Weiß/Colonia, 23.11.
1:00 am : No ha pasado una hora desde que subí a Fronterad la última entrega de mi diario y ya tengo tres emails acerca de ella en la bandeja de entrada de mi estafeta. Desde Caracas, Violeta me hace reír a carcajadas que reprimo para no despertar a Diny: «¿Un reloj atrasa en Alemania? El fin del mundo. Godverdomme! que diría el Henricito». Desde Lisboa, LB se hace eco de mi frase de la semana («El mejor afrodisiaco es la abstinencia prolongada», del inalcanzable Millôr Fernandes) y me escribe jubilosa: «¡¡¡Ricardo, por fin una frase que reconozco como cierta!!! Hasta el viernes, que iré a Madrid, estoy en esa abstinencia jodida que me va a saber tan bien». Que los dioses le bendigan la abstinencia pero, sobre todo, el desquite della. Y desde Ontario, Arcebelle me cuenta de uno de sus nietos venezolanos que ahora vive en Bogotá, y en el colegio unos compañeros lo comenzaron a molestar, burlándose del pésimo presidente de su país, que si ese Maduro es esto o lo otro, hasta que les respondió: «¡Lo que ustedes no saben es que es colombiano!» ¡Qué maravilla tener unos lectores como los que tengo! Seguro que me repito, pero mi mayor orgullo como escribiente es que me lea una de las mejores parroquias del idioma. Laus Deo!
Diny se marcha a Beek a las 8 am. Reunión de los diez hermanos y sus parejas, todas, menos yo. Soy decididamente muy antisocial, y me falta por completo el instinto gregario.
Termino la relectura de las memorias de Asta Nielsen. A mi juicio son muy pocas las que han escrito actores y que valgan la pena. Entre las mujeres, estas de AN y las de Simone Signoret y Liv Ullmann. También, aunque sin mucho valor literario, pero sí humano, las de Ava Gardner. Entre los hombres, por delante de todas y por muchos cuerpos de ventaja, las de Harpo Marx. El resto, como dicen en Alemania, “unter ferner liefen”, que es una expresión del lenguaje de las carreras deportivas: se nombra al ganador, eventualmente a los dos siguientes clasificados y el resto es neutro, “unter ferner liefen…” [=”y además corrieron…”]; entretanto es ya una locución del habla cotidiana en este país. Y en el caso que señalo un tanto injusta por lo que hace a las memorias de Groucho, pero es que no son memorias en sentido estricto, sino pirotecnia verbal autobiográfica, pretexto para lucir una vez más su desatado humor.
Weiß/Colonia, 24.11.
Maria Kallio embarazada, en el cuarto episodio de la saga. Esto promete. Ya tengo los episodios del 1 al 9, significa que la voy a poder seguir, a partir del próximo, entre cambiarle los pañales al crío y ponerle las esposas al criminal de turno. Yupiiiiiiiiiii… [Por cierto que la lectura de este cuarto episodio me descubre la existencia en el norte de Finlandia de una secta cristiana fundamentalista, el laestadianismo, que parece salida de una pesadilla de Ingmar Bergman].
Susanita me llama la atención desde mi Buenos Aires querido acerca de que en un texto que someto a su implacable lectura he escrito “enmedio” en vez de “en medio”. Le contesto: «Tenés razón, es “en medio”. Lo que pasa es que yyyo nací en una Huelva donde aún existía el barrio de San Francisco, al otro lado de la cayyyye Berdigón, que era la principal de mi barrio; y en el de San Francisco (que desapareció años después, siendo yyyo pibe, para dar paso a la Avenida Martín Alonso Pinzón, la Gran Vía de Huelva), la cayyye principal se yyyamaba –porque la atravesaba– “Calle de Enmedio”. Todavía puedo visualizar los azulejos (entonces los nombres de las cayyyes se formaban con azulejos), una de mis primeras lecturas cuando aprendí a leer. Así es que me moriré escribiendo “enmedio” por pura solidaridá inconsciente con mi infancia, aún sabiendo que es un error, a no ser que alguien me yyyame la atención, como vos».
