Durante el pesaje matinal previo al combate, el peso pluma dio 58 gramos más en la báscula de lo que permitía el reglamento. La diferencia era tan rabiosamente mínima, que no dudó en quitarse el calzón para ajustarse a los gramos legales del plumaje, y poder aspirar al título. Los periodistas presentes en el acto tampoco dudaron en hacer su trabajo, y disparar sus cámaras fotográficas automáticamente.
Cuando Faba lo descubrió en el periódico que le habían dado en el tren esa misma mañana, al llegar a su casa, sin deshacer la maleta, se puso a dibujarlo. Se sintió absorbido por el proceso de fijar aquel episodio extraordinario.
Pasados los meses, un día haciendo zapping, en uno de los canales de la TDT descubrió al púgil del calzón quitado, boxeando en el cuadrilátero televisivo. Tuvo la extraña sensación de que su dibujo se había escapado del cuaderno, para vivir su propio destino.