Está situación dramática que está viviendo nuestro mundo por un virus procedente de un animal, nos debe de hacer reflexionar profundamente ante pandemias venideras. Los ecosistemas naturales son barreras permanentes que nos protegen de virus que se encuentran latentes en especies exóticas. La destrucción de la cadena de la vida, hace que esos virus latentes rompan su estado de letargo y muten saltando a la especie más numerosa ante el peligro de su exterminio.
El tráfico de especies, la comida de animales salvajes, el empleo de sus partes y derivados para utilizarlos tradicionalmente en medicina, son sin duda entre otras causas, factores potentes de transmisión virus desconocidos por el hombre y que pueden causar exterminios más duros que el propio COVID-19.
Desde Proyecto Gran Simio hemos solicitado a la Dirección General de Protección Animal, que se abra dentro de su ámbito, un Departamento donde reúnan a expertos para analizar y prevenir pandemias futuras. Expertos que deben ser totalmente independientes sin que se encuentren contaminados por ningún partido político Todo en la naturaleza se halla interconectado. Fernando Valladares Doctor en Biología del CSIC, advierte que más del 70% de las infecciones emergentes de los últimos cuarenta años han sido zoonosis, enfermedades infecciosas como el COVID-19 que transmiten los animales al ser humano. Enfermedades que han producido miles de muertos como el Virus del Nilo, la Gripe Aviar, virus Ebola, el SARS, etc. También advierte Valladares que la fusión de un glaciar chino ha liberado 33 especies de virus, 28 de las cuales son completamente desconocidas por la especie humana. El cambio climático, la destrucción de los ecosistemas y la extinción de las especies, son caldo de cultivo para que un día salga un nuevo coronavirus destructivo y acabe con la especie humana.
Ahora los zoológicos deben seguir funcionando como si estuvieran abiertos, cubriendo todas las necesidades de los animales, que puedan salir a las zonas exteriores y que los cuidadores tengan medidas de protección. A día de hoy ignoro si se permite que los trabajadores de los centros donde hay animales puedan continuar con sus quehaceres diarios y es por ello que debe poner atención a estas instalaciones.
Tiempo tendremos para reflexionar, para poner sobre la mesa los graves errores de nuestro gobierno, para pedir las necesarias dimisiones por haber fracasado en proteger a sus ciudadanos anteponiendo intereses políticos. Esperaremos al día de después. Lo que está pasando es sin duda una advertencia a nuestro actual sistema de progreso y convivencia sin tener en cuenta el respeto a la vida natural y a los ecosistemas que salvaguardan nuestra Tierra. De esta saldremos llevándonos por medio muchas vidas inocentes, pero la siguiente nos espera a la vuelta del camino, en la curva de la ignorancia humana, en el fango de nuestras economías que no respetan lo más fundamental de nuestra existencia.
El COVID-19 nos ha puesto en la cuerda floja y nos ha hecho saber que somos tan frágiles como una rama de un árbol, que no somos super-humanos ni estamos por encima del resto de los seres vivos. Somos un eslabón más de la cadena de la vida y que sólo un virus de los millones existentes microscópicos ha sabido paralizar a la especie humana denominada “sapiens” por muchos rascacielos, tecnología y cultura que tengamos, haciéndonos ver que por no respetar el ciclo de nuestro planeta somos la especie menos inteligente de la Tierra y la más endeble de todas.