En la película autobiográfica El espejo (1975) de Andréi Tarkovski.
Por una parte, él muestra una imagen soñada y creada, un niño toca a un pájaro recién posado en su cabeza. Él lleva la mano al animal y no vuela o no huye.
Mis ojos nunca han podido tocar con las manos un pájaro salvaje que llega volando de lejos, se me alejan.
Se nos alejan.
Ahora mis ojos han visto el espejo del sueño y la posibilidad del espejo.
Mañana prestaré más atención a los ojos cerrados.
Por otra parte, nunca había visto una imagen de Hitler muerto.
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