El actor catódico tiene la carne color turquesa. Más que dentro de la pantalla, parece un espectro mirando a un televisor en funcionamiento. De colores ocre y tierra son las sombras que modulan su cabeza.
A la juventud se la desea en todos sus colores, siempre que no haya cumplido los treinta. Olorosa carne de eucalipto, tersa como el mármol, masticable como un helado de Atlántico.
La acuarela convierte en marejada, la cabellera azulada de un muchacho arrogante. ¿Será porque viste mono de mecánico?
¿Qué dirían los pelos del pincel, si reconocieran cuándo estuviesen pintando cabellos humanos?: ¿esmerémonos?, o pasemos de largo.
El muchacho metálico
Gabriel Faba. 2008
Acuarela sobre cartón de camisa.
22 X 22 cms.