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Mientras tantoDonde se deleitan los antílopes en beber las frías aguas

Donde se deleitan los antílopes en beber las frías aguas


 

 

 

En Thoreau. Biografía de un pensador salvaje, de Robert Richardson, un libro extraordinario que acaba de publicar Errata naturae, se lee: «Había ganado increíblemente con los años al aprender nomenclatura científica, pero por entonces era capaz además de ver un límite a su utilidad. ‘Nunca podemos empezar a ver algo como realmente es mientras recordemos el término científico que siempre le ha impuesto nuestra ignorancia. Los objetos y fenómenos naturales quedan, en este sentido, para siempre salvajes y anónimos entre nosotros’. Anónimos quizá, pero no faltos de descripción. La descripción vívida, portadora de vida, era el gran don y la gran lección de aquellos primeros escritores. ‘No podemos escatimar en las descripciones tan vívidas de algunos de los antiguos naturalistas’, escribió Thoreau. ‘Simpatizan con las criaturas que describen’. Gesner, por ejemplo, dice del antílope que habita cerca del Éufrates que ‘se deleita mucho en beber de las frías aguas de allí’. La respuesta de Thoreau es que los animales descritos por la mayoría de los naturalistas modernos ‘no se deleitan en nada’. Los antiguos naturalistas sobresalían por sus descripciones; los nuevos, por sus mediciones. Thoreau haría un enorme esfuerzo por cumplir en ambas cosas».

 

Precisión y emoción, datos y observación minuciosa, hechos y exactitud, sin permitir que ni los ojos ni los prejuicios te traicionen. Eso es, también, el mejor periodismo posible. Aunque, como también advirtió el autor de Walden, vemos solo lo que queremos ver, «solo encontramos el mundo que buscamos».

 

¿Dónde dormíamos?

¿Dónde dormimos?

¿Dónde dormiremos?

 

¿Qué esperamos?

 

Al comienzo de Las proximidades, el poemario de Concha García, editado por Calambur, en una página que un profesor de Redacción Periodística llamaba «de emblemas», elige estos versos de Selva Casal:

 

«Yo he volado sin alas

he vivido sin vida

recuerdo un tren

cruzando un bosque

de noche

eso fue la vida». 

 

 

En mi suerte de ex libris escribo: Veo ese tren de noche, pero no sé si voy en él o lo veo desde fuera. ¿Es posible? ¿No es exactamente eso lo que hacía Henry David Thoreau cuando escribía de la naturaleza? 

 

 

 

 

 

Fotos de la lectora del Retiro: Corina Arranz

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