mi alma, ¿no es cierto que uno piensa que la sociedad tiene toda la razón del mundo al quitarle la custodia legal de su bebé?  Con una madre tan desquiciada como esa, ¿qué sería de la pobre criatura creciendo junto a ella y teniéndola como ejemplo? Horreur!

 

Weiß/Colonia, 15.11.

Hoy se nos une Teresa al almuerzo en La Modicana. Ella vive al otro lado del río, y a nuestro rechazo categórico de semejantes andurriales (¡Siberia, válgame Dios!) se nos enfrenta con el peregrino argumento de que dentro de diez años la orilla derecha podrá mirar a la izquierda de igual a igual. ¡¿Sería posible que construyesen una catedral como la nuestra en sólo diez años?! Nomás pensarlo y se me corta el cuerpo, como diría mi abuela Remedios, tan bella como sabia. Aplacados los ánimos al calor de unos inmejorables espaguetis con almejas, Teresa me regala un ejemplar de su última novela, Nada que declarar, y un CD con su lectura del cuento con el que ganó el premio Juan Rulfo de Radio France Internationale.

 

El cambio de hábitos como consecuencia de la nueva dieta alcohólica me tiene descolocado por completo. No ya que no me levante de la cama antes de las 11:11 am, es que además las noches se me vuelven inhóspitas y aburridas sin mi combustible escocés. Trato de alargar todo cuanto puedo, a base de beberlos “a pequeñas diócesis”, esos dos whiskies que el Dr. Ruppert autorizó, pero hay un momento en que fatalmente se acaban y qué me queda entonces sino meterme en la cama. Lo jodido, lo más jodido, es que no estoy para nada convencido, en mi fuero íntimo, de que la abstinencia me haga bien. Le hará bien a los valores analíticos en mi sangre, pero le hace mal a mi organismo considerado como un todo, en donde el alcohol tenía su lugar ganado, si es que puedo expresarlo así, a pulso. Un pulso firme con el vaso en la mano, y las rocas en él.

 

Weiß/Colonia, 16.11.

En el diario el anuncio de la publicación de un DVD con imágenes filmadas de Colonia en los primeros años 60, es decir, la Colonia que yo conocí al llegar a Alemania en febrero de 1963. Entre las fotos que ilustran el anuncio veo una de la fachada de la catedral con el espacio verde que había delante de ella y en el que yo me tumbaba durante el verano del 63, mirando al cielo y en contrapicado la silueta del Dom, y me sentía inexplicablemente feliz, aunque era bastante sencilla la explicación: la felicidad manaba como un manantial del hecho de sentirme libre y en el mero mero corazón de Europa. Nadie que no haya padecido la tristura y el cerrojo mental que suponían el régimen del inferiocre, nadie no herido por el franquismo, podrá comprender a cabalidad el ansia con que uno respiraba el aire libre nada más pasar los Pirineos. Y eso a pesar de que la Alemania de Adenauer no era precisamente Jauja. Por cierto que una de esas veces que estaba tendido allí, de pronto me cubrió la sombra de alguien que señalaba el libro abierto a mi lado. Era el volumen de Austral con las dizque poesías completas de Machado. Y de la sombra aquella llegó una voz que me preguntaba con acento castellano: «¿Español?» Le dije que sí, se presentó, era Pedro Muñoz, y gracias a él conocí la tertulia hispana del Kaiserplatz en Bonn, y el resto es historia. Algo de todo ello lo he contado en “La oración fúnebre”. Creo que terminaré comprando ese DVD, será mi autorregalo del International Gift Day.

 

Prácticamente todo el día dedicado al despacho de gran cantidad de correspondencia atrasada, alguna (¡mi pobre Malena!) hasta con demora de casi dos meses.

 

Diny se marcha para asistir a un mercadillo donde sirven una comida nica a la cual le invita Chico. Al regreso me cuenta cómo ella se imaginó (lo mismo haríamos todos quienes pasamos por la experiencia de Nicaragüita) que habría bastante arroz y gallo pinto, pero justo fue ese plato nacional nica el que brilló por su ausencia. Me hace recordar un letrero que vi una vez en el Nieuwezijds Voorburgwal de Ámsterdam y hasta es posible que siga allí. Podía leerse en él: BAR MEXICANO. TAPAS. TÍO PEPE. Conociéndome, debo haberle comentado a Diny que era algo así como si dijese: TABERNA ESPAÑOLA. ENCHILADAS. TEQUILA CUERVO.

 

Weiß/Colonia, 17.11.

