
Weiß/Colonia, 3.12.
La primera helada del año. Abro la ventana como todas las mañanas, para orear el dormitorio, y me encuentro el espectáculo de los tejados rojos como espolvoreados con talco. Una nieve que no resistirá hasta el mediodía, por muy débiles que sean los rayos del sol invisible detrás de las cortinas grises del diciembre. Luego, de un modo inesperado, se descorren esas cortinas, y lo que llamo “el puto sol del invierno” (parafraseando more sacrílega el comienzo de Ricardo III) penetra inmisericorde por la ventana de mi escritorio y se posa sobre la pantalla de la compu, cegándome y obligándome a graduar la persiana veneciana para poder seguir en el tajo.
Tengo la costumbre de revisar el domingo los diarios de la semana antes de que Diny los lleve al contenedor ad hoc, en el patio de los garajes. Así descubrí algo que me pasó desapercibido el lunes, y es la columna de la serie titulada Mi Canon, donde los redactores del diario y autores invitados comentan cuál es su cuadro favorito, y por qué. La tónica general de esta columna es que pareciera que todos quienes la escriben tuviesen miedo de pasar por rastacueros eligiendo cuadros universales, como “La sagrada cena” de Leonardo, la vista de Delft por Vermeer o “El entierro del Conde de Orgaz”. La táctica es tan palmaria y tan pequeñoburguesa que al cabo de los meses, aburrido, dejé de mirar la columna, pero este lunes pasado, por dicha, el autor tuvo las agallas bastantes para decir coram pópulo y explicar por qué su cuadro favorito es el cuadro de los cuadros, o sea “Las Meninas”. Y que su texto me pasara desapercibido se explica porque la ilustración al pie de la columna es tamaño estampilla. Un lay out de mierda, a fe mía.
Pilar, en Los Ángeles, sube a su cuenta Twitter un trino envenenado que le regalé :
La Casa Blanca desmiente que the fake president pensara citar como ancestro de los indios navajo a Pedro Navaja. (Ricardo Bada)
— Pilar Marrero (@PilarMarrero) 3 de diciembre de 2017
Weiß/Colonia, 4.12.
Un titular en la última página del diario me llena de tanto desconsuelo como no está escrito en los papeles: pasa que unos científicos de la Uni de Tel Aviv aseguran que el ser humano puede llegar a vivir 140 años. Espero entregar la cuchara (según se dice en alemán) 140 años antes de que sea posible semejante contradiós. Cómo no, si ya me está pareciendo una requeteatrocidad pensar que dentro de dos años estaré cumpliendo 80. ¡Por Dios!, como decía Mutis.
Después de leer mi diario, UQ me escribe desde Karakogrado, la capital de Venezuelistán: «Por supuesto que Oxford es un pueblo. El Reino Unido es como Venezuela: Caracas es la capital y lo demás es monte y culebra». Le contesto: «Bueno, espero que en el caso del Reino Unido exceptúes a Cambridge. El resto sí, lo que tú dices, monte y culebra». Y ella, hoy: «¿Pero tú has estado en Cambridge? Cuatro calles de saber y el resto monte y culebra. Más que Oxford, que hasta parece una ciudad». ¡La iconoclastia, Dios, la iconoclastia!
6:00 pm : Llamada de la dermatóloga con una buena noticia sobre la biopsia que me practicó el lunes pasado: no es un carcinoma, sino tan sólo una verruga, y el lunes 11, cuando vaya a que me levanten el apósito, acordaremos cómo seguir adelante para extirparla, etc. (–Alabado sea el santísimo sacramento del altar. –Sea por siempre bendito y alabado. –Oremus).
Le escribo a MM: «Conservo (soy harto hormiguita) todas las contraportadas de Diario16 con los textos sobre sus libros favoritos de la flor y nata de la literatura no sólo iberoamericana, y puedo asegurarte que el de Lizandro sobre Hambre es uno de los mejor escritos y, lo que es más importante, mejor fundado. En él se siente al ser humano además del lector. Y eso es impagable.