Tras unas horas de incertidumbre, y hasta tentado de borrarlo de la pantalla y de mis archivos, finalmente quedo en paz con el texto que le envío a Kathya, en la redacción de Nexos. Ha sido un parto muy laborioso, le digo, pero ojalá no se le note a la criatura.
Weiß/Colonia, 25.11.
1:30 am : Zapeando en busca de algún programa potable en la tele me encuentro a Dieter Nuhr en una de sus actuaciones kabarettísticas. Me gusta DN porque su humor no es agresivo y parte casi siempre de las pequeñas cosas de la vida. Esta noche acabo de captarle un par de perlas. La primera hablando del bajo nivel cultural a que nos llevan (en tobogán) el mundo moderno y sus metástasis: «Volverse idiota no es tan malo. Hace 75 años invadimos Polonia, hoy día la nueva generación ni siquiera sabría en qué dirección atacar». Y esta: «Genéticamente coincidimos en un 99% con el cerdo, ¿sabrán esto los fundamentalistas islámicos?» (¿Y los israelíes?, pregunto yo; Dieter Nuhr seguro que lo piensa también, pero jamás lo dirá en público, enseguida le caería encima la jauría que huele antisemitismo hasta en el jamón de Jabugo, o en el de Parma, ay).
María Kallio sigue embarazada en el quinto episodio. De siete meses, y a nada más que uno de poderse tomar sus vacaciones prematernales, Leena Letholainen la mete a investigar un nuevo caso de asesinato. Hay autores que se ensañan con sus personajes, qué sadismo subliminal, algún cabrón como Flaubert hasta los envenena con arsénico, o los arroja delante de un tren, como el “místico” Tolstoi con Ana Karénina. Místico por los cojones. Qué hijueputas.
En La Modicana canelones de una intensidad 9 en la escala Mancinone, gloria pura. El diálogo con Carlitos me revela que de mi artículo para Nexos tan sólo ha leído la parte correspondiente a Hopper; eso es lo que yo llamo, discrepando con Goethe, “las afinidades selectivas”. Al final, casi a punto de salir, descubro encima del aparador al lado del mostrador una hilera de libros de cocina italianos, el primero de los cuales se titula Carne e Selvaginna, y sin dudarlo un segundo supongo que esa ha de ser, “Selvaggina”, la palabra italiana para designar la carne de caza, cosa que me confirma la signora. Y sí, selvaggina, la selva, lo salvaje, lo silvestre; Wild, se dice en alemán. En comparación, eso de “carne de caza” suena más bien a nomenclatura administrativa.
Weiß/Colonia, 26.11.
A las 7:27 am ya no pude seguir en la cama, estaba desvelado sin remedio y sintiendo que me tenía que plantar inmediatamente ante la compu para escribir lo que me ha estado bullendo en el mate desde que me enteré de la concesión del Cervantes a Goytisolo. Son las 8:35, y ya está el texto listo, lo mandaré el lunes a Bogotá, a El Espectador, será mi columna del viernes 5.
Ordenando por la mañana un estante de la biblioteca en este cuarto de trabajo, de repente veo el lomo de un ejemplar de mi colección de Nexos en soporte papel, es el del # 397, de enero 2011, en cuyo lomo se lee HOMICIDIOS 2008–2009 / LA MUERTE TIENE PERMISO. Y pienso en las recientes matanzas de estudiantes y me agarrota el cuerpo una mano helada.
