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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 7 / 2015

De mi Diario / Semana 7 / 2015


 

Weiß/Colonia, 8.2.

2:50 am : El día de la marmota, una epifanía cada vez que la veo. Sé que es un disparate total y que no se puede enjuiciar su guión siguiendo las leyes de la lógica, pero pocas son las pelis que despierten una adicción tan grande como esta. Me pasa con ella lo que me pasaba en mis años mozos con las obras de Jardiel Poncela, en especial con Los habitantes de la casa deshabitada y con Cuatro corazones con freno y marcha atrás.

 

Escribí anoche, antes de irme a la cama, lo de “mis años mozos” y esta mañana, después del desayuno, abro mi estafeta virtual y me encuentro con que Javier me ha enviado una foto que data de la madrugada de un Viernes Santo en Huelva, debe ser la del 56, 57 ó 58, donde nos encontramos de derecha a izquierda el propio Javier, Maruja (a quien llamábamos Maru Hari, porque decíamos que tenía cara de espía), las hermanas de Javier, Marisol y Marina, y yo con una mata de pelo, ¡ay!, un chaleco estampado con doble botonadura de nácar, un impecable nudo Windsor en la corbata, y una pose à la Montgomery Clift, que era mi actor predilecto

 

Aquí no cabe sino decir lo de «O tempora! O mores!» Y llorar. Desconsoladoramente.

 

[A mi deuda estherna le sorprende el adverbio, lo cambio a “desconsoladísimamente”, pero me dice al teléfono que no, que mejor lo deje como estaba. Y como soy tan obediente]

 

La de hoy va a ser una noche à cinéma, como dicen los franceses. Pasan primero The Big Sky, de Howard Hawks, en su versión de 140ʼ y no la comercial, la única que conozco y es de sólo 95ʼ. Y a continuación The Last Sunset y a continuación The Hours. ¿Hay quién dé más? Otra vez que me toca llegar a la planchada del ferry a Escocia hacia medianoche y a la cama a las 3 am.

 

Weiß/Colonia, 9.2.

2:50 am : The Hours es una peli excelente. Pero es que, además, tiene el atractivo extraordinario de que si el espectador no sabe de antemano qué actriz incorpora el papel de Virginia Woolf, no hay ni la menor posibilidad de que reconozca el rostro de Nicole Kidman con esa nariz que es la vera mímesis de la de VW. Debería averiguar a quién se le concedió el Oscar al mejor maquillaje de ese año, porque si no fue al de The Hours es que no hay justicia en este mundo.

 

Fui al dormitorio a buscar un libro que se encontraba en el estante más alto de la biblioteca en la pared del lado de Diny, me descalcé y subí a la cama y desde casi el borde me puse de puntillas para alcanzar el lomo del libro y tirar de él. Lo conseguí con la consecuencia de que resbalé en el embozo de las sábanas y me desplomé amortiguando el golpe semi en pánico, con el antebrazo dirigido a la pared frontal a la ventana, y teniendo la suerte de caer en blando, en la cama, y no en el estrecho espacio entre la cama y la pared. Lo peor no fue que destrozase un estuche de chapa de madera donde Diny guarda[ba] sus pastillas, ni que manoteando en la caída desgarrase páginas de una revista que estaba sobre la mesita de noche. No, lo peor fue que en ese mismo instante de la caída rememoré como un flash back la que tuve hace un par de años en el cuarto de baño, así es que mientras caía me estaba diciendo interiormente “Es el segundo aviso”. Y al tercero, ya se sabe, el toro se devuelve al corral. O lo que es lo mismo: Que a la tercera va la vencida. Menos mal que no soy hipocondriaco, pero de repente se me hace clara esa estadística según la cual un alto porcentaje de muertes se produce como daño colateral inevitable de unos accidentes domésticos que hubieran podido evitarse con sólo pensar que uno ya no tiene en sus músculos ni en sus reacciones la elasticidad y la rapidez de reflejos de una persona joven. Es lo que dice Diny, que son cosas de la viejez, ¡qué martirio!