Weiß/Colonia, 5.12.
En La Modicana, hoy con Diny. ¡Y de nuevo en la carta espaguetis con almejas! Mientras Diny & Carlitos se deciden por uno de los menús del día (el 1, con sopa de papa + lasaña), yo me las prometo más felices reincidiendo en mis dos últimos encargos. Con todo, lo más rememorable del día son dos presencias asimétricas: a) al llegar sólo había dos comensales, uno de los cuales, con su voz, habría sido capaz de ser oído, aunque sólo susurrase, en el más recóndito recoveco del teatro Colón de mi Güeno Saire querido, que goza de la mejor acústica del mundo; y b) casi sincrónico con su mutis por el foro, y el silencio abisal que le siguió, la llegada de ese joven padre que conocemos de larga data, con sus hijos (esta vez tan solo dos), a quienes echábamos de menos desde hace un par de meses. Me tengo hecha promesa de que una de estas veces, sin decir agua va, voy a ir a sentarme a su mesa y someterlos al tercer grado de un interrogatorio exhaustivo. Toda la constelación que me sugieren es tan literaria, tan increíblemente literaria…
Me envían de Bogotá la maqueta del libro de cuentos que me pretenden publicar allì, y que me llega constelada por observaciones marginales de la correctora de la editorial. Muchas de ellas son tan razonables que las admito sin rechistar, como el chico bien educado que soy. Pero si no estoy de acuerdo con la correctora, me sale el mal genio. Así por ejemplo, a mi frase «ya sabes cómo somos los judíos: si Mahoma no sube a la montaña, allá vamos nosotros y la ocupamos» le cuelga esta pregunta: «¿Por qué esta mezcla de Mahoma con los judíos?», y le respondo: «Es pura ironía, carajo». O bien me comenta, tras una frase de tres líneas: «El inciso que sigue, que a su vez contiene otros incisos, es larguísimo…». Y le replico: «Ese problema es mío, como diría Proust, o Thomas Mann, que hacían incisos interminables. OK, yo no soy un Proust ni un Thomas Mann, pero igual me cago en la tapa del órgano, como lo hacían ellos». O bien en esta frase, «se quedó grabado en mi memoria como una epifanía irrepetible, este paisaje que me sé de memoria se despojó de su dignidad de río imprevisible», me sugiere usar “recuerdo” la primera vez, para evitar la repetición de la palabra “memoria” en la línea siguiente, y le replico: «Me cago en la repetición, Homero se repetía casi a cada verso». O bien en mi cuento “El Nudo Windsor” me alerta: «Ojo, aquí empieza a hablar en presente, incluyendo un diálogo dentro de la narración, sin utilizar guiones», a lo cual le respondo: «Joyce (para nombrar sólo a uno de mis ilustres colegas) lo hacía, ¿por qué no puedo hacerlo yo?». Y poco más allá me señala: «Este párrafo está pesado», que me merece la siguiente réplica: «Pues jódase el lector y cargue con su cruz como yo con la mía». Pero lo que más me enerva es que al pie de la frase «hacía fluir aquel manantial Telemann de sus labios y sus pulmones», la correctora se pregunta y me pregunta: «¿manantial Telemann?». Lo que me obliga a explicarle: «Es lenguaje poético, como lo llaman en la Preceptiva. Si Henriette hubiese tocado algo de Vivaldi, el manantial que habría fluido de su flauta hubiera sido un “manantial Vivaldi”. Si le gusta más Vivaldi, cambie el nombre, pero mi recuerdo de ese instante es sumamente preciso. Y además adoro la música de Telemann». Según BJ, el editor, este es un match que gané por goleada, pero creo que no se fijó en que fueron muchas más las correcciones que admití que aquellas que me provocaron a desenvainar la espada y salir en defensa de mis pobres letras.