Me levanto de la siesta (larga, para resarcirme del madrugón de esta mañana) y me encuentro en la estafeta un email de IBD que me deja mudo, me conmueve y me paraliza. No está Diny acá, mientras yo dormía se fue con Karin y Gertrud a una lectura en una librería de Rodenkirchen, es decir, en la librería, junto al ayuntamiento del distrito; antes había dos, pero dos eran demasiado para un pueblo como R’chen. Y gracias a que estoy solo puedo llorar de agradecimiento al releer lo que me ha escrito I, en especial cuando se refiere a este diario y discurre que «de pronto vemos al autor meterse a la cama como advirtiendo: cualquier día de estos cierro la persiana y no les dejo verme más. Y esa posibilidad sí que es acojonante. No quiero pensar en ella así que suelo pasar por esos pasajes como sobre ascuas». Es una reflexión que me hago muchas veces, pero siempre a toro pasado. ¿Tengo algún derecho a afligir a mis lectores –es decir, a los amigos que me leen y son los únicos lectores que me importan– con el relato de mis penas, de mis nanas, de mis depresiones? Pero siempre me lo pregunto cuando ya lo he escrito, y entonces me digo que si lo borro estaría mintiendo y, lo que tal vez sea peor, mintiéndome. Cuando archivo para contestarlo (con toda calma y como se merece) el email de I y abro el siguiente, pienso que no puede ser casualidad que a renglón seguido me llegó un email de Anache donde me envía un enlace con un artículo de don Antonio tratando de este tema de los recuerdos.
A propósito del artículo de la entrada anterior me escribe José María desde Sabaneta, o desde Arboletes, no sé dónde anda ahora: «Siempre he amado la duda metódica. Siempre. Ninguna verdad es absoluta, pero cada quien tiene una a la medida de su necesidad». Le contesto: «Más que la duda metódica, suelo emplear el método de la duda. El otro día, por cierto, se me ocurrió recordar lo que dijo Bertrand Russell acerca de la teoría de la relatividad, la sabia reflexión de que para que todo sea relativo debe haber algo absoluto como referencia. Me puse a pensar en la médula de dicha reflexión y extraje como conclusión de que de ser verdad que todo es relativo, esa hipótesis de trabajo es aquello que vendría a ser lo único absoluto».
Weiß/Colonia, 27.11.
1:45 am : Maria–Kristiina–Kallio–me–quiere–gobernar ya es mamá desde el epílogo del quinto episodio de la saga. Y continúo, sin prisa pero sin pausa, con el sexto. A ver si –de hoy al lunes– alcanzo a leer hasta el noveno, el último que poseo de los doce que han aparecido. Es una saga que me encanta, la figura de la protagonista es de las que no se te despintan fácilmente. Tan humana, sobre todo en sus yerros y sus debilidades, que nunca se avergüenza de confesar sin esconderse detrás de alguna excusa. ¡Y qué lindo saber que su lectura durante los últimos días del embarazo fueron las obras completas de Jane Austen!
Sigue impresionándome el hecho de que los finlandeses parecen oscilar en sus vidas entre dos polos fijos: la sauna y el alcohol. Pero al menos en lo que se refiere al alcohol, el gusto de Maria Kallio es exquisito (y caro, a fe mía): su bebida predilecta es el Single Malt Laphroaig. Cheers!
Weiß/Colonia, 28.11.
2:15 am : Del comisario Dupin, el segundo episodio de una posible serie policial alemana en la Bretaña. La idea básica es buena, pero no veo yo la serie que podría armarse con estos mimbres.
Leyendo el diario durante el desayuno me entero de la muerte de P.D. James. Se nos fue la Baronesa James de Holland Park. En la necrológica registran que publicó 18 obras. Después del desayuno busco en mi biblioteca de policiales cuántas tengo suyas, y son 16, debo averiguar las dos que me faltan. Me traigo al cuarto de trabajo sus memorias, que me regaló Graciela. Repaso los fragmentos y frases que anoté durante su lectura. Dos citas se refieren a la tarea de escribir diarios: «Como amante de los diarios, me alegro de que tantos escritores hayan encontrado el tiempo y la energía necesarios para escribirlos, y que esto siga sucediendo. […] Me he dado cuenta de que un diario debería escribirse todos los días, aun cuando el día carezca de hechos particulares y parezca que hay pocas cosas que valga la pena registrar. No hay día que carezca de interés, que no esté lleno de pensamientos, de recuerdos, de planes, de momentos de singular esperanza y de ocasionales momentos de depresión. Cada día se vive en el presente, pero también indirectamente en el pasado, y podría escribirse una novela de 100.000 palabras que cubriese apenas una hora en la vida de un ser humano. Pero parece demasiado egoísta pasar las últimas horas contemplando en detalle momentos que son irrecuperables. Rezo mis plegarias y agradezco la comodidad de mi cama». De esta segunda cita saco dos conclusiones; a) que aún más es egoísta rezar unas plegarias y agradecer la comodidad del lecho; y b) que nuestra querida P.D. consideraba la escritura del diario como una tarea vespertina y resumidora del día, siendo así que un diario será tanto más vivo y absorberá más realidad cuanto más cerca de lo visto, lo hecho, lo pensado, se encuentre su reflejo en la escritura. Al menos así procedo yo con este mío.