 

Madres e hijas no la habíamos visto todavía, lo hicimos juntos, Diny y yo, a partir de las 8:15 pm y sólo nos convencieron las actuaciones de un reparto formidable. El guión incluye escenas de relleno que nada más que el guionista, y si acaso el director, sabrán por qué no cayeron bajo la tijera del montaje. Después de verla me metí en Google para averiguar qué se ha comentado acerca de ella y así me entero de que ese Rodrigo García que vi como director en los títulos de crédito es Rodrigo García Barcha, o sea, uno de los dos hijos de García Márquez. Teniendo en cuenta que  la relación de GGM con el cine fue harto desafortunada, me temo que esa tan mala fortuna sea algo genéticamente programado en su familia. Pero no quiero ser injusto, es el único producto suyo que conozco hasta la fecha. Veremos, como dijo Homero.

 

Weiß/Colonia, 10.2.

He pasado muy mala noche. Me acosté poco antes de las 3 am y a las 4:15 ya me levanté, tras un sueño inquieto, para vaciar la vejiga. Eso se repitió hasta tres veces más a intervalos más o menos regulares, siempre en un estado de soñarrera surrealista, hasta que finalmente, al hilo de las 8 logré dormir profundo hasta las 10. Diny me dice que también ha dormido muy mal, que seguramente es cosa de la luna llena. Y cuando me lo dice me imagino a Beethoven y a Debussy componiendo sus respectivos “Claire de lune” después de unas noches homologables a la mía.

 

Hoy, en La Modicana, espaguetis con ragú de ternera, deliciosos, nota 7 en la escala Mancinone. Yo me limité a ellos, pero Carlitos, que parece español de la posguerra, con más hambre que Carpanta, pidió el menú del día, que eran los espaguetis precedidos por una minestrone. Yo me quedaría después de eso como el caimán que se fue para Barranquilla. Y lo peor del caso es que Carlitos no engorda ni así, me da una envidia del carajo.

 

Para averiguar si los relatos de B. Traven eran fidedignos, Héctor contactó con Jean Meyer, el historiador francés que cuenta como el más enterado acerca de la Guerra Cristera en el México posterior a su Revolución, y él se lo confirma con más pelos y señales que el propio Traven. Incluiré su respuesta como Apéndice cuando vuelva a subir el diario a mi blog en Fronterad.

 

La revista gratuita Alverde, de la cadena de droguerías dm, incluye en el centro un cuaderno, a tempo, de carácter muy distinto al resto, siempre dedicado como es lógico a temas de nutrición, cosmética, etc. En a tempo hay entrevistas, miniensayos, incluso poemas, como esta vez, en que el título de un libro de Jesse Browner, How Did I Get Here? Making Peace with the Road Not Taken, le da ocasión a los redactores para introducir una entrevista a su autor con una página donde el celebérrimo poema de Robert Frost, “The Road Not Taken” aparece vis–à–vis con su  traducción al alemán por Paul Celan. ¡Frost traducido por Celan, una gozada! Pero entré luego al condominio de Miss Hortensia Google y leí no menos de diez  traducciones de ese poema al castellano y ninguna terminó de convencerme. Ya desde el título, siempre  traducido como “El camino no elegido” o “no tomado”, esa cacofonía tan antipoética. ¿Por qué no, ya que se trata de un bosque, “El sendero no tomado”, o mejor, “La senda no tomada”? Sí, en nuestro idioma incluiría un toque final, como diría un enólogo, o un crítico gastronómico, a Fray Luis de León: «¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruïdo / y sigue la escondida / senda por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido!» Ruïdo, ¡qué lindo, cómo “suena”!

 

Weiß/Colonia, 11.2.

0:15 am : De A Prairie Home Companion [El último show] esta vez tan solo alcancé a ver los últimos 10′, aunque suficientes para echarme a llorar, un llanto tranquilo y sereno, pero amargo, sabiendo que este fue el canto del cisne de mi adorado Robert Altman, y cómo él, se diría que presintiéndolo, introdujo en la acción a la Muerte, en el personaje Dangerous Woman encarnado por Virginia Madsen. Ah sí, Altman, Wilder, Truffaut, Tati, Lumet, Nelson Pereira dos Santos, Lubitsch, Kazan, De Sica, Berlanga, esos sí que son mis dioses. Ex aequo, ça va sans dire!