Gracias a José María, en su beatus ille de Sabaneta la de Antioquia, me entero de que por allá también tienen un equivalente de nuestro españolísimo “Más se perdió en la guerra de Cuba”. Ellos dicen “Más se perdió en la guerra de los mil días”, ¡oh manes del coronel Aureliano!
Weiß/Colonia, 6.12.
2:50 am : Mientras estaba viendo por pura distración Siete veces mujer y admirando siete veces siete a Shirley MacLaine, de pronto, y sin tener nada que ver con la peli, me asaltó un deseo incontenible de morir acompañado de un ataque también incontenible de lágrimas. Me voy a dormir con una confusión inextricable en mis pensamientos. Si es que son pensamientos.
[Por la mañana, buscando un enlace para un hipervínculo con la peli, encuentro uno que se inicia de la manera más despipororrante imaginable: «La viuda cortejada por el médico que atendió a su difunto marido durante el entierro» en vez de «La viuda cortejada durante el entierro por el médico que atendió a su difunto marido». Ay Dios, con lo sencillo que es decir una cosa detrás de la otra, por riguroso orden cronológico…, no aprenderán nunca].
Weiß/Colonia, 7.12.
Me llega con el correo quelonio, como todos los años, la felicitación navideña de la familia de Zenobia y Juan Ramón. Esta vez con una marina pintada por JRJ en 1898 y dos poemas suyos, uno “A la Virjen María” y el otro a la Nochebuena. Él mismo nació en una Nochebuena, la de 1881. Con excepción de Hannes no conozco a nadie más que haya nacido un 24.12. Me pica la curiosidad y con ayuda de mi dilecta amiga Miss Hortensia Google averiguo que en esa misma calenda nacieron la emperatriz Sissi y el rey inglés Juan sin Tierra, el único campeón mundial alemán de ajedrez, Emanuel Lasker, la guapísima Ava Gardner, y Michael Curtiz, el director de Casablanca. No está Hannes en tan mala compañía. Digo, además del pibe Jesús.
[Mi deuda estherna me comenta al respecto: «En Buenos Aires me hice amiga de María Luisa Livingston, la autora de Tirando las hombreras por el inodoro, un divertido libro de crónicas de la vida cotidiana. María también había nacido un 24 de diciembre, y me confió que siempre era un día muy triste, porque nadie tenía tiempo siquiera para tomarse un café con ella»].
Le escribo a Helena : «Acabo de leer por tercera vez tu traducción de la «Elegía de Marienbad«, y resumo mi impresión diciéndote algo que puede parecerte sorprendente como elogio, y es que se la lee sin sobresaltos. Es el primer punto a favor. No le pasa al lector como con la traducción de Cansinos Assens, para citar la que cuenta como canónica, y ante la cual uno de repente se pregunta «¡Por todos los dioses! ¿qué dirá en el original?»… // Por ejemplo a mitad de la sexta estrofa, traduce (¿?) Cansinos Assens «¿Es que ya no maduran las cosechas? / ¿Ni verdes vides junto al río florecen, / sus pámpanos mostrando entre las matas?», y va uno al original a ver qué dice allí, y ¡catacrock, casi se cae uno de culo ante la inventiva de don Cansinos, sacándose de la manga unas vides que Goethe jamás plantó en sus versos! Y para qué hablar del acordeón en que convierte la estrofa 12, donde los seis versos pasan a ser el doble. La cosa llega tan lejos que los versos liminares, en la «Elegía», los traduce diciendo «Y cuando en su dolor enmudecen los hombres, / a mí un Dios lo que supo expresar permitiome» [sic & ¿?]; pero en cambio, en la escena 5.ª del quinto acto de Torcuato Tasso los traduce así: «y si el común de los hombres enmudece en el suplicio, / a mí un Dios concediome el don de decir lo que sufro». // Buen servicio, pues, el que le has hecho a Goethe, a la «Elegía» y al lector hispanoamericano. Fuera ya solo por eso, y el aplauso lo tendrías seguro. Pero es que además tu versión se lee con gusto, y si uno se pregunta a veces qué habrá querido decir Goethe con alguna de sus imágenes, ello no tiene que ver con tu versión sino con el original. Pensando en ello creo que el buen viejo se excedió un par de veces en la expresión de sus sentimientos, pero si recapacito acerca de sus años y en que era la despedida de su última esperanza amorosa, qué hacer sino compadecerlo, y al mismo tiempo agradecerle que nos dejase asomarnos al abismo de su pena».
