
Weiß/Colonia, 18.12.
Olvidé consignar que ayer Henri vino con nosotros a casa, tras la fiesta del cumple de Oskar, y se quedó a dormir acá. Pero hoy, cuando me levanto, ya habían pasado los padres para buscarlo. Visto y no visto, como con los magos en el circo.
Después de leer la, como suya, estupenda columna de Diego en El Colombiano, le escribo así: «¡Qué manía esa tuya de ponerles los dientes largos a los lectores extranjeros de tu columna! Y ahora ¿cómo hacemos tus lectores de Ultramar para conseguir esa novela?» Desde Sevilla, Marina me sugiere: «Que te la mande contra reembolso. Supongo que lo podrá hacer». Y al día tan gris afuera le sale el sol en la pantalla, de manera que le contesto: «Marina, mi pregunta era retórica, de sobra sé cómo se consiguen libros a través de Amazon, eBay, etc. Pero aprovecho para decirte que la solución que me ofreces debe ser ubicada en el terreno de la ciencia ficción. ¡Enviar un libro contra reembolso de Colombia a Alemania! ¡Ahí es nada! La primera pisada del hombre en la Luna es un juego de niños en comparación con lo que sugieres».
Weiß/Colonia, 19.12.
Trabajar en el artículo sobre Gonzalo con motivo de su centenario ha sido una manera de estar de nuevo con ese viejo maravilloso. He releído no pocos poemas suyos, y no contento con ello he ido a buscarlos en las cartas que me escribía desde Provo y en sus emails desde el Torreón del Renegado. ¡Qué belleza de poesía! Dieter, que siempre quiso traducirla, y de hecho intentó traducir no pocos de sus poemas, me decía que era casi imposible hacerlo porque el trujamán no lograría acompasar jamás su respiración con la del autor: porque el secreto más inasequible de esa poesía, según Dieter, y creo que lo acertó, estaba en la respiración de Gonzalo.
Las cartas de Joseph Roth a Stefan Zweig a fines del 35 son de una desesperación y una rabia que a veces llegan a erizar la piel, y si esto sucede con un lector neutral más de 80 años después ¿qué no le provocarían al pobre destinatario? Así el 12.11.: «No le preocupe que beba. Me conserva más bien que me arruina. Con eso quiero decir que es verdad que el alcohol acorta la vida, pero impide la muerte inmediata. Y en mi caso se trata de eso: no de prolongar la vida sino de impedir la muerte inmediata». Y el 16.11.: «Tan solitario como yo en el café donde escribo apenas si alguien lo está en una celda. No necesito aislamiento. Estoy aislado. Dígale a un caracol que lo que debe hacer es alquilar una casa de campo». Y al día siguiente: «No puede hacerse lo que hace usted en ese sentido de poner mi escritura en relación con Dios. Escribir es una tarea terrenal y, considerada desde el punto de vista “metafísico”, no se diferencia en nada de fabricar zapatos. […] La escritura no es una predestinación. Eso sería orgullo. No hay ningún “artista” y ningún “genio” en toda la Biblia; ninguno en el Nuevo Testamento, ninguno en la larga fila de los santos. Lo que hacemos, querido amigo, para Dios no tiene valor, o muy poco».
Me escribe Javier: «Nieves ha escaneado unas 200 fotos que tenía en una caja, sin organizar, y me ha saltado a la vista la que adjunto: el vuelo en un Junker de paracaidistas para cubrir la información de la entrega de despachos en la Academia de San Javier, en el Mar Menor. En un «quién es quién» sólo me quedo sin identificar al segundo por la izquierda y, naturalmente, los recientes tenientes. Glorioso y ruidoso y movido vuelo de casi 4 horas de Sevilla a San Javier. Me ha recordado la sorpresa que nos produjo el transporte desde la calle Trajano (Radio Vida) hasta el aeródromo de Tablada ¡en una ambulancia!» Le respondo: «Me quedo sin identificar al segundo pero también al tercero por la izquierda, y de aquel vuelo lo que mayormente recuerdo es la vuelta, porque cuando ya estábamos sobrevolando Sevilla (se veía el Guadalquivir) los pilotos le dejaron los mandos a Maite (o Adela, pero creo que fue a Maite) y el avión pegó un salto que nos puso los huevos de corbata, y usté perdone por la manera de señalá».
También Nieves nos ha escrito hoy: «Como digo todos los años, ya sé que no sois navideños (yo tampoco la verdad; y de hecho mis felicitaciones son lo más laicas posible), pero, por mediatizado y comercializado que esté, es un buen momento para transmitir buenos deseos a las personas que queremos». Le respondo: «¡Eres de los míos! ¡Bravo! Ahora bien, quisiera precisar que mi contra a la Navidad no pasa por el meridiano laico. Aunque agnóstico, creo que lo único respetable de la Navidad es la historia del pesebre de Belén. Tan respetable que hace algunos años se le pudo poner como marco una aldea nicaragüense, y hoy los suburbios de Aleppo, y me temo que lamentablemente siempre habrá un escenario similar a mano».
Weiß/Colonia, 20.12.
El atentado de Berlín nos enfrenta una vez más con lo inevitable, por irracional. Helmut Schmidt acabó con el terrorismo de la RAF en los 70, pero aquél era un terrorismo racional, puntual, focalizado, dirigido en contra de ciertos cargos políticos y sociales y las personas que los desempeñaban. El terrorismo de los fundamentalistas carece de frenos éticos, las vidas que siega no le importan. La única respuesta racional es que tampoco ellos nos importen excepto para perseguirlos hasta la última de sus madrigueras. Siempre acude a mi memoria la imagen de Gadafi tratando de huir escondiéndose en una alcantarilla.
En La Modicana, hoy, spaghetti alla palermitana, con boquerones. Ello me lleva a preguntarme por qué la especialidad de Palermo son los boquerones mientras que la de Liorna serían los salmonetes. ¿No será que sucede como con las denominaciones alemanas, que en cuanto a una pizza le colocan dos rodajas de piña la llaman “Hawai”, y si es un ají la llaman “Mexiko”?
Paddington es una peli que no he visto hasta hoy, en realidad no sé por qué. Y hoy en realidad la he visto porque no había nada destacable en la programación del día, a esa hora. Y lo cierto es que me ha enamorado. Por supuesto soy consciente de que no se trata de una obra maestra, a no ser del puro entretenimiento. Bastaría citar la escena donde calcan (sólo por el puro placer de gastar una broma) aquella famosa de Misión imposible en la que Tom Cruise se introduce hasta el mismísimo corazón de la CIA. Simplesmente adorei!, como diría un brasileño.
A la búsqueda de material para The Twitter’s Digest descubro este tuit que me deja pensativo:
Gmail parece más inteligente que uno: él si se acuerda que si uno dice que envía adjunto, hay que de hecho, adjuntarlo.
— Juana Jirafa (@juanalajirafa) 18. Dezember 2016
Le escribo a mi jirafa predilecta diciéndole que será un servicio especial de Gmail.Colombia, que a los usuarios en Alemania no nos lo hacen. Pero luego descubro la razón de la asimetría: consiste en que yo no uso nunca la palabra «adjunto» sino «anexo». Resumiendo: que Gmail no es más inteligente que uno, puesto que no sabe detectar los sinónimos.
Weiß/Colonia, 21.12.
En la tele uno de esos insoportables conciertos con la orquesta del violinista neerlandés André Rieu, uno de los niños mimados de la TV alemana porque es fotogénico y porque el repertorio de su orquesta es tan predecible como las mareas en el puerto de Hamburgo. Lo malo (lo peor) es que a veces le da por entrar a saco en los clásicos: esta noche, por ejemplo, le propinó a los indefensos oyentes una versión del “Aleluya”, de Haendel, donde se diría que el coro fueran los habitantes de un pueblo privados durante largo tiempo del placer sexual y hubiese aparecido un mensajero corriendo la voz: «¡Llegaron las putas, llegaron las putas!» Asimismo indefenso, Haendel debe haberse retorcido de rabia e impotencia dentro de su tumba. Semejante bazofia les encanta a los alemanes, uno acaba explicándose por qué Beethoven se fue a vivir a Viena.
Weiß/Colonia, 22.12.
Acudí a Saturn a comprarme el regalo que me va a hacer Diny. Al contrario de lo que Diny me había previsto, ni viajé en buses y tranvías abarrotados, ni en Saturn había colas que llegasen al siguiente planeta, ni vi aglomeraciones por ninguna parte. Al regresar a Rodenkirchen entré en la librería de la plaza del ayuntamiento distrital, para comprarle un libro a Montse, pero aunque describí exactamente lo que quería (y que yo lo había visto expuesto en sus mostradores a la calle, hace un mes) no fueron capaces ni siquiera de recordar de qué libro se trataba. Y esta es una de las mejores librerías en Colonia. Oremus.
Pasaron desde el Friedrich Palast, en Berlín, el programa de despedida del año por Dieter Nuhr. Dieter Nuhr es uno de los más inspirados kabarettistas alemanes, y opera con el arma de la más pura y práctica lógica, simple y elocuente; no recurre, como lo hacen otros colegas suyos, a la exageración, al grotesco, a los espejos deformantes. Se queda en el terreno del lenguaje, algo a la manera de Karl Valentin en el siglo pasado. Uno de los caramelos de su performance de esta noche ha sido al hablar del gran éxito que tiene el partido derechista ultraconservador, racista y xenófobo AfD [=las siglas tedescas de Alternativa para Alemania] en el Land Mecklemburgo–Antepomerania, que es justo aquel donde hay menos población extranjera. Comenta Nuhr, con lógica aplastante cómo semejante contradicción es perfectamente congruente con la manera de pensar que los habitantes de ese Estado federal, quienes se sienten ofendidos en su amor propio por los extranjeros que «se sustraen a la discriminación por medio del ausentismo». ¡Genial!
Weiß/Colonia, 23.12.
1:30 am : Pasaron un amplio documental sobre Mao Tse Tung, y me ha hecho volver a pensar en los crímenes de la izquierda, los de Mao, Stalin, Pol Pot, Fidel Castro… todos ellos bastante más imperdonables que los de la derecha. Y luego sus miserias personales. Mao no se cepilló los dientes jamás en la vida y su mayor pasión era desflorar virgencitas; desoía los consejos de su médico, a quien le decía que la única medicina necesaria para su cuerpo era la copulación. Semejantes hijos de puta pasan a la Historia como hombres de Estado. Sátrapas que han hecho sufrir a sus pueblos privaciones sin cuento pero han vivido en medio de un lujo y un despilfarro éticamente peores, aun siendo homologables, a los de sus colegas, los hijos de puta dizque hombres de Estado de la derecha. Nunca se me olvidará la observación de García Márquez en uno de sus textos dedicados a su relación con Fidel, cuando cuenta que el Líder Máximo se presentaba a veces a horas totalmente extemporáneas en su casa e iba derechito a la cocina a abrir la nevera y deleitarse en la contemplación y el consumo del surtido de quesos franceses que había allí. Y el pueblo cubano en régimen especial, es decir, la misma dieta de hambre durante casi 60 años. Ahora bien, lo más notable del caso es que GGM no lo contaba ni siquiera como reproche subliminal, sino como demostración del buen gusto de su amigo del alma. Es lo que yo llamo cretinismo áulico. Otros, tal vez lo califiquen de manera más coprológica.
Estuvo en casa Rodrigo Tomás mientras yo seguía durmiendo el sueño de los justos hasta las 11:11 am. Vino tan sólo a entregarnos un ejemplar de El volcán y el sosiego, la biografía de su padre que Fabienne acaba de publicar en México.
The Sapphires, una peli australiana que comienza de una manera brutal, y es cómo los blancos organizaban razias entre los aborígenes para llevarse a sus niños de tez más “limpia” y darlos en adopción en las metrópolis costeras, a familias impecablemente blancas, para asì, a la larga, acabar con la raza aborigen. Y luego resulta que la peli es casi un documental del nacimiento y el éxito de un cuarteto vocal de chicas aborígenes, Las Zafiros del título, que fueron de gira por Vietnam y conocieron de cerca aquello que Goya llamaría “los desastres de la guerra”: hay una escena acojonante, a bordo de un helicóptero de la Cruz Roja, cuando un soldado gringo, joven, herido de muerte, se niega a que lo cure un sanitario negro. A su manera, tan sólo en apariencia superficial, esta peli pone el dedo en muchas llagas. Y lo bueno del caso es que si uno se atreve a chupar ese dedo no sabe a pus, sino a la miel del corazón humano. Creo incluso que hay pocas escenas bélicas (sin omitir las de los clásicos, desde Apocalypse Now hasta Full Metal Jacket) más intensas que las del bombardeo del campamento donde están albergadas las chicas del conjunto. En ella se demuestra de nuevo que menos, en el Arte, siempre es más.
Weiß/Colonia, 24.12.
10:45 pm : De regreso de la casa de Montse, donde este año festejamos la Nochebuena sólo los Ritter, y nosotros por expreso deseo de los nietos, esto es, Paul y Oskar. Como es un año par, los Bada Scholz festejan en Franconia, en casa de los padres de Angie; y Rebeca, por su parte, decidió hacerlo este año en casa con su compañero. Con lo que a Diny y a mí se nos ofreció la alternativa de pasar esta noche a solas y sin obligaciones familiares. Pero no, los dos nietos mayores fueron implacables. De lo que nos alegramos infinito. Primero hubo la repartija de regalos, la ½ de los cuales fueron para Henri, y luego la cena como el año pasado, en vista del éxito que tuvo el teppanyaki. Y de nuevo como el año pasado me inflé de langostinos tigre ecuatorianos y de salmón, no probé en absoluto la carne. La sobremesa fue larga y sabrosa, con descubrimientos recíprocos, muy personales cada uno, pero que compartimos gozosamente. En especial le quedo agradecido a Montse porque me diera a conocer un kabarettista colonés que vive en Berlín, se llama Rainal Grebe, y es de mi onda: basta ver la cara con que anuncia su canción “Parejitas de 30” («Una canción acerca de gente feliz en el barrio Mitte, de Berlín»), para empezar a reír en espera de lo que viene, y que no defrauda. Dicho sea de paso, esta sobremesa fue amenizada involuntariamente sotto voce por Henri, quien mientras se entretenía en la salita del televisor montando la docena de artilugios Lego & Co. que le trajo Papá Noel, canturreaba para sí temas que se le quedan en la memoria de las casetes que oye. Sí que sí, esta Nochebuena ha sido, en el buen sentido de la palabra, buena.
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