 

Releyendo lo que llevo escrito esta semana en este diario, me acuerdo de aquel verso de Alberti donde declara «Yo nací, sabedlo, con el cine», y se me antoja parafrasearlo: «Yo crecí, sabedlo, con el cine». Es así y no hay más vueltas que darle, y yo además contento de que sea así.

 

Weiß/Colonia, 12.2.

Volví a dormir muy mal y a levantarme pesado y al mismo tiempo como sin fuerzas. Si es la luna llena o no es la luna llena, no lo sé, pero que jode mucho, eso sí que lo sé. Merde alors!

 

Henri en casa desde el mediodía, que fue Diny a buscarlo al Kindergarten. Llegó disfrazado de Winnetou, con vincha y pluma roja. Le esperaba un regalo de Ute, la mejor amiga de Montse, un paquete de Lego con un avión y un jeep. Estuve como ½ hora montándole el jeep mientras Diny le cocinaba unos espaguettis a palo seco, no quería más que los espaguettis a secas. Se quedará a dormir en casa porque hoy es el Jueves de Comadres, y Montse, como coloniense nata, este día del disparo de partida a las 11:11 am en dirección al Miércoles de Ceniza siempre se va de picos pardos. A Rebeca, en cambio, le toca trabajar jornada completa, su patrón decidió no seguir el ejemplo de las demás boutiques y no cerrar a partir del mediodía. Se necesita ser bien gilipollas, porque a partir de ahí, en un Jueves de Comadres, lo único que se vende en Colonia es cerveza.

 

Intenté dormir la siesta, pero lo único que conseguí fue descansar una hora y ½, y en ese tiempo estuve pensando mucho en El año de la marmota y, de repente, se me hizo clara una de las más evidentes trampas de la peli. Y es que no todos los personajes que aparecen en cada día que se repite reaccionan de la misma manera. Algunos de ellos, como el agente de seguros que fue en la escuela condiscípulo de Phil, el protagonista, aprende a partir de cada encuentro con él, y tanto aprende que al final lo evita. En cambio la chica con la que Phil quiere ligar en el bar y a quien él le sonsaca su vida pasada, cuando Phil la aborda de nuevo es como si fuese la primera vez. Etc. Para ser congruentes, todos los personajes deberían reaccionar de la misma manera, la segunda. Pero veo que me estoy comportando como Jardiel Poncela, que solía estropear sus mejores obras porque al final siempre las explicaba lógicamente, por muy descabelladas que fuesen. Así es que dejaré de cavilar sobre El año de la marmota y seguiré gozando de ella por lo descabellada.

 

Weiß/Colonia, 13.2.

Una vez más viernes 13 (que equivale en alemán al martes 13 de la superstición hispánica), y no logro encontrar la traducción que hice, años ha, del texto de la canción de Reinhard Mey “Llegaré el viernes 13”, con su estribillo «Llegaré el viernes 13 / a las catorce, Christine». Me da mucha pena, no, más, me encabrona que se haya perdido, porque era una traducción congenial y adaptada a la partitura. ¿Dónde coño es que se ha escondido en mis archivos en soporte papel?  Un día me voy a cabrear de tal modo que los meteré todos sin revisarlos en una bolsa de plástico y se irán sin más a la basura. Y bueno, después de todo es donde mejor se sentirán en casa.

 

El único dato positivo de este viernes 13 es que Carlitos cumple hoy 70 años. Lo llamo sin la más mínima esperanza de que me conteste porque estará todo el día echándole una mano a Ulli, maestra de ceremonias en el homenaje a su maestra de Dendroarqueología. Pero el próximo martes, en La Modicana, mojaremos comilfó su bienvenida al Club de los Septuagenarios.