A media tarde la noticia de otra muerte. Tugce cumplía hoy 23 años. Sus padres han pedido a los médicos que la desconecten de los aparatos que la mantenían con vida. Todo empezó hace dos semanas, en Offenbach, en un MacDonald’s. Tugce demostró coraje civil interviniendo como mediadora en una pelea entre jóvenes menores que ella. Luego, sin que se sepa muy bien a qué se debió la escalada de violencia, ya en la calle, a las puertas del local, un joven de 18 años la golpeó de tal forma que Tugce cayó al suelo y su cabeza chocó tan mal que no ya no volvió a recuperar el conocimiento. Ayer, los médicos certificaron un electroencefalograma plano, Tugce no se recuperaría nunca más del golpe. Mantenerla en vida, artificialmente, como un vegetal, es algo que ella no hubiese querido, no se hubiera deseado. Y ahora queda en el aire la pregunta de qué purgará su agresor, y por cuánto tiempo. Si por Diny fuese, le darían cadena perpetua. Y en cierto sentido, arcaico, tiene razón. Pero la parte más negativa del asunto es que el destino que le tocó en suerte a Tugce, descorazonará a quienes en una situación idéntica desearían reaccionar con el mismo coraje civil que ella, y ahora se lo pensarán dos veces antes de hacerlo.
Weiß/Colonia, 29.11.
0:30 am : Pasaron Los perros de Riga, un episodio de Wallander, con Kenneth Branagh, que no conocía. No puedo dejar de pensar, también tomando en cuenta la lectura paralela de la saga de Maria Kallo, en las estrechas relaciones de Suecia y Finlandia con los países bálticos; y no sólo ahora, tras la desmembración de la Unión Soviética y la recuperación de la independencia, sino durante la existencia de la URSS y antes a lo largo de la Historia. Es un espacio europeo de los de mayor solera histórica. Y en uno de sus rincones se suicidó Ganivet, justamente en Riga.
Día sin historia, engolfado en la lectura del séptimo episodio de la saga de Maria Kallo y en la confección de mi propio almuerzo y mi propia cena, con los restos de días anteriores. Con las papas sobrantes de ayer, una tortilla española de las mejores que llevo hechas. Con el pescado que sobró del viernes he enriquecido una sopa caribe de lo mismo, con coco, que descubrí días atrás en el mercado y me dio la idea: es una lata chica, de 290 gr. (las habituales son de 400, 425, 440 incluso), de manera que resulta ideal para hacer con ella “ropa vieja”; acabo de comerla y quedó rebuenísima. Antes, una inesperada siesta de casi cuatro horas y la satisfacción animal de pensar que el cuerpo lo estaría necesitando, es decir, nada de remordimientos de conciencia. Y después, en la estafeta, un email de don Samuel, desde Barranquilla, a propósito de uno de los tuits que integraron hoy el último # de The Twitter’s Digest: «Yo fui a un parqueadero que tenía universidad». Me dice que en su ciudad tienen una frase parecida y que la va a subir a su cuenta T. La busco en mi directorio ad hoc, y allí está:
El desarrollo ha traído cafeterías que tienen Universidad…
— Samuel Whelpley (@swhelpley) 29. November 2014
Nada extraño, pues, que el caimán se fuese pa Barranquilla. [Por cierto que a mediados de los años 40 la canción estuvo si no prohibida sí mal vista por la censura franquista, que –¡vaya usté a saber por qué!– sospechaba en el inocente caimán una alusión al sanguinario inferiocre].
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