Pasan Capote por el canal Arte y vuelvo a verla porque no tengo nada mejor que hacer, aunque si lo tendría, si tuviese el coraje de atreverme a pensar en algo mejor que volver a ver Capote. La vimos en el cine, creo que incluso el día del estreno, y poco después viajamos a España y en Madrid nos invitaron a almorzar ND y WH en su piso del barrio de Salamanca. Y salió a relucir la peli, también recién estrenada en España, y resultó que ND había conocido personalmente a Capote durante los años que vivió en Nueva York casada con un gringo, uno que pertenecía al círculo en el que se movían Capote y sus amigos. Por supuesto se armó una gran discusión ya que ND argüía que el Capote de la peli no tenía mucho que ver con el Capote real, pero a mí me parecía que eso no tenía la menor importancia, que la verdadera importancia del relato radicaba en mostrar cómo un literato se enfrentaba de repente con un desafío nada habitual, es más, para los gringos tan nuevo que nadie menos que Shawn, el editor de The New Yorker, dice expresis verbis en la peli (y seguro que lo dijo en la realidad) que la literatura iba a ser distinta a partir de la narración de esos hechos. No por los hechos en sí, sino porque el narrador actuaría como notario de los mismos, usando al hacerlo las palabras de los propios protagonistas. Algo que me encorajinaba sin medida, y lo sigue haciendo, porque el método de trabajo de Capote ya lo había descubierto y empleado Manuel Chaves Nogales –¡31 años antes de In Cold Blood!– en un libro magistral, Juan Belmonte, matador de toros, de 1935. Un libro que, para más inri, ya circulaba en inglés desde 1937, traducido por Leslie Charteris. Y no es que yo sospechara, ni mucho menos, que Capote hubiese copiado el procedimiento narrativo de Chaves Nogales, pero el hecho de que se autoproclamase creador del género literario de la non–fiction novel jamás lo acepté, y además tendría que haberse informado mejor; sobre todo porque siendo escritor debía de saber que con toda seguridad habría precedentes. Después de todo, siglo y ½ antes de la era cristiana, ya el buen Terencio había escrito que «no es posible decir una sola cosa que no haya sido dicha anteriormente».

 

Weiß/Colonia, 18.11.

2:00 am : Lo veo poco antes de irme a dormir, este tuit que le regalé hace un rato a Pilar y que ella no ha dudado ni un segundo en subirlo a su cuenta Twitter :

 

Repasé luego del desayuno, atentamente, lo que escribí ayer noche acerca de mi discusión con ND sobre Truman Capote. Y si lo recuerdo mejor, la discusión se centró más bien en torno al problema de la identidad entre el Capote del film y el de la realidad. ND, que había conocido personalmente a Capote, estaba en contra del film, y yo a favor, porque la realidad de una obra de arte no nace de la coincidencia o simetría exactas con el modelo. Como dramaturgo, Schiller alcanza en ocasiones unas alturas sespirianas, sobre todo cuando el catedrático de Historia e historiador Schiller se rinde con armas y bagajes al artista Schiller, y fragua y escribe escenas imposibles. No ya el diálogo entre Felipe II y el Marqués de Posa, en Don Carlos, imposible porque ese Marqués nunca existió… lamentablemente para España. Ni tampoco el encuentro de Isabel II con María Estuardo en el parque de Fotheringhay, una entrevista que jamás tuvo lugar. Es que Juana de Arco, en La doncella de Orleans, no muere en Ruán, quemada en la hoguera de los ingleses, sino que lo hace en el campamento francés y en brazos del rey, ese rey a quien ella había ayudado decisivamente a coronar en Reims. A la hora de la verdad escénica, la verdad histórica cedía la vez, y a Schiller ni se le ocurría disculparse por semejantes pequeñeces.


Weiß/Colonia, 19.11.

Diny a Holanda hasta el lunes. Otro de esos encuentros/fiestas familiares a los que soy no ya reacio sino creo que incluso alérgico. Pero para Diny son un cordón umbilical irrenunciable y al que no tengo nada que oponer. El lado positivo es que así hago dieta, por la pereza que me da ponerme a cocinar: sobrevivo a base de tostadas con fiambre (este mediodía fue chorizo) y de conservas de pescado. Digo, cuando me acuerdo de comer.


Tremenda, pero cierta como un dardo en la diana, esta frase de Joseph Roth a Stefan Zweig en una carta, aludiendo a sus espléndidas biografías para poderle reprochar que no le entienda: «Ha mostrado y demostrado usted tantísima genial comprensión hacia unas personas muertas ¿y no tiene ninguna para un amigo vivo?»


Revisando los textos de esta semana antes de subirlos a Fronterad me detengo en el adjetivo “sespirianas”, que corregí ayer al copiar lo que escribí hace años acerca de Schiller y los bellos anacronismos de sus dramas; había escrito “shakespirianas”, que ahora me pareció horrendo. Pero resulta que “sespiriano” carece de refrendo en el diccionario de la RALE y sin embargo estoy seguro de que existe y lo he leído. Busco en un diccionario muchísimo más fiable que el de la RALE, en el Seco, y ahí está el adjetivo, documentado con esta cita de Laín: «La delicada sensibilidad de Azorín condensó en tres escuetas palabras, litúrgica una, sespirianas las otras dos, la impresión que le había dejado la lectura del Libro de la oración y la meditación“¡Miserere, pobre Yorick!”» Y digo yo que si la Docta Casa admitió en su sanctasanctórum el sustantivo “intrahistoria”, aduciendo que es una “voz creada por el escritor español Miguel de Unamuno”, bien pudiera consagrar también el adjetivo “sespiriano”. Y vuelvo a llamar con los nudillos a las puertas del Sáhara para anunciar que regreso a predicar de nuevo en él.


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