Weiß/Colonia, 8.12.
0:05 am : Pasaron Las alas de la paloma, que no conocía y con la que creo que completo toda la filmografìa basada en Henry James, filmografía empezada a ver tan temprano como a mitad de los 50, hace más de sesenta años. Fue con La heredera, yo era entonces un fan sin paliativos de Montgomery Clift, pese a lo cual lo que más me impresionó en esa peli no fue su actuación, con ser buena, sino la de Olivia de Havilland, por la cual le concedieron el Oscar. Lo que quizás debería añadir es que en aquel entonces yo no había leído nada de Henry James ni tenía idea de lo mucho que me iba a importar su literatura años después. Esta noche no sólo me he quedado a ver Las alas de la paloma por completar mi filmografía de su obra, sino también por recordar lo que hace ya un año me escribió mi amiga Malena, desde Chile: «Helena Bonham Carter es alguien que para mí se come toda la pantalla. No hay espacio para mirar a nadie más. Solo me enfoco en ella». Y desde luego sí que tiene presencia en pantalla. Pero no tanta como Jennifer Ehle, o bien Olivia de Havilland, entre las de antaño. En cuanto a la peli, qué decir sino que es buena, incluso muy buena, pero no le hace el honor que se merece a la novela que la inspira.
Todo el día trabajando en ideas que me puedan dar dinero en el 2018. Al menos tanto como en este año que se termina, porque los adelantos trimestrales a Hacienda son del orden de los mil euros y ni aún así consigo que Hacienda me devuelva guita con el finiquito, antes al contrario me pide, insaciable, un desembolso más. Quousque tandem abutere, Fiscus, patientia mea?
Weiß/Colonia, 9.12.
Diny se levantó a eso de las 4 am y me despertó, iba a llamar al servicio de urgencias médicas porque era ya su tercera noche sin dormir y el dolor se le había vuelto insoportable. El médico llegó alrededor de las 7 pues según parece esta ha sido una noche toledana un par de paralelos más al norte. Y el diagnóstico: una ciática de órdago a la grande. Diny tuvo que llamar a Oskar para que viniera y fuese con la receta a la botica del pueblo. Y ahora que ha dormido una larga siesta, las aguas parecen volver a su cauce cuando se conoce la causa del desmadre.
En las páginas del cuaderno finisemanal con esquelas fúnebres (y la programación de los cines de toda la región) aparece hoy una pequeñita, muy simpática –hasta donde pueda ser simpática una esquela–, motivada por la muerte de la cofundadora del “desfile de Carnaval más corto de Colonia”. Lo simpático es que quienes la insertan son los vecinos de la calle Schulze–Delitzsch, reproducida en una imagen que recuerda mucho la pintura de Hundertwasser. He buscado la calle en el plano de la ciudad; es una calle chiquita, de una sola cuadra, al sudoeste de donde la Radio Deustche Welle, mi ganapán durante 35 años. Y la esquela me dice que sigue habiendo valores humanos como la buena vecindad. La añado a mi colección, entretanto nada pequeña.
Un equívoco gracioso : Marjorie ha subido a su cuenta Twitter un trino alemán que le regalé…
Twitter es como un «Querido diario» que te contesta a lo que escribes,
y te insulta. (@Martschl, traducción del alemán: Ricardo Bada).— Marjorie Ross (@marjorieross) 9 de diciembre de 2017
…y el autor del tuit interpreta que la traducción de su mote, “Martschl”, significa en español “Ricardo Bada”. Sancta simplicitas!
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