El afán de los fareros

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                             EL AFÁN DE LOS FAREROS
                                    Cuarto jueves del mes de abril
De la elegía al madrigal iremos,
del cepo a las atmósferas ganadas,
y de este redoblar de los cerrojos
al plectro de las almas volveremos,
porque eso es lo que hacemos las personas,
es ese nuestro don, obrar milagros,
transubstanciar lo inanimado en arte,
trascender en hogazas las espigas.
No sabemos muy bien por qué ni cómo
pero somos la especie de la alquimia,
capaz de compartir con los extraños,
de cuidar un jardín que no veremos,
de mudar el dolor en ovaciones.
Qué otro animal, en medio de la lucha
por la supervivencia, sueña auroras
más lúcidas, más justas para todos.
Y qué otra bestia libremente iría
al lugar donde yacen infectados
para ayudar a algún desconocido.
Opulentos de mente y de lenguaje,
sobrepujamos al temor con odas,
designios y el afán de los fareros
que se imparten en luz cuando la noche,
afán que nos define y nos absuelve.
Desde la desunión al haz, al ágora,
ascenderemos como al viento el polen,
porque eso es lo que hacemos los humanos,
conversar, aprender, partir el pan
y ponernos en pie de amanecida
para abrir otra senda en la espesura.
                                     Gonzalo Sánchez-Terán

 

 

 

 

Gonzalo Sánchez-Terán ha trabajado desde 2002 implementado proyectos de emergencia en campos de refugiados y desplazados internos en Guinea Conakry, Liberia, Costa de Marfil, República Centroafricana, la región de Dar Sila, en la frontera entre Chad y Darfur, y la frontera entre Etiopía y Somalia.En 2001 publicó el poemario, Desvivirse (ed. Visor); en 2008, junto al periodista Alfonso Armada, el epistolario, El Silencio de Dios y otras metáforas. Una correspondencia entre África y Nueva York (ed. Trotta); y en 2020, Si esto sirviera para hablar del río. Diario poético del año de la pandemia (ed. Franz).

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