 

En las memorias de Grisélidis Réal, esta frase como resumen de su encuentro en Múnich, una noche de lluvia por los años 50, en la Leopoldstrasse, con un sargento negro del ejército gringo, quien la invita a subir a su coche y se convertirá en el hombre de su vida: «¡Ah, si es que hay un Más Allá, que sea un viejo Cadillac, un Cadillac lleno de amor!»

 

Weiß/Colonia, 14.2.

Tengo desde ayer un dolor fino en el pie izquierdo. Con toda seguridad proviene del golpe que me di el lunes al caerme en el dormitorio, sólo que se trata de uno de esos dolores hijujeputas que no se sienten en el momento sino a los cuatro o cinco días. Diny me da una friega de árnica y luego me aplica una cataplasma helada en el empeine, envolviéndome el pie al estilo momia egipcia. La cataplasma se renueva a cada hora. Me quedo casi todo el tiempo en el cuarto de huéspedes, sentado en la mecedora y con ambos pies descansando en la cama, leyendo una novela policial inglesa arquetípica (detective femenina ya madurita, en la provincia), lo que me sirve como descanso de las sagas escandinavas que la precedieron y de la trilogía del Baztán que las sucederá; espero fervientemente que lleguen el martes los tres volúmenes, comprados online en una librería de Slough, al sur de Inglaterra, que tiene un gran surtido de ediciones en español y la gran ventaja de que los envíos a Alemania los hace libres de gastos postales.

 

Hoy llegó Henri disfrazado de pirata, con parche en el ojo y enarbolando una pistola. Al parecer tiene el propósito de disfrazarse de algo distinto todos y cada uno de los días del Carnaval. Lo trajo Montse, y luego se fueron los dos, con Diny, a ver el desfile del corso de Weiß, del que me llega como telón de fondo acústico un incensante redoble de tambor. Si no fuera por el carácter tan distinto del redoble, uno creería encontrarse durante la Semana Santa en Andalucía. Pasado el desfile, los tres regresaron a casa y del botín recogido durante el corso Montse ha separado un ramillete de prímulas para Diny y una caja con un surtido de doce bombones rellenos de licor, para mí, ni que decir tiene. Y el crío chocho de la vida porque otra vez se vuelve a quedar acá a dormir, los padres vendrán a recogerlo mañana. Si esto no es la felicidad, se le parece mucho.

 

Apéndice :

De un email de Jean Meyer a Héctor Aguilar Camín

«Grosso modo, lo que dice Traven corresponde a lo que publicaron el Universal, Excelsior, El Occidental. El ataque fue, en parte, la respuesta al asesinato de Anacleto González Flores y de sus compañeros, los hermanos Vargas, en el Cuartel Colorado de Guadalajara; en parte, un intento de hacerse de los importantes fondos metálicos del Banco de México que iban a Guadalajara en dicho tren. Dinamitaron la vía, era de noche, el tren descarriló, la locomotora se recostó con unos carros. El combate empezó en la oscuridad, con soldados diseminados en todos los carros, menos el Pullman (tengo el testimonio de ricos franceses que estaban en el). Lo cual explica la muerte de muchos civiles. no tengo cifras fiables. Para colmo, el jefe cristero, el sacerdote Reyes Vega, que desarrolló después un talento militar poco común (derrotó a Cedillo en la batalla de Tepatitlán en 1929) vio morir a su lado su hermano. Fuera de sí ordenó incendiar el tren, lo que se hizo, antes de sacar a todos los heridos. No hubo violaciones. Tampoco tres sacerdotes. Reyes Vega, y basta. En represalia, el gobierno federal metió en el Pullman a los obispos que se encontraban en el DF y los mandó a los EEUU. No tuvo tantas consideraciones para los civiles de la comarca entre La Barca, Atotonilco y los Altos. Lo que apunta Traven al final es cierto, menos los aviones que no operaban en 1927, después, sí. El dinero recogido en el asalto fue confiado a un rico de Guadalajara quien se esfumó. Lo cuento en La Cristiada y después recogí más información. Faltaría ir a la Defensa ahora que el archivo está abierto (o lo fue para mí en 2010)».

 

***********FIN